El legado eterno: Más allá del tesoro: una travesía hacia el legado ancestral y el autoconocimiento

Por Agustin Rosa Marin

Bajo el manto estrellado del pequeño y místico pueblo de Luque, Pedro inicia una aventura inesperada de pistas que lo sumerge en las profundidades de la tierra y de su propio linaje, en una conmovedora novela de superación personal que entrelaza aventura, tradición y autoconocimiento.

Una historia que nos recuerda que, en medio de la búsqueda de tesoros olvidados, el verdadero oro reside en las conexiones que tejemos con nuestra historia y con aquellos que vinieron antes que nosotros. Una lectura que te invita a sumergirte en la magia de un pueblo mágico y en la eternidad de los lazos familiares.

• Idioma: Español
• Editorial: Publishdrive
• Fecha de lanzamiento: 20 dic 2023

Vista previa del libro

Copywright

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros métodos, sin autorización previa. y por escrito del editor.

La violación de los citados derechos puede constituir delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). Contacta con CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesitas fotocopiar o escanear alguna parte de esta obra.

Si deseas solicitar autorización para la publicación parcial de la obra, contáctanos en [e-mail]

Primera edición: septiembre de 2023

© 2023 Agustín Rosa Marín, Ph.D. Todos los derechos reservados en sus múltiples formatos. Esta obra ha sido traducida a 18 idiomas.

Barcelona, España

Capítulo 1: La encrucijada

Las calles de Luque, con sus empedrados desgastados y sus casas blancas con detalles en ocre, siempre habían sido testigos de la vida de los hermanos Antonio y Pedro. Desde lo alto, el majestuoso castillo mozárabe contemplaba a sus habitantes con la solemnidad de los siglos, recordando a todos el legado de los que estuvieron antes.

Aquella tarde, el sol se ponía en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosas. Las aves regresaban a sus nidos y el aire llevaba el aroma fresco de la sierra Subbética. Pero en la casa de los hermanos, el ambiente era tenso y pesado.

Antonio, con sus más de 1.80 metros de altura, estaba recostado en la puerta, con la mirada perdida en la distancia. Era el retrato del hombre tradicional de Luque: fuerte, con manos callosas y una vida ligada a la tierra. Su postura y expresión eran firmes, pero sus ojos escondían un mar de tristeza.

Pedro, por otro lado, estaba sentado en una vieja silla de madera, jugueteando nerviosamente con las 3,000 pesetas que había ahorrado. Su cabello castaño despeinado y su figura más menuda le daban un aspecto juvenil y ansioso.

—Sabes que no puedes simplemente marcharte, Pedro —dijo Antonio en un tono grave—. El abuelo acababa de dejarnos y ahora, más que nunca, necesitamos estar unidos.

Pedro levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de su hermano. —Lo sé, Antonio. Pero este pueblo, por más que lo ame, no tiene nada más que ofrecerme. Barcelona es una ciudad de oportunidades y sueños.

Antonio chasqueó la lengua con desaprobación. —Siempre con tus sueños. ¿Acaso olvidas quiénes somos? Somos de Luque, Pedro. Nuestros ancestros vivieron y murieron aquí, defendiendo cada piedra de este lugar.

—Y yo lo respeto —replicó Pedro—. Pero no quiero pasar toda mi vida preguntándome qué hubiera pasado si me hubiera atrevido a buscar algo más. No quiero que mis sueños se queden en eso, solo sueños.

Antonio se acercó a Pedro y le colocó una mano en el hombro. —Sé que lo haces por el abuelo. Sé que su muerte te ha afectado. A mí también. Pero salir corriendo no es la solución.

Pedro miró las pesetas en su mano y luego a Antonio. —No es huir, Antonio. Es buscar. Buscar un propósito, una vida diferente, algo que me haga sentir completo.

El silencio se apoderó del ambiente. Ambos hermanos estaban en una encrucijada, atados por la sangre y la tradición, pero tironeados por sueños y deseos diferentes. Las sombras del castillo parecían abrazar