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Inicio de la muerte
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Libro electrónico142 páginas1 hora

Inicio de la muerte

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La poesía de Antonia Pozzi es como el agua que fluye sin esfuerzo, pero es también un lago quieto y profundo; un espejo inmaculado, en el que las estrellas bajan a reflejarse y a encender la conciencia. Y es quizá el sendero que avanza, silencioso y lleno de aromas, junto a las flores y bajo los árboles: el sendero sin destino, porque el camino es el símbolo. En Inicio de la muerte se recogen cincuenta de los mejores poemas de Antonia Pozzi, escritos entre 1929 y 1938. Evocadoramente nítidos aparecen en ellos los paisajes con los que se funde la personalidad de la poeta, y con los que dialoga en su introspectiva búsqueda del sentido de la vida y del sentido —o la aceptación— de la tristeza. Y sobre todo los atraviesa el amor: un amor inmenso, punzante, capaz de transformarlo todo y de aunar la fugacidad de los momentos felices y el deseo de eternidad; un amor que con sorprendente templanza acerca la vida y la muerte.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento11 dic 2023
ISBN9788433922359
Inicio de la muerte
Autor

Antonia Pozzi

Antonia Pozzi (Milán, 1912-1938) es una de las voces imprescindibles de la poesía italiana. Nacida en el seno de una familia de clase alta, realizó grandes viajes por Europa y recibió una amplia formación cultural. En 1927 conoció a Antonio Maria Cervi, su profesor de latín y griego en el Liceo Manzoni. Se enamoró de él y en 1929 —año en el que ella escribe sus primeros poemas— comenzaron una apasionada relación. La oposición de sus padres a este noviazgo fue radical; en 1933 se vieron obligados a separarse, a pesar de sus planes de matrimonio. Su biografía quedó marcada para siempre por esta relación y su final, así como por su deseo frustrado de convertirse en madre. En 1930, Pozzi comenzó sus estudios en la Universidad de Milán, donde trabó amistad con el círculo de estudiantes reunido en torno al filósofo Antonio Banfi, bajo cuya dirección realizó una tesis doctoral sobre Gustave Flaubert. En 1937 comenzó a trabajar como profesora en el Instituto Schiaparelli a la vez que se enamoró —sin ser correspondida— de su amigo Dino Formaggio, un joven con un fuerte compromiso social; el vínculo con Formaggio le reveló la realidad de la pobreza en Milán. El 1 de diciembre de 1938 escribió una carta de despedida a sus padres, incluyendo una cariñosa mención para su abuela. Al día siguiente tomó una sobredosis de barbitúricos cerca de la abadía de Chiaravalle. Fue enterrada en Pasturo, donde se encontraba la villa de su familia, su lugar más querido y el paisaje de tantos de sus poemas. Antonia Pozzi no publicó su obra en vida. Su padre reunió —y mutiló— sus poemas. A partir de los años cuarenta, Eugenio Montale situó la poesía de Pozzi en el lugar destacado que merece dentro de la historia de la literatura. En España se han publicado diversas traducciones, destacando El alma desnuda (edición y traducción de Herme G. Donis; Impronta, 2015).

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    Vista previa del libro

    Inicio de la muerte - Antonia Pozzi

    Índice

    Portada

    La sera del mio nome

    Canto della mia nudità

    Fuochi di S. Antonio

    Largo

    L’anticamera delle suore

    Sorelle, a voi non dispiace…

    Tramonto

    Sventatezza

    L’ava

    Giacere

    Il cane sordo

    Sogno sul colle

    Bambino morente

    Il volto nuovo

    Deserto

    Funerale senza tristezza

    Amore di lontananza

    Morte delle stelle

    Tulipani

    Periferia

    Per Emilio Comici

    Benedizione

    Errori

    Sete

    I musaici di Messina

    ??????

    Maggio desiderio di morte

    Il tetto oscuro

    Canto rassegnato

    Colloquio

    Unicità

    Alba

    Santa Maria in Cosmedin

    Canzonetta

    Ammonimento

    All’amato

    Le mani

    L’àncora

    Altura

    Verginità

    Via dei Cinquecento

    La vita sognata

    I. La vita sognata

    II. L’allodola

    III. La gioia

    IV. Ricongiungimento

    V. Inizio della morte

    VI. Saresti stato

    VII. Maternità

    VIII. Il bimbo nel viale

    IX. Gli occhi del sogno

    X. Voto

    La noche de mi nombre

    Canto de mi desnudez

    Hogueras de San Antonio

    Ancho

    El vestíbulo de las monjas

    Hermanas, ¿a vosotras no os importa…

    Ocaso

    Distracción

    La abuela

    Yacer

    El perro sordo

    Sueño en la colina

    Niño moribundo

    El rostro nuevo

    Desierto

    Entierro sin tristeza

    Amor de lejanía

    Muerte de las estrellas

    Tulipanes

    Periferia

    Para Emilio Comici

    Bendición

    Errores

    Sed

    Los mosaicos de Mesina

    ??????

    Mayo deseo de muerte

    Estaciones

    El tejado oscuro

    Canto resignado

    Coloquio

    Unicidad

    Alba

    Santa María en Cosmedin

    Cancioncita

    Advertencia

    Al amado

    Las manos

    El ancla

    Altura

    Castidad

    Via dei Cinquecento

    La vida soñada

    I. La vida soñada

    II. La alondra

    III. La alegría

    IV. Reunión

    V. Inicio de la muerte

    VI. Habrías sido

    VII. Maternidad

    VIII. El niño en el paseo

    IX. Los ojos del sueño

    X. Voto

    Nota a esta traducción

    Notas

    Créditos

    LA SERA DEL MIO NOME

    CANTO DELLA MIA NUDITÀ

    Guardami: sono nuda. Dall’inquieto

    languore della mia capigliatura

    alla tensione snella del mio piede,

    io sono tutta una magrezza acerba

    inguainata in un color d’avorio.

    Guarda: pallida è la carne mia.

    Si direbbe che il sangue non vi scorra.

    Rosso non ne traspare. Solo un languido

    palpito azzurro sfuma in mezzo al petto.

    Vedi come incavato ho il ventre. Incerta

    è la curva dei fianchi, ma i ginocchi

    e le caviglie e tutte le giunture,

    ho scarne e salde come un puro sangue.

    Oggi, m’inarco nuda, nel nitore

    del bagno bianco e m’inarcherò nuda

    domani sopra un letto, se qualcuno

    mi prenderà. E un giorno nuda, sola,

    stesa supina sotto troppa terra,

    starò, quando la morte avrà chiamato.

    Palermo, 20 luglio 1929

    FUOCHI DI S. ANTONIO

    Fiamme nella sera del mio nome

    sento ardere in riva

    a un mare oscuro —

    e lungo i porti divampare roghi

    di vecchie cose,

    d’alghe e di barche

    naufragate.

    E in me nulla che possa

    esser arso,

    ma ogni ora di mia vita

    ancora — con il suo peso indistruttibile

    presente —

    nel cuore spento della notte

    mi segue.

    17 gennaio 1935

    LARGO

    O lasciate lasciate che io sia

    una cosa di nessuno

    per queste vecchie strade

    in cui la sera affonda —

    O lasciate lasciate ch'io mi perda

    ombra nell'ombra —

    gli occhi

    due coppe alzate

    verso l'ultima luce —

    E non chiedetemi — non chiedetemi

    quello che voglio

    e quello che sono

    se per me nella folla è il vuoto

    e nel vuoto l'arcana

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