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Svalbard - En tierra de nadie.
Svalbard - En tierra de nadie.
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Libro electrónico107 páginas1 hora

Svalbard - En tierra de nadie.

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Una intensa tormenta ha azotado el archipiélago de Svalbard impidiendo su comunicación con el resto del mundo. Ante semejante situación, el gobierno noruego decide enviar un equipo de reconocimiento por mar. Su objetivo es garantizar el bienestar de los ciudadanos que se encuentran en la capital, Longyearbyen. Entre lo miembros del equipo se encuentra el famoso rescatador Adam Raske, el cual tiene un cometido diferente al resto para acudir hasta la gélida localidad. Pero el rumbo de la misión de todos ellos cambia por completo cuando llegan a su destino, allí descubren rápidamente que la tormenta no es lo peor, ni lo más peligroso que esta sucediendo en el lugar habitado más septentrional del mundo. 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 mar 2024
ISBN9798224560820
Svalbard - En tierra de nadie.

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    Svalbard - En tierra de nadie. - Crtwriter

    Las personas que viven en los lugares más inhóspitos de la tierra son las que demuestran la verdadera fortaleza del espíritu humano.

    Pues donde la naturaleza es más severa, florece la perseverancia de aquellos que la habitan.

    En la mitología vikinga, el aullido de Fenrir es un recordatorio constante del poder indomable que yace en lo más profundo de la naturaleza salvaje.

    Cristian Romero © Copyright 2020

    1.

    Adam Raske aparcó su vehículo personal en el exterior del puerto de Bergen. Estaba cansado, el viaje por carretera había sido tedioso debido el temporal que enfrentaba el país.

    No había tenido mucho tiempo para prepararse, pues durante la madrugada había recibido una llamada de un alto cargo del gobierno noruego. El sujeto no había especificado ni su nombre, ni su puesto, pero decía hablar en nombre del vicepresidente actual.

    Al recibir la llamada y escuchar la propuesta, Adam reaccionó con reticencia, pero tras una más que suculenta oferta económica acabó por aceptar el encargo.

    Recibió unas instrucciones concretas y unas pautas concisas. Debía llegar a Bergen a las ocho de la mañana, allí una embarcación y una tripulación lo aguardarían.

    Tras finalizar la misteriosa llamada se pertrechó. Almacenó todo tipo de artilugios y objetos, todo aquello que pensaba que podía ser necesario o de utilidad, tanto en su viaje como en su cometido. Cuando estaba preparado salió de su apartamento y subió a su arcaico BMW todoterreno negro y comenzó su partida.

    Su residencia actual se situaba en Oslo, por lo cual tuvo que conducir varias horas durante la noche para poder llegar a la cita.

    Según la información de la que disponía, debía acudir a Bergen para embarcar, y desde allí trasladarse al archipiélago de Svalbard, concretamente a la capital, Longyearbyen. Casi todo el archipiélago estaba siendo asediado por una inmensa y repentina ventisca que había interrumpido e impedido las comunicaciones.

    Tras estacionar el automóvil, agarró su macuto del mochila y se adentró por el muelle.

    Al profundizar por el embarcadero divisó a dos personas, un hombre y una mujer que parecían estar esperando su llegada. Sin pausas ni oscilaciones, se fue aproximando paulatinamente hasta ellos.

    La mujer era rubia, de rostro fino y nariz enjuta, con unos ojos penetrantes, de un azul zafiro. Vestía un abrigado conjunto militar compuesto por manchas heterogéneas, blancas y grises.

    El aspecto del hombre distaba, no sólo en sus características físicas, también en su vestimenta. También estaba uniformado, pero su atuendo era más propio de la marina. De rostro tosco y cabello oscuro.

    — ¿Adam Raske? —La mujer dio un paso al frente y fue la primera en interactuar.

    —Sí, soy yo. —Adam le respondió, apático, demostrando su indiferencia.

    —Bien. Mi nombre es Alva Olaf, y estoy al mando en esta operación. ¿Algún problema con eso?

    Adam, con dejadez, negó con la cabeza.

    —Pues venga, no tenemos tiempo que perder.

    Con suma celeridad avanzaron hasta el final del embarcadero, dónde aguardaba un robusto yate a motor.

    — ¿Ese es nuestro transporte? —Adam no se sentía del todo satisfecho con la embarcación.

    —Así es. —A diferencia de Adam, miraba la nave con regocijo.— Una eslora de 30 metros, manga de 7 y un calado de 2.

    —Me figuro que eres el capitán.

    —Sí, lo soy. Einar Landvik. —Tras presentarse estiró su mano como gesto de civismo.

    —Bien.

    Adam sorteó deliberadamente el saludo de Einar y traspasó la tabla de madera para subir a bordo.

    —Einar, es hora de zarpar.

    —Claro, señora.

    Einar se marchó con presteza, mientras la teniente le hacía un gesto con la mano a Adam para que la siguiese.

    Adam acató y la acompañó hasta el interior de la embarcación, hasta la estancia central donde aguardaban los otros siete tripulante de la misma.

    Seis de los siete ataviaban la misma vestimenta que la oficial superior. Adam acaparó todas las miradas desde su incursión, a él solo le llamó la atención una mujer. Ella no vestía como los militares, sí llevaba la ropa y vestimenta adecuadas para la situación, pero lo que suscitó la curiosidad de Adam fue que la susodicha portaba una gruesa hiyab cubriendo todo su cabello.

    —Con el debido respeto, no sé por qué llevamos tantos civiles para una misión tan simple.

    — ¿Estás de broma Jens? Es Adam Raske.

    — ¿Y eso debe decirme algo?

    —Sé que algunos ya se conocen, pero para evitar especulaciones y distracciones, lo mejor será que nos presentemos todos. —Alva dictaba y los demás no tenían otra que obedecer.

    —Sí, señora. —Enunció con cierto retintín tácito. — Mi nombre es sargento Jens Ericsson, y no entiendo porque tenemos que hacer esto nosotros. Me parece una pérdida de tiempo.

    —Con presentarse es suficiente. —Alva lo fulminó con la mirada.

    —Yo soy la subteniente Tove Holt.

    —Yo el cabo mayor Leif Vang.

    —Mikkel Hummel, experto en comunicaciones. —Decidió omitir su rango.

    Todos se fueron presentando uno por uno.

    —Yo soy Haldor Haakonsson.

    —Yo, soy la subteniente Helga Solberg.. Y he de decir que es un placer poder conocerle. —Su alabanza fue directa hacia Adam.

    —Gracias... —Adam no supo cómo responder al halago.— Yo soy Adam Raske.

    Los ojos de todos se volvieron hacia la única persona que no había comparecido.

    —Soy Tahira Saadi.

    — ¿Y qué cojones pintas aquí 'morenita'? —Jens se expresó con humor, no obstante, se extralimitó y su comentario fue como poco desafortunado.

    —Vuelve a llamarla así, o de una manera que no me parezca correcta y patearé tú mugriento culo por cubierta. —A Alva no le agradó ni su tono ni sus palabras y se lo hizo saber con tesón.

    —Sí señora, perdón... —Jens agachó la cabeza.

    —La señorita Saadi está aquí como sanitaria.

    —Señora, ¿por qué necesitamos un sanitario? —A Mikkel le suscitaba interés la causa de su presencia.

    Los presentes pudieron percibir la oscilación del yate, entendiendo que Einar había emprendido la navegación.

    —La tormenta puede haber causado problemas para la población y un sanitario preparado puede ser de gran utilidad. La señorita Saadi es una de las mejores profesionales de Noruega y deben estar agradecidos de su presencia.

    La justificación de Alva satisfizo a todos los presentes.

    Durante los siguientes minutos hubo un silencio incómodo entre los presentes. Hasta que Alva se dispuso a aligerar la

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