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Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla: Iconografía de Antonio Machado  y cuatro textos en prosa
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla: Iconografía de Antonio Machado  y cuatro textos en prosa
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla: Iconografía de Antonio Machado  y cuatro textos en prosa
Libro electrónico249 páginas1 hora

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla: Iconografía de Antonio Machado y cuatro textos en prosa

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Este libro se debe al entusiasmo y a la amabilidad de unos pocos amigos, de un inmudable afecto y a mis Maestros, lo que me parece más que suficiente para entregarlo al lector final tal como es.

Lo hice (que los libros se "hacen", no se escriben) gracias a la lectura de la biografía machadiana "Ligero de equipaje", del inmenso Ian Gibson, pero, sobre todo, a la labor de Jordi Domènech contenida en su web abelmartin.com. Sin su contribución fundamental, nada de todo esto hubiera existido.

Mucho habría que decir sobre la abundante iconografía que acompaña a Antonio Machado en la actual Vulgata de su obra y que contrasta con la inexplicable ausencia de grabaciones de su voz. Pero prefiero que lo que aquí queda contenido y evidenciado hable de por sí a quien tuviera bastantes afecto y amistad para apreciarlo.

Y al cabo, nada os debo.
IdiomaEspañol
EditorialYoucanprint
Fecha de lanzamiento12 abr 2024
ISBN9791222740676
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    Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla - Valerio Di Stefano

    Cien años de Soledades

    Estos días azules y este sol de la infancia.

    Antonio Machado nació el 26 de julio de 1875 y murió el 22 de febrero de 1939.

    Dentro de estos simples datos temporales se desarrolla la experiencia humana e intelectual de uno de los poetas españoles màs significativos de nuestra época. Porque Machado fue poeta y, quizás, solo y simplemente esto.

    Su caràcter esquivo, su honda humanidad, junto con su modestia y bondad ("soy, en el buen sentido de la palabra, bueno"), no le impidieron la formulación de una poética extremadamente rigurosa.

    Fue contemporáneo de gigantes de la literatura ibérica como Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Azorín y Ramón María del Valle-Inclán, vivió y percibió la profunda reflexión existencial de la Generación del '98, se relacionó con los jóvenes poetas de la Generación del '27, siendo testigo formidable de sus primeras experiencias poéticas, conoció a Oscar Wilde y a Jean Moréas, fue hermano de un poeta fecundísimo como Manuel Machado, con quién compuso obras teatrales, amigo de Villaespesa y de Pérez de Ayala, estuvo castamente enamorado de Pilar de Valderrama, caminando por su propio y original camino artístico, sin reconocerse en ninguna de las escuelas poéticas y en la escritura de ninguno de ellos.

    Pero yo pretendí seguir camino bien distinto

    aclara en el prólogo a Soledades, galerías y otros poemas (1917), refiriéndose a la experiencia modernista.

    Y, además :

    Pensaba yo que el elemento poético no era la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una honda palpitación del espíritu.

    Machado había aclarado, en verso, este concepto fundamental de su arte, en el primer poema de Campos de Castilla (1912):

    Adoro la hermosura, y en la moderna estética

    corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

    mas no amo los afeites de la actual cosmética

    ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

    Queda muy claro como el haber citado a Ronsard no pudo ser, para Machado, un simple ejercicio de devoción. Sus "viejas rosas" constituyen una referencia evidente a los poemas del Francés, objecto de estudio del Poeta, que de este idioma fue catedrático durante muchos años:

    Mignonne, allons voir si la rose

    Qui ce matin avoit desclose

    Sa robe de pourpre au Soleil,

    A point perdu ceste vesprée

    Les plis de sa robe pourprée.

    Et son teint au vostre pareil.

    La poética de Machado, pese a su indudable originalidad creativa, fue caracterizada por el marco que la acompañará para siempre, el mismo pretender seguir camino bien distinto de los demás gigantes de la literatura española de su tiempo, lo que le permitirá, el el mismo poema-símbulo de una vida entera, afirmar -pero, sobre todo, revendicar-

    Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido

    —ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,

    alejándose por completo no sólo del protagonista de las "Sonatas de Valle-Inclán, sino incluso de sí mismo, como autor (junto con Manuel) de aquel Juan de Mañara, concebido para el teatro pero escrito y publicado en verso. Y hay que decir que el teatro de los dos ha sido, increíblemente, muy poco estudiado por los críticos. Parece que el torpe aliño indumentario de Don Antonio se confunda con los ropajes teatrales de su producción paralela, hasta en el acto de elegir los títulos. ¿Quién adivinaría que detrás de indicaciones casi burlescas como La Lola se va a los puertos..., sonreía fugazmente el mismo poeta que fue el autor de versos escalofriantes, el hombre que, al afrontar su último viaje", decide estar

    casi desnudo, como los hijos de la mar

    sin cesar de proponer, formular, anular, rehacer, publicar, republicar una producción poética no infinita, pero, indudablemente, sin fin?

    El trabajo y el cuidado incesables, siempre concedidos por Don Antonio a sus libros, empieza a notarse y hacerse vivo con la publicación de su primera recopilación poética, las "Soledades" de 1903, tan olvidadas.

    Se trata de un libro que, aunque haya tenido una forma evidentemente concluida, obsesionó mucho a Machado, hasta modificarlo entre el hacer y el deshacer para reeditarlo, en 1907 bajo el título de "Soledades. Galerías- Otros poemas". Incluso en la variación del título se nota como la inevitable correspondencia devocional para Don Luis de Góngora no fue nada más que un disfraz (también burlesco, si el lector lo quiere).

    Confrontando los dos libros (que libros son, y no versiones), mediante un cotejo que hasta podría ser superficial, parece increíble como el poeta del

    Despacito y buena letra,

    (que) el hacer las cosas bien

    importa más que el hacerlas

    haya transformado sus poemas publicados en 1903, hasta amputarlos con la privación de todos los endecasílabos originales?

    Hacer y deshacer, se decía, pero, sobre todo, rehacer. Esto es lo que sigue haciendo Machado en aquellos años, quizás nada más. Y al escribir el célebre prólogo al libro de 1907 aclara tratarse de algo enriquecido, sí, per "con adiciones poco esenciales".

    La necesidad de ser completamente conforme con el pensamiento auténtico de Machado, no nos impide notar que la evidencia es bien distinta, como distintos son los dos libros en cuestión, y lo xplica muy bien Rafael Ferreres en su detallada edición de 1960 que, por primera vez en la época reciente, devolvieron a los lectores todos la integridad de las "Soledades" de 1903. Cabe aquí señalar, y no sea esto dicho de paso, la traducción/edición del mismo volumen curada por Francesco Guazzelli, que también fue Maestro de quien redacta estas notas.

    Sin duda alguna, mucha influencia tuvo, en las decisiones (¿sólo editoriales?) de Don Antonio, la correspondencia con Don Miguel de Unamuno y el debate ideológico que el Vasco poblicó en el libro "Almas de jóvenes", de 1904.

    Sin embargo, no es de transcurar la coincidencia, que no es de mera fecha, que fue propiamente el año 1907 el que vio salir a la imprenta las segundas "Soledades de Machado y las Poesías de Unamuno. El primero, tan joven de alma, ya habia dado su contribución poética cuatro años antes, mientras que el tres veces Rector de la Universidad de Salamanca tarda en publicar su primer libro de versos, casi con infrecuente timidez, y a contratiempo, acaso", incluyendo en él su poética originaria y terminándolo con

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