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Proyecto de Escritura para Preparatorias 2.0 Antología de historias cortas
Proyecto de Escritura para Preparatorias 2.0 Antología de historias cortas
Proyecto de Escritura para Preparatorias 2.0 Antología de historias cortas
Libro electrónico69 páginas53 minutos

Proyecto de Escritura para Preparatorias 2.0 Antología de historias cortas

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El Proyecto de Escritura para Preparatorias 2.0 presenta algunas historias cortas acerca de personajes adolescentes que han sido escritas por estudiantes de preparatoria. Las historias incluidas en esta edición tratan de varios temas que incluyen el suicidio en adolescentes, trastornos mentales, superstición, romance y percepción extrasensorial.

Historias cortas incluidas en la antología:

Todo por vivir por Steven Roberts – Cuando un turbado estudiante de último año decide terminar con su vida, queda sorprendido al conocer a un hombre que afirma ser su ángel guardián, y quien le muestra el efecto que su suicidio tendrá en sus amigos, seres queridos, e incluso en personas desconocidas.

Danica Myerson contribuyó con las siguientes tres historias, protagonizadas por un grupo de estudiantes de la clase de psicología:

No siempre es fácil – Diane y Abby eran las mejores amigas. Pero entonces Jack apareció en sus vidas. ¿Podrá la competencia por un chico guapo arruinar su amistad?

Lo que el ojo no puede ver – ¿Quién habría adivinado que detrás de la silenciosa y dulce Kelly había una personalidad peligrosa y violenta esperando una oportunidad para salir?

Un estado mental – Las cadenas de correo electrónico no significan nada. Son sólo supersticiones. ¿Verdad?

La premonición por Seth King – Greg despierta convencido de que algo malo pasará ese día luego de tener una pesadilla. Su hermana mayor insiste en que él sólo está reaccionando ante su enorme imaginación. Pero probar que su pesadilla en efecto fue una premonición costará un precio terrible.

Lois Young aportó tres composiciones a la colección:

La historia de dos maestras hace una divertida retrospección a las personalidades contrastantes de sus dos maestras de sexto año.

Si yo fuera directora muestra su visión acerca de cambiar su escuela.

Un paquete navideño relata una simple historia sobre una lección de vida aprendida de la peor manera.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 jul 2014
ISBN9781633393004
Proyecto de Escritura para Preparatorias 2.0 Antología de historias cortas

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    Proyecto de Escritura para Preparatorias 2.0 Antología de historias cortas - Stephanie Duncan

    Todo por vivir

    Sí; bueno, intenté matarme. ¿Y a ti qué te importa? ¿Por qué debería importarte? Ni siquiera me conoces; y a las personas que lo hacen ni siquiera les importa. John dijo que me equivocaba. Dijo que todos tenemos alguna persona a la que le importa si vives o mueres.

    Déjame explicarte. John es... bueno, mi ángel guardián. Yo nunca había creído que los ángeles guardianes realmente existían. Cuando le dije a John lo que pensaba, se mostró lastimado y dijo:

    —Estoy aquí, ¿no? ¿Crees que estás hablando contigo mismo? Soy tan real como tú lo eres. Los ángeles también tenemos sentimientos, ¿sabes?

    Genial; así que al parecer realmente tenía un ángel guardián. Y resultó que era uno sensible y ahora yo lo había insultado. «Ni siquiera puedo morir bien», pensé.

    Aún seguía sin estar completamente convencido. 

    —Si tú eres mi ángel guardián, ¿dónde están tus alas? ¿Dónde está la inmaculada y larga túnica blanca?

    —Rick, —contestó John—, esto no es una película.  Esto es, o era, tu vida.  —Entonces hizo una pausa y agregó con un guiño— Sólo uso la túnica y las alas para fotografías.

    «Brillante», pensé. «Este tipo cree que es un comediante».

    —De hecho, puedo tomar cualquier forma que necesite —prosiguió.

    John se me había aparecido como un hombre de unos treinta y tres años. Era alto y fornido. Su ondulado cabello negro estaba peinado hacia adelante. Me recordaba a uno de esos tipos que tenían una buena esposa y cuatro hijos, y montones de mujeres tras ellos, rogándoles que rompieran sus votos matrimoniales. Y claro, como buen hombre que era, siempre rechazaba a las mujeres y sus proposiciones.

    Pero da igual, me estoy saliendo del tema. Espero no estarte confundiendo. Déjame empezar desde el inicio...

    Era una tarde de viernes. Sólo hubo medio día de escuela. Llegué a casa alrededor de la una. Me había decidido esa mañana, en la clase de inglés de la señorita Johnston. Ella estaba hablando sobre Shakespeare y sobre alguna reina. Si había algún adulto al que le pudiera haber hablado sobre lo que estaba pasando en mi vida, habría sido ella. La señorita Johnston era joven, bonita y realmente dulce. De todas formas, era una maestra, así que ¿qué podría saber ella sobre ser un muchacho de diecisiete años?

    Cuando llegué a casa, tuve que decidir CÓMO.  Había muchas opciones: dispararme, ahorcarme, envenenarme, con una sobredosis de medicamentos, saltar de un puente, un accidente de auto, asfixiarme con los gases de combustión en el garaje, etc.  Probablemente había docenas de otras opciones que ni siquiera había considerado.

    Dispararme quedaba descartado, porque no tenía acceso a ningún arma de fuego. No tenía un auto propio, así que eso eliminaba una gran cantidad de posibilidades. Tenía que pensar en algo práctico y que estuviera disponible. ¡Hojas de afeitar! Podría cortarme las muñecas. Eso parecía demasiado fácil. 

    Quería vengarme de todos por la forma en la que me habían hecho sentir. También quería escapar de esos sentimientos. Tenía sentimientos alternados de enojo y depresión. Al principio pensé que debía morir en mi habitación. Había pasado casi todo mi tiempo solo, intentando encontrar el consuelo que no podía hallar cuando estaba con otras personas. Entonces pensé que la sala podía ser un mejor lugar. Al menos en la Gran Estación Central de la familia podría ser el centro de atención por una vez. No podía esperar para ver sus reacciones. Entonces me di cuenta de que no podría ver sus reacciones porque iba a estar muerto. Oh, bueno. De todas formas no les iba a importar.

    Caminé hacia el baño y abrí el botiquín. Tendría que abrir un paquete nuevo de cuchillas. El plástico se rompió fácilmente. Tomé una navaja de afeitar. Ésta se vio atrapada por un rayo de luz del sol proveniente de la ventana. La reflexión de la luz solar me cegó por un segundo. Llevé la cuchilla hacia la sala, siempre teniendo cuidado. 

    Creo que la señorita Johnston habría llamado a eso un ejemplo de ironía. ¿Cuál es el punto de llevar cuidadosamente un objeto puntiagudo para no herirte si tu intención es cortarte con él cuando llegues a tu destino?

    La luz del centro de la habitación brilló directamente sobre mí. Bajé las persianas, miré alrededor de la habitación y respiré profundamente. Esa sería la última vez que vería mi casa o mis muebles. Dije: Adiós en voz alta. No sé por qué. Sólo pareció apropiado. Creo que pensé que los muebles

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