Claves para tener una mente científica
Seamos conscientes o no, la forma en que filtramos la realidad y tomamos decisiones está sembrada de sesgos cognitivos que echan por tierra la habilidad para el pensamiento científico. Si los conocemos, es más fácil ponerlosBuscamos pruebas que apoyen nuestra hipótesis o creencia inicial. Está relacionado con el sesgo de observación selectiva, que tiene en cuenta solo lo que nos interesa. Es habitual cuando buscamos argumentos a favor o en contra de una idea política. l Juzgar algo a toro pasado nos hace valorar las decisiones pretéritas no en su contexto, sino con la información que tenemos en el presente, después de saber el resultado. Por eso somos tan duros con las equivocaciones de los gobernantes y de quienes tienen que adoptar medidas. l Consiste en vincular eventos cercanos en el tiempo aunque no tengan nada que ver entre ellos. Por ejemplo, luce el sol y es por eso que la persona que te gusta se te declara. l Te quedas con la primera información que recibiste sobre algo y no te fijas en argumentos posteriores que puedan contradecirla. l Lleva a dar siempre más peso y relevancia a la información que contiene emociones negativas que a la neutra o positiva. l La primera impresión es la que cuenta y en función de ella damos características imaginarias a alguien o a algo. El psicólogo y premio Nobel de Economía Daniel Kahneman pone el ejemplo de quien al ver a un jugador de rugby alto y guapo, tiende a pensar que también tiene que ser bueno en el campo de juego. l Se trata del sesgo preferido de los adolescentes y consiste en hacer justamente lo contrario de lo que nos recomiendan o de creer exactamente en lo opuesto a lo que nos cuentan. l Refuerza las creencias acordes con el orden de cosas establecido. Por eso Galileo Galilei, que tuvo que desafiarlas, las pasó canutas.
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