´No llevo calcetines, excepto en enero.
´ Mi primer trabajo de verdad fue en un vivero, regando rosales por un dólar la hora. Era el trabajo más aburrido del mundo, pero me enseñaron a ser puntual. Hacer la pausa para comer con la debida puntualidad durante treinta minutos. Trabajar ocho horas exactas. Esas son grandes lecciones para un niño de doce años.
nuestra primera parada era