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Reflexiones sobre cuerpos momificados
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Libro electrónico353 páginas4 horas

Reflexiones sobre cuerpos momificados

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Reúnen las primeras tesis sobre la existencia de momias en el ámbito educativo y profesional
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 ago 2019
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    Reflexiones sobre cuerpos momificados - Josefina Mansilla Lory

    Deporte.

    LAS MOMIAS Y EL CABELLO: ANÁLISIS DE ELEMENTOS TRAZA

    María Teresa Menéndez Taboada

    En el año 2005 tuve la oportunidad de inscribirme al Proyecto de Investigación Formativa (PIF) Momias y momificación, el cual estaba a cargo de la doctora Josefina Mansilla. Este proyecto, por primera vez en el mundo se impartió en la licenciatura en Antropología Física de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. En ese momento aún no tenía claro qué quería investigar sobre estos peculiares restos humanos, pero sabía que no era una línea muy frecuentada por los colegas.

    A lo largo del PIF me di cuenta que eran pocos los estudios de momias en nuestro país, y que hasta la creación del proyecto Las momias de México, comenzaron a realizarse de manera sistemática y continua bajo la dirección de la doctora Josefina Mansilla y en colaboración con otros especialistas. Por lo que se refiere a los trabajos de titulación, éstos eran nulos al menos desde un enfoque antropofísico. La única tesis que se había presentado al momento de realizar la mía era la de Febe Rojo: Riesgos ocupacionales por manejo de restos momificados (1998), pero su enfoque quedaba claro en su título, y hasta 2006 —bajo la dirección y con el apoyo de la doctora Mansilla y el doctor en física Pedro Bosch— realicé la primera tesis cuyo objetivo era reconstruir, en la medida de lo posible, algo de la vida de los individuos momificados y su población. La tesis lleva por nombre Composición química del cabello de momias prehispánicas: una aproximación a la dieta y al entorno.

    También considero importante destacar que esta tesis no sólo fue el primer trabajo de titulación dedicado a las momias, además fue el primer estudio realizado en México sobre el cabello asociado a este tipo de restos humanos. Esto no lo menciono por presunción, sino para motivar a los futuros colegas a realizar más trabajos de este tipo y que recurran a la verdadera interdisciplina que tanto nos mencionan durante la carrera, en lugar de optar por el camino más conocido, dejando de lado las propuestas de nuevas metodologías o la implementación de avanzadas tecnologías.

    LOS ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS DEL CABELLO

    Wilson y colaboradores (2002) señalan que muchas áreas de investigación se han construido a partir de valiosos filamentos, ya que el cabello proporciona información para conocer la dieta, el estado de salud-enfermedad, el consumo de drogas, el origen geográfico, la exposición a contaminantes, el grupo sanguíneo (AB0), el sexo y la edad, así como también es posible obtener su datación y la recuperación de ADN mitocondrial (2002: 63). Lamentablemente el cabello ha sido poco estudiado por la Antropología; sin embargo, los enfoques no sólo pueden ser antropofísicos, sino también arqueológicos, históricos o meramente sociales.

    El cabello humano¹ jugó un papel muy importante en los albores de la Antropología. Desde los siglos XVIII y XIX, los naturalistas interesados en la Antropología la estudiaron para clasificar a las poblaciones humanas en razas, hoy en día afinidades biológicas o etnicidad; pero también lo hicieron por medio de otros aspectos físicos. Entre estos personajes destacan Blumenbach, Prichard, Broca, Huxley y Haeckel (Sen y Das, 1995: 259). Juan Comas (1957) siguió la tendencia de estos estudios y clasificó el cabello en tres grupos distintos según su afinidad; ese mismo año, Beals y Hoijer establecieron cuatro parámetros según la morfología de los filamentos y la afinidad biológica de los individuos: forma (de lacio a lanoso), textura (de fino a basto), contorno de la sección transversal (de redondo a oval aplastado) y longitud (de largo a corto) (en Reverte, 1999: 278-279).

    Posteriormente comenzaron a realizarse estudios más detallados de otras características del cabello que varían entre individuos o poblaciones y que no son tan evidentes a simple vista, por ejemplo: el ángulo de implantación, la forma del folículo, el patrón de escamas, el diámetro de la médula y la forma de las puntas y las raíces. En 1943, Trotter estudió el cabello de las momias peruanas para diferenciar el sexo de los individuos a partir del diámetro de los filamentos, y con el paso del tiempo Nigoyi (1962) hizo hincapié en la importancia de los estudios de cabello con fines forenses para la identificación de las víctimas o los posibles victimarios.

    El color también se ha estudiado, pero no sólo desde la variabilidad a causa de la etnicidad, la edad o la heredabilidad, sino también desde las alteraciones tafonómicas que sufre, justo como ocurren en los estudios realizados por Aufderheide (2003) que analizan los cambios por exposición al sol, la proliferación de hongos y las diversas condiciones medioambientales, que pueden decolorar el cabello oscuro, tornándose rojizo (2003: 341).

    EL CABELLO TAMBIÉN HABLA

    Tal y como lo señaló Thijsse desde 1948, al compararlo con otras muestras biológicas que pueden obtenerse de un individuo, el cabello tiene varias ventajas: la sangre y la orina sólo nos brindan información reciente del organismo, mientras que el cabello abarca un periodo prolongado hasta de varios años atrás. Además, los elementos químicos se presentan en niveles más elevados y por lo tanto los resultados son más sensitivos y precisos (Bass et al., 2001: 472). Otras grandes ventajas del cabello son su sencilla recolección, transporte y almacenamiento, así como su configuración química,² lo cual lo convierte en uno de los tejidos más resistentes a la destrucción (Sandford y Kissling, 1993; Hansen y Asmund, 2002 y Aufderheide, 2003).

    Las concentraciones de elementos traza en el cabello comenzaron a determinarse desde 1929, y desde entonces se han establecido correlaciones entre estos elementos químicos y diversos aspectos de un individuo o sus poblaciones (Bass et al., 2001: 472). Particularmente el análisis de estos elementos como método para la reconstrucción de la dieta de poblaciones antiguas, hizo su aparición en el mundo científico a mediados de la década de los años setenta y continuó a la alza durante los años ochenta (Rodríguez y Cárdenas, 2001 y Sanford, 1993).

    Aufderheide (1989: 240) señala que el análisis de los elementos traza³ tiene las siguientes aplicaciones en Antropología: 1) Estudio de la dieta: a partir de los elementos traza es posible aproximarse al menú (alimentos utilizables), la dieta (alimentos consumidos) y la nutrición (valor salutífero de los alimentos); 2) Predicciones del efecto sobre la salud: déficit o exceso de elementos que producen síndromes o enfermedades en el organismo; 3) Correlaciones conductuales: estratificación social, matrimonios, migraciones, entre otras.

    Además de estas aplicaciones, Rodríguez (2003) agrega que es posible estimar la edad al momento del destete y conocer los indicios medioambientales en los que vivió el individuo. Debido a que la composición química varía a lo largo de un solo cabello, la raíz puede revelar información sobre la forma de vida poco tiempo antes de morir, mientras que la punta refleja hábitos o eventos pasados (dependiendo del largo de la cabellera y tomando en cuenta que el cabello crece en promedio 1 cm por mes); por su parte las actividades ocupacionales pueden afectar principalmente la superficie del cabello, mientras que la dieta se ve mayormente reflejada en sus capas más profundas del mismo (Brothwell y Grime, 2002: 69). La dieta de los grupos culturales en las distintas regiones puede dar lugar a variaciones en las concentraciones de elementos traza. Este mismo autor señala que los principales hallazgos de interés bioantropológico en la reconstrucción de antiguas dietas son la proporción dieta vegetal/dieta cárnica y sus fuentes marina y/o terrestre. Para este propósito un marcador químico debe ser exclusivo para una categoría de alimento, absorbido por el cuerpo y almacenado en el mismo, conservarse en el cuerpo y no alterarse por fenómenos postmortem y ser medible (Rodríguez, 2003: 314).

    ALGUNOS ESTUDIOS ANTROPOLÓGICOS CON CABELLO DE MOMIAS

    Fuera de nuestro país, los elementos químicos del cabello en restos momificados se han estudiado a través de diversas técnicas; especialmente predominan los trabajos enfocados a la reconstrucción de dietas antiguas, pero también podemos encontrar algunos dedicados a determinar concentraciones de contaminantes y la presencia de enfermedades. Por ejemplo, Nicotine and Nicotine Metabolites in South American Pre-columbian Mummy Hair es un trabajo donde Cartmell y colaboradores (2001) analizaron el cabello de 144 momias de Chile y Perú para encontrar nicotina, estas momias fueron datadas con una antigüedad de 4 000 años; las técnicas empleadas fueron por radio inmunoensayo o RIA, por sus siglas en inglés, y la cromatografía de gases con espectrometría de masas (GC/MS). La ingesta o inhalación de tabaco permiten la absorción de nicotina, una vez absorbida ésta y su principal metabolito la cotinina, entran en los folículos del cabello y se incorporan al mismo.

    Estos estudios demostraron que la nicotina y su metabolito la cotinina son muy estables y pueden recuperarse satisfactoriamente del cabello; de esta manera se pudo comprobar el uso del tabaco como medicina o para uso ritual en las antiguas culturas a las que pertenecieron estos restos humanos. Además, no se observaron diferencias significativas en torno al sexo de los individuos, pero sí de la edad; los infantes de 0 a 2 años presentaron niveles más elevados de nicotina que los de 3 a 14 años, probablemente debido a la transferencia de la nicotina vía placentaria durante la gestación y la lactancia.

    Du et al. (1996) en el estudio titulado PIXE Elemental Analysis of South American Mummy Hair, emplearon la técnica de inducción de partículas por emisión de rayos X (mejor conocida como PIXE, por sus siglas en inglés) para comparar los elementos traza encontrados en el cabello de diez momias de la cultura arcaica y formativa de la costa norte de Chile con los resultados obtenidos del cabello de individuos actuales. Los elementos químicos hallados fueron calcio, titanio, manganeso, hierro, cobalto, níquel, cobre, cinc, arsénico, selenio, estroncio y plomo; ellos afirman que las concentraciones de estos elementos traza en las momias concordaron con las de los individuos actuales, pero las cantidades variaron. Las momias se caracterizaron por tener mayores concentraciones de manganeso y estroncio, lo cual indica que tenían una dieta basada principalmente en alimentos vegetales; por su parte, los individuos contemporáneos presentaron un alto contenido de plomo debido a la contaminación atmosférica. Vale la pena señalar que algunos cabellos de los restos momificados presentaban una coloración rojiza, lo cual se reflejó en una mayor concentración de arsénico y hierro, a diferencia de aquellos que no estaban pigmentados. Por otro lado, el único infante momificado de la muestra (de cuatro años de edad), presentó bajos niveles de calcio y estroncio, lo cual se asoció a una deficiencia de calcio y, por lo tanto, a un retardo en el crecimiento del individuo.

    Trace Element Analysis of Egyptian Mummy Hair by X-ray Fluorescence Spectrometry es un estudio donde Parnigotto et al. (1982) detectaron los niveles de elementos traza con la técnica de fluorescencia de rayos X en el cabello de diez momias egipcias; además observaron las muestras con el microscopio electrónico de barrido (MEB) antes y después de lavarlas para apreciar la eficacia de este proceso. También se compararon los resultados con los del cabello de individuos modernos y momias peruanas antiguas. Se encontraron elementos como el azufre, vanadio, calcio, manganeso, hierro, cobre, cinc y estroncio; pero debido a su correlación con la dieta sólo se cuantificaron cinco de ellos: manganeso, hierro, cinc, cobre y estroncio. En conclusión, los niveles de hierro fueron elevados en las momias debido a la contaminación de la tierra donde se encontraban depositadas; por tal motivo, los autores sugieren someter a un análisis esta tierra para comprender mejor el comportamiento de los elementos químicos. Por su parte, las microscopías presentadas en este estudio permiten apreciar que el lavado del cabello elimina la mayor parte de las partículas de tierra y tejido adheridas en la superficie.

    En cuanto a la dieta, los autores refieren que los individuos contemporáneos consumen más carne de lo que se acostumbraba en la antigüedad, ya que presentaron concentraciones más elevadas de cinc y cobre; por último, los infantes momificados tenían niveles de cinc aún más bajos que los adultos, debido a que consumieron todavía menor cantidad de carne. Estos científicos aclaran que a esta edad la dieta está basada principalmente en leche y alimentos blandos, además de que por su estrato dentro de la sociedad no tenían el mismo acceso a la carne que los adultos.

    Por su parte, González et al. (1991) utilizaron un espectrómetro de absorción atómica para estudiar ocho muestras de cabello de individuos prehispánicos de Gran Canaria para encontrar elementos traza asociados a la dieta. Al comparar la muestra con un grupo de individuos actuales, notaron que los individuos prehispánicos, significativamente tenían menor concentración de cinc y cobre, así como mayor concentración de estroncio, hierro, plomo y manganeso, mientras que el calcio no presentó diferencias entre ambos grupos. Tal y como mencionan los autores, la mayor cantidad de manganeso en la muestra prehispánica se debe a la contaminación de la tierra, mientras que el cinc y el cobre están asociados a una dieta basada principalmente en la carne, mientras que el estroncio, está vinculado con una dieta mayoritariamente vegetariana. El consumo de vegetales era característico en la dieta de las poblaciones prehispánicas; lo cual se pudo corroborar en este estudio, que se titula Trace Elements in Prehispanic Hair Samples of Gran Canaria. En este artículo también se mencionan los factores que pudieron propiciar una dieta vegetariana en dichas poblaciones, como el clima subdesértico, la alta densidad poblacional y una gran jerarquización social.

    Otro estudio importante es Trace Elements in Ancient Peruvian Mummy Hair: A Preliminary Report, en esta investigación Wolfsperger et al. (1993) analizaron 46 muestras de cabello de momias peruanas del periodo Preinca; de éstas, 20 eran de Cahuachi, Huayuri y Brujo, y se enterraron sin envolver en fosas de piedra; 17 provenían de Las Trancas y entraron totalmente envueltas con gruesas capas de algodón, y las nueve restantes eran de Pacatnamu, las cuales fueron protegidas con textiles y enterraradas en ataúdes de madera. En el cabello de las momias enterradas sin protección se encontraron altas concentraciones de calcio y estroncio que excedían los rangos fisiológicos usuales, por lo tanto argumentan que esto se debe al enriquecimiento postmortem de dichos elementos derivados del suelo. En contraste, las momias protegidas mostraron niveles de calcio y estroncio concordantes con los rangos establecidos para individuos contemporáneos.

    Es importante señalar que, entre los dos grupos de momias enterradas indirectamente, las provenientes de Las Trancas presentaron mayor concentración de manganeso, níquel y bario, los cuales son elementos asociados a una dieta vegetariana y sirven como indicadores de la poca disponibilidad a proteína animal en esta cultura y revelan su acceso a alimentos como el maíz, papas y legumbres que son producto de la agricultura intensiva en esta región. Por lo tanto, los individuos de Pacatnamu eran más carnívoros que los de Las Trancas, y la diferencia en el contenido de minerales en el cabello de ambos grupos principalmente se debe al impacto de la dieta, y no a la contaminación externa, ya que los especímenes tuvieron una baja exposición a contaminantes gracias a las prácticas funerarias de sus sociedades.

    Robert Benfer et al. (1978) es uno de los autores más citados en este ámbito, en particular por su artículo Mineral Analysis of Ancient Peruvian Hair. Él recurrió a cuatro técnicas diferentes para analizar el cabello de nueve momias peruanas con una antigüedad de 8 830 a 3 270 años antes de nuestra era; además de estas técnicas basadas en el principio de la absorción atómica, utilizó el microscopio electrónico de barrido para apreciar el estado de conservación de las muestras. Con la absorción atómica de flama encontró cinc, cobre, hierro, magnesio y calcio; con la absorción atómica en horno detectó cromo, manganeso, cadmio y plomo; asimismo, al emplear la espectrometría por emisión de flama, identificó al sodio, potasio y estroncio; mientras que con el análisis de nitrógeno de Kjeldahl sólo obtuvo nitrógeno. En estos resultados se puede apreciar, en primera instancia que existe una diferencia notable entre técnicas, y que en ninguna se hallaron los mismos elementos químicos; además se aprecia que en las técnicas de absorción atómica se puede obtener un mayor número de elementos, mientras que con el último sólo se obtuvo un elemento mayoritario.

    De los minerales analizados, sólo el cinc y el cobre permanecieron bajos, mientras que el resto tendía a incrementarse. Este hecho puede deberse a la contaminación por la tierra o tal vez, refleja la composición mineral real del cabello asociada a la influencia de la dieta. A su vez, el hecho de que el cinc y el cobre mantengan niveles similares entre las muestras, indica la estabilidad química de estos elementos y de la matriz del cabello donde se localizan. También encontró que los niveles de nitrógeno tienden a disminuir con el paso del tiempo. Por otro lado, los niveles de cromo indican que los individuos de la muestra no padecieron diabetes, ya que si las concentraciones de cromo son menores a 100 partículas por millón, la posibilidad de padecer esta enfermedad es segura. Cabe mencionar que, comparado con muestras modernas, el cabello estudiado se encontraba en buen estado de conservación. Por último, el autor también recomienda que para obtener resultados más certeros y comprender mejor el comportamiento de los elementos químicos, se haga un análisis de la tierra en donde se encontraron los restos humanos a estudiar.

    Por otro lado, Trace Elements in Historic Greenlandic Hairsamples de Hansen y Asmund (2002) es el único trabajo que encontré sobre el estudio de una dieta marina y la contaminación atmosférica. En él se presenta el análisis del cabello de las momias de Qilakitsoq del siglo XV y las de Pisiserfik del siglo XVI; además se empleó un grupo de control conformado por pobladores actuales de Greenland, Dinamarca. En comparación con el grupo de control, las momias de Qilakitsoq presentaron altas concentraciones de selenio, que es un micronutriente esencial y es principal indicador de un consumo de alimentos marinos. Esta condición refleja un cambio en la dieta marina a través del tiempo. Con respecto al mercurio, que también es un indicador de dieta marina y es conocido como un elemento xenobiótico y neurotóxico, su concentración fue más elevada en los individuos contemporáneos, lo cual indica la presencia de la contaminación antropogénica de los océanos que se ha hecho presente desde la época de la industrialización. Por su parte, las muestras de Pisiserfik fueron analizadas para estos mismos elementos y ambos fueron encontrados en menor cantidad, esto indica que consumían menos alimentos marinos que la gente del siglo XV, además de que no vivían en la costa. Al comparar la muestra más antigua con la más moderna, esta última tiene una concentración de Hg tres veces mayor, el motivo es el incremento de la contaminación. Los humanos del siglo XX presentaron menos selenio que las momias, debido al consumo de alimentos pobres en selenio y un mayor acceso a alimentos terrestres.

    Al comparar estos resultados con los de pelos de focas del siglo XV y del siglo XX, se observó el mismo comportamiento en el mercurio, debido a que la contaminación también ha afectado a estos mamíferos. Por lo que se refiere a los niveles de selenio, no hubo diferencias entre ambos grupos debido a que siempre han tenido una dieta marina. En conclusión, se observó que entre los pobladores de Greenland hubo un cambio en la dieta y un incremento de la contaminación ambiental a través del tiempo; lo cual puede llegar a ser preocupante para la salud si alcanza un alto contenido de mercurio y un detrimento en la concentración de selenio en el organismo.

    Por su parte, Brothwell y Grime (2002) analizaron el cabello del cuerpo preservado del Hombre de Hielo y lo compararon con el pelo de venado rojo descubierto en el mismo lugar; encontraron algunos elementos en el cabello del humano que no estaban presentes en el venado, como ocurre con el sodio (Na). Por lo tanto, los autores se cuestionan si las diferencias de Na pueden asociarse con el uso de la sal en la preparación de los alimentos, lo cual sería un indicador de su antiguo uso con estos propósitos; ya que es menos probable que el sodio se explique por la influencia postdeposicional, ya que entonces habría estado presente en ambas especies. Por otro lado, mediante la técnica PIXE se encontraron elevadas concentraciones de cobre (Cu) y arsénico (As), asociados en parte a la influencia de la dieta, el ambiente y la ocupación. La ocurrencia de estos dos elementos en el Hombre de Hielo es muy interesante: el Cu se encuentra esparcido sobre la superficie del cabello y el As se encuentra al interior. Este contraste se explica por el contacto diferencial a estos metales, por lo tanto, debido a que el As es una impureza del Cu, se pudo concluir que este hombre manipulaba objetos de cobre o estuvo envuelto en su producción; de esta forma se absorbió a través de la piel este elemento y/o lo respiró a través del humo generado durante el proceso.

    EL CABELLO DE CUATRO MOMIAS PREHISPÁNICAS DEL NORTE DE MÉXICO

    Gracias a los estudios antes mencionados en el apartado anterior y a varios más, para mi tesis de licenciatura decidí emplear diversas técnicas para la detección de elementos traza en el cabello de cuatro momias prehispánicas; este trabajo lleva por título Composición química del cabello de momias prehispánicas: una aproximación a la dieta y al entorno. Su objetivo principal era conocer los elementos químicos presentes en el cabello de momias para determinar algunos aspectos de la dieta de la población a la que pertenecieron y comparar estos resultados con los obtenidos de individuos contemporáneos. Además se desprendieron otros objetivos: analizar muestras de tierra asociadas a las momias para descartar con mayor precisión los elementos provenientes del suelo, así como establecer las ventajas y desventajas de las técnicas analíticas empleadas. Todo esto me permitió reconstruir el contexto biológico y social de estos individuos y su sociedad.

    COSTUMBRES FUNERARIAS Y MOMIFICACIÓN EN LA SIERRA TARAHUMARA

    Las sociedades prehispánicas basaban su existencia en la relación que guardaban con la naturaleza, de tal forma que los rasgos culturales distintivos de cada grupo se originaron debido a la vinculación intrínseca con los elementos más destacados del paisaje, como cerros, montañas, corrientes de agua y cavidades naturales. Desde esta perspectiva simbólica y natural, el uso de las cuevas se ha hecho presente desde los orígenes del ser humano. En un inicio se adentraron en las cuevas en busca de refugio y abrigo para satisfacer las necesidades de supervivencia, generándose el uso habitacional de las cuevas (Cruz, 2000: 1). Posteriormente, con el desarrollo de la cultura y la complejización de sus formas de vida, a esta relación se incorporó el carácter simbólico, confiriéndole a las cuevas asociaciones de tipo mágico, mítico y religioso, algunas de las cuales permanecen hasta nuestros días (Cruz, 2000: 1).

    En México, según Cruz (2000), esta relación ha sido una constante cultural que comenzó con los primeros pobladores y se desarrolló durante la época prehispánica. Dos grandes tradiciones culturales han influenciado el uso simbólico de las cuevas y abrigos rocosos en el territorio nacional: la de Mesoamérica y la de

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