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Historia económica del peso mexicano: del mercado global a la gestión política de la moneda
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Libro electrónico544 páginas11 horas

Historia económica del peso mexicano: del mercado global a la gestión política de la moneda

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En este volumen, producto del trabajo colectivo del grupo de investigación H-Monetaria, se registra el itinerario de la moneda producida en Nueva España y en México a lo largo de varios siglos. No se pretende hacer una historia exhaustiva, sino explorar los nudos de esa historia monetaria, recurriendo a procesos y transiciones que reflejan el carác
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 feb 2024
ISBN9786075645643
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    Historia económica del peso mexicano - Abtonio Ibarra

    PRIMERA PARTE

    EL PESO COMO MONEDA GLOBAL

    I. LA DISTRIBUCIÓN TRANSCONTINENTAL

    DE LA PLATA AMERICANA

    EN LA GLOBALIZACIÓN TEMPRANA

    BERND HAUSBERGER

    Este texto resumirá algunos aspectos de cómo entre los siglos XVI y XVIII la plata americana entró en los circuitos transregionales y transcontinentales y se distribuyó por el globo. Voy a recurrir intensamente a la información cuantitativa que la investigación de las últimas décadas ha puesto a nuestra disposición, sabiendo que ésta, para la época y el tema, dista mucho de ser exacta. Confrontaré los diferentes cálculos y estimaciones, y de esta forma, con todas las divergencias y contradicciones que entrañan, confío en poder formular conclusiones más seguras sobre la distribución global de los flujos de plata.

    No presentaré ningún número o porcentaje en este texto con la reivindicación de que expresan valores exactos. Son meros indicios numéricos. Obviamente, series cuantitativas mejores ayudarían, pero no las he encontrado. E igualmente se echan de menos tablas de conversión confiables entre los diferentes tipos de moneda y medidas. Por lo general, los tipos de cambio se usan en las investigaciones con mero pragmatismo, para no renunciar del todo a la posibilidad de la conversión y la comparación. De esta forma, para dar un ejemplo, diferentes autores, para el siglo XVIII, han calculado la equivalencia de la libra esterlina en 6.5 pesos, en 5 pesos o en 4.4 pesos; mientras que yo, sin sentirme seguro, opté por 6.67 pesos.¹ Para evitar este problema, a veces se expresan las cantidades de plata en kilogramos o toneladas, lo que facilita el trabajo, pero sólo cerrando los ojos frente a la duda de cómo se convirtieron las monedas antiguas en medidas métricas.

    EL AUGE DE LA PLATA

    El papel que la plata americana tuvo en el mundo a partir del siglo XVI no se entiende sin sus antecedentes. En Eurasia, inclusive el norte y este de África, además de una multitud de formas de pago regionales y locales, había monedas de oro, de plata o de cobre, desde hacía siglos. Cuando en el siglo XIII los mongoles establecieron su control sobre toda Asia Central y China, el comercio y los flujos de plata experimentaron un gran aumento, nutrido por la sólida producción de la minería china. La desintegración del imperio de los mongoles y la paralela decadencia de las minas chinas frenaron este desarrollo. Pero aunque la disponibilidad eurásica de plata disminuyó temporalmente, la plata como moneda o sustancia monetaria quedó bien establecida, y pronto la minería centroeuropea emergió como nueva fuente de abasto. Fue también en Europa donde en la segunda mitad del siglo XV empezó a acuñarse un nuevo tipo de moneda pesada que correspondía a las necesidades del gran comercio. Su versión más exitosa finalmente sería el peso de a 8 hispánico, que, por disposición real, de 1537 a 1728, contenía 25.5607 gramos de plata fina (de 1728 a 1772, 24.6210 g, y después hasta la primera mitad del siglo XIX, 24.4330 g).² Fue producido sobre todo en América, donde, en 1535, se fundó la Casa de Moneda de la ciudad de México, y pronto otras cecas, como la de Potosí en 1574. De esta última, y la de Lima y la de México saldría la parte abrumadora de las acuñaciones americanas durante toda la época colonial. Al mismo tiempo, las cecas españolas, de las cuales las de Sevilla y de Segovia eran las más importantes, empezaron a trabajar cada vez más materia prima procedente de América.³ El éxito inmediato del peso de a 8 no se debía tanto a su calidad, pues era una moneda fea, mal acuñada y muy fácil de cercenar, sino ante todo a que estaba disponible en el mercado en cantidades excepcionalmente elevadas.⁴ Esto cambiaría sólo en el siglo XVIII, cuando la Corona tomó bajo su administración directa las cecas americanas, cuyo manejo hasta aquel entonces había sido rentado a particulares, y las dotó con maquinaria moderna (en México en 1732, en Santiago en 1751, en Lima en 1752, en Guatemala en 1754, en Bogotá en 1759, y en Potosí en 1767).⁵

    LA PRODUCCIÓN

    En los circuitos globales de plata entre los siglos XVI y XVIII dominaron los metales americanos, si bien nunca tuvieron un monopolio total. Los datos de Harry E. Cross no dejan de ser ilustrativos, aunque sean sólo estimaciones muy aproximadas y probablemente algo exageradas, por lo menos para los siglos XVI y XVII, en vista de la elevada producción japonesa en esa época. Según Cross, la parte hispanoamericana de la producción mundial de plata creció de 69% en el siglo XVI, a 84% en el siglo XVII y a 90% en el XVIII.⁶ En suma, la mina de plata más grande de la América española fue el Cerro Rico de Potosí, pero la región más productiva a lo largo de los siglos fue la Nueva España, con un gran número de minas de todos los tamaños. A partir de las series de registros de plata en las cajas reales podemos calcular que a lo largo del periodo colonial de Guanajuato procedía 10% del total hispanoamericano, de Zacatecas 12% y de Potosí 25%. En cuanto a la distribución entre los virreinatos, resulta que 41% de los registros se originó en el virreinato de Perú y 59% en el de la Nueva España (gráfica I.1).⁷

    Gráfica I.1. Registros de plata

    (en millones de pesos de 272 maravedís)

    Datos de la página web de Richard GARNER, en: <http://www.insidemydesk.com/hdd.html> [consultado el 21 de marzo de 2021]. Para corregir el sobrerregistro en la ciudad de México entre 1700 y 1794, he dividido los totales de esta caja entre 6 (y no entre 10 como Garner sugiere, siguiendo a TePaske); véase al respecto HAUSBERGER, La Nueva España, p. 84.

    La producción europea, por su parte, empezó a estancarse a mediados del siglo XVI y en los tempranos años sesenta fue rebasada por las importaciones del Nuevo Mundo. En el siglo XVII la producción de las minas centroeuropeas bajaba alrededor de dos terceras partes.⁸ Pero nunca cesó del todo y en el siglo XVIII entró en una nueva fase de auge, modesto en comparación con lo que estaba pasando en América, sobre todo en la Nueva España, pero no obstante de importancia regional (gráfica I.2).

    De otras zonas productoras no dispongo de información tan detallada. Durante algún tiempo, las minas japonesas fueron de enorme rendimiento. No hay series sobre los montos producidos, pero podemos usar la que Melitz ha compilado sobre las entradas de plata en China desde Japón, y la que cita Prakash sobre las exportaciones de metales preciosos desde Japón a Batavia, entre 1621 y 1670.⁹ Mas hay que señalar lo inseguro de los datos. Para el principio del siglo XVII, por ejemplo, Kobata ha estimado que las exportaciones anuales de plata de Japón pueden haber alcanzado 200 toneladas, que serían casi 7.8 millones de pesos de a 8, mientras que Melitz indica una exportación de un poco más de dos millones para el periodo.¹⁰

    Gráfica I.2. Producción americana, europea y japonesa

    (en millones de pesos de 272 maravedís)

    FUENTES: La producción europea según SOETBEER, Edelmetall-Produktion, pp. 107-111; la de los dos virreinatos hispanoamericanos según la página web de Richard GARNER, en: <http://www.insidemydesk.com/hdd.html> [consultado el 21 de marzo de 2021]. La curva japonesa, según las exportaciones a China, resumidas en MELITZ, Some Doubts, pp. 126-127; y a Batavia, en PRAKASH, Los flujos de metales preciosos, p. 339.

    LAS RUTAS DE LA PLATA

    Una vez iniciada la explotación de los yacimientos argentíferos del Nuevo Mundo, la Corona española recurrió a la plata, mediante transferencias de sus ingresos fiscales, para servir la deuda exterior y para financiar la administración de la monarquía y sus guerras. Pero sobre todo el comercio usó la plata para saldar el déficit que tenían los territorios americanos con la metrópoli y ésta con sus abastecedores, y la distribuía, de esta manera, en los circuitos mercantiles cada vez más globales.¹¹

    Las rutas de la plata

    Las rutas de exportación de plata de América y su posterior distribución por el globo, por lo menos las oficiales e institucionalizadas, son archiconocidas. De la Nueva España, las salidas oficiales corrían de Veracruz a Sevilla o a Cádiz y de Acapulco a Manila. Del virreinato de Perú los metales se fueron de Callao al istmo de Panamá y de allí a España, dirigiéndose una porción menor a Acapulco, para incorporarse en el comercio de Filipinas. La plata que llegó a Filipinas siguió su camino a China. En Europa, la plata se distribuyó por el continente, para después, por lo menos en una buena parte, salir al Oriente. Esto se realizó por tres caminos. El más viejo era la ruta del Mediterráneo, en la que ya en la Edad Media los metales preciosos europeos habían fluido a los puertos del Levante; y de ahí, en las rutas de la seda, atravesando Asia Central, hacia China o, en las vías marítimas por el Mar Rojo o el Golfo Pérsico, a la India, a la Asia Suroriental y a China. El segundo camino llevaba de Europa Occidental y Central (teniendo esta última su propia conexión terrestre a través de los Balcanes con el Imperio otomano y Medio Oriente) a la región del Báltico y Rusia, y de ahí a Persia, Asia Central y China. La tercera ruta era la del Cabo de la Buena Esperanza a India, Asia Suroriental, China y Japón. La abrieron los portugueses a finales del siglo XV y después la usaron las compañías comerciales de Europa noroccidental (Países Bajos, Inglaterra, Francia, Dinamarca, Suecia). Aunque en el siglo XVIII la situación empezaría a cambiar, la dinámica comercial en las tres rutas fue caracterizada por el constante déficit de Europa Occidental con las regiones en el este, por la compra de materias primas y alimentos en el Báltico y productos de lujo en el Levante mediterráneo y en la ruta del Cabo.

    Al lado de los envíos transatlánticos y transpacíficos oficiales, de muchos puertos de las costas americanas partían rutas de contrabando no institucionalizadas. Sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII, se realizaron, además, considerables remesas públicas al Caribe. Desde allí entraron en los circuitos mercantiles de otras potencias europeas y, en creciente medida, también de las colonias británicas en Norteamérica, que a partir de 1776 formaron los Estados Unidos. Éstos tenían una balanza comercial positiva con el Caribe y con España, pero muy negativa con Gran Bretaña, así que la plata que ganaron, por lo menos en parte, continuó su camino hacia los puertos británicos.¹²

    La plata americana en Europa

    Sobre las llegadas de la plata a Europa se han presentado divergentes hipótesis (gráfica I.3). Mientras que Hamilton, en 1934, creía poder demostrar una clara baja hacia mediados del siglo XVII (no llevó su estudio más allá de 1660), Morineau, en 1985, insistió en que se dio en el peor de los casos un estancamiento y en el tercer cuarto del siglo incluso una clara subida. Mientras que Hamilton confirma la hipótesis de la decadencia de España en el periodo, Morineau cuestionó tal evidencia, por lo menos en el campo del comercio transatlántico. Una clave de esta diferencia era que Hamilton usaba fuentes oficiales españolas y Morineau los informes que los bien informados comerciantes neerlandeses publicaron en Ámsterdam. Los holandeses, sin embargo, también obtenían su información sobre todo de registros oficiales, sólo que de un nivel de la administración distinto del que Hamilton sacó sus series, como ha señalado Antonio García-Baquero, el de los registros de los barcos individuales.¹³ García-Baquero ha podido acceder a estos datos y corregir la serie de Morineau para el periodo de 1717 a 1778.

    Al observar la gráfica I.3, salta a la vista que hasta 1600, según la serie Hamilton, la que para este periodo sigue siendo generalmente aceptada, casi toda la producción de plata americana registrada en las reales cajas se exportó a Europa, de 1554 a 1599, el sorprendente 97.8% (para este cálculo he convertido los pesos de Hamilton de 450 mrv., en tales de 272 mrv.).

    La discrepancia entre Hamilton y Morineau se produjo sobre las décadas siguientes. Pues, el primero observó una baja dramática de las llegadas de plata a España, tanto en términos absolutos como relativos respecto a la producción registrada, y Morineau, aunque su libro es un verdadero laberinto en el que es más difícil orientarse que en los legajos del Archivo de Indias,¹⁴ mostró primero un estancamiento (mientras que la producción seguía creciendo) y después, en el tercer cuarto del siglo XVII, un aumento tan fuerte que los niveles de importación de plata en la península incluso superaron los de la producción registrada en América, entre 1661 y 1717, en 45%, o unos 235 millones de pesos. Esto, quizá, en cierto grado, pueda explicarse como una extracción del stock acumulado en América en las décadas anteriores, en concordancia con la hipótesis de Carlos Sempat Assadourian sobre la desmonetización del espacio andino como consecuencia de la crisis de Potosí en la segunda mitad del siglo XVII.¹⁵

    Gráfica I.3. Llegadas de metales preciosos a Europa

    (en millones de pesos de 272 maravedís)

    FUENTES: GARCÍA-BAQUERO GONZÁLEZ, Las remesas de metales preciosos, pp. 230-231; HAMILTON, American Treasure, p. 34; MORINEAU, Incroyables Gazettes, pp. 237, 242 y 438; registros según Richard Garner, en su página: <http://www.insidemydesk.com/hdd.html> [consultado el 21 de marzo de 2021].

    Otra explicación sería que el debilitamiento del control de la Corona se expresó en que en aquella época se exportara cada vez más plata no quintada de América. Ahora, la evasión fiscal es difícil de cuantificar con certeza. En la minería hispanoamericana, Humboldt calculó una tasa general de 16.8%,¹⁶ Peter Bakewell consideró que alrededor de 1635, en Potosí, el fraude no puede haber superado 12%, mientras que Pedro Pérez Herrero estimó que por 1666 la tercera parte de la plata no pagaba el quinto real.¹⁷ Al señalar la diferencia entre producción y exportación a Europa mostrada por Morineau, TePaske opinó que era sobre todo la plata de fundición la que entraba al fraude. Era más difícil de controlar, pues los funcionarios fiscales que no tenían modo de anticipar la producción, como sí la tenían en forma de la correspondencia del azogue entregado a los mineros y la cantidad de la plata manifestada a la caja real. Así se explicaría porqué precisamente en la segunda mitad del XVII, cuando el abasto con mercurio estaba en crisis y los mineros recurrieron en creciente medida a la fundición, las importaciones superaron los niveles oficiales de producción.¹⁸ Si aceptamos, sin embargo, esta interpretación, y dada también la importancia que la plata de fuego tenía en los registros oficiales, nos obligaría a repensar la historia de la producción minera, que siempre se ha fijado sobre todo al uso de la amalgamación.¹⁹

    Hay también datos acerca de la exportación ilegal de plata, pero por lo general no sabemos si se refieren a plata quintada o no. El cálculo de Zacarías Moutoukias de que en el siglo XVII cada año se sacaron dos millones de pesos ilícitamente por el Río de la Plata,²⁰ correspondería a 32% de la producción peruana registrada, si se trataba de plata quintada; pero si se trataba de plata que evadió el fisco desde su salida de las minas habría que sumar la cantidad a la producción total, y el fraude entonces sería de 24%. Según los datos de Bonialian, los franceses recogieron de la costa del Pacífico, entre 1701-1726, 54.6 millones de pesos, lo que sería, tratándose de plata quintada, 23% de la producción total registrada y 76% de la producción peruana (si habría que calcularla como plata no quintada sería 43% de la producción peruana).²¹ Estas últimas ya serían tasas enormes, las que probablemente se explican por la situación especial de la Guerra de Sucesión (1701-1713), la que le dio a Francia una participación dominante en las rutas marítimas españolas. Sea como sea, aunque los franceses también se dedicaron al comercio con China, buena parte de la plata que adquirieron ilícitamente en América la llevaron a Europa, y así lo hicieron los otros contrabandistas.

    Dudas quedan. En términos generales, sería de suponer que los registros de la producción son más fiables y completos que los de las transferencias mercantiles. Es difícil imaginarse que la plata no quintada (y transportada en barras, pues no podía entrar en las Casas de Moneda) después se hubiera registrado en los barcos que arribaron en los puertos andaluces; sería más probable al revés, que la plata quintada se escondía para evitar cargos adicionales.²² Pero así no hubiera aparecido en los registros de las llegadas y tampoco en las series de Morineau, si es cierta la interpretación de García-Baquero que las gacetas holandesas se basaban en los registros de los barcos individuales. Finalmente, la sorprendente brecha entre producción y exportación, se abre aún más, es decir, salió más plata de América de lo que el investigador francés pudo indicar, si consideramos que los datos de Morineau no incluyen las exportaciones hacia Filipinas.

    Las salidas transpacíficas

    De las salidas por el Pacífico, desafortunadamente, no tenemos datos tan completos como de las llegadas a Europa. Así, sólo puedo presentar algunos números de manera aventurada. Lo que dejan en todo caso claro es que, aunque en esta ruta el fraude haya sido mucho mayor, salió bastante menos plata al Pacífico que al Atlántico. Según los datos de TePaske sobre las salidas oficiales de plata desde Acapulco (sin duda, considerablemente por debajo de la realidad), entre 1581 y 1660, el flujo transpacífico había sido 4.3% de la producción registrada. Alcanzaba sólo 5% de las salidas a Europa, calculando según la serie de Morineau, y 6.5%, según la de Hamilton. Aun así, fue suficiente para preocupar a los intereses de la metrópoli.²³ Para seguir el juego de números, podemos recurrir a las diferentes estimaciones que Richard von Glahn ha presentado respecto a las llegadas de plata a China por el Pacífico. Si tomo la cantidad más alta que cita, unas 4 688 toneladas, para el periodo de 1550 a 1645 (es decir antes de que según Morineau las llegadas a Europa superaran la producción registrada), ésta hubiera constituido 21% de la producción registrada en esos años.²⁴ Y si usamos la estimación más baja que cita Von Glahn para esta fase, de 675 toneladas, la exportación transpacífica sería 3% de la producción del periodo.

    Y hay más estimaciones. Han-Sheng Chuan cree que durante el siglo XVII fueron dos millones de pesos los que al año fluían hacia China vía Manila.²⁵ Esto nos llevaría a 16.2% de la producción total registrada. Para 1701 y 1750, Mariano Bonialian propone 3.3 millones de pesos como las salidas anuales de América a Manila.²⁶ Esto sería 28.6% de los registros, pero al sumarlos con las salidas a Europa recopiladas por Morineau y García-Baquero, por sí solas 87% de los registros, llegaríamos a 116%, es decir, otra vez las exportaciones americanas superarían la producción. Los 4.2 millones de pesos que los comerciantes mexicanos llevaron a la feria de Acapulco, en 1784, sería 15.7% de la producción registrada hispanoamericana de este año, y 20.7% de la novohispana.²⁷ Esta cantidad ha impresionado a Cao y Flynn. Ellos, a la vez, para el siglo XVIII, consideran probable un flujo anual de 100 toneladas de plata, aproximadamente cuatro millones de pesos, de Acapulco a China.²⁸ Esto sería 24% de los registros del fisco real.

    Ahora, si le sumamos a la serie de Morineau las relativamente reducidas salidas oficiales de Acapulco a Manila recopiladas por TePaske, obtenemos para 1581 a 1660 una exportación de 88.9% de la producción registrada. Si usamos la suma de los datos de Hamilton de 1621 a 1660 (año en que termina su serie) y las salidas de Acapulco, llegaríamos a una exportación total correspondiente a 69.6% de la producción registrada. Pero si creemos en las estimaciones más altas de las exportaciones por Acapulco, las salidas de plata superan la producción registrada ya antes de la época en la cual según Morineau se dio esta situación. Y también después: con los cuatro millones al año propuestas por Cao y Flynn, en el siglo XVIII, las exportaciones serían 108% de la producción oficial.

    En fin, habría que aclarar de qué hay que desconfiar más: de los registros de la producción para el cobro del quinto minero, o de los registros y de las estimaciones posteriores de las salidas. Pero con todo, probablemente podemos decir: en efecto, prácticamente nada de la plata producida se quedaba en América.

    La plata en Asia

    Se ha vuelto un lugar común de la investigación sobre los circuitos de metales preciosos en la globalización temprana decir que la plata no se quedó en España ni en Europa, sino siguió su camino a Asia para terminar en China. En el espacio asiático, las monedas de plata hispanoamericanas se convirtieron en el medio de pago preferido por el comercio de larga distancia y en su unidad de cuenta. Los comerciantes levantinos, por ejemplo, en 1610, les cobraron a los venecianos una cuota de 12% al pagar con monedas de otro origen.²⁹ La Compañía de las Indias Orientales neerlandesa tasó los precios de mercancías como pimienta, estaño o té en reales.³⁰ Otras monedas que circularon en buena parte fueron hechas con metal procedente de América. A partir de 1741, en Medio Oriente y en partes de África se hicieron muy populares los táleros de María Teresa (Maria-Theresien-Taler), de 23.4 gramos de plata, sustituyendo en parte a los pesos americanos.³¹ Uno de los más importantes lugares de su producción fue la ceca de Milán, que se abasteció de plata americana por el comercio del Mediterráneo.³²

    Pero veamos los números, por muy confusos y enredados que sean. La relación entre los flujos en las tres rutas de salida de Europa ya señaladas, por el Mediterráneo, el Báltico y el Cabo de la Buena Esperanza, Attman la ha calculado, en las siguientes proporciones:³³

    Cuadro I.1. La distribución de las salidas de plata hacia Oriente

    Aunque la ruta por el Mediterráneo perdió su gran importancia a más tardar en el siglo XVII, frente al auge de la ruta del Cabo, el comercio del Levante continuó siendo un pingüe negocio y no dejó de ser la puerta de entrada principal de metales al Imperio otomano, el que también recibió monedas de plata por el comercio terrestre con Hungría, Polonia y Rusia.³⁴ Pero en el último cuarto del siglo XVI fueron sobre todo las monedas españolas las que circulaban por el imperio. En la primera mitad del siglo XVII, en varias de sus provincias las cuentas de la administración se llevaron en reales. Uno de los nombres que recibieron era riyal (de real), palabra que se ha conservado como denominación de diferentes monedas nacionales árabes y del Irán hasta la actualidad.³⁵ Los otomanos a la vez mantenían un intercambio con Persia, con una balanza negativa, así que la plata tendía a seguir su camino hacia el este, y lo mismo ocurrió en la vieja ruta del mar Rojo al océano Índico.³⁶

    Desde el Báltico, llegaron materias primas esenciales para las economías más avanzadas de Europa Occidental. Como consecuencia, entraron en ella considerables cantidades de plata en la región. Al mismo tiempo ésta tenía un déficit en el comercio terrestre con Europa Central, lo que produjo cierto reflujo de metales. Pero, en suma, como afirma Attman, la región de Polonia y Lituania mantuvo una balanza positiva con el resto de Europa hasta mediados del siglo XVII y Rusia hasta bien entrado el siglo XVIII (cuando sus propias minas empezaron a suministrarle los metales que necesitaba). Las monedas importadas, en parte reacuñadas, circulaban en Rusia como medio de pago, en parte fueron atesoradas y en parte salieron hacia Persia y Asia Central.³⁷ Según los datos de Attman, Rusia tuvo en 1792 un déficit comercial con Persia de 159 000 rublos, con Asia Central de 284 000 rublos y con China una balanza positiva de 4 000 rublos, los que correspondían más o menos a las mismas cantidades en pesos. Todo indica que en épocas anteriores el déficit había sido más alto.³⁸

    De las tres rutas, ya en el siglo XVII, la del Cabo de la Buena Esperanza era la más importante. Se han elaborado varias series de las exportaciones de plata que realizaron en ella las compañías comerciales, sobre todo, la Vereenigde Oostindische Compagnie (VOC) neerlandesa y la East India Company (EIC) inglesa. Según los datos reunidos por Om Prakash sobre las exportaciones de plata de la VOC y de la EIC a Asia,³⁹ entre 1601 y 1794, las dos compañías habrían exportado 17% de la plata registrada en América a Asia. Ahora, la serie de la EIC está incompleta, pues faltan en total seis décadas. Si asumimos que, entre 1641 a 1660, los ingleses trajeron la cantidad promedio entre las dos décadas adyacentes y que de 1761 a 1794 sus exportaciones se mantenían al nivel de 1751 a 1760, entonces las dos compañías hubieran llevado a Asia 21.5%, entre 1601 y 1794. Estas suposiciones con seguridad son muy inexactas, pero se acercarán más a la realidad que dejar estos 60 años en cero. Podemos limitarnos, sin embargo, a las décadas de las que tenemos datos de las dos compañías y veremos que la llegada de metales por esta vía estaba creciendo: entre 1601 y 1640 era sólo 4.4%, muy poco porque las compañías apenas estaban fundándose, de 1661 a 1700, 18.6%, y de 1701 a 1760, 34.9 por ciento.

    Mas toda esta información no representa las salidas completas de la plata. Carlos Martínez Shaw, tras renunciar a una exactitud que es a todas luces ilusoria, y reuniendo todos los datos manejados a partir de esta información, ha hecho la propuesta que, durante el siglo XVII, por la ruta del Cabo, mediante la navegación de neerlandeses, ingleses, portugueses, franceses y daneses, llegaron al año unas 150 toneladas de plata de Europa al océano Índico.⁴⁰

    Si nos quedamos con estas 150 toneladas, o sea 5 868 384 pesos, al año, saldría que en el siglo XVII 54.5% de la producción americana registrada en las reales cajas se fue a Asia por la ruta del Cabo. Si a partir de las proporciones propuestas por Attman, calculamos, muy aproximadamente, que por el Mediterráneo y el Báltico salieron otras 100 toneladas (3 912 256 pesos, 36.3% del registro), llegaríamos a que un total de 90.8% de la plata registrada salió hacia Asia desde Europa. Ahora, habría que tomar en cuenta que en las salidas de plata del Occidente entraba también la plata producida en Europa. Sumándole entonces a la producción americana la europea, según los cálculos de Soetbeer (1 094 219 pesos anuales durante el siglo XVII), 82.4% del metal disponible (aparte de las existencias) se dirigió hacia Asia vía el Atlántico.

    En este punto debemos recordar que, según Morineau, en el siglo XVII se importaron en Europa montos de plata mayores de los que se registraron en América. Si Morineau tiene razón, su serie se puede interpretar como expresión más fiel de la producción que los registros de la Real Hacienda (lo que implicaría que la producción era aún más alta, porque Morineau no incluye en sus datos la plata salida a Asia). Sumando, entonces la suma de las llegadas a Europa y la producción europea, saldría una tasa de 79% de exportación hacia Oriente.

    Para tener una idea redonda (aunque lejos de ser definitiva) de los flujos de plata americana a Asia, hay que tomar en cuenta la plata enviada de Acapulco a Manila. Pero ya hemos visto que sobre las remisiones transpacíficas hay estimaciones muy divergentes. Así, he optado por calcular con la propuesta de unos dos millones de pesos al año durante el siglo XVII de Han-Sheng Chuan (la que también ha considerado sensata Carlos Martínez Shaw).⁴¹ Con esto, ya llegaríamos a un flujo total de 99.2% de la producción combinada europea e hispanoamericana a Asia, y de 95.3% de la suma de las llegadas de Morineau y la producción europea, es decir, a todas luces casi toda la plata disponible en Occidente iba a Asia.

    Metales y monedas

    Dada su gran difusión, el peso de a 8 acuñado en América se instaló como una moneda de aceptación global. Mas llama la atención que en Europa su circulación quedara muy reducida. Por lo general, los pesos fueron convertidos en monedas locales o reexportados. Lo mismo ocurrió en la India, donde el emperador mogol defendió su soberanía monetaria y las monedas extranjeras fueron fundidas y transformadas en rupias.⁴² En 1726, en Bombay, cerca de 90% de las rupias fueron acuñadas de pesos mexicanos fundidos.⁴³ Efectivamente, gran parte de las monedas no hispánicas de la época fueron elaboradas con metales americanos.

    El análisis químico de monedas arroja luz sobre algunos detalles de estos fenómenos. Muestran que entre 1550 y 1700 las acuñaciones españolas, portuguesas e italianas, pero no las neerlandesas, tenían un notable contenido de plata de Potosí.⁴⁴ Las portuguesas muestran este rasgo a partir de 1578, en concordancia con el auge de Cerro Rico en los años setenta; antes consistían sobre todo de plata centroeuropea llegada a Portugal vía Amberes.⁴⁵ Un análisis de 416 monedas otomanas, acuñadas entre 1574 y 1617, no dice nada sobre le proveniencia de la plata usada, pero destaca el reducido contenido de oro y bismuto, factor que otros han identificado como típico rasgo del metal procedente de Potosí.⁴⁶ Una muestra de 389 monedas, en su mayoría del siglo XVII, sacadas de barcos naufragados en la costa occidental de Australia, presenta un coincidencia química entre las acuñaciones fabricadas en España y Perú, pero no tanto entre España y México, y una similitud del metal usado entre monedas neerlandesas y alemanas.⁴⁷

    Esta mayor presencia de metales potosinos en monedas contrasta con la preponderancia de las acuñaciones mexicanas en los hallazgos de monedas de plata en tesoros y barcos naufragados. Pareciera que las monedas novohispanas circulaban más que las peruanas, y eso ya en épocas en que estas últimas fueron producidas en mayores cantidades. Tal panorama puede ser desconcertante. Incluso en un pecio de la flota de Tierra Firme, de 1622, se encontraron más acuñaciones mexicanas que sudamericanas (cuadros I.2 y I.3).

    Las causas de esta situación probablemente hay que buscarlas en la mala calidad de las monedas fabricadas en Potosí, cuyo impacto negativo se reforzó a partir de un fraude en la ceca potosina, donde en los años cuarenta y cincuenta del siglo XVII los encargados redujeron el contenido de plata de las monedas hasta 50%. Las acuñaciones potosinas sufrieron una pérdida de confianza a nivel global y sólo de mala gana fueron aceptadas en los puertos de las especias.⁴⁸ Como reacción, la Corona española ordenó en un momento que todas las monedas que llegaran desde Perú se fundieran y reacuñaran.⁴⁹ Contrariamente, las monedas mexicanas, también defectuosas pero mejores que las peruanas,⁵⁰ al parecer salieron de España para pagos internacionales. Así, en Países Bajos hicieron sus propias monedas con plata alemana, y exportaron las americanas, con preferencia las mexicanas. Un siglo más tarde, una vez que la Corona tomara las Casas de Moneda bajo su administración directa, la situación parece haberse normalizado. Un navío sueco que naufragó en 1755 de camino de Cádiz a Marsella llevaba unos 25 000 pesos en moneda, 60% acuñados en Lima y el resto en México.⁵¹ No obstante, en estas épocas las monedas novohispanas solían predominar ya por la pura masa de producción. Investigaciones de este tipo aún son muy incipientes, y hay que cuidarse de las conclusiones apresuradas. Por el momento, los datos nos parecen indicar que la mala calidad de las monedas americanas en las tempranas épocas, las volvieron poco populares en Europa y fueron refundidas, o — como al mismo tiempo, sobre todo las mexicanas, eran muy valoradas y necesitadas en Asia— fueron enviadas directamente hacia el Este (donde en parte fueron refundidas también).

    Cuadro I.2. Procedencia de monedas encontradas en varios barcos naufragados*

    * Por lo general, sólo la menor parte de las monedas encontradas ha sido identificada completamente.

    FUENTE: KLEEBERG, Numismatic Finds, pp. 40-41, 107-108, 282, 289-294, 296, 302-303; BARTOLOMEI, "La Jeanne Élisabeth", p. 8; MIRABAL, The Numismatic Collection, pp. 10-21; STEMM et al., The Deep-Sea Tortugas Shipwreck, p. 20.

    Cuadro I.3. Procedencia de monedas de plata encontradas en varios tesoros

    FUENTE: KLEEBERG, Numismatic Finds, pp. 271, 273, 276-277, 279-280, 287.

    La plata en China

    Ahora, ¿qué pasa con la plata en Asia? ¿Fue realmente China el destino final de la plata?

    No hay duda de que la plata llegada de Manila siguió su camino a China. Ya he presentado arriba algunas estimaciones sobre los montos. Es probable que parte de la plata la adquirieran los diversos contrabandistas que acudieron a Manila, pero es igualmente probable que también ellos la emplearan para adquirir mercancía china.

    Últimamente Jacques Melitz ha hecho el esfuerzo, a partir de la bibliografía existente, de construir una serie de las importaciones conjuntas de plata procedente de América (vía Manila) y Europa (vía el océano Índico), entre 1550 y 1820, con dos vacíos de entre 1621 y 1625 y 1701 y 1718, y también de las importaciones japonesas. Como en las importaciones vía el océano Índico entraba también la plata de las minas europeas, he relacionado sus datos con la suma de la producción europea y americana. Para la producción mundial he partido de la hipótesis que la plata japonesa en su totalidad entraba a China, que sus montos equivalían entonces a la producción (cuadro I.4). Para el último renglón del cuadro I.4, he llenado tentativamente los vacíos en la serie de Melitz con las cantidades promedios de las décadas adyacentes.

    Cuadro I.4. Las llegadas de plata a China

    (en porcentajes)

    * Si para este periodo se toma, en vez de la producción registrada, la serie de llegadas a Europa de Morineau, 1.9% llegó a China.

    FUENTE: MELITZ, Some Doubts, pp. 126-127.

    Estas estimaciones muestran una clara tendencia: las entradas de plata en China desde la perspectiva global eran sorprendentemente bajas. Tal vez convenga subrayar que el propósito de Melitz es destacar la importancia de la plata importada para el desarrollo de la economía china, y que el autor consideró la llegada de 27% de la plata mundial (es decir, inclusive la plata japonesa) al Imperio del Medio una estimación razonable.⁵² En vista de su propia serie esto parece más bien una exageración (aunque se confirmaría con los datos del cuadro I.5).

    Veamos otros datos, de diferentes periodos. Muchos autores como Richard von Glahn, para el periodo de 1550 a 1645, optan por yuxtaponer las diferentes estimaciones.⁵³ Consciente de que se trata de un proceder bastante arbitrario, aquí he calculado los promedios de todas las cantidades presentadas por Von Glahn, y, convirtiendo sus datos en pesos de 272 mrv., llego al resultado resumido en el cuadro I.5.

    Tenemos otro lapso de tiempo con información muy detallada. Según el historiador taiwanés Li Longsheng, entre 1636 y 1644, a China llegaron anualmente desde Japón 2 758 140 pesos (43.6%), vía el Pacífico 2 934 192 pesos (46.4%), y por intermediación de la VOC 629 873 pesos (10%) (esta última cantidad, por lo tanto, no retrata la totalidad de la plata llegada desde el Atlántico).⁵⁴ Esto significaría que 28.7% de los metales registrados en América y en Europa en esta época había llegado a China, y de la suma de las llegadas —según Morineau— y de la producción europea 33.8%. Si incluimos las llegadas desde Japón, considerándolas como equivalentes a la producción nipona, casi la mitad de la producción mundial hubiera llegado a China en esos años. Las tasas han crecido, pero las estimaciones de Li Longsheng son las más altas de las

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