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Obsceno dialecto
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Libro electrónico109 páginas1 hora

Obsceno dialecto

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Maribel Feliú reúne en este libro Obsceno Dialecto diez y seis relatos impactantes, algunos ya publicados en otras ediciones; otros ven la luz por primera vez. En todos encontramos esa fuerza narrativa singular que la coloco hace tiempo en un merecido puesto entre las narradoras más destacadas; con esa capacidad de construir atmósferas usando a la vez el tono íntimo y el omnisciente. Más allá de las clasificaciones posibles, el desdoblamiento en múltiples sujetos líricos ha signado la obra de la Feliú con un inapresable aliento poético que va permeando la prosa, llena de sensualidad y extremos. Sus personajes coquetean y oscilan todo el tiempo entre el placer y el dolor, la rabia y la alegría, la inocencia y el delirio, la soledad y el deseo. Pueden estar en la cresta de la ola, y al minuto siguiente, hundidos en el abismo, en un juego psicológico que la autora maneja como si escribiese en estado de trance, poseída por alguna deidad arrebatada y magnífica. El mundo de estos cuentos se muestra cargado de erotismo, pero elevado a un nivel casi fantasmagórico, rayando en el absurdo o desdibujado por una intensión capaz de desencadenar a todos los demonios. En el laberinto de luces y sombras de los cuentos de esta mujer son muchas las pistas que nos conducen al centro mismo de lo que somos. Y las claves están aquí, para quien quiera y sepa encontrarlas.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento7 abr 2023
ISBN9798215335482
Obsceno dialecto

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    Obsceno dialecto - Maribel Feliu Gómez

    Editorial La orilla Oscura

    OBSCENO DIALECTO

    Cuentos

    © Maribel Feliú Gómez: de los textos

    © Imagen de portada: Ernesto González.

    © Editorial La Orilla Oscura; de esta edición.

    Edición, maquetación y diseño de portada: Beatriz Torrente Garcés.

    Ediciones La Orilla Oscura, Querétaro, México, 2023.

    La Orilla Oscura es un grupo independiente y alternativo. Interesado en promover la literatura cubana de forma voluntaria y sin retribución ni financiamiento alguno de institución, partido político o personalidad alguna.

    Email: editoriallaorillaoscura@gmail.com

    Queda prohibida por la ley cualquier forma de reproducción, distribución o transformación de esta obra si no es autorizada por los titulares de la misma.

    ISBN:

    PROLOGO

    Maribel Feliú reúne en este libro Obsceno Dialecto diez y seis relatos impactantes, algunos ya publicados en otras ediciones; otros ven la luz por primera vez. En todos encontramos esa fuerza narrativa singular que la coloco hace tiempo en un merecido puesto entre las narradoras más destacadas; con esa capacidad de construir atmósferas usando a la vez el tono íntimo y el omnisciente. Más allá de las clasificaciones posibles, el desdoblamiento en múltiples sujetos líricos ha signado la obra de la Feliú con un inapresable aliento poético que va permeando la prosa, llena de sensualidad y extremos. Sus personajes coquetean y oscilan todo el tiempo entre el placer y el dolor, la rabia y la alegría, la inocencia y el delirio, la soledad y el deseo. Pueden estar en la cresta de la ola, y al minuto siguiente, hundidos en el abismo, en un juego psicológico que la autora maneja como si escribiese en estado de trance, poseída por alguna deidad arrebatada y magnífica. El mundo de estos cuentos se muestra cargado de erotismo, pero elevado a un nivel casi fantasmagórico, rayando en el absurdo o desdibujado por una intensión capaz de desencadenar a todos los demonios. En el laberinto de luces y sombras de los cuentos de esta mujer son muchas las pistas que nos conducen al centro mismo de lo que somos. Y las claves están aquí, para quien quiera y sepa encontrarlas.

    MARIELA VARONA ROQUE, narradora y editora.

    A mi amigo

    Angel Santiesteban Prats

    En esta isla lo primero que la noche hace

    es despertar el olfato,

    los cuerpos se encuentran en el olor,

    se reconocen en este olor único

    que nuestra noche sabe provocar.

    Virgilio Piñera

    Miraron atrás sólo una vez.

    Los ojos de las viejas señoras

    se llenaron de un pálido horror.

    Ray Bradbury

    Índice

    CONVIDÁNDOME

    Rojo, / 9

    Convidándome, / 16

    Carlos, ¿sabes tú qué cosa es el amor?

    Dije amor, entonces dije miedo, / 20

    Judit y la yuca de Casimiro, / 29

    La vida también puede ser bailar, / 35

    Por el ojo de la aguja, / 42

    Pájaros de la noche, / 47

    Si vas a comer espera por Virgilio, / 53

    JADEA CARNE

    Elena, / 60

    Las naves se despiden, / 66

    Sombras nada más, / 72

    La carne reza, / 77

    Réquiem por Katherine Mansfield, / 81

    Marbella, / 90

    Del bosque llegas Diana, / 96

    Jadea carne, / 103

    CONVIDÁNDOME

    Rojo

    Papá llegó temprano. Ana le sirvió una taza de café, él encendió un cigarrillo y buscó los periódicos. Yo le quité las botas y acaricié sus pies húmedos.

    Llamaron a la puerta. Él invitó a entrar a los dos señores elegantemente vestidos, y luego dijo: «Están en buen estado. Cuatrocientos pesos y son suyos ahora mismo». Papá acababa de poner en venta el  juego de comedor. Mamá se quedó blanca como una mariposa. Ana puso cara de perro con rabia. El búcaro con flores plásticas se rompió cuando sacaron la mesa. Mamá y Ana lloran, en cambio yo estoy alegre pues no volverán a fastidiarme con eso de que lave las flores con un cepillo sin dientes.

    La abuela masca tabaco. Se mece sin parar. Le ha dado por ponerse a esperar la muerte. Dice que Esmérida, o sea mi madre, no nació para mi papá. A mí también me parece lo mismo.

    Comeremos como los chinos, dice papá, mientras deja caer una docena de cojines rojos. La abuela aplaude. Se imaginan las caras de mamá y Ana. A mí me agrada la idea.

    Mamá está cansada de tanta pobreza. Ana engorda por días. Dice papá que solo piensa en las blusas anchas como el cielo. Tiene musarañas en la cabeza. Es por eso que Ana en cualquier momento va a salir volando. Yo a veces le tengo lástima.

    Están quitando el polvo, que antes no le molestaba a nadie. La cosa es que hasta las telarañas hay que tumbarlas. Extrañamos a las arañas. A papá  le encantan, es por eso que manda a tejer a todo el mundo. A mí no, porque soy la más chiquita. Cuando le da por gritar, « ¡vamos, a tejer!», la situación se pone al rojo vivo. Ana refunfuña en voz baja, «viejo e mierda». Papá le suelta un pescozón. Mamá se eriza como gallina sin plumas, pero termina haciendo la voluntad de papá. Ella no se da cuenta de que papi no puede vivir sin las arañas.

    Esmérida tiene la voz apagada y se pone hojas de salvia en la frente. Me gusta buscarle las hojas, porque me escapo y llego hasta el río. Hablo con los pececitos. Les digo  que papá es rojo. Que estamos comiendo en el piso. Que Ana no quiere a papá. Que mamá siempre se está quejando. Que yo soy tan roja como papá. Y que abuela anda pensativa por los rincones. Subo saltando hasta la mata de guinga y le hablo, porque se pone triste y se enoja conmigo cuando sigo de largo y no le doy un beso. Entonces, sigo por el trillo que inventé yo misma, para cuando peleen en casa salir corriendo y escabullirme entre las yaguas. Ya me han cogido un montón de veces comiendo hierba, tierra, bichos.

    Hoy cacé un chipojo verde, verde y grande. Parecía un elefante. Agarré un palo y empecé a pincharlo. Me dio sentimiento  ver como se encogía de dolor y apresuré su muerte. Le  metí el palo por la boca y se lo saqué por el trasero, ya no le duele. Hice una fogata, lo asé como a un puerco y luego me lo comí. Sabía delicioso. Salí andando hasta el río y recogí hermosas piedras rojas. Las puse en una cazuela. Así, cuando no me dejen salir, puedo conversar con ellas.

    Regresaron los hombres en busca del escaparate. Son deudas que tiene mi padre, y las deudas hay que saldarlas, dice la abuela, mientras escupe en una palangana buches largos y oscuros. Cuando el recipiente se llena, comienza a correr entre nosotros la sangre. Sí, porque es igualita a la sangre. Papá es el que la limpia. Mamá y Ana vomitan como condenadas. A mí no me da nada. Será porque  me gusta el rojo.

    Con el poco dinero que teníamos papá compró una lona roja y la tendió a lo largo de la sala, para poder ver mejor la tele. Es maravilloso ver a papi sentado frente al televisor fumando sin parar. Mamá no, ella protesta por todo.

    Tejen y tejen. Él quiere vernos a todos vestidos de rojo. Están tejiendo, a punto de palomita, medias, corbatas, camisas, pantalones y vestidos. A papá se le ha metido en la cabeza que hasta los blúmeres tienen que ser rojos. Y a

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