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Elina, aroma terrestre
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Libro electrónico135 páginas2 horas

Elina, aroma terrestre

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“Es un poema relatado que se articula en monólogos, diarios, trozos de invención dramática o confesión onírica, cuentos, poemas, exámenes de conciencia, declaraciones de fe: todo un conjunto de formas múltiples, engarzadas por una aguja sutil, una sombra intermitente, que nunca se impone del todo ‒Elina‒, la que proporciona unidad, perspectiva, fundamento y organicidad a un texto eminentemente fluido, con pulsaciones, estallidos de luz, esencialidades; la riqueza inaudita de imágenes y de símbolos”. Humberto Díaz Casanueva

Si bien Rosamel del Valle (1901-1965) es reconocido por su poesía, también incursionó en la narrativa. Elina, aroma terrestre fue publicada en Ediciones Panorama, en Canadá, el año 1983. Esta colección también incluye otra de sus novelas póstumas Eva y la fuga y Las llaves invisibles,  su único libro de cuentos.
 
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento24 ene 2018
ISBN9789569203602
Elina, aroma terrestre

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    Elina, aroma terrestre - Rosamel del Valle

    XII

    Elina, aroma terrestre o una alegoría de la vida poética de Rosamel del Valle

    Por Macarena Urzúa Opazo

    "La ciudad no era ciudad, ni Septiembre era Septiembre

    Sin tu paso debajo de las horas. Sin la guirnalda

    Que tejieron los olvidos. Tal vez para ti.

    Un día sin nombre, algo gastado por la luz.

    Las imágenes crecen y se visten al par del susurro".

    Muerte ardiente, Rosamel del Valle

    Un paseo por el Parque Forestal recordando Ulalume de Edgar Allan Poe, o Parque del Otoño como debiera llamarse según el narrador de Elina: Pero los pequeños vientos jugaban entre las hojas desprendidas y como la joven de la cita tardaba, he ahí que Ulalume acudía de nuevo en mi socorro, diciéndome: ‘sigamos esa luz trémula y pura’ (Let us on by this tremolous light!). Una visita al Palacio de Bellas Artes donde Nicanor Plaza guarda un retrato no finalizado del sujeto y narrador que deambula por estas páginas; un espectro de Magallanes Moore; una mención a Julio Ortiz de Zárate, la aparición y huida de Elina, la Fuente Alemana, la calle Bandera, todos lugares, paisajes y personajes, conocidos y reconocidos por quienes han pasado por Santiago; incluso el narrador nombra lugares desaparecidos, o desconocidos, como el Jardín Mercurio, descrito como pequeño acuario de flores que se agita, sin desbordarse, en la vieja calle Bandera al llegar a la de Moneda: un Santiago antiguo con aires de cosmopolita, y atravesado por una doble avenida de azucenas.

    De acuerdo a las palabras de Rosamel esta novela es más bien un relato breve, apretado y con lo maravilloso del poema, quien parece hablar en estas páginas, en un diálogo constante con un lector que como él, es decir como esta imagen de este narrador que construye del Valle, está traspasado por la nostalgia y por la literatura: ¿Es posible tan profunda nostalgia en esa edad donde el alma se cae de transparente?. Adentrarse en esta poética novela, o largo poema en prosa, es entrar en una mixtura entre Miguel de Unamuno, Nadja de Breton, Aurelia de Gerard de Nerval y también un poco en una autobiografía en prosa poética, gesto moderno en cuanto a la forma escogida, con ecos que nos llevan a Eva y la fuga (1970) y al gran poemario País blanco y negro (1929), también del mismo autor. Estas obras perfectamente podrían leerse como una sola, perseguidas con el único afán o creencia de poder acercarse un poco al alma del poeta, quien hace de esta narración una cronología y una crónica de lecturas, sensaciones, delirios y deseos.

    Elina, aroma terrestre forma parte del rescate editorial realizado en conjunto con La Pollera Ediciones. Fue publicada originalmente por Ediciones Panorama en Canadá en 1982, colección al cuidado de Ludwig Zeller y Susana Wald. Esa edición es la que se utilizó como base o referente para la presente publicación que pone atención a los nuevos usos del español actual. La escritura y corrección están datadas entre 1929 y 1940. Según Humberto Díaz Casanueva, en el prólogo que acompañó a esa primera edición, y que también inlcuimos en esta, Elina, aroma terrestre es una obra concebida según la aspiración al texto integral o polifónico. Elina sería un personaje femenino que participaría de características de heroínas como Aurelia (de Gérard de Nerval), Nadja, Eurídice y Ofelia. Ella sería la mediadora entre los arquetipos de la mujer fatal o demoníaca y la mujer angélica o vidente. Este texto muestra, desde la nostalgia, algunos recorridos por ciertos lugares icónicos de la ciudad de Santiago de esta figura femenina y ella, en parte sueño y en parte amor incomprendido, deambula y desaparece ante los ojos del narrador. Es este texto un manifiesto poético, diario de recorrido de un flâneur, de un wanderer, transeúnte citadino que hace una crónica de este andar a la búsqueda del azar, en este caso de Elina, y en cuyo tránsito verá las imágenes de lo que ha desaparecido o de lo que acaso nunca estuvo. Geografía poética, o más bien una cartografía del surrealismo traída a las calles santiaguinas: … el mundo no es sino aire y agua, ruido y color y una nueva vida, sumergida en el tiempo, surge de pronto y llena la memoria con una fiesta, con una especie de encantamiento al que es poco menos que imposible sustraerse. Elina, tú vienes por el aire del mundo. Tú estás, sentada en tu barca. Sola bajo los tilos. Dormida sobre el agua que te conduce a través de la noche.

    Elina, aroma terrestre es una cronología y una crónica de lecturas, sensaciones delirios y deseos, aunados todos en la búsqueda de la cercanía del sujeto poético con Elina. La imagen surrealista atraviesa toda esta novela, así como la conjunción entre vida y poesía está al centro de la existencia, esta bella dificultad de la que habla Rosamel: ¿Es posible tan profunda nostalgia en esa edad donde el alma se cae de transparente? Pero el estremecimiento no tiene edad y suele correr detrás de aquel terrible hombre de saco que es el Tiempo.

    Llama la atención en este texto la gran cantidad de citas, referencias literarias que lo configuran, como un texto meta e intertextual, así como también meta literario, es decir, es un escrito que reflexiona sobre las formas de la prosa o el poema (cita unos de sus versos en un pasaje del libro). Ese carácter intertextual resulta ser uno de los aspectos más interesantes del libro: el narrador dialoga constantemente con sus autores, sus lecturas, y los versos que cita como parte de su perspectiva literaria y que calzan cada cual con un pasaje de Elina. Las referencias van desde el Fausto de Goethe, hasta pasajes de obras y sonetos de William Shakespeare, además de los románticos alemanes e ingleses. Pareciera que estas notas son un modo de ponerse como autor en el mapa literario; del Valle habla, dialoga con sus lecturas e influencias: Hölderlin, Shelley, Dryden, Donne, Cavalcanti, Nietzsche, von Kleist, Les chefs-d’oeuvre de l’Occultisme, Madame Blavatsky, Magallanes Moure, Rimbaud, Baudelaire, Santa Teresa, Wiliam Blake, incluso Fantasía de Walt Disney aparece por ahí.

    Esas referencias permanentes son partes cruciales en la configuración de este libro. Desde su llegada a Santiago, desde Curacaví en los años veinte, del Valle leyó muchas de esas obras (originalmente escritas en francés, alemán e inglés) a través de traducciones al español. No sabemos cuál habrá sido realmente el acceso a libros de Rosamel, pero sí sabemos que su conocimiento del francés es autodidacta y que se ha nutrido de lecturas facilitadas, entre otros, por Vicente Huidobro, luego de su llegada a Chile en 1925, así como también por su amigo Humberto Díaz Casanueva, quien le presta (imagino) libros de poetas alemanes. Esto se suma a la creciente red de publicaciones de revistas de vanguardias en Santiago, Perú y Argentina, con las que Rosamel desde sus publicaciones en Ariel y Panorama, colaborará y extenderá estas alianzas. A través de esas relaciones Rosamel arma su propia biblioteca, material fundamental para su escritura. Hemos transcrito aquí íntegramente las citas del autor, así como también creemos que más de algún lector irá en la búsqueda por las citas originales de los versos de Shakespeare, Shelley o John Donne, a los que accederá vía Rosamel.

    Todas las referencias literarias son leídas indistintamente por el narrador y por Elina a lo largo del texto. Varias de las obras nombradas, sobre todo las de William Blake, Rimbaud con sus Iluminaciones y sus infiernos, junto a Las moradas de Santa Teresa, nos remiten al mundo de las visiones poéticas y místicas, al cielo y al infierno, al éxtasis divino y poético, el cual será dado al narrador de estas páginas desde la poesía, así como también por el encuentro con aquella figura femenina que lo conecta con esa otra realidad, Elina. Es quizás ella en parte el resultado de ese cuaderno / diario de sus propias traducciones cuyo título en esta ficción es La poesía, su testimonio y habla del encuentro con la poesía a través de otros idiomas, es decir, ver en la poesía una sola, siguiendo los postulados de las vanguardias como el creacionismo y el surrealismo. Este cuaderno, que transmite la ansiedad de situarse en ese espacio habitado por los poetas cosmopolitas, es una zona que habita desde el texto, como se ve en Elina, con rasgos ficcionales, la que sin duda podemos leer como su acercamiento a estas poéticas o correspondencias, como señala el narrador siguiendo probablemente a Charles Baudelaire y Las flores del mal (cuyo poema Correspondencias es transcrito íntegramente por el narrador).

    De este modo, vida y poesía en conjunción con el ideal romántico son traspasadas aquí por un espíritu de la visión cercana a aquello buscado por los surrealistas, una visión entregada por la poesía, la magia y Elina. Es este un libro al que se puede entrar por cualquier parte, incluso invito a leerlo como una gran alegoría, o bien como si estas fueran sostenidas imágenes, poemas en prosa, prosas de poemas y de citas literarias que nos dan cuenta de la cocina de la escritura de Rosamel del Valle. Vida y poesía. Lo humano y lo mágico. Vamos hacia alguna parte a vivir y a mirar.

    Una biografía, un cuaderno de citas, de ensayos, traducciones y bosquejos de lo que podemos leer como una gran obra, una visión de sus poéticas ya esbozadas en País blanco y negro, Eva y la fuga, en las crónicas para La Nación y aquí, ahora, con Elina, aroma terrestre.

     Prólogo a la versión original de 1983

    Por Humberto Díaz Casanueva

    Con este libro, tan leve en su densidad, tan clásico en el transcurso de una obra caracterizada por una imaginación destellante, Rosamel del Valle legitima su creación entera, la condensa y la ofrece en su propia germinación. A los 18 años de su muerte, dilata, en forma vivísima y actual, su aporte a la creación poética moderna. No se trata de un testamento sino de un tramo más en la marcha que inició cuyo objetivo fue la búsqueda inagotable, porque jamás será exhaustiva, de los poderes inéditos del hombre, su autenticidad, su dimisión y su misión. Este oficio de buzo de las tinieblas, este exponerse a las emboscadas, esta perforación de la imagen lógica de la realidad, se cumplen en él sin que pierda el señorío de su luz mental. Al palpar vetas oscuras, y propiciar la maduración del enigma, extrema sus dones en una visión, implacablemente afinada, que da más horizonte y sentido al hombre siempre incierto. Poeta a quien nadie le niega su inmenso talento y la originalidad de su obra, está situado siempre en los extramuros, emparedado e intocable, como si su supuesto hermetismo fuera mayor que la intensidad de sus méritos. Toda su vida deslizóse ajena al halago y al galardón, no por soberbia sino por el imperativo ético de entregarse plenamente a lo que él consideraba un noble e irrenunciable mandamiento. Ojalá que este libro incite, especialmente a los jóvenes, a una exploración seria de un mensaje poético, uno de los más impresionantes de la época. Este libro es, fundamentalmente, un libro de claves, límpido, abierto, meridiano, de comunicación transparente, que vale por sí mismo, pero que a la vez nos orienta para penetrar en una maraña de

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