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Cuerpo, sociedad y patrimonio
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Cuerpo, sociedad y patrimonio

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El objetivo se centra en exponer teorías, métodos y resultados de investigaciones en torno al cuerpo, su diversidad y su comportamiento sociodemográfico desde el horizonte del patrimonio cultural, en el contexto de grupos sociales particulares de México, trabajos por medio de los cuales se visualiza la importancia de la investigación interdisciplin
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 oct 2023
ISBN9786075397658
Cuerpo, sociedad y patrimonio

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    Cuerpo, sociedad y patrimonio - Anabella Barragán Solís

    Introducción

    ———•———

    Este libro tiene su origen en una serie de ponencias presentadas en el seminario permanente Cuerpo, sociedad y patrimonio, como parte de las actividades del cuerpo académico Cuerpo, sociedad y patrimonio, enah-ca-17, conformado por tres profesores de la Academia de la Licenciatura en Antropología Física de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (enah) y una colaboradora, investigadora de la Dirección de Antropología Física (daf) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah). Tanto el cuerpo académico como el seminario son proyectos colectivos de discusión, análisis y reflexión que dan cabida a la producción científica originada por alumnos en formación, colegas y profesionales de la antropología física y ciencias afines, con el fin de difundir y divulgar la diversidad de las sociedades actuales y del pasado. El objetivo general es complejizar y comprender la diversidad de la corporeidad humana en su expresión física, social, demográfica y cultural, así como el devenir de su desarrollo ontogenético, la enfermedad y las expresiones bioculturales a partir de marcos conceptuales que incluyen la interdisciplinariedad y la multidisciplinariedad. El seminario permanente Cuerpo, sociedad y patrimonio está encaminado a desarrollar esas premisas. Así, durante las sesiones mensuales realizadas en 2016 se logró exponer varios trabajos sobre la diversidad humana como un campo de investigación de la antropología física y su interrelación con el patrimonio cultural y se establecieron diálogos teóricos y metodológicos con otras disciplinas que enriquecen a la antropología física, a través de los cuales se visualiza la importancia de la investigación interdisciplinaria y multidisciplinaria interesada en desarrollar propuestas para el conocimiento, la conservación y el desarrollo del patrimonio cultural.

    Una de las metas del cuerpo académico es la difusión y la divulgación de las propuestas vertidas en el seminario permanente, de donde surge la propuesta editorial de este libro cuyo objetivo se centra en exponer las teorías, los métodos y los resultados de investigaciones en torno del cuerpo, su diversidad y su comportamiento sociodemográfico, desde el horizonte del patrimonio cultural, en el contexto de sociedades particulares en diferentes momentos históricos de México.

    El texto está formado por 10 capítulos elaborados por 12 autores adscritos a seis distintas instituciones de educación superior y centros de investigación: la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la Dirección de Antropología Física, el Centro inah Tabasco, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) y la Facultad de Ingeniería de la unam. El libro se divide con fines didácticos en tres bloques temáticos; sin embargo, esas secciones mantienen los tres ejes básicos de reflexión y análisis: el cuerpo, la sociedad y el patrimonio.

    En el primer bloque, Cuerpo y patrimonio, se exploran aspectos patrimoniales tangibles e intangibles que se materializan y se simbolizan en la corporeidad humana, a través de estudios en poblaciones pretéritas y actuales. Esta sección está compuesta por tres capítulos que se abocan a la discusión acerca del cuerpo como patrimonio y como fuente de información antropológica. Dos aspectos que se privilegian en las tres participaciones es la reflexión y el análisis de la legislación en torno del patrimonio que compete a la antropología física y la disertación acerca de los puntos de contacto interdisciplinario, para desarrollar un diálogo teórico y metodológico creativo y comprometido que permita investigaciones interdisciplinares y multidisciplinares tendientes a la conservación y el desarrollo del patrimonio cultural.

    Esta primera sección abre con el capítulo El cuerpo como patrimonio en México, donde se introduce la problemática de la conceptualización y la formulación normativa nacional e internacional de lo que llamamos patrimonio, tanto en el contexto académico como en el de las instituciones que resguardan los bienes de la nación. Inicia la discusión con el tema del cuerpo humano como patrimonio tangible o intangible y muestra con detalle los intentos de instituciones nacionales e internacionales por definir y normativizar el patrimonio. En este texto se hace una revisión de la reglamentación que existe sobre el cuerpo humano y acerca de cuáles son los límites y los alcances que hay sobre él, para conocer la forma en que se salvaguarda como parte del patrimonio en México.

    El segundo capítulo de esta primera sección, El cuerpo humano: fuente primaria de información, es una aportación que surge de la perspectiva de la restauración y la conservación, a partir de tres interrogantes: ¿por qué es importante y relevante conservar los restos humanos?; ¿para quiénes se conservan?, y ¿cuáles son los motivos de su conservación? A lo largo del texto se desarrolla una argumentación que pretende dar respuesta a estos cuestionamientos mediante el diálogo con diversas áreas que tienen como competencia el estudio del hombre, pues los restos humanos patrimoniales deben ser entendidos como bienes culturales que sirven como fuente directa para el estudio y la comprensión de nuestro pasado; de allí la importancia y la necesidad de conservarlos adecuadamente, con acciones concretas y, sobre todo, a partir de la labor interdisciplinaria. Además, se describen algunos factores de deterioro que afectan directamente a los bienes orgánicos en cuestión y algunas acciones que hay que considerar para su conservación adecuada.

    Osamentas humanas (¿objetos?) patrimoniales es el tercer capítulo de la primera sección en el que, en primer lugar, se aborda la discusión acerca de la labor del Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah) en la protección, la conservación, la restauración, la salvaguarda y el estudio de los bienes patrimoniales, que son los muebles y los inmuebles arqueológicos e históricos, incluidas las osamentas humanas y los restos paleontológicos. Enseguida, el texto se centra en el desarrollo de una autocrítica institucional de la situación de las osamentas humanas, desde el punto de vista de la ética profesional, laboral y conceptual. También, se discuten las problemáticas persistentes que durante décadas han provocado la afectación de los restos óseos como bienes patrimoniales y culturales.

    La segunda sección, Cuerpo, salud y sociedad, incluye cinco temáticas de interés en igual número de capítulos en los cuales se establecen propuestas creativas y novedosas del campo de la salud-enfermedad-atención-prevención y los saberes populares ancestrales como patrimonio intangible de las poblaciones. Se plantea un diálogo con la antropología demográfica y con la ontogenia para dar cuenta de los cambios sociales y culturales que se incorporan en los sujetos y en las poblaciones. Asimismo, se presentan ejemplos de las implicaciones de los contextos socioculturales en la corporeidad humana en diversas temporalidades y grupos sociales específicos y con base en marcos conceptuales y aplicaciones metodológicas diversas, lo que redunda en propuestas fructíferas para el quehacer antropofísico.

    El primer capítulo de la segunda sección, Huellas del dolor a través del estudio de la colección de los cráneos de la Penitenciaría de la Ciudad de México (1901-1914), es un ejemplo del uso polifónico y dialógico de los restos óseos patrimoniales resguardados por el inah. En él se exploran las huellas del dolor y la enfermedad en la colección de cráneos de un grupo de reos de la Penitenciaría de Lecumberri, ubicada en la Ciudad de México, pertenecientes a las primeras décadas del siglo xx, que actualmente forman parte del acervo de la daf. El análisis osteológico y odontológico recupera el contexto de vida de este grupo de hombres en quienes se encuentran indicios de la precariedad y la violencia que bien pueden ejemplificar las condiciones de la población más general de ese establecimiento y que tal vez no hayan sido superadas en las instituciones penitenciarias actuales. El objetivo del trabajo fue rescatar las experiencias de los padecimientos en el contexto de reclusión de ese momento histórico a partir de un análisis interétnico.

    El segundo capítulo de esta sección es Experiencias del parto en dos comunidades de la Sierra Norte de Puebla, cuyo objetivo se centra en describir la experiencia de la atención del parto en un grupo de mujeres de las comunidades indígenas de Tonalixco y Tlaquimpa, ubicadas en la Sierra Norte de Puebla. Los autores utilizan métodos cuantitativos y cualitativos para explicar y comprender las similitudes y las diferencias de la experiencia del parto en esas dos comunidades vecinas. Los resultados de este estudio sorprenden pues demuestran la divergencia sociocultural de este fenómeno. En esta exploración se encuentra la compleja relación entre tradición y modernidad, que se encarna en los cuerpos de las mujeres del estudio y en sus saberes médicos ancestrales, ejemplo del patrimonio cultural intangible.

    En el tercer capítulo de la segunda sección, Identificación de los movimientos que inducen lesiones musculoesqueléticas en el escardado, se muestran los resultados de una investigación que ejemplifica cómo pueden dialogar fructíferamente distintas disciplinas y diversos campos científicos: la ergonomía, la antropología física, la somatología y la ingeniería, enfocados en dar cuenta de una actividad propia de los grupos humanos sedentarios, la agricultura, constituida como un saber humano fundamental para la supervivencia, práctica milenaria que tiene importantes repercusiones en los sujetos. Aquí se analiza la actividad y el esfuerzo físico de algunos campesinos del estado de Puebla y las repercusiones de la repetitividad de los movimientos sobre eventuales lesiones musculoesqueléticas. Se practicó un análisis biomecánico y descriptivo en la etapa de escardado a un grupo de campesinos que cultivan hortalizas y legumbres. Se registró el patrón de movimientos a través de la acelerometría y la fotogrametría secuencial para describir y comprender los movimientos que ejecutan los campesinos, lo que llevó a reconocer los momentos y las regiones anatómicas expuestas a mayor estrés y posible riesgo.

    En el cuarto capítulo de la sección, El fenómeno de cambio secular del crecimiento en escolares de Caxhuacan, una comunidad de la Sierra Norte de Puebla (1978-2014), se presentan los resultados de un estudio longitudinal sobre el fenómeno de tendencia secular del crecimiento en escolares de siete a 18 años de edad, pertenecientes a una comunidad totonaca de la Sierra Norte de Puebla. La información utilizada se recolectó en 1978 y 2014. El análisis de los datos reveló un cambio secular positivo en los indicadores que coincidió con los hallazgos en la literatura internacional. Destaca la problemática global del sobrepeso y la obesidad relacionada con las condiciones de vida y los hábitos de uso del tiempo, la actividad física y la alimentación. De forma paralela, los investigadores reivindican el valor patrimonial de los registros antropométricos ampliamente producidos y utilizados en la práctica de la antropología física.

    La segunda sección de esta obra cierra con el capítulo Diálogo intergeneracional: la transmisión de la experiencia entre abuelos y nietos en Amealco, Querétaro, el cual contiene los resultados del trabajo de campo etnográfico que consistió en la observación y la aplicación de entrevistas a un grupo de adultos mayores, adolescentes y jóvenes de la comunidad de estudio, para describir y analizar la transmisión de la experiencia entre abuelos y nietos, lo que dio pie a reflexionar acerca de la diversidad cultural de la experiencia de la vejez y el envejecimiento poblacional en México, como temas transversales que requieren el diálogo entre diversas teorías, metodologías y disciplinas, y que son particularmente pertinentes para la antropología física, ya que tratan de la última etapa de la vida. Además, en este texto se propone reconocer a los adultos mayores como patrimonio inmaterial puesto que representan la salvaguarda de las tradiciones, las técnicas, las costumbres, los valores y las historias de cada comunidad.

    Por su parte, la tercera y última sección de este libro, Cuerpo y representación, está conformada por dos capítulos en los cuales se entretejen diálogos interdisciplinarios con el arte, el género y la semiótica de la cultura, a través de las representaciones en su calidad de manifestaciones de las creencias y las cosmovisiones del mundo, en objetos que comunican los valores sociales y las diferencias de los roles de género. Aquí se desarrollaron propuestas que abren el abanico de posibilidades del hacer antropológico y antropofísico en particular. En el primer capítulo de esta sección, Cuerpo y arte en el quehacer etnográfico de la antropología física, se aborda un tema que ha interesado a la antropología desde su génesis: el arte; el texto presenta una argumentación en torno de la relación del arte y la antropología desde la perspectiva etnográfica y su pertinencia teórica y metodológica para el campo antropofísico, a través de la corporeidad y el género como ejes de exploración y análisis, siguiendo las propuestas de Eli Bartra como núcleo metodológico. Se anotan algunos ejemplos de objetos artístico-artesanales producidos por creadores/as populares, extraídos de diversas experiencias de investigación etnográfica, lo que muestra las posibles temáticas que hay que explorar cuando se realiza el trabajo de campo, asumiendo la creatividad artística como un aspecto universal de las sociedades y como un vehículo de comunicación de la cultura.

    El último capítulo de la tercera sección presenta un ejemplo aplicativo de la propuesta anterior en los mensajes plasmados en los objetos de arte funerario: los epitafios. El capítulo se titula El panteón de Nopala de Villagrán, Hidalgo: representaciones del cuerpo, y en él se explica cómo los pequeños textos o versos destinados a honrar a los difuntos materializan la continuidad de una práctica milenaria que data de la antigüedad griega y romana y analiza el caso particular de los epitafios del panteón o camposanto de un municipio del estado de Hidalgo, en el que se buscó identificar las representaciones del cuerpo y los valores sociales en torno del género. La autora de esta investigación estudia, de manera paralela al análisis semiótico de los versos, el territorio de los cementerios como patrimonio, en su carácter de espacios artísticos y arquitectónicos que conforman jardines en los que además de encontrarse los mensajes de la eternidad se halla la botánica local y representan espacios propicios para la reflexión; de allí la importancia de su conservación y su cuidado.

    Este libro, elaborado a partir de diversas temáticas y campos de la antropología física, desarrollados desde diferentes horizontes conceptuales y metodológicos, muestra, a lo largo de sus páginas, un diálogo interdisciplinario entre la ontogenia, la corporeidad, la osteología, la somatología y la demografía antropológica, con la conservación, la ética, la filosofía, el arte, la semiótica de la cultura, la historia, la ergonomía, la antropología médica, la medicina tradicional y la perspectiva de género, entre otros campos científicos, y promueve la reflexión y el cuestionamiento de las propuestas que se encuentran entre sus líneas; a su vez, estimula el encuentro y la colaboración con profesionales de la antropología y otras disciplinas. En este caso, resultó en una obra que bien puede leerse libremente por secciones o por capítulos individuales, pues ambas formas son en sí mismas conjuntos particulares de ideas y proyectos por desarrollar, que abordan con mayor o menor profundidad la problemática del patrimonio como eje que aglutina la corporeidad de grupos sociales y problemáticas específicas.

    Debemos subrayar que las temáticas expuestas en este texto son tan sólo una muestra de la diversidad y la complejidad de los campos de interés de la antropología física. El libro en su conjunto también es una invitación a releer las problemáticas que tradicionalmente han sido motivo de múltiples estudios en la disciplina y, de igual manera, es un intento por valorar el cuerpo como texto, contexto y materialización del patrimonio, a través de múltiples y nuevas miradas para salvaguardar, acrecentar y construir el patrimonio que es, a la vez, nacional y universal.

    Anabella Barragán Solís

    Maria del Carmen Lerma Gómez

    Cuerpo y patrimonio

    ———•———

    El cuerpo como patrimonio en México

    ———•———

    Maria del Carmen Lerma Gómez*

    RESUMEN

    El concepto de patrimonio cultural es ampliamente conocido; en el discurso académico se ha abordado con profundidad el tema, pero al parecer las normativas de las instituciones que resguardan los bienes de la nación no son muy claras respecto de la inclusión del cuerpo humano como patrimonio, ya sea tangible o intangible. Diversas instituciones a escala internacional y nacional han tratado de definir y normar el patrimonio. En este texto se hace una revisión sobre la reglamentación que existe acerca del cuerpo y cuáles son los límites y los alcances que hay sobre él para conocer la forma en que se salvaguarda como parte del patrimonio de México.

    ¿QUÉ ES EL PATRIMONIO?

    La palabra patrimonio proviene del latín patrimonium, que se refiere al conjunto de bienes pertenecientes a una persona natural o jurídica, o afectos a un fin, susceptibles de estimación económica (rae, 2014). Por su parte, el patrimonio histórico de una nación, según el Diccionario de la lengua española, es el conjunto de bienes de una nación acumulado a lo largo de los siglos, que, por su significado artístico, arqueológico, antropológico, etc., son objeto de protección especial por la legislación (rae, 2014). Por su parte, el patrimonio nacional se define como la suma de los valores asignados, para un momento de tiempo, a los recursos disponibles de un país, que se utilizan para la vida económica (rae, 2014). Si se parte de tales definiciones, existen organismos internacionales que tratan de normar o legislar el patrimonio; es el caso de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco, por sus siglas en inglés) que ha contemplado el patrimonio cultural material e inmaterial del mundo. Esta separación del patrimonio cultural es importante en el caso del cuerpo humano, pues ambas concepciones constituyen realidades distintas, y las apreciaciones que existen sobre él varían de país en país, conforme a la concepción y la cosmovisión que se tenga, además de que tiene implicaciones jurídicas diferentes.

    PATRIMONIO CULTURAL MATERIAL E INMATERIAL SEGÚN LA UNESCO

    En necesario cuestionar si el cuerpo es un bien patrimonial. Según Barragán (2012), es patrimonio lo relacionado con la historia, el conocimiento, la memoria colectiva, la posesión, las costumbres, los derechos y la identidad, noción que se encuentra ligada a la cultura. Si se toma en cuenta todo lo anterior, hay varias formas de dividir el patrimonio, dependiendo de los fines que se persigan, ya sean económicos, políticos, sociales, etcétera. Aquí entran en juego organizaciones que tienen injerencia en esas áreas, como la unesco.

    En el ámbito internacional, la unesco, en la conferencia general, durante su decimoséptima reunión celebrada en París en 1972, estableció la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, en cuyo artículo 1 señala que el patrimonio cultural material está conformado por lo siguiente:

    • Los monumentos: que contempla las obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un valor universal, excepcionales desde el punto de vista histórico, artístico o científico.

    • Los conjuntos: conformados por grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad o integración en el paisaje otorgue un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, artístico o científico.

    • Los lugares: son las obras del hombre o conjuntas del hombre y la naturaleza, así como zonas, incluidos los sitios arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico [Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, 1972].

    En este sentido sólo cuando se hace mención de los lugares, en el tercer inciso, se refiere a la parte etnológica o antropológica, como bienes susceptibles de ser admitidos como agentes patrimoniales, sin que esté implícita la forma en que se contempla a los restos humanos o al cuerpo.

    Por otra parte, el patrimonio cultural inmaterial, pese a su fragilidad, es un importante factor de mantenimiento de la diversidad cultural, pues no radica en la manifestación cultural en sí, sino en el acervo de conocimientos y técnicas que se transmiten de generación en generación. La unesco, en el artículo 2 de su Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, llevada a cabo en París en 2003, afirma que este tipo de patrimonio se puede dividir de la siguiente manera:

    • Tradiciones y expresiones orales, incluidos el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial.

    • Artes del espectáculo.

    • Usos sociales, rituales y actos festivos.

    • Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo.

    • Técnicas artesanales tradicionales [Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, 2003].

    En tal sentido, aquí tampoco es explícito el tratamiento del cuerpo humano como bien patrimonial inmaterial. En su reflexión sobre el patrimonio, Barragán (2012) comenta que los antropólogos físicos se han pronunciado por repensar al hombre, pasado y presente, a partir del cuerpo humano, como expresión física de un genoma, patrimonio propio y legado de un largo complejo evolutivo; pero también se debe reconocer que el cuerpo es el vehículo por medio del cual esa concepción del patrimonio inmaterial se manifiesta y es vivida por las diversas culturas y, por lo tanto, así debe ser considerado.

    Los intentos que han hecho las diversas organizaciones al tratar de normar el patrimonio se destacan aquí, pero no es una tarea sencilla, ya que las diversas concepciones que se construyen alrededor de lo que se entiende por patrimonio varía entre países y culturas; sin embargo, las disposiciones que ha establecido la unesco buscan unificar al patrimonio como perteneciente a la humanidad en su conjunto. En el caso de México se ha contemplado la salvaguarda del patrimonio, acción que se ha visto reflejada en los distintos momentos históricos, por lo cual es pertinente revisar el devenir de esta preocupación a lo largo de la historia nacional.

    ANTECEDENTES DE LAS LEGISLACIONES NACIONALES SOBRE EL PATRIMONIO

    Durante el virreinato, el gobierno español se dio cuenta de la necesidad de salvaguardar los objetos que fueran expresiones de la grandeza indígena. Y aunque es una contradicción que durante los primeros años del contacto los religiosos se dieran a la tarea de destruirla, durante el siglo xviii, los estudiosos españoles, criollos y mestizos observaron la importancia de esas obras, por lo que se tiene el antecedente que en 1743 se confiscó a Lorenzo Boturini una serie de códices, mientras que en 1790 se enviaron dos grandes monolitos a la Real y Pontificia Universidad de México (el Calendario Azteca y la Coatlicue). Por otra parte, la Noble Academia de Bellas Artes de la Ciudad de México tenía entre sus colecciones réplicas de estatuas griegas y romanas así como piezas prehispánicas originales. A finales del siglo xviii y principios del xix se organizaron las primeras expediciones arqueológicas al centro el país, Veracruz, Oaxaca y Chiapas (Olivé, 2003).

    Tiempo después, consumada la Independencia, se insistió en formar una Junta de Antigüedades, misma que daría lugar al Museo Nacional, según mandato del presidente Guadalupe Victoria y del secretario de Estado Lucas Alamán. El reglamento del museo, de junio de 1826, identificó ese establecimiento como mexicano y sus funciones eran, entre otras, reunir y conservar cuanto se pudiera y en la forma más exacta el conocimiento del país, de su población antigua, de las costumbres de sus habitantes, del origen y el progreso de las ciencias, las artes y la religión, y de lo concerniente a las propiedades del suelo, el clima y las producciones naturales. Después de los múltiples cambios de gobiernos, en 1865 el emperador Maximiliano estableció el Museo Público de Historia Natural, Arqueología e Historia. Al restaurarse la república, el presidente Benito Juárez mantuvo el apoyo al museo y le reiteró su carácter nacional (Olivé, 2003; González, 1987; Sánchez y Reissner, 1987).

    Durante el porfiriato, el museo tuvo un adelanto notable: en 1887 publicó el primer número de sus Anales, donde se reflejaba el interés por la conservación patrimonial. En los años siguientes este establecimiento se distinguió por las expediciones científicas que llevó a cabo para estudiar los monumentos del país y obtener colecciones arqueológicas y etnográficas. En 1906, Justo Sierra impulsó la creación de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, con el carácter de dependencia autónoma y organismo del gobierno federal, mismo que velaba por la salvaguarda del patrimonio. Con las reformas que tuvo el Museo Nacional surgió el

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