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Eira, Freia, Eian
Eira, Freia, Eian
Eira, Freia, Eian
Libro electrónico52 páginas51 minutos

Eira, Freia, Eian

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Información de este libro electrónico

Cuenta la historia de uno de los guardianes místicos de la diosa Okirun, Freia, quien conoce en un bosque a una forastera llamada Eira que la salva del ataque de unos malhechores. Junto con los otros guardianes, Roslin y Sákito, emprenden una aventura para invocar a la diosa y evitar que el general Ogakan se apodere el reino del emperador Tsang. Sin embargo, muchas aventuras, sorpresas y sentimientos encontrados le deparan a Freia con su compañera de viaje.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 feb 2013
ISBN9789584464774
Eira, Freia, Eian
Autor

Tania Lucía Cobos

Periodista digital, docente investigadora en Nuevos Medios y escritora de fantasía y ciencia ficción. Me encanta la animación japonesa. Más en Tania Lu, mi blog.

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    Eira, Freia, Eian - Tania Lucía Cobos

    EIRA, FREIA, EIAN

    By

    Tania Lucía Cobos

    SMASHWORDS EDITION

    * * * * *

    PUBLISHED BY:

    Tania Lucía Cobos on Smashwords

    Eira, Freia, Eian

    Copyright © 2010 by Tania Lucía Cobos

    http://tanialu.me- tanialu@tanialu.me

    Relato de corte fantástico escrito en Bogotá (Colombia), 2009. Versión final, Monterrey (México), 2010.

    Portada: Detalle del wallpaper 5315 de la colección Drawn Wallpapers de 4wallpapers.com. Fuente tipográfica Penhurst.

    ISBN 978-958-44-6477-4

    *****

    El único amor consecuente, fiel, comprensivo, que todo lo perdona y que nos acompaña hasta la muerte es el amor propio. Oscar Wilde

    *****

    EIRA, FREIA, EIAN

    *****

    ―¡Suéltenme!– gritaba la joven con todas sus fuerzas tratando de defenderse de los atacantes que intentaban arrancar sus ropas

    ―¿Qué hacen?– gritó una voz detrás de ellos –¿acaso se aprovechan de una mujer indefensa?

    Los maleantes se volvieron y vieron a una mujer alta y delgada, de largos cabellos azules, holgados ropajes y ojos violetas que los miraba con determinación.

    ―¡Eres una tonta!– exclamó uno de ellos –¡también vendrás con nosotros y serás una de nuestras esclavas!

    ―¡Imbéciles!– exclamó con repulsión –¡eso es lo único en que piensan!– y corrió hacia ellos, –¡fuerza a mi!– exclamó y los brazaletes que pendían en sus muñecas brillaron y crecieron hasta cubrir desde la mitad del antebrazo hasta la mano. Se abalanzó sobre el que parecía el líder de la banda y lo atacó con fiereza.

    ―¡Que garra!– exclamó el hombre que a duras penas podía defenderse

    ―¡Captúrenla!– exclamó otro –¡no dejen que escape!

    ―¡Inténtalo si puedes!– respondió desafiante

    Por su parte la joven aprovechó la distracción de sus atacantes y se retiró hacia un rincón del bosque mientras contemplaba con desconcierto la escena.

    ―Nunca había visto a nadie luchar así…– susurró

    En esas, uno de los bandidos logró sujetar a la forastera.

    ―¡Quítame las manos de encima!– gritó enojada y le propinó un codazo que lo lanzó varios metros lejos de ella. A los pocos minutos había derrotado sin muchos contratiempos a una cuadrilla de diez hombres.

    La joven, nerviosa, no le quitaba los ojos de encima. La forastera volvió a apretar los puños y sus brazaletes volvieron a la normalidad. Entonces caminó hacia ella, se arrodilló y la observó con detenimiento.

    ―¡Niña tonta!– gritó con rabia –¿cómo cupo por tu mente atravesar los Bosques de la Julieta tú sola?

    ―No venía sola– respondió aturdida –esos hombres atacaron mi caravana y mataron a todos mis compañeros. Huí pero me dieron alcance, fue cuando apareciste.

    ―¿Entonces no sabes pelear?– le volvió a recriminar –que mujer tan débil que no puede hacerle frente a diez hombres tan corrientes como estos– se levantó y volteó a mirarlos, yacían todos inconscientes.

    ―¡Yo los enfrenté!– exclamó ella –¡pero me superaron, por eso huí!

    ―¡Bah!– respondió despectiva –dime quién eres y a dónde te diriges.

    La chica se levantó, recobró la compostura y le hizo una venia.

    ―Primero que todo quiero agradecer tu ayuda– dijo sonriendo –mi nombres es Freia, vengo de la ciudad de Lakme y me dirijo hacia Melicea.

    ―¿Hacia la capital del imperio?– y la miró extrañada

    ―Sí– asintió ella –me imagino que también te diriges hacia allá, podríamos acompañarnos por el resto del camino… por cierto, ¿cómo te llamas?

    ―Eira– respondió secamente

    ―Eira…– susurró –entonces Eira– volvió a decir en voz alta –¿nos acompañamos hasta que lleguemos a Melicea?

    ―Creo que no hay de otra niña tonta– dijo dando un suspiro.

    ―Oye oye– exclamó Freia molesta –no me digas así.

    ―En fin...–

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