Si estás ahí, estás respirando.
Estás sobre tu atención
y, sobre todo, estás sobre una bendición.
Y se trata de que la sientas como un logro
de tu expresión del Ser.
Así que respira
y mantén ese ritmo que solo tú contienes.

Respira a profundidad,
con serenidad y con fuerza.
Toma tu tiempo y haz que tu tiempo te tome.
Toma tu espacio,
así como permite que tu espacio te tome.
Y toma tu Ser y haz que tu Ser te tome.
Mantente ahí, en tu espacio, en tu tiempo,
en tu ritmo, en tu fuerza
y en tu más firme capacidad de darte.

Procura serenarte hasta tal punto,
que te pierdas en tu propio espacio,
dentro de tu propio tiempo
y, que solo quieras, darte encuentro.
Haz que funcione, haz que puedas,
porque es lo que más quieres.

Mantente en ese respiro, en esa voluntad,
haciendo este sagrado ejercicio
de meditar en ti.
Respira.
Mientras más respires, más alivias, más disuelves,
más distancias todos aquellos pensamientos
que buscan atraerte, agolparse,
en lo que tu mente es.
Y tu mente sabe.
Tu mente es capaz de resistirse y de asistirte,
ante lo que tu presencia es.
Esta presencia, la que respira así,
logrando en cada respiro, profundizar.
Revisa con discreción cómo te sientes,
cómo modulas, qué regulas.
No te atrevas a inhibir nada.
Haz que todo fluya.
Porque sería así, que tu mente va reconociendo
todo lo que realmente contienes.
Y aprende y desaprende
de lo que existe en ti, de lo que contienes,
de lo que eres capaz de absorber,
de percibir, de discernir y de querer.
Trata de no querer experimentar nada.
No pidas nada, no atiendas nada.
No te resistas a nada.
Simplemente mantente,
dejando que tu mente te encuentre
para así desencontrarse de sí misma.
De lo que ha retenido, de lo que cree pasa,
de lo que cree temer.
Solo con tu respiro, trabajas todo eso.
Si te atreves, indaga brevemente este estado
en el que te encuentras.
¿Cómo sería?
Y es cuando no te dejas inundar por ningún sentir,
ninguna emoción te atraviesa.
No existe cruce de pensamientos
ni anhelas nada,
ni nada externo te referencia algo.
Y te vas conectando con lo que tu silencio es.
Esa disminución de síntomas,
de reflejos, de condicionantes,
a los que te someten tus sentidos.
No sientes.
Apenas respira. Apenas.
Que nada te abrume,
ni siquiera ese silencio ensordecedor,
en el que te confías todo.
Tendrías que hacerlo, confiarte,
que no es más que entregarte a ti,
con todo lo que sabes eres
y con todo aquello que incluso no sabes.
Y respiras.
Cuando no hay nada que sentir,
ni nada que decirte.
Ni nada que exigir ni reclamarte,
¿qué crees que hay?
¿Qué crees que hay?
Qué crees que hay?
Respira y sigue concibiendo lo que esto es para ti.
Si me preguntas, para mí lo es todo, todo, todo.
(...) Seguir la lectura: https://shaktianandama.com/2023/01/25/tu-mente-es-capaz-de-asistirte/