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Fundamentos de la filosofía de la ciencia / René Guénon, el último metafísico de occidente
Fundamentos de la filosofía de la ciencia / René Guénon, el último metafísico de occidente
Fundamentos de la filosofía de la ciencia / René Guénon, el último metafísico de occidente
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Fundamentos de la filosofía de la ciencia / René Guénon, el último metafísico de occidente

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Publicado por primera vez en 1967 en Buenos Aires, Fundamentos de filosofía de la ciencia constituye una introducción y síntesis de todos los aspectos de la Filosofía de la Ciencia, mostrando un especial énfasis en los que se prestan a polémicas sobre todo en su confrontación al positivismo lógico. A grandes rasgos, para Asti Vera el error de base es que los los positivistas lógicos basan sus estudios y sus métodos en la Epistemología una metaciencia cuyo objeto es el estudio crítico de las ciencias en sus aspectos formales y que estos investigadores científicos están extraviados en un delirio demostrativo o inmersos en un pesado positivismo que los inclina irremisiblemente a la idolatría ingenua de los hechos y al manejo mecánico de las formaciones simbólicas. Por su parte, Asti Vera analiza las ciencias sagradas y tradicionales (cosmología, alquimia, astrología), para cuestionar y ampliar nuestra visión occidental sobre la ciencia. ¿Es nuestra concepción moderna de la ciencia demasiado estrecha? El profesor argentino define el conocimiento científico como limitado en su objeto, subjetivo (frente a su pretendida objetividad), relativo, porque no busca la verdad absoluta, y antropomórfico; y clasifica las ciencias en formales, fácticas y humanas frente a la dicotomía de ciencias exactas y naturales. Un apartado especial de la obra es el dedicado a la Historia de la Ciencia, dando un repaso completo a su historia y los problemas a los que se enfrenta como disciplina y mostrándola como la vía de unidad de todas las ciencias. A esta breve pero enjundiosa obra se une en esta edición el texto René Guénon, el último metafísico de occidente, introducción que Asti Vera antepuso a su traducción del libro de René Guénon Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, y que representa una de las mejores aproximaciones a la figura del pensador francés.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 feb 2015
ISBN9788416230112
Fundamentos de la filosofía de la ciencia / René Guénon, el último metafísico de occidente
Autor

Armando Asti Vera

rmando Asti Vera nació en Buenos Aires el 25 de junio del año 1914 y falleció inesperadamente el 3 de febrero de 1972, con 57 años de edad. Era director del Centro de Estudios de Filosofía Oriental y de la Fundación de Estudios de Filosofía y Religiones del Oriente en la Universidad de Buenos Aires, y allí mismo, desde hacía seis años, Director del Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras a la que había vuelto después de doce años de ausencia tras el golpe de Estado de la autodenominada Revolución Libertadora de 1955. En 1939 había obtenido su título de profesor de filosofía en la Universidad de Buenos Aires y desde entonces se había dedicado a la cátedra y a la investigación. Fueron la Lógica, la Epistemología y la Filosofía de las Ciencias las disciplinas que más había cultivado. Tras su muerte, Francisco García Bazán destacaba que su maestro “se encontraba en el zenit de su carrera intelectual”, y recordaba que “su inclinación por la Historia Comparada de las Religiones era férvida y constante y su amor por la metafísica oriental […] le brotaba como purísima imposición de filósofo. Y en esta actividad del pensador irreductible, Asti Vera dio y aspiraba a dar a los estudios de metafísica y religión aquello en que profesionalmente poseía superior formación: la visión clara del objeto de investigación, y con ello el consiguiente rigor metodológico”. Asti Vera fue uno de los grandes filósofos argentinos, aunque su nombre haya quedado relegado a la hora de las citas y las reimpresiones; su extensa producción bibliográfica, compuesta de libros, artículos, traducciones e inéditos, nos muestra un pensamiento original, pionero en muchos aspectos y de gran rigor científico.

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    Fundamentos de la filosofía de la ciencia / René Guénon, el último metafísico de occidente - Armando Asti Vera

    Portada

    FILOSOFÍA DE LA RELIGIÓN

    Director del Consejo

    José Antonio Antón Pacheco

    Universidad de Sevilla

    Consejo editorial

    Pablo José Beneito Arias

    Universidad de Murcia

    Patricia Ciner

    Universidad de Cuyo

    Antonio de Diego González

    Universidad de Sevilla

    Jesús De Garay

    Universidad de Sevilla

    Francisco García Bazán

    CONICET-Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires

    Pilar Garrido

    Universidad de Murcia

    Antoni Gonzalo Carbó

    Universidad de Barcelona

    Armando Asti Vera, filósofo de la ciencia y metafísico

    Armando Asti Vera nació en Buenos Aires el 25 de junio del año 1914 y falleció el 3 de febrero de 1972, con 57 años de edad. Era Director del Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires desde hacía seis años, y había vuelto a la Universidad porteña después de doce años de ausencia convocado nuevamente por el geógrafo Horacio Difrieri a la Casa de Estudios de la que egresó como Profesor de Filosofía y de la que fue Profesor Adjunto de Lógica por concurso hasta mediados de 1955, cuando fue dejado cesante por Resolución del flamante Rector Interventor en la UBA nombrado por el nuevo gobierno de la autodenominada Revolución Libertadora, profesor José Luis Romero. Junto con él fueron asimismo alcanzados por el decreto de cesantía los profesores Luis Juan Guerrero, Carlos Astrada, Miguel Ángel Virasoro, Rafael Virasoro, Ángel Vassallo, Eugenio Pucciarelli y otros docentes menos conocidos. Accedió a la cátedra de Lógica por concurso de méritos y antecedentes, trámite al que se sumó una prueba escrita y oral, posteriormente publicada¹ sobre «La lógica formal en Kant y Hegel».

    Asti Vera y la «conspiración del silencio»

    Cuando Asti Vera publicó en 1969 el famoso ensayo «René Guénon, el último metafísico de Occidente» como Estudio Preliminar a la traducción española de Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada de Editorial EUDEBA, ensayo incluido en el presente volumen, ignoraba que a poco más de cuarenta años de distancia se estaba refiriendo más a su propia historia intelectual que a René Guénon. Porque este autor desde hace una década no sólo ha sido traducido a todas las lenguas en Oriente y Occidente, sino que asimismo se han multiplicado las ediciones de sus libros por todo el mundo, y son cada vez más las tesis y estudios que se publican sobre su obra. Al profesor argentino, sin embargo, se le retacea la vigencia universitaria, por más que su libro Metodología de la investigación científica publicado por Editorial Kapelusz S.A. en 1968, esté en la décimo segunda edición de ventas, haya sido reeditado en España por Editorial Cincel de Madrid en 1972 con prólogo de Adolfo Maíllo y traducido al portugués publicado por Editora Globo en Porto Alegre en 1973. Sin embargo, es posible sostener que en el caso de Asti Vera «la conspiración del silencio» en el medio universitario de la UBA tiene vigencia, porque sus orígenes provienen de este medio de la enseñanza superior y sus raíces son ideológicas y de celos personales, ambos factores hábilmente conjugados.

    La obra y el pensamiento de Asti Vera

    El profesor Armando Asti Vera tuvo largos años de docencia durante sus casi once años de desarraigo porteño en las Universidades del Litoral, del Nordeste, de Tucumán y de La Plata y asimismo pudo seguir en la de Buenos Aires hasta su fallecimiento. También en Buenos Aires ejerció la docencia superior en la Universidad Tecnológica Nacional, la Facultad de Ciencias Médicas, el Instituto Nacional Superior del Profesorado y en la Escuela Superior de Guerra. La Lógica, la Epistemología y la Filosofía de la Ciencia, fueron las disciplinas que Asti Vera cultivó en mayor extensión, continuidad y hondura y las que le confirieron la alta jerarquía como investigador² y docente en el campo de la enseñanza superior de que gozó³.

    Acaso el testimonio más ilustrativo de este dominio vasto, actualizado y analítico de un haz de disciplinas quede ratificado a primera vista por el programa de estudios que redactó para la materia Historia de la Ciencia de la Carrera de Bibliotecarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, cuando fue invitado a dictarla durante el Segundo Cuatrimestre de 1965. El programa se compone de doce unidades y es amplio de contenidos, analítico de campos de saber, sintético por su concepción de conjunto y original por su visión compleja y abierta al futuro de la investigación con arraigo en la madurez del pasado.

    Ofrece como introducción al programa, cuál sea el objeto de estudio de la Historia de la Ciencia y, por lo tanto, el examen asimismo del método de acceso a ese objeto claramente delimitado.

    Cubierta la cuestión de la delimitación del saber se presenta la problematicidad más genérica de los mayores campos científicos y su correspondiente clasificación en ciencias formales (con sus subtemas: la lógica matemática y la teoría de los conjuntos y la de grupos); las ciencias fácticas, representadas con el estudio típico de la endocrinología (las hormonas, la endocrinología sexual y el stress) y la genética (con el análisis de la ciencia de la herencia, las leyes y el racismo). A continuación viene el estudio de la tercera gran repartición epistemológica: las ciencias del hombre, trabajándose de nuevo sobre problemáticas bien actuales, la Psicología (testigo de análisis: la psicología profunda); la Psicología Social (con el estudio de la Psicología de grupos, psicodrama y sociodrama, la dinámica de grupos). La Sociología como ciencia. La doctrina y el método. Sociología y antropología. Ciencias interdisciplinarias: la cibernética y la teoría de la información. Canal de información y aplicaciones de la Cibernética. La parapsicología y los métodos parapsicológicos. La semiótica: la ciencia general de los signos y sus aplicaciones.

    Hace casi cincuenta años sobre la base de una bibliografía precisa y actualizada y el ejercicio de nociones claras y distintas el profesor Asti Vera no tenía temor en enseñar y difundir estas ideas de avanzada en el medio universitario argentino con precisión, madurez conceptual y audacia, sin miedo a sus detractores. Los castigados, numerosos y empobrecidos profesores de Epistemología y Métodos y Técnicas de la Investigación Científica actuales provenientes de disciplinas filosóficas, han de sentirse maravillados de que semejantes programas de estudio se ofrecieran a los alumnos de carreras universitarias que ni siquiera eran todos de la Carrera de Filosofía. Pero así fue. Y por aquí, impensadamente, podemos desembocar en el campo de los conocimientos metafísicos, religiosos y de la filosofía comparada de Oriente y Occidente, que dentro de la tradición perenne y universal eran los estudios que concentraban la atención ceñida del Profesor en los fecundos años que precedieron a su muerte.

    Dejemos hablar de conjunto sobre el tema al profesor Alberto Caturelli, quien desde la serenidad del retiro de su Córdoba natal de Argentina, ha resumido con nitidez los contenidos y unidad de un pensamiento que partiendo del rigor de la lógica y la ciencia, lo ha inundado con la claridad tradicional de la religión y la metafísica.

    Caturelli, uno de los grandes historiadores de la Filosofía en la Argentina y él mismo filósofo de extensa y meditada obra escribe en Historia de la filosofía en la Argentina 1600-2000, en el acápite del tratamiento del colega: «El pensamiento epistemológico y religioso de Armando Asti Vera», y prosigue:

    Podría decirse que también en el pensamiento estrictamente epistemológico y de gran rigor científico de Armando Asti Vera, existe una suerte de encaminamiento hacia lo sagrado. Esta actitud, acentuada en sus últimos escritos, en modo alguno estaba en contradicción con la filosofía de la ciencia… Además de sus inéditas Lecciones de Epistemología (La Plata, 1953), de su importante obra sobre George Boole. Precursor de la lógica simbólica (Buenos Aires, 1968) y la Metodología de la investigación (Buenos Aires, 1968), es menester detener la atención en su libro principal: Fundamentos de la filosofía de la ciencia (Buenos Aires, 1967) y en algunos ensayos de menor tamaño, sobre todo los referidos a René Guénon, para tener un conocimiento equilibrado de su pensamiento.

    Asti Vera reaccionaba frente a cierta «actitud mesiánica» de representantes de las escuelas de filosofía científica, que había generado equívocos debidos a «la incorrecta identificación entre filosofía científica, lógica simbólica, epistemología y filosofía y filosofía de la ciencia (op. cit., p. 9). Para Asti Vera estaba claro que «la matemática y la lógica son isomorfas» y, por consiguiente, la demostración matemática es «un caso particular de la deducción lógica» ya que la misma lógica es «una ciencia formal que estudia estructuras arquetípicas mediante operaciones puramente deductivas». Simultáneamente respecto de la ciencia, se propone delimitar los campos de «la filosofía científica» (una escuela), la epistemología (una disciplina científica) y la filosofía de la ciencia (una rama de la filosofía)» (op. cit., p. 17). Para ello, después de distinguir entre ciencias «tradicionales» (como la cosmología, la astrología, la alquimia) todas las que de algún modo implicarían las «ciencias sagradas» como, asimismo, las ciencias particulares o profanas cuyos caracteres dependen de la sustitución de la episteme por la téchne, Asti Vera sostiene que «el objeto de la ciencia es el aspecto cuantitativo del universo, su método la razón individual expresada en el cálculo y la medida y su fin la eficacia práctica», por ello se trata de un conocimiento limitado, subjetivo, relativo y antropomórfico. Después se distinguen las ciencias fácticas (experimentales), las ciencia formales (exactas) y las ciencias humanas, cuyos objetos y métodos dependen «de las concepciones teóricas de sus autores» (p. 50).

    Si avanzamos un poco más, observamos que, cuando se habla en un nivel teórico superior, suelen emplearse expresiones como «metalenguaje», «metateoría», «metaciencia», pero todo esto, filosóficamente, suele significar nada menos que la sustitución «de la jerarquía ontológica y metafísica (y también teológica) por una jerarquía lógica que tiende a la anulación del orden trascendente» (p. 81). Desde esos supuestos se puede afirmar que la filosofía de la ciencia es rama de la filosofía, pero que la epistemología es ciencia de las estructuras (p. 92), en tal caso, debe tenerse presente que «estructura» es para nuestro filósofo, «una relación formal invariante y determinable existente entre entes de naturaleza cualquiera, que pueden pertenecer a distintos dominios» (p. 98). En cambio, la filosofía de la ciencia (que subordina a la filosofía de una ciencia) es metateoría y cumple una función normativa (p. 110). Así se explica el rechazo de Asti Vera de todo formalismo puro que, en definitiva, tiende a la destrucción de la filosofía, esta actitud es signo del esprit metafísico que sustenta todas las investigaciones epistemológicas que conduce a Asti Vera a fundadas reflexiones en filosofía de la religión, en psicología y filosofía de la cultura… Lo dicho anteriormente se percibe en ensayos y artículos, especialmente los dedicados al pensamiento de René Guénon, sobre todo porque se sentía atraído por aquella «tradición perpetua y unánime» revelada en los dogmas y en los ritos de las religiones ortodoxas como lenguaje universal de los símbolos iniciáticos. Estudiando a Guénon, parece participar tanto de la crítica a la civilización moderna como de la necesidad del renacimiento de la metafísica, ciencia de lo universal, es decir del conocimiento de los principios eternos y universales. Su discípulo y amigo, Francisco García Bazán, acierta cuando dice que «su inclinación por la Historia Comparada de las Religiones era férvida y constante y del mismo modo su amor por la metafísica oriental, a la que comprendía con su maestro a la distancia, René Guénon, como el pensamiento metafísico vivo»⁴.

    Colofón

    Se tiene la impresión de que la impronta del platonismo pitagorizante con su doble captación del número como entidad cualitativa o esencial (aspecto aritmológico) y ente cuantitativo o aritmético, ha sido el gozne que le ha permitido a Asti Vera la flexible interpretación de conjunto de la realidad como filósofo de la ciencia y metafísico, dentro de la corriente de la tradición «perenne y universal» que representa en la cultura filosófica en lengua española.

    Dice sugerentemente el neopitagórico Jámblico de Calcis a comienzos del siglo IV en Sobre lo que es común de la ciencia matemática:

    30.91 […] La matemática de los pitagóricos no es la matemática que comúnmente se practica. Esta última, en efecto, es sobre todo técnica (téchniké) y no tiende a lo Bello y al Bien, en tanto que la de los pitagóricos es exquisitamente contemplativa (theoretiké) y orienta todos sus teoremas hacia un fin último, y hace de modo que todos sus razonamientos se unan estrechamente a lo Bello y al Bien, y se sirve de razonamientos que son capaces de elevar hacia el ser. Movida por tal impulso, se divide convenientemente en sí misma: algunas de sus teorías se adaptan a la teología, y pueden compartir el orden y las medidas de los dioses… otras, en cambio, pertenecen a la investigación del ser, para captarlo, medirse con él y convertirse en él, y es precisamente a esta parte de la filosofía que la matemática asigna este segundo grupo de teoremas. Tampoco escapa a la matemática el que algunas de sus enseñanzas ayuden científicamente (epistemonikós) a dar precisión al discurso, enseñando a operar silogísticamente… Tampoco ignora la equilibrada armonía de la investigación física… Desciende, además, a la vida política y descubre la ordenación de las costumbres y la corrección del estilo de vida y las definiciones matemáticas que son propias de la vida privada y de la pública (92) y se sirve de estas definiciones como conviene para llevar a estas vidas a su mejor estado, para corregirlas y procurarle una educación óptima y la debida moderación (eumetrían)… Y pasando después a los bienes naturales y a los beneficios de las técnicas, descubriendo algunos e introduciendo otros como accesorios y colaborando a obtenerlos como un agregado… lleva a completitud la vida humana, de manera que sea autónoma en sí misma y no esté falta de ninguna de aquellas cosas que necesita⁵.

    Con este testimonio de un neoplatónico teúrgo dentro de la cadena pitagórica, Jámblico de Calcis,

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