Comportamientos

Por Rafael Lima

¿Cuál es la vida de tus sueños? ¿Qué haría si la conseguiste?

¿Qué pasaría si la humanidad fuera juzgada por su comportamiento?

¿Qué pasa cuando dos mujeres descubren que están embarazadas?

Una de ellas quiere el bebé, pero la otra no.

¿Qué lleva a una persona a actos irresponsables y sin límites?

¿Qué pasa con una adolescente increíble que no tiene apoyo de sus padres?

 

Estas preguntas son respondidas en cinco cuentos:

 

La vida de mis sueños

El juicio de la humanidad

Dos vidas

Sin Límites

Sin apoyo

 

Usted sabrá y sentirá lo que los personajes sintieron.

Usted conocerá muchas facetas del comportamiento humano.

Usted entrará en cinco mundos diferentes…

• Idioma: Español
• Editorial: Rafael Lima
• Fecha de lanzamiento: 3 abr 2024
• ISBN: 9798224066018

Rafael Lima

Brasil, 1989 Graduado em Processos Gerenciais e M.B.A. em Gestão Estratégica de Projetos pelo Centro Universitário UNA. Cristão pela Graça de Deus. Apaixonado pela escrita (português, espanhol e inglês), poeta e romancista. Um poeta e escritor, que compartilha seus pensamentos através dos versos dos poemas e dos capítulos dos romances. Também escrevo em inglês e espanhol para alcançar mais pessoas em mais lugares. No tempo livre, gosto de videogames, filmes e séries. Fico pensando no dia em que um de meus livros será a base para uma destas produções…

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Copyright © 2021 Rafael Henrique dos Santos Lima y RL Producciones literarias

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Estas son historias ficticias con personas y eventos ficticios, cualquier semejanza de nombres, lugares, hechos o personas es mera coincidencia.

Esta es una obra de ficción basada en la libre creación artística y no posé compromiso con la realidad.

Prefacio

Hay muchas cosas e historias ocurriendo. Todo está conectado a la misma cosa: el comportamiento humano.

El comportamiento humano es responsable de todo lo que pasa en el mundo, sean cosas buenas o malas. El comportamiento puede llevar a una persona a salvar una vida o destruir la gente.

Los cuentos por seguir intentan exponer algunas facetas del comportamiento humano. Existen situaciones reales y no reales que te harán pensar acerca de lo que la persona hace, lo que la gente hace y lo que usted hace.

Tabla de contenidos

La vida de mis sueños

El juicio de la humanidad

Dos vidas

Sin límites

Sin apoyo

La vida de mis sueños

En una gran ciudad de Brasil, había dos chicos sin hogar, Ricardo y Santiago. Ellos eran adolescentes, negros, flacos, con trece y catorce años.

Ellos vivían en una tienda, bajo un viaducto cerca del centro de la capital del estado. En aquel lugar había muchas tiendas y gente viviendo, cada uno con su historia.

Una mañana, Ricardo y Santiago estaban sentados en un sofá viejo y sucio, cerca de su tienda. Ellos también estaban un poco sucios, porque no tenían la oportunidad de bañarse todos los días. Ricardo dijo:

—¿Cómo es la vida de tus sueños?

Santiago dio una leve sonrisa. Él sentía vergüenza de su sonrisa, porque faltaban unos dientes, y sus dientes no eran blancos. Él dijo:

—Una vida lejos de aquí.

Ricardo también dio una leve sonrisa. Él tenía los dientes, pero eran muy amarillentos.

—Yo también. Pero yo quiero saber ¿qué imaginas ser la vida perfecta?

Santiago pensó un poco y dijo:

—Imagino una vida con una familia amable. Una habitación solamente para mí. Baño caliente, una buena comida, esas cosas. ¿Y tú?

—Pienso en las mismas cosas.

Santiago dijo con desánimo:

—Pero eso es solamente un sueño, creo que nunca vamos a lograr.

—¿Por qué no?

—La vida es muy difícil y no creo en cuentos de hadas.

—Cambiar la vida no es cuento de hadas, es una posibilidad real.

Santiago suspiró y dijo:

—Tal vez. Pero tenemos que vivir la realidad.

Santiago se levantó, tomó una pequeña bolsa y dijo:

—¡Al trabajo!

Ricardo se levantó y dijo:

—¡Vamos!

Ellos caminaron hacia un semáforo. Cuando la luz estaba roja, ellos hacían malabarismos. Cuando la luz estaba casi cerca de cambiar al verde, ellos pasaban por los coches pidiendo dinero. Unos conductores les daban, pero otros no.

Ellos estuvieron allá por unas horas. Entonces, ellos fueron hacia otro semáforo.

El dinero que ellos lograban era utilizado para comprar comida para ellos.

...

A la noche, ellos estaban acostados en la tienda. Un hombre negro, viejo y muy sucio, con aproximadamente cincuenta años, se acercó a la tienda y dijo:

—¡Hola, chicos! ¿Pueden ayudarme?

Santiago salió de la tienda y dijo:

—Miguel, ¿qué pasa?

—Hoy no he logrado dinero para comprar la comida. La única comida que logré fue en un bote de basura. Y ahora estoy hambriento.

Santiago se sensibilizó y dijo:

—No hay problema.

Santiago entró en la tienda, tomó una bolsa plástica con galletas y dio a Miguel. Santiago dijo:

—Coma y satisfaga el hambre.

Miguel estaba muy agradecido. Él saludó a Santiago diciendo:

—¡Muchas gracias! ¡Dios te bendiga!

Santiago dijo:

—Que Dios bendiga a todos nosotros.

Santiago entró en la tienda y Ricardo dijo:

—Unos días son más difíciles para todos. Si no nos ayudamos, nadie lo hará.

—Es verdad. Tenemos que cuidar unos de los otros.

Mismo con el ruido de los coches, ellos intentaban dormir y tener buenos sueños.

...

Un día, por la tarde, ellos estaban cerca de un semáforo. Ricardo vio una cartelera de un empresario rico, blanco, aproximadamente cuarenta años. Él dijo:

—¿Ya has pensado cómo es su vida?

—Creo que es muy buena. A él no le falta nada. Él puede comprar lo que quiera.

—Esta es la vida de mis sueños.

—Esta es la vida de los sueños de casi todos. Pero solamente unos cuantos logran.

Ricardo suspiró y dijo:

—Un día vamos a lograr.

—¡Qué llegue pronto este día!

Ellos continuaron haciendo malabarismos y recogieron dinero hasta casi la noche.

Cuando iban al viaducto, cruzando una calle, vieron a un grupo de jóvenes caminando hacia ellos. El grupo era de hombres blancos, bien vestidos, aparentemente ricos.

Santiago y Ricardo se miraron e hicieron una expresión preocupada.

Los hombres se pararon frente a ellos, formando una barrera. Santiago y Ricardo intentaron desviar, pero no pudieron, porque los hombres los estaban bloqueando.

Un hombre dijo en tono despreciativo:

—¿Adónde van los mendigos moros?

Ricardo contestó:

—Estamos yendo a nuestra casa.

El hombre se rio y dijo:

—¿Los mendigos tienen una casa?

Otro hombre dijo:

—Sí, ellos tienen una tienda, es su casa.

Todos los hombres rieron.

Santiago dijo:

—Por favor, ¡déjanos en paz! Solamente queremos irnos.

El hombre dijo irónicamente:

—Por supuesto, ustedes pueden irse. Eso es porque usted dijo por favor.

El hombre miró hacia los otros. Ellos empezaron a abrir el camino. Santiago y Ricardo estaban pasando cuando un hombre los empujó y dijo:

—¿Ustedes realmente creían que iban a irse así?

Santiago dijo en tono preocupado:

—No causamos ningún problema. Por favor, déjanos seguir nuestro camino.

El hombre contestó:

—¡Por supuesto que causaron problemas! ¡Ustedes están ensuciando la ciudad!

El hombre esculpió en Santiago, pero él no hizo nada.

Otro hombre dijo:

—Vamos a enseñarles una lección.

Unos hombres los colgaron y otros empezaron a golpear a los chicos. Ellos gritaron con lágrimas:

—¡Por favor! ¡No lo hagan! ¡Somos apenas niños!

Pero los hombres continuaron con la violencia. Ellos los agredieron con muchos puñetazos, diciendo:

—¡Salgan de nuestra ciudad! ¡Moros sucios!

Ricardo y Santiago fueron arrojados al suelo. Los hombres continuaron con muchas patadas. Los chicos se desmayaron.

En cierto punto, un coche de la policía estaba pasando por la calle y vio la escena. El coche paró y dos oficiales blancos de mediana edad salieron. Uno de ellos sacó un arma y disparó al aire.

Ellos pararon con la agresión. El hombre dijo en tono nervioso:

—¡De rodillas, ahora!

Ellos estaban con miedo y lo obedecieron. El otro oficial fue hacia los chicos y vio que estaban muy heridos. Había muchas heridas en sus cuerpos. El oficial utilizó a su radio comunicador y dijo:

—Necesito dos ambulancias con urgencia, calle Flores, barrio Jardín. Dos chicos están heridos. No sé si sobrevivirán. Envíanos refuerzos. Tengo unos hombres para arrestar.

Uno de los oficiales se acercó a los agresores y dijo en tono nervioso:

—¡Todos ustedes merecen la muerte, puercos!

El oficial apuntó su arma hacia ellos y dijo:

—¿Quién es el líder de los puercos?

Nadie contestó. Él puso el arma en la cabeza de uno de ellos y dijo:

—Diga quién es el líder, si no, voy a matar a todos ustedes.

El hombre temblaba y dijo apuntando para el líder: