Extraviada en la niebla: Sarah Whitman, #2
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En "Se Busca, La misteriosa desaparición de Sarah Whitman", tras su rompimiento con una famosa modelo, Ralph Meyer tiene una cena amistosa con su anterior pareja, Sarah Whitman. Luego de esa primera cita, planean un viaje de fin de semana a la cabaña que él le regaló cuando eran novios, para enfrentar los fantasmas del pasado y propiciar una reconciliación. La casa de campo está ubicada en un lugar enigmático, famoso por los eventos extraños y misteriosos que se suscitan allí. Contra todas las advertencias de su madre, Sarah se irá con Ralph y, al llegar a la cabaña "Mi estancia", se desencadenará una serie de hechos siniestros que, además de enseñarles secretos del mundo mágico que habita en la naturaleza, les revelarán porqué. aquel lugar, en el que se dan tantas desapariciones, lleva el nombre de "La boca del diablo". Ahora, en "Extraviada en la niebla", se suscitarán importantes eventos paranormales que llevarán a Ralph a emprender la búsqueda de Sarah en el Más Allá,
Maria Florinda Loreto Yoris
María Florinda Loreto Yoris, nacida en Caracas, Venezuela, el 24 de mayo de 1969. Publicista de profesión, comunicadora por vocación. Amante de la lectura y la escritura, durante veinte años se dedicó al estudio de diversos temas relacionados con el Ocultismo y el Misticismo. Se estrenó en la escritura de relatos con “Revelación de medianoche” en la obra “MEDIUM, historia de un corazón sensible”, en coautoría con Salvador de Ávila. Ha iniciado la serie "Mundo de Hadas" con la antología de cuentos "Viaje al Mundo de las Hadas". El mundo de sus historias, algunas de ellas de tipo paranormal, nos introducen a escenarios que existen en alguna dimensión diferente a la nuestra, en ella nos mueve y nos envuelve con tal naturalidad que parece que caminamos en una calle común. Ha escrito también novela policiaca con un alto grado de realidad.
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Extraviada en la niebla - Maria Florinda Loreto Yoris
Derechos reservados
María Florinda Loreto Yoris 2023
EXTRAVIADA EN LA NIEBLA
Autoedición
María Florinda Loreto Yoris
Revisión
Félix Loreto
Maqueta
María Florinda Loreto Yoris
Diseño de portada
María Florinda Loreto Yoris
Foto tomada de Internet
Derechos a quien corresponda.
CAPÍTULO 1
Con cautela, Ralph caminó en medio de la oscuridad hasta donde se encontraba el cuerpo decapitado de la muñeca, para examinar la base del columpio. Al poner la mano en el brazo izquierdo del aparato, la cadena que sostenía el asiento se desprendió y el crujido lo asustó. De inmediato, se arrodilló y, al constatar que la pieza de tela azul que brillaba sobre el césped era el suéter de Sarah, sintió que la ira se apoderó de él. Su rostro se puso color sangre a causa de la furia. Las venas del cuello sobresalían como cuerdas purpúreas. En ese momento, se dio cuenta de que Harold estaba detrás de él y cerró los ojos para contener la cólera que no debía dejar estallar.
—Lo lamento, Ralph...
—¡No está, Harold! Se la han llevado quién sabe a dónde... —sollozó con lágrimas de rabia y con la voz entrecortada.
—Comprendo tu ira, Ralph. Sin embargo, es mejor que volvamos con los Harris, no debemos estar aquí.
Pero Ralph se negaba a irse y daba puños contra el césped empapado por la tormenta. Luego de unos segundos de descarga emocional, aprovechó el momento de silencio que siguió para inhalar profundamente varias veces y, aún tembloroso de rabia, consiguió dominarse para hablar con Harold.
—¿Hasta qué hora están abiertos los portales?
—No se sabe a ciencia cierta. De hecho, hay quienes dicen que durante cuatro días no debemos exponernos.
—¡Cuatro días es demasiado tiempo!
—Depende de la dimensión en la que estemos atrapados —respondió Harold consternado—. Recuerda que encontré a otra familia viviendo en mi casa y yo tampoco sé dónde están mi esposa y mis cuñados.
—Esto es demasiado confuso, Harold. ¡Debe haber algo que podamos hacer!
—Por lo pronto, sugiero volver a casa de los Harris. Aquí no nos podemos quedar, y mucho menos bajo la tormenta.
Ambos se miraron directo a los ojos y Ralph accedió, mientras oprimía contra su pecho el suéter de Sarah. Sintió que necesitaría de toda su determinación para atravesar corriendo de nuevo el sendero sinuoso que llevaba a casa de los Harris, pero su principal motivación era ahora buscar a Sarah hasta encontrarla, así fuera en el propio infierno.
Al llegar, no hubo necesidad de llamar. William Harris los esperaba en la puerta, mientras Margaret asistía a Bridget que en ese momento era presa de los nervios.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó Harris, mientras miraba el suéter azul que Ralph traía en la mano.
—Me temo que ha ocurrido lo que era de esperarse —respondió de inmediato Harold.
—¡No, mi hija no! —gritó Bridget.
—Calma, todavía no sabemos qué sucedió —dijo Harold.
—No me mientan. ¿Sarah está muerta?
—No lo sabemos, Bridget. El hecho es que desapareció y encontré su suéter debajo del columpio, al lado del cuerpo decapitado de la muñeca —se apresuró a responder Ralph y bajó la cabeza.
—¡Esto no puede estar sucediendo, debe ser una pesadilla! —sollozó ella con las manos cubriéndole el rostro.
—¿Harris, usted sabe de qué manera se puede cruzar el portal? Debe haber alguna manera de rescatar a Sarah.
—No insistas, Ralph. Sería como buscar una aguja en un pajar —replicó Harold.
Después de secarse y cambiar su ropa empapada por la lluvia, gracias a la que Harris les proporcionó, Harold y Ralph regresaron a la sala para retomar la conversación.
—Harris, usted debe conocer alguna manera de acceder al Más Allá —dijo Ralph en tono imperativo.
—¿Al Más Allá? ¿Y dónde estamos? —sollozó Bridget, secándose las últimas lágrimas con el pañuelo que Margaret le había prestado.
Harris sacó los cigarrillos del bolsillo, vio que el paquete estaba vacío y lo aplastó, arrojándolo a la chimenea, antes de dirigirse a todos con solemnidad.
—Sí, conozco una manera de acceder al Más Allá, pero no deja de representar un peligro. Sin embargo, esta es la primera vez que un caso me toca de manera directa por ser ustedes mis invitados, así que pongo a su disposición todo lo que sé.
—No quiero perder tiempo ¿sabremos dónde está Sarah? —preguntó Ralph, impaciente.
—Eso solo podremos averiguarlo enfrentando el peligro de invocar las voces del Más Allá—respondió él con voz profunda.
La lluvia parecía haber cesado, pero los truenos continuaban y el interior de la casa de los Harris seguía apenas iluminada por la luz de las velas y el fuego de la chimenea.
—Antes de comenzar, debo decirles algunas cosas importantes.
—Siempre que sea información útil y necesaria, estoy seguro de que todos estamos dispuesto a escucharlo, Harris. —dijo Harold y se sentó al lado de Bridget, después de hacerle una seña a Ralph para que tomara asiento junto a él.
—Todos hemos oído hablar de la Ouija, el famoso juego del vaso que supuestamente nos permite hablar con los espíritus. Miles de niños y adolescentes usan la tabla para recibir respuestas del Más Allá, inmersos en la ignorancia y enfrentándose a diversos peligros. Hay graves errores que jóvenes y adultos cometen al realizar estas sesiones, sin saber con qué están contactando y a qué peligros se exponen.
—He escuchado al respecto —dijo Ralph.
—Hablar con los muertos es fácil. ¡Claro que es una locura pensar así! ¿Verdad? —intervino Bridget.
—Al menos en principio... Nadie en su sano juicio