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Mi amigo Zimmermann
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Libro electrónico244 páginas3 horas

Mi amigo Zimmermann

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Información de este libro electrónico

Zimmermann, el amigo ficticio del autor y terror (simpático) de su barrio, no se cansa de poner a prueba los nervios de sus conciudadanos y de su desafortunado amigo con ideas y hazañas siempre nuevas y disparatadas.

Ya sea como solicitante del permiso de conducir, inventor, domador de leones o simple turista, asombra o asusta a sus conciudadanos y -con suerte- deja al lector sonriente y satisfecho.

En este volumen encontrará 28 relatos divertidos y sumamente emocionantes sobre el interesante, pesado y "bueno para nada" Zimmermann.

Algunos de los cuentos están ilustrados en blanco y negro (en las ediciones impresas).

Traducido del alemán por "bmg" con la ayuda de

una "inteligencia artificial

 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 abr 2024
ISBN9798224645671
Mi amigo Zimmermann

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    Mi amigo Zimmermann - Bernd Michael Grosch

    Mi amigo Zimmermann

    ...¡como vive y respira!

    Bernd Michael Grosch

    Pie de imprenta

    Textos:   © Bernd Michael Grosch

    Portada: © Bernd Michael Grosch

    Editor:   Bernd Michael Grosch

    Ludwig-Zeller-Str. 24

    83395 Freilassing

    E-Impresión:   bmg" para D2D 

    Traducido del alemán por bmg con la ayuda de

    una "inteligencia artificial

    Mi amigo Zimmermann

    Mi amigo Zimmermann está emigrando - dice.

    Mi amigo Zimmermann está harto, dice. Por eso emigra. - Tal vez - dice.  Aún no sabe adónde ir.

    Le propuse la India. Quiere pensárselo y saber más - dice.

    Mi amigo Zimmermann se informa.

    Escribe al consulado holandés. - No se fía mucho de los indios, porque está claro que quieren su dinero y además están tan lejos y son extranjeros... y además...

    Pocos días después, Zimmermann recibe una carta del consulado holandés en la que se le aconseja que se ponga en contacto con el consulado indio.

    Zimmermann monta en cólera. Zimmermann monta en cólera, habla de amiguismo y confabulación y le cuesta volver a calmarse.

    Finalmente decide escribir al consulado indio e inmediatamente recibe material informativo sobre el país extranjero y lejano.

    Mi amigo Zimmermann está encantado, ¡muy encantado! Está totalmente encantado.

    Se presenta en mi casa con todos los folletos y extiende su tesoro sobre la alfombra del salón.

    Si hubiera sabido lo fantásticamente barato que era todo allí... y lo guapas que eran las mujeres. Que los indios no eran tan pobres y que sólo los pobres tenían poco que comer. Y que los indios -al menos los del norte- no eran tan extranjeros después de todo, sino también arios como nosotros.

    Apenas puede calmarse y le encantaría hacer las maletas y salir volando.

    P e r o....

    ¡Pero mi amigo Zimmermann tiene miedo a volar!

    Hay cursos especiales en los que se aprende a superar el miedo a volar, le explico.

    Pero a Zimmermann no le gustan los cursos. Le dan mucho miedo.

    Sugiero la ruta marítima en lugar del avión.

    ¡Mi amigo Zimmermann está conmocionado!

    Le dan más miedo los barcos que los aviones. - Se marea en un muelle pesquero. Tampoco puede tomar medicamentos para el mareo, ya que desconfía de cualquier tipo de sustancia química, y los cursos para la ansiedad ....

    Así que la única manera que queda es por tierra. Lo sugiero.

    Mi amigo Zimmermann se está enfadando mucho.

    ¿Estaba loco? ¡Miles de kilómetros a través de regiones salvajes, habitadas por tribus depredadoras que sólo querían acabar con su vida -la de Zimmermann- y robarle sus bienes! No, no, ¡la ruta por tierra estaba descartada! Tendría que pensar en algo; al fin y al cabo, la idea de emigrar a la India era mía.

    Mi consejo de que se duerma durante el vuelo sólo le provoca una mirada despectiva, así que prefiero guardarme para mí la idea de un cohete a la Luna.

    Zimmermann hace las maletas y, refiriéndose a nuestra amistad, me pide que lo piense mejor. Luego me deja, amenazando con volver mañana. - ¡Conozco a Zimmermann! Sé de lo que es capaz.

    Así que dejo que el asunto pase por mi cabeza. Pienso tensamente; me devano los sesos. - No se me ocurre nada. No se me ocurre nada. No me atrevo a acostarme. - Podría dormirme.

    Al amanecer tengo que admitirlo ante mí mismo: ¡He fracasado vergonzosamente! Ahora el destino tomará su curso....

    El teléfono suena a las 9 en punto. - Me hago el muerto.

    Media hora después, suena el timbre.—¡A u s ! ¡! Sabe que estoy en casa, no se le puede engañar...

    Me meto debajo de la cama. - Es inútil. Cinco minutos después, está de pie frente a mí. Entró por la ventana. Había traído una escalera.

    Me rindo y salgo de debajo de la cama. Me mira con reproche, me recuerda los 50 DM que me había prestado hace ocho años (que recuperó dos días después) e insiste en nuestra amistad. Era mi deber llevarlo sano y salvo a la India.

    Zimmermann recoge su maleta, que había dejado en la puerta. Va a pasar la noche aquí, no se separará de mí. Va a ....

    - Lo conozco. -

    Tenemos que encontrar una manera. - Por desgracia, me doy cuenta de que no hay tal manera. - ¡Zimmermann no puede ir a la India! Pero, ¿cómo enseñarle ...?

    Le arrastro por la ciudad. Nos detenemos ante un puesto de estudiantes africanos que venden joyas.

    Mi amigo Zimmermann sospecha inmediatamente ¡No son indios! No tiene nada que ver con África. Quiere ir a la India. ¡Él insiste!

    Le arrastro a una agencia de viajes y le enseño folletos sobre África.

    Zimmermann sigue empecinado.  - ¡India!

    Folletos sobre Suiza, Países Bajos, Irlanda, Austria, Marruecos... ¡Inútiles!

    Zimmermann monta un escándalo y nos echan de la agencia de viajes. Quiero salir y subirme a un taxi, pero Zimmermann ya está dentro.

    - Veo las primeras estrellas - Tengo malos pensamientos. - Podrías intentar envenenar..... Pero sé que es inútil - ¡un Zimmermann no puede ser envenenado!

    Zimmermann no descansará hasta estar en la India. - Sin peligro.

    Nos dirigimos al aeropuerto; hablamos con azafatas, con capitanes de vuelo. - Sin sentido.

    Zimmermann grita;—¡Zimmermann se pone violento! Se llama a la policía y se encierra al loco.

    ¡Esta es mi oportunidad!

    Corro a casa, recojo lo que necesito y me escondo en las montañas.

    Después de dos días, Zimmermann me ha encontrado. Regresamos juntos.

    No hay salida. ¡La emigración debe funcionar!

    Los seis meses siguientes son un infierno. - Pero finalmente Zimmermann se cansa.

    - Hasta un Zimmermann tiene que dormir de vez en cuando. -

    .... Después de todo, ¡la emigración funcionó!

    Estoy aquí sentado en la India cultivando verduras... y una cosa me hace feliz:

    ¡¡¡¡Mi amigo Zimmermann tiene miedo a volar...!!!!

    El insulto

    Zimmermann ha sido insultado. - ¡Insultado gravemente!

    Un conocido casual le menospreció por su aspecto. A Zimmermann le parece fuerte.

    En respuesta a mi pregunta al respecto, me entero de que el fugaz conocido había afirmado que él, Zimmermann, se parecía a un coco.....

    En cuanto a la comparecencia de Zimmermann, no puedo rechazar por falsa esta afirmación del ahora prófugo.

    Así que me abstengo de comentar e intento distraerme haciendo un comentario sobre el tiempo.

    Pero Zimmermann se ciñe al tema. Intenta acorralarme. Quiere oír mi opinión.

    Por primera vez en mi vida, ¡ojalá estuviera ciego! Pero puedo ver perfectamente. - Puedo ver la lana en su cabeza redonda y en su cara.

    Sopeso...

    ¿Debo ser infiel a mi principio de honestidad para con mis amigos y afirmar, en contra de mi buen juicio, que Zimmermann no se parece en nada a un coco, o debo aceptar una enemistad permanente con él?

    Zimmermann espera...

    Intento bromear y digo que me encantan los cocos y que no sé de qué coco en concreto hablaba el fugitivo.

    Zimmermann mantiene la compostura.

    Me retuerzo. Voy a por un cigarrillo, pero están en la cocina y Zimmermann está en la puerta.

    Me estoy mareando...

    Veo a Zimmermann, vestido con un taparrabos, sentado en una montaña de cocos. - Se sienta y espera. - Esperará toda la eternidad.

    Me repongo.

    Sí, digo sí, se parece a un coco.

    Me mira.

    Lo repito. Me pongo fuerte. Se lo grito a la cara.

    ¡Parecería el bisabuelo de todos los cocos!

    Agotado, hago una pausa.  Silencio gélido en la habitación.

    Estoy temblando.

    Finalmente, tras una eternidad, se da la vuelta y abandona el piso.

    Poco a poco estoy volviendo en mí.

    ¿Qué he hecho?

    ¿Cómo pude decir algo así? ¡A él! ¿A Zimmermann? ¡!

    No lo olvidará en toda su vida. ¡Debo haber perdido la cabeza! He convertido a Zimmermann en un enemigo mortal. Sus nietos aún me señalarán con el dedo y me maldecirán por el deshonor que le he causado... ¡Zimmermann ....!

    Tengo pesadillas por la noche:

    Miles de cocos se paran frente a mí, sobre patas cortas y torcidas y me acusan....

    Me despierto con un sudor frío.

    Mi vida es un desastre.

    Ya no tengo futuro. Zimmermann nunca aceptará mis disculpas. Me tiene en la palma de su mano...

    Suena el teléfono por la mañana. Levanto el auricular y me congelo.... Me congelo de frío.

    - ¡¡¡Es Zimmermann !!!

    Ahora empezará a destruirme lentamente, pieza a pieza......

    Pero Zimmermann se limita a decirme amistosamente que está a punto de ir a la peluquería.

    Sigo desconfiando y no salgo de casa en todo el día. No pasa nada....

    -—Nada .

    Al día siguiente, me atrevo a llamarle. Tiene una charla de buen humor conmigo: ya lo ha olvidado.

    Respiro aliviada: puedo cancelar mi vuelo a Alaska y deshacer de nuevo las maletas.

    Dos días después, Zimmermann se presenta en mi casa. Está furioso. Un pariente lejano le ha menospreciado. Ha dicho que Zimmermann parece un cactus erizo. Ahora quiere mi opinión.

    ...aún puedo oír mi grito salvaje y el destrozo de un jarrón antes de desmayarme....

    El idiota

    Zimmermann tiene un mono. - Uno de verdad, no uno supuesto. Tiene un mono de verdad.  En su casa. Más concretamente, en su nueva casa: ....

    Algunos amigos dicen que es una locura, pero Zimmermann me ha asegurado que no es así. - Era una necesidad.

    Tras una revisión exhaustiva de los acontecimientos anteriores, me veo obligado a darle la razón. - En realidad no es una idea descabellada ......

    Según Zimmermann, todo empezó cuando algún pariente lejano, en su malicia, le legó una casita en el campo, en su testamento y ante notario.

    ¿Qué hacer al respecto? El asunto era hermético.  Ni firma falsificada, ni otros herederos envidiosos, ni nadie acusando a Zimmermann de fraude sucesorio.

    Ergo: ¡Zimmermann tuvo que mudarse!

    Y, para ser sincero -como él dice-, hasta disfrutó de la mudanza. ¡Al principio! Sin saber lo que estaba por venir.

    En su exuberancia, Zimmermann incluso organizó una fiesta, a la que no asistí por encontrarme de viaje.

    Según Zimmermann, los problemas empezaron el día de la ceremonia de investidura.  Los invitados no tuvieron tiempo de convertirse en una molestia. Todo el mundo abandonó la fiesta antes de que anocheciera porque había algo que resultaba extremadamente molesto ..... Las moscas.

    Zimmermann insinúa ( ¡yo! ) que no puedo imaginar la magnitud de esta plaga de moscas.—Ninguna imaginación bastaría, ni siquiera en mis sueños, como él afirma, para visualizar las masas de moscas que, hambrientas y frenéticas (en palabras originales de Zimmermann), se abalanzaron sobre la comida e incluso sobre sí mismo (¡!) y sus inocentes invitados.

    No es de extrañar que los (¡quizá ya ex!) amigos y conocidos huyeran del lugar de este espantoso suceso. Pero las moscas se quedaron - y con ellas - o, mejor dicho, en medio de ellas .... se quedó Zimmermann. Indefenso y agitándose desesperadamente.

    Me mira indignado mientras me río brevemente en este punto de la historia -como todos nosotros, sólo soy humano, con un poco de malicia-.

    Ni que decir tiene que inmediatamente dejo de reírme y pongo cara de agonía y compasión, como debe ser.

    Zimmermann describe a continuación su apocalipsis personal. No puedo negarle cierta admiración cuando oigo cómo, fuerte como una roca ante la adversidad, no abandona su nuevo hogar, sino que se mantiene firme. Al menos durante otros cinco aterradores minutos.

    Entonces la mente gana...

    Zimmermann abandona el desagradable lugar y se instala en un hotel durante dos días; ha renunciado precipitadamente a su antiguo piso.

    Durante esos dos días, se devanará los sesos y realizará verdaderas proezas de planificación técnica para encontrar la forma de deshacerse de las molestas moscas y, con ello, de su propia casa.

    - Tras cientos de planes concebidos y descartados, surge la única solución posible y casi ingeniosamente concebida al problema. - Zimmermann está encantado consigo mismo.

    ¿A quién sino a él mismo se le podía ocurrir semejante idea? ¿Quién sino Zimmermann podría concebir este plan casi diabólico?

    - En mi mente lo veo, vestido de blanco, con un tubo de ensayo en la mano, arrastrando tras de sí una pata de caballo renqueante, deambulando entre hogueras ardientes.

    ¡Lo último de Zimmermann son las arañas!

    Pequeños (a veces un poco más grandes) simpáticos animalitos con delicadas patitas. -

    La complicada idea de Zimmermann es que las pongas en tu casa, ¡y te librarás de las moscas en un abrir y cerrar de ojos!

    Planeado, ¡hecho! Zimmermann se pone en marcha, busca y encuentra a las singulares criaturas parecidas a ángeles que salvan vidas y, en secreto y en silencio, las lleva a su nuevo hábitat por la noche.

    ¡A una verdadera tierra de leche y miel! Para las arañas, claro.

    Muy satisfecho, Zimmermann regresa a su hotel, paga una tercera noche y por fin encuentra tiempo para dormir, si no para los justos, sí para los satisfechos,

    Al día siguiente, descansado y fresco, se dirige a su primera inspección. Lo que ve no le hace ninguna gracia.

    Ve moscas.  ¡Nubes de moscas!

    Pero Zimmermann es un hombre con cerebro. Se da cuenta de que hay que dar tiempo a estas maravillosas criaturas que matan moscas.—Al fin y al cabo, tienen que tejer sus artísticas telarañas, algo que no pueden hacer de un momento a otro si quieren cumplir su propósito.

    Así reconciliado, el genio visita de nuevo su hotel, paga una semana y espera.

    Al cabo de esos siete días, durante los cuales resistió firmemente la tentación de ir a ver lo que ocurría en su casa, Zimmermann regresó al lugar del incidente.

    Esta vez, una imagen ligeramente diferente, aunque no plenamente satisfactoria:

    El número de arañas ha aumentado y el de moscas ha disminuido, aunque no en la medida que sugerían los cálculos de Zimmermann.

    El tamaño del espíritu reconoce inmediatamente la razón: las arañas son demasiado pocas para el enorme número de moscas, o éstas superan el número al que las arañas pueden hacer frente.

    Además, es obvio que las moscas son demasiado viciosas y malvadas para caer en las redes en grandes cantidades.

    - ¡Zimmermann decide poner remedio a este mal!—

    Repite el safari de la araña, aloja con seguridad a los nuevos residentes, se va al hotel durante tres días más y finalmente regresa a su casa, que ahora parece un plató de cine para el espectador:

    Sobrecargado de redes y de sus habitantes, así como de innumerables criaturas negras parecidas a larvas que, colgadas en las redes, se balancean de un lado a otro con cada bocanada de aire. -

    Sin embargo, el número de formas negras que zumban en el aire, aún moviéndose libremente, es al menos igual de grande.

    Pero ahora Zimmermann también abordará este problema. Y se está moviendo......

    Se mueve para que los jirones, o más bien las alas, ¡vuelen!

    - Con un plumero, da a las moscas un golpe que las aturde temporalmente, les arranca una de las alas con dedos temblorosos y luego las arroja a las redes para que se las coman las arañas.

    Es cierto que es un proceso algo complicado, pero la ética de Zimmermann no le permite matar ni siquiera a esta repugnante alimaña negra con sus propias manos y de forma brutal.

    Durante varios días, golpea, arranca y lanza hasta que su frente se cubre de sudor frío.

    (La descripción que hace Zimmermann de su trabajo también me

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