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Confidencial: Entre La Vida Y La Muerte
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Libro electrónico295 páginas4 horas

Confidencial: Entre La Vida Y La Muerte

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Confidencial, esta primera novela del Doctor Jorge Just, desmenuza el sistema de medicina imperante en Puerto Rico. Con su humor negrísimo, presenta una sátira de los valores de la sociedad consumerista de esta isla caribeña y la corrupción que la impulsa a un próximo caos económico. Describe las experiencias de un paciente, cirujano, durante su enfermedad, delirio y muerte. Dos espíritus neófitos, Vaporoso el abogado y Turbio el contable, son sus guías en el tiempo entre la vida y la muerte hasta que llega a la antesala de su destino final. Discuten teología, cómo viven los seres del otro mundo y visitan los sitios donde residen sus memorias para ayudarlo a purificar y preparar el alma del difunto, doctor Justo Guerrero, para pasar por el ojo de la aguja al final del camino. Durante su viaje el cirujano recuenta anécdotas de su vida y va hilvanándolas con la historia de Puerto Rico y del Centro Médico con los enredos de morirse en los hospitales. Los espíritus lo acompañan a presenciar su propio velorio y entierro y a descifrar su pasado. Los jocosos y divertidos comentarios del médico y sus guías efímeros enfocan la superficialidad de los valores del Puerto Rico contemporáneo.

IdiomaEspañol
EditorialJorge O. Just
Fecha de lanzamiento26 dic 2013
ISBN9781310713408
Confidencial: Entre La Vida Y La Muerte
Autor

Jorge O. Just

Jorge O. Just was born in San Juan, Puerto Rico. He published his first short story, "La Carta," and a travelogue, Cuaderno de Viajes, while an undergraduate at the University of Puerto Rico. He received his medical degree from the University of Maryland and his training in Cardiothoracic surgery at the University of Michigan. Dr. Just writes in English and Spanish. His debut novel, "Confidencial: Entre La Vida Y La Muerte," about a dead surgeon who is assigned an accountant and malpractice lawyer in the afterlife to help him tidy up his previous life, was published in Puerto Rico in 2004 and sold out the first edition. It was published digitally in 2014. His book of short stories, Scalpels and Prayers, is forthcoming.Nació el autor en San Juan, Puerto Rico. Mientras completaba su bachillerato en la Universidad de Puerto Rico publicó su primer cuento corto, "La Carta," y su primer libro, Cuaderno de Viajes. Recibió su doctorado en medicina y especialidad en cirugía de la Universidad de Maryland y se especializó en cirugía cardiotorácica en la Universidad de Michigan. Confidencial: Entre la Vida y la Muerte está en la segunda edición impresa en Puerto Rico. El autor escribe en español e ingles y su libro de cuentos, Scalpels and Prayers se publicará próximamente.

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    Confidencial - Jorge O. Just

    NOTA DEL AUTOR

    Dos veces he salido de Puerto Rico por largos años, la primera para estudiar medicina y especializarme y la otra después de haber ejercido como cirujano torácico y cardiovascular por ocho años en San Juan.

    Al irme la segunda vez, me prometí escribir un libro y aquí está. Tengo una deuda con muchos espíritus que estimularon mi imaginación, apoyaron mi propósito y alentaron mi esfuerzo. Gracias a ellos.

    Declaro que este es relato ficción pura. Estar entre la vida y la muerte y contarlo sólo puede existir en la imaginación. Si alguien lo duda es candidato para alojarse en un manicomio. Aseguro que ningún vivo juega papel alguno en la jornada. Puerto Rico es pequeño en extensión territorial y muchos sitios y muchas cosas se parecen, pero afirmo que cualquier semejanza a persona, institución, organización, lugar o relato es pura coincidencia. Garantizo que la tras tumba no se parece en nada a nuestro país ni sus valores a los nuestros.

    Dedicatoria:

    A quienes diariamente resisten la poca vergüenza y la corrupción en nuestra sociedad moderna sin quejarse ni entregarse.

    PRÓLOGO

    --¿Quieres saber de la muerte?--dijo el fantasma puertorriqueño desconocido para mí,--acabo de abandonar la vida y el mundo. No tengo mucho tiempo.--

    Al llamábamos, pensé: esto es un sueño o pesadilla.

    Insistió:

    --Te escogí al azar para dictarte mi relato. Despreciar las creencias de nuestros antepasados es despreciar parte de nuestra cultura. Creían ellos por siglos que los espíritus vagaban por el mundo por lo menos cuatro días después de la muerte y antes de llegar a su destino final.--

    Guardé un silencio respetuoso propio de los cementerios mientras el fantasma se acercó y dijo:

    --Según el Evangelio, el cuerpo de Lázaro yacía ya cuatro días en su tumba en Betania y Jesús tomó su tiempo en llegar al sepulcro a resucitarlo. El Señor tardó. Sabía que podía recobrar el espíritu de Lázaro porque vagaba por los alrededores cerca del cuerpo. Eso facilitó el evento.--

    Añadió tras una brevísima pausa:

    --Medio mundo distante a Puerto Rico algunas culturas pre-incaicas contemporáneas a Lázaro, al enterrar al muerto, le clavaban una estaca en el pecho para fijarlo a la tierra y otras sepultaban sus muertos descalzos. Eran intentos de asegurar el descanso en paz de sus difuntos e impedir que vagaran por el mundo.--

    Mantuve silencio, aún incrédulo sobre la autenticidad de mi visitante.

    --¿Y ahora, cómo tratan a los muertos?--amonestó el fantasma.--Después del entierro, los dejan solos. Por eso quiero enterar al mundo lo ocurrido en ese período nebuloso ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE. Advierto: el grado de perfección espiritual del lector determina la veracidad del relato. Decide la interpretación o mala interpretación de cualquier evento, sea histórico o cotidiano.--

    Este espíritu admirable desapareció al finalizar su narración. Sus últimas palabras fueron:

    --Cualquier referencia a personas vivas o muertas, a sitios o eventos reales es fantástica coincidencia. Cuidado con creer que hay intento de establecer teología. Aquí narro experiencias religiosas y mundanas ficticias. Nadie debe darse por aludido no importa cuán meritoria sea su existencia o cuán importante entienda que sea su persona. Envíen cualquier reclamo en cuanto a su contenido a mi dirección: http//www. Fantasmapuertorriqueño@ etéreo.org.pr.--

    Cumplo mi promesa de publicar su relato sin comentarios míos. ¿Y quién le cree a los fantasmas hoy en día?

    ~ El Intermediario

    RELATO 1

    Muerte

    Fue fácil morirme. Me sorprendí porque desde pequeño tuve miedo a la muerte. Las películas de horror y el terror de crecer dejaron en mí marcas imborrables. Siempre imaginé una muerte dolorosa, aterrorizante, oscura, llena de angustias y desesperos. Esos miedos se acrecientan y se afirman en nuestros primeros años, reforzados por las crueldades iniciadas en la escuela primaria y refinadas luego. Allí aprendimos a asustar, abusar, torturar, y afinar la sátira y la burla. Los apodos duran toda la vida, persiguen hasta en la misma funeraria y salen en las esquelas. Así, a modo de ejemplo, no importa que uno, ya graduado y establecido, ignore los aniversarios de la graduación de su escuela superior por cinco, diez, veinte años, pero un día llega uno a la reunión de los veinticinco años y ¿cómo se reciben a los compañeros?:

    --Mira quién llegó, ¡es GANDULITO! Vente, aquí están ¡PETUNIO, MOGOYO, BIZCOCHO, MORISQUETA y CARAVELITA!--

    No te digo. Así es que nosotros los puertorriqueños demostramos el cariño, pero compay, ¡qué manera de querer! Por eso los verdugos son adultos, porque un párvulo verdugo sería tan cruel que ofendería la conciencia.

    Ese miedo a la muerte acumulado durante la vida aumentó durante mis estudios médicos y se afianzó al entrenarme como especialista. Ver la muerte llegarle en paz a algunos pacientes y a otros en agonía, aumentó mi morbosidad. Sobrevivientes de paro cardíaco y de otras barbaridades semi letales me contaban sus peripecias. No hay como un supersobreviviente para no callarse. La mayoría narraba cómo se elevaban hasta el techo y veían su cuerpo abajo aún en la mesa de operaciones rodeados de los médicos intentando reanimarlos. Se sentían contentos y felices. Al sobrevivir repetían las conversaciones de los médicos escuchadas durante la emergencia. Describían vivamente cómo nos rodean distintas formas y entidades, almas, fantasmas, espectros o espíritus, que nos protegen y acuden a nuestro auxilio todo el tiempo. Algunos veían sus familiares ya muertos, otros a sus ángeles guardianes, y otros a personalidades de diferentes estirpes. Yo nunca creí estos cuentos, sumergido profundamente como estaba en la cultura ciencio-tecnólogica moderna. Ahora los creo.

    A pesar de mi formación profesional no pude librarme en vida de mi miedo a ese último instante cuando la muerte nos enfrenta. Uno conoce la hora, el día, el año y el sitio de llegada al mundo pero nadie sabe cuándo ni dónde uno va al irse. Siempre temí ese momento final cuando las hipocresías de los vivos abandonan el alma y queda clara la verdadera convicción personal. No fue así, sin embargo.

    Hoy en día nadie quiere morirse, no importa cuán enfermo esté, cuánto sufra, ni cuán grave sea la dolencia. La edad importa poco, pero sí importa quién paga las cuentas del hospital y de los médicos. Para alargar la vida inútilmente se ofrecen y se aceptan operaciones y tratamientos innecesarios, como si la muerte fuese opcional. Los enfermos se someten a la caída del pelo, a la debilidad y fatiga de la radiación y quimioterapia y a cirugía incapacitante; intentos de alargar el poco tiempo que les queda. Surgen complicaciones: infecciones, fallo respiratorio, derrames cerebrales y coma que terminan en una vida controlada por máquinas. Antes de enfermarme, complicarme y expirar, yo también contribuí a esa filosofía médica.

    La familia y las visitas dificultan la muerte. El lloriqueo intermitente, los rezos, las conversaciones superfluas típicas de la ocasión añadidas a las súplicas y promesas religiosas, crean un verdadero barullo que distrae al enfermo en su agonía y entorpece su concentración. Te lo aseguro, porque lo experimenté ahorita mismo. Cercana la muerte se agudizan todos los sentidos, aunque no se den cuenta los familiares. Uno, grave, oye todo, ve claramente tanto lo del mundo como el trasmundo, se afina el olfato, y el tacto se siente intensamente. Eso sí, la lengua, pesada, empeñada en su función humana, aún sin la ligereza de la trastumba, dificulta el habla. Los espectadores oyen un gagueo a veces ininteligible y piensan humanamente que el silencio significa inconsciencia.

    Aunque moribundo, pude apreciar cuando entró una empleada y le entregó un sobre con timbre oficial del hospital a mi esposa Justa. Leyó en voz alta para enterar al resto de la familia:

    --Aviso Importante para el Paciente por conducto del familiar encargado. Revisamos sus papeles de admisión y encontramos que falta información. Favor de comunicarse inmediatamente con la oficina de cuentas. Hay un balance pendiente con el hospital.--

    Tomó el teléfono y llamó al número especificado. Escuchó y dijo:

    --¿Cómo que se debe la diferencia entre el costo del semiprivado y el privado? ¿Que hay que pagarlo cada cuatro días? Nadie nos informó al salir de intensivo, creíamos que se arreglaba la cuenta cuando se diera de alta... ¡Que si no paso por allá inmediatamente me lo pasan a un semi privado!... Bueno iré tan pronto llegue el relevo.--

    Boqueaba yo de rabia al oirlo. Facturan y cobran de esa forma, pero la noche anterior, cuando me subió la fiebre, no me pusieron las bolsas con hielo ordenadas por el médico y a la familia le tocó comprarlas. Siempre faltaron las cabecillas para el termómetro eléctrico, y los algodones para limpiarme las costras formadas en la boca abierta, y las sondas, y el agua destilada para irrigar mi herida. Me preguntaba, ¿no paga Medicare por eso? ¿qué cubre el precio alto de los cuartos hospitalarios?

    --No importa mucho,--comentó una enfermera que atendió las quejas de mi esposa,--el señor está en las últimas.--

    Entró otra llamada al cuarto, esta vez del servicio de acompañantes, organizados por los hospitales al no suplir la intensidad ni la calidad de cuidado de enfermería requerido por Medicare y los otros seguros. Durante mi estadía en Intensivo con otros 11 pacientes, nos cuidaron sólo dos enfermeras, y en los pisos, 2 por cada 25. El negocio de acompañantes conviene a todos menos al paciente y sus familiares. Las enfermeras ganan poco y como consecuencia continúa su éxodo fuera del país. Las que quedan trabajan a disgusto por la carga excesiva de pacientes. Los sueldos mensuales de estas enfermeras no comparan con los ingresos de los propietarios ni los síndicos de los hospitales, suficientes para mantener casas de playa, lanchas, y financiar viajes de compras en Nueva York y Orlando, pero con sus votos rechazan contratar personal adicional o aumentar los sueldos.

    --Ingresar enfermo en un hospital es un acto de fe,--comentaron algunos visitantes al enterarse.

    Nadie se atreve a quejarse a los seguros, ni a los organismos reguladores federales e insulares para mejorar la situación.

    Poco antes de llegarme la hora se acercaron a mi lecho de muerte los espíritus y fantasmas de mi delirio. Merodearon en distintas ocasiones durante mi enfermedad como quien investiga el terreno. Aparecían con más claridad a medida que se me apagaba la vida. Traían formas inesperadas, vaporosas a veces, sólidas otras, fisionomías serias o sonrientes, rápidos o lentos en el movimiento, súbita o gradual la apariencia, en fin, de cualquier forma o substancia aparecían estos fantasmas, espectros y espíritus. Poco a poco se acostumbra el enfermo a observarlos sin temor; es su realidad en el delirio. Prefiere uno esta compañía a la visita de esos amigos de ocasión que mi mamá catalogaba como un peso en el bolsillo. Por un lado, si sana el enfermo, el delirio pasa al olvido, por otro, si continúa la gravedad, estas visitas fantasmagóricas son un verdadero oasis donde uno se refugia de la superficialidad de nuestros hospitales. Algunos visitantes de mi delirio fueron interesantes, ya te contaré.

    Poco a poco pierdes el deseo de compartir estas experiencias con quienes rodean tu cama en la gravedad. Oyes como comentan:--está mejor pero le sigue la fiebre a pesar de los baños de alcoholizado--;--sí, lo vinieron a ver los médicos, fíjate, tres, y el último era guapísimo y jovencito, un nene--;--no, no, no sabe donde está--;--al único que no le avisamos fue a Pito, por lo que tú sabes--;--¡Ay bendito, mijo!, ayer vio visiones, está bien malito.--

    Los visitantes etéreos, en cambio, comunican a través de las emociones, y sientes un amor abarcador, mayor paz y tranquilidad. A veces, puedes anticipar sus visitas y ciertamente las prefieres a las de los que vienen a despedirnos ahora, cumplimos hoy, y así nos economizamos el velorio.

    La gente se preocupa mucho por saber cómo uno muere y conversan nerviosamente sobre el tema. Algunos creen en el desencarnamiento de los parasicólogos. Por eso al llegar mi turno me dediqué a observar este proceso detenidamente: el alma, la parte espiritual de la persona, se escapa desvainándose, como tornando el cuerpo de adentro hacia afuera empezando por el cráneo, abriéndolo de par en par. El espíritu sale desenvuelto y desgajado del carapacho corpóreo. Es un proceso sin dolor y tiene su belleza. Constituye el completo reverso del envolver al feto en el saco amniótico y proteger la vida recién creada. Al escaparse, el espíritu siente una sensación explosiva de alegría.

    Los visitantes describen varias formas para el alma pasar de esta existencia a la otra durante conversaciones en tus últimos días. En la primera manera el espíritu entra por un túnel guiado por una luminosidad suave y atrayente. En la segunda forma se pasa a través de una substancia líquida gelatinosa, nadando lentamente. El ser se abandona completamente dentro de este líquido oloroso, espeso y dulce. En la tercera, caminas cantando hacia un grupo de almas y espíritus brillantemente iluminados; ellos te rodean, te acogen y reciben con mucho amor. Algunos difuntos más avanzados los recibe el Creador directamente, pero esos son VIPS.

    Aunque odiaba las canciones de coro en la iglesia los domingos preferí irme con el grupo musical porque los túneles me dan claustrofobia y nunca aprendí a nadar. Además, en mi vida participé en muchos comités y trabajaba con gusto en equipo, protegido de invertir demasiado esfuerzo. Eso de virar huevo era lo mío.

    Todas esas opciones terminan en una etapa final, me dijeron; te deslizas por una resbaladiza chorrera hasta la apertura negra donde todo indicio de materia se pierde. La ausencia de partículas físicas aligera viajar a través del tiempo, sin tener conciencia del mismo. Finalmente rompe la eternidad ante uno en luminosidad permanente y extasiante.

    Los sollozos de mis familiares se distanciaban mientras me alejaba del hospital y me acercaba a aquellas formas incorpóreas que gesticulaban suavemente en son de bienvenida, alentándome:

    --No te preocupes, no le tengas miedo al ENCUENTRO. Después de todo uno practica morirse diariamente, al dormirse todas las noches, sin saber si despertará.--

    En mi trayecto con mis nuevos compañeros, sentí pena por quienes no gozan la alegría de la muerte. Entré en la chorrera, y de pronto, me encontré dentro de una pradera luminiscente y multicolor. Me recibió un espíritu muy placentero con semblante y actitud de Jefe, pero no de Dueño.

    --Bienvenido,--dijo sin rodeos,--quiero explicarte qué viene. Pasarás cuatro días en la penumbra y después irás a tu sitio en el otro mundo. Digo días porque aún estás fresquecito, no estás ni tieso, aún defines el tiempo de manera primitiva.--

    --Explíqueme qué pasó en mi camino,--pedí.

    --Tuviste un cambio cósmico. Al atravesar la primera apertura negra cambió tu materia a partículas espirituales llamadas fantrinos, sin energía ni materia. Imagínate, los neutrinos que detectan en la tierra la atraviesan sin detenerse porque tienen energía alta pero aún uno de cada billón de neutrinos choca con ese telescopio que tienen mirando al revés en la Antártica y lo retratan. Los fantasmas, hechos de fantrinos, pasan cualquier substancia sin problemas, viajan a velocidad instantánea por desconocer la fricción y se comunican por el pensamiento telepático,--contestó.

    --¿Y dónde estoy ahora?--pregunté.

    --Detrás de la apertura negra está el principio de la Creación, cuando dos aperturas negras chocaron y liberaron la energía y la materia del universo. Pasas por ahí, y llegas aquí, a la pradera luminosa, a la antesala. Durante estos cuatro días tendrás la oportunidad de depurarte, aclarar dudas, saldar cuentas, corregir malos entendidos, enderezar entuertos y despedirte. Aprovéchala. Mira, si te da la gana, puedes perdonar y pedir perdón. Revive y corrige lo necesario ahora, no lo dejes para la eternidad.

    Desapercibido e invisible, podrás visitar dónde y a quién quieras, oír conversaciones actuales y pasadas, revivir experiencias y recuerdos y todo te será revelado. En el paraíso y en el otro sitio, la verdad está desnuda: en la tierra la adornan, la visten y la disfrazan. Mis muertos y fantasmas pueden comunicarse contigo y tú con ellos. Tu mente telepática funcionará de inmediato, verás los pensamientos de los vivos pero tardarás un poco en aprender a enfocar tu nueva visión telescópica. Podrías conversar con los vivos si te oyeran, pero lo dificultan el ruido y barullo de allá abajo; además los vivos no oyen ni a los otros vivos, menos oirán a los muertos. Tendrás que observar, sin embargo, las leyes de la ultratumba.--

    Las reglas fueron inscritas en mi alma inmediatamente. Desaparecieron los espíritus y quedé solo. Sentí una necesidad inmensa de comunicar mis experiencias. Siempre quise ser escritor, pero mis padres se opusieron para que no muriese de hambre y por poco muero de aburrimiento. Toda la vida se recuerda en la antesala de la eternidad. Decidí dictar mis experiencias y te escogí al azar, no por tu propio mérito.

    Mi primera decisión fue retornar, muerto pero etéreo, al hospital y al cuarto donde yacía mi cadáver. Al final de la pradera multicolor mi vista encontró la Avenida Ancha. Poco a poco se tornó más estrecha a medida que se alejaba en la distancia, hasta terminar en una abertura del tamaño del ojo de una aguja donde dos ángeles con espadas de fuego hacían guardia. El alma visita distintos sitios en el camino antes de llegar allí. Me intrigaron algunos letreros lejanos: el Jardín de los Recuerdos, la Biblioteca y el Mausoleo de Valores, entre otros. Según las reglas, se asignan guías para evitar espíritus desorientados vagando por el mundo y saliéndole a los vivos, pero los míos no habían aparecido. Durante estos cuatro días puedes ir y venir por las avenidas a tu antojo.

    Decidí no esperar más y emprendí vuelo de regreso. Mientras la Avenida Ancha de acceso al final de la pradera multicolor es sólo para los recién pasados a mejor vida, la de retorno al mundo es menos ancha, y muy transitada por formas con distintas misiones y propósitos. Tiene dos carriles. Por uno de ellos ascienden rezos y peticiones de todo el globo terráqueo.

    Siempre averiguao, paré ante el kiosco de localización de antepasados hindúes y budistas. Apreté el botón activando el disco informativo de esa cultura. Los hindúes se inclinan reverentemente al saludo y para demostrar afecto y reconocimiento. Sólo se postran ante la divinidad y para rezarle a sus antepasados. Durante su vida los rige la darma, la ley divina, y el karma, su deber personal, para llegar a la perfección espiritual. Si por su comportamiento no logran esa meta, al morir asumen otra forma de vida más baja. Los hindúes vegetarianos temen ingerir un ser reencarnado como un insecto o un animal. ¿Cuántos colegas conocemos de probable ascendencia hindú porque en vida han sido verdaderas cucarachas? A los budistas aquí se les conoce por su nirvana, la bienaventuranza total que los distingue al llegar a la perfección y les permite ambular despreocupados.

    Durante el festival hindú Purna Kumbh Mela los creyentes se bañan en la confluencia de los ríos Ganges, Yamuna y el mitológico Saraswati. Entran al agua primero los místicos desnudos, los naga sadhus, seguidos por los gurús, y luego entre 20 y 30 millones de peregrinos. Llevan un surtido de expectativas y creencias. Algunos recibirán la salvación eterna y romperán el ciclo de nacimiento, muerte y reencarnación. Otros limpiarán sus almas de pecado. Habrá quienes sólo recibirán un baño refrescante.

    Pasé al kiosco de las culturas clásicas del Mediano Oriente, recién cerrado por falta de uso. El cuerpo del faraón muerto lo enterraban con sus mujeres, criados y pertenencias para asegurarle comodidad en la próxima vida. Al llegar a este kiosco, el alma del faraón, su Ka, exigía su cuerpo y su séquito antes de pasar a la eternidad. Al negárseles, algunos se comportaban como niños malcriados y aquí los enviaban a una escuela de indoctrinación para reeducarlos. Allá iban también los griegos clásicos que arribaban anticipando un viajecito en barco antes de llegar a Hadas.

    El kiosco de los antepasados cristianos es interesante. Es un gran centro de comunicaciones y usan la telepatía instantánea para trasmitir las peticiones y plegarias del enfermo y sus parientes a sus familiares muertos residentes en el cielo. Hay comunicación individual y grupal como en las grandes corporaciones multinacionales. Aquí responden también a los rezos de las culturas creyentes en la astrología y tienen encargados de ese cubículo especial a los espíritus chinos porque su cultura tiene mucha experiencia en ese campo.

    Es curioso, en este kiosco hay una pequeña sección dedicada a la reencarnación. Algunos cristianos la predican, otros la confunden con resurrección y muchos juntan las dos creencias. Honran aquí al psicólogo Ian Stevenson que fue director del departamento de estudios de la personalidad en la Universidad de Virginia. Él descubrió individuos, tres mil en total, que posiblemente reencarnaron. Uno de sus casos, una chica de Beirut, a los dos años de edad recordaba su vida anterior como la de una mujer que murió poco antes de ella nacer. Recitaba los nombres de trece familiares de esa mujer sin haberlos conocido. Repetía parte de la elegía pronunciada en el funeral sin comprenderla.

    Por eso, muchos padres sienten poca culpa cuando se deterioran las relaciones con sus hijos, la reencarnación y la genética lo explican todo. Ya no existe la poca vergüenza.

    Ante las burlas de sus compañeros, Stevenson respondía que la ciencia progresa de funeral en funeral a medida que se mueren quienes tienen ideas fijas. Si es así el progreso lento de la medicina académica en Puerto Rico quizás se explique porque algunos jefes médicos se mantienen empotrados en sus puestos hasta la senilidad o la muerte.

    Un letrero en un kiosco gemelo leía: El Centro de los Santos. Atienden allí exclusivamente los rezos de los moribundos católicos y sus familiares. Los comunican con los santos. En muchos casos en vez de santos oficiales responden sus familiares muertos. No se identifican como santos, por no tener pedigree ni título oficial del Vaticano. Todo el que llega al cielo adquiere santidad lo hayan o no canonizado en Roma. La gente cree que los santos nacen santos pero te aseguro que no es verdad. Ser santo es una respuesta personal a las oportunidades y retos de la vida casi como quién se dedica a una profesión u oficio por las experiencias vividas. Los problemas de la vida llevaron a la mayoría de los santos a la santidad. Desarrollaron mucha paciencia, por ejemplo, si les tocó una esposa mandona o un esposo irascible; o caridad, si heredaron una fortuna; o misericordia, si fueron reyes o mogules capitalistas. Por eso se oye con

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