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Ella Decidió Ser Hippy a Los 50...
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Libro electrónico86 páginas1 hora

Ella Decidió Ser Hippy a Los 50...

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Ella decidi ser hippy a los 50 Premio novela ISC, 1999
Cuando sientas que el mundo te aprieta, borra tus sueos, quiere amarrar tus emociones o silenciar tu voz cuando disientes, ponte tus collares de cuentas de colores, tus pantalones de campana, tu cinta en la frente y djate llevar por el viento hasta encontrar paz, amor y libertad (A.S)
La decisin de volverse hippy apareci en Mar como un barrito en la adolescencia o la primera menstruacin, sin ningn aviso y en el momento ms inoportuno: el da que cumpli los cincuenta. Esta decisin le abri las puertas del alma, la transform. Sus idas y vueltas entre los clichs de la sociedad y las interrogantes de su alma nos descubren que los sueos son para vivirse hoy y no para enajenarse en el maana.Con un lenguaje gil y divertido, Anglica Snchez, nos pone frente a nosotros mismos, nos invita a la reflexin.
Guadalupe Freymond. Littrature dailleurs. Revue de Presse, Ginebra, Suiza
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento29 sept 2011
ISBN9781463307561
Ella Decidió Ser Hippy a Los 50...
Autor

ANGÉLICA SÁNCHEZ

“As a girl I invented tales and together with my father played and dreamed I would be a writer. The day came my father died and nobody paid attention to my stories. I packed my dreams and…..time went by. The day I turned 50 I sold my advertising agency and left for the Sonoran desert to start writing. Nowadays I enjoy living in peace and as I please: stroll among the trees, chuckle with my friends, light an incense in the morning, listen to soft music and write. In this easy going and slightly organized life I have published the novels She decided to be a hippy at 50 ( ISC Novel Award 1999). Perhaps, perhaps, perhaps (UNISON, 2001). Vainilla (Amarillo Editores, 2009). If they don’t hear you shout… yell (A play for Nuestras hijas de regreso a casa, 2006). I hugged a Jacaranda tree and bid you farewell. (Círculos de Agüita, 2011) I am a Colegio de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM) graduate, hold a degree in Hispanic Literature from the Universidad de Sonora and a Postgraduate in Literature from the University of Arizona. Angélica Sánchez Visit my site: http://hippiealos50.wordpress.com/

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    Ella Decidió Ser Hippy a Los 50... - ANGÉLICA SÁNCHEZ

    Copyright © 2011 por Angélica Sánchez.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2011917143

    ISBN: Tapa Blanda            978-1-4633-0757-8

    ISBN: Libro Electrónico    978-1-4633-0756-1

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, acontecimientos, o lugares es pura coincidencia.

    Composición fotográfica en portada basada en fotografía de Minerva Hernández Trejo: Juan España Foto autora: Juan España

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Para pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contacte con:

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Llamadas desde los EE.UU. 877.407.5847

    Llamadas internacionales +1.812.671.9757

    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    350522

    INDICE

    Unas Palabras Previas

    1

    2

    3

    4

    5

    6

    7

    8

    9

    Final Primero...

    Final Segundo...

    Final Tercero...

    Acercándonos a nuestros lectores

    A las mujeres que rodean mi vida porque

    me enseñaron a jugar con las estrellas.

    A César y a Juan porque me alentaron a

    alcanzarlas.

    A todos los jóvenes del mundo que participaron

    en movimientos estudiantiles durante 1968

    Unas Palabras Previas

    La década de los sesentas fue una época luminosa que abrió las ventanas del mundo a la diversidad. Esos años han sido estímulo e inspiración para las generaciones actuales.

    Los hombres y mujeres que rondamos la cincuentena pertenecemos (queramos o no, hayamos participado o no, lo sepamos o no) a esas juventudes que lucharon por romper el autoritarismo, la rigidez y la represión que marcaban la época. Jóvenes que se unieron a causas que no eran suyas con la única esperanza de hacer de este mundo un lugar más libre y más justo. Jóvenes que nos enseñaron a luchar por nuestros sueños.

    Tan sólo en 1968 se produjeron movimientos estudiantiles en 391 ciudades de 66 países del mundo. Y, aunque en ese tiempo fueron aparentemente derrotados, la semilla de libertad y rebeldía que surgió de ellos se esparció por los aires, cambió el mundo y su espíritu aún habita nuestros corazones.

    La decisión de ser hippy me apareció como un barrito en la adolescencia o la primera menstruación. Sin ningún aviso y en el momento más inoportuno: el día que cumplí cincuenta.

    Digo me apareció porque no fue una decisión que yo tomara. Al menos, no una que yo tomara con plena conciencia. Pensándolo bien, ni siquiera fue una decisión. Fue una orden interna inesperada. Un deseo irresistible y desconocido que surgió de algún sitio clandestino dentro de mi ser, sobre el que las buenas razones nada pueden. Debe ser el mismo lugar en donde se fraguan los amores insensatos; aquellos amores que en casos célebres terminan en la muerte, como el de Julieta por su Romeo, y en el caso del resto de las mortales terminan en un desbarajuste nada glorioso que pone de cabeza la vida de las enamoradas y deja a las flacas con diez kilos menos y a las gordas con diez de más. Sí, fue en ese lugar misterioso donde se gestó esa disposición hasta entonces desconocida para mí.

    Una orden necia que se presentó sin considerar las noches de insomnio que me había costado organizar una vida más o menos llevadera. Intenté resistirme. Pero el deseo de volverme hippy ya había inundado mi corazón, mi espíritu, mis intestinos. No tuve más salida que asumirlo y tratar de encontrar la mejor forma de lidiarlo.

    Todo el enredo empezó en la madrugada del día de mi cumpleaños con un terrible cólico biliar. No hubo de otra que internarme de emergencia para una operación de vesícula.

    En medio del quirófano, tendida boca arriba esperando que un cuchillo afilado atravesara mi vientre, penetrara a mis profundidades, llegara hasta mi vesícula biliar y la cercenara de un tajo limpio y calculado que me liberara para siempre de los espantosos dolores que me despertaban a media noche por comer hasta una inofensiva quesadilla de flor de calabaza en el almuerzo. Allí empezó el cuento.

    Sentía lo duro y angosto de la mesa de operaciones. La anestesia todavía no hacía efecto total, empecé a preocuparme. ¡Si estos brutos no se dan cuenta y comienzan a cortar! Intenté comunicárselo a alguna de las figuras de bata blanca que iban y venían a mi alrededor, pero fue inútil. Por más que me concentraba no lograba pronunciar media palabra, ni mover un solo músculo. ¿Qué tal si me pasaba lo que a Joaquín Pardavé? Ese artista mexicano que, cuentan, enterraron vivo porque lo creyeron muerto. Su parentela se dio cuenta del error cuando, tiempo después, abrieron la tumba para sacar del bolsillo del saco del difunto unos papeles muy importantes y lo encontraron todo rasguñado. ¡No quiero morirme el día de mi cumpleaños!

    Para dejar de pensar tonterías, me concentré en los sonidos de la sala de operaciones. Sonidos monótonos. Cada uno se repetía con precisión: El bip-bip, bip-bip, del conteo electrónico... mis inspiraciones y espiraciones reproducidas y amplificadas por el respirador... el rasgueo luminoso del electrocardiógrafo...

    Descubrir sonidos es una de mis diversiones predilectas. Desde niña lo hago. Con los años me he vuelto experta. Soy capaz de escuchar sonidos que nadie más escucha. Esto me ha sido especialmente útil para escabullirme de situaciones incómodas, como aquella de la sala de operaciones. Cuando descubro un sonido que me interesa, lo rastreo como un perro a su presa. Lo sigo sigilosamente para no perderlo en medio del tráfico sonoro. Si en el camino me topo con otro sonido que me guste más, cambio de ruta. El caso es que haciendo transbordos, de sonido en sonido, puedo transportarme en instantes a la región de mis recuerdos.

    Siempre quise utilizar esta habilidad en algo productivo. En aquellos tiempos nada se me ocurría.

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