Iluminados por el arte
En las listas del tipo “1,000 sitios que ver antes de morir” nunca faltan dos santuarios europeos de la pintura paleolítica: las cuevas de Lascaux, en Francia, y Altamira, en España. Dicen que en estos museos naturales dieron rienda suelta a sus dotes artísticas los primeros Picassos del mundo hace unos 20,000 años. Asombran e impactan a todos quienes visitan sus réplicas, pues los originales están cerrados al público.
Gillian Morriss-Kay reconoce que se enamoró de Lascaux nada más de verla; sobre todo, “del enorme caballo, uno de los retratos animales más bellos que he visto jamás”, confiesa a . Aunque a esta profesora emérita del Departamento de Anatomía y Genética de la Universidad de Oxford (Reino Unido) le impresionó todavía más la gruta de Chauvet, también francesa, una joya antropológica que conserva más de un millar de dibujos por los que parece que no ha pasado el tiempo. De todos ellos, Morriss-Kay se queda con la figura de una especie de hechicero, mitad hombre y mitad bisonte, que muge mientras abraza
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