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Reversaglio/Nigredo
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Reversaglio/Nigredo
Libro electrónico94 páginas1 hora

Reversaglio/Nigredo

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Este libro contiene dos cuentos de la escritora uruguaya Sofía Rosa: Reversaglio y Nigredo. Ambos cuentos son narrados por niñas y tienen como temas centrales el hogar, la casa, la presencia/ausencia de la madre y la muerte. Escritos en prosa poética, estos relatos nos introducen en los mundos interiores de la infancia y nos permiten observar la vida y experiencias desde la mirada ingenua de sus protagonistas, donde la verdad, la mentira y la fantasía muchas veces no se distinguen. Es un texto lóbrego, oscuro y hermoso.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 mar 2024
ISBN9789569498558
Reversaglio/Nigredo

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    Reversaglio/Nigredo - Sofía Rosa

    Reversaglio / Nigredo

    Sofía Rosa

    ISBN

    : 978-956-9498-50-3

    ISBN DIGITAL:

    978-956-9498-55-8

    RPI

    : 2023-A-1016

    Primera edición 2014, Montevideo, Uruguay

    © 2022 Ediciones Oxímoron

    » Colección |

    E

    N

    DISO

    N

    A

    N

    CIA

    » Paula Gaete |

    EDICIÓN GENERAL

    » Aporía |

    DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN

    » Cristián Elizalde |

    PINTURA DE LA PORTADA

    » Francisca Veas Carvacho |

    ILUSTRACIÓN DEL COLOFÓN

    CONTACTO@OXIMORON.CL

    WWW.OXIMORON.CL

    DIAGRAMACIÓN DIGITAL: EBOOKS PATAGONIA

    WWW.EBOOKSPATAGONIA.COM

    INFO@EBOOKSPATAGONIA.COM

    Reversaglio/Nigredo ganó el Tercer Premio en Narrativa édita en los Premios Nacionales de Literatura del MEC (Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay) en el 2016.

    A Chichí, la abuela de todos

    Tantos escombros dentro de mí,

    ¿cómo vivir con tanta muerte?

    AMÉLIE NOTHOMB, BIOGRAFÍA DEL HAMBRE

    Hoy pongo la música fuerte y me encierro. Cierro las ventanas, las persianas, las cortinas verdes que me cosió mi abuela. Le pongo doble tranca a la puerta y le clavo mi camiseta preferida en la ranura inferior, para que no entre nada. Subo más el volumen. Es un disco viejo y defectuoso. Se tranca. Salta. Me desespera, pero no tengo otro. Me pongo de malhumor, muy enojada y con el martillo que tengo en la mano rompo todos los portarretratos y adornos. No dejo ninguno. La habitación se alfombra de astillas. Recuerdos rotos que debo empezar a recomponer.

    Espejos vacíos

    Otro es el que se fue

    OLGA OROZCO, LA VÍSPERA DEL PRÓDIGO

    1

    Abro la puerta y salgo corriendo. Bajo lo más rápido que puedo las escaleras, sin caerme. Tengo todo lo que necesito. Las galletas en el bolsillo y las monedas que le robé a mi abuela mientras caminaba y se le caían del agujero que le hice en el monedero.

    Me están esperando abajo. Ya me tocaron timbre. No pregunté quién era. Sonó, abrí la puerta y corrí. Debe ser algún amigo para ir a la placita.

    Solo quedan los últimos escalones.

    Y a través de la puerta de vidrio veo al que creo que es mi padre.

    2

    Todos en mi casa me quieren convencer de que en la noche no vienen fantasmas. Que es inútil hablar con ellos porque no existen.

    Yo les digo que pude hablar con el abuelo, que me tocó la cabeza, me sonrió y me dijo que estaba orgulloso de mí. Que también vino mi padre, aunque no está muerto. Que se sentó en los pies de mi cama y me habló de viajes y sueños. Yo quise volar con él, pero no me dejó y saltó por la ventana.

    3

    El otro día me asusté. Pensé mucho en la muerte. Pensé que un día de estos podía venir por mí o por mi abuela, que es lo mismo. Yo me pongo sus zapatos y sus polleras. Colecciono monedas como ella y ya me regaló su colección de estampitas con olor a humedad.

    El otro día me asusté de verdad. Cuando me levanté estaba su pollera tirada y sus dientes. Lloré mucho. La enterré en el ropero de mi cuarto. La velé durante horas. Me vestí de negro, como hubiera hecho ella en mi velorio. Pensé que en realidad no era tan malo, porque ahora tendría otro muerto con el que charlar de noche, porque mi abuelo ya me estaba aburriendo. Entonces me reí pero al abrir el ropero volví a llorar. Y me asusté. Y seguí llorando. Hasta que mi mamá me dijo que no se había ido al cielo, que estaba en un hospital porque se sentía mal.

    4

    Hoy voy a ir al hospital.

    Le pregunté a mi madre si al hospital se llevan flores. Me dijo que no, porque los enfermos piensan que se están por morir. Pero yo le dije que a veces las flores daban felicidad. Y me dijo que con la presencia alcanza.

    No entiendo por qué no existen flores para vivos y flores para muertos.

    5

    Yo no le tengo miedo a la oscuridad. Mi abuela insiste en que tenga una lamparita en la mesa de luz y yo le digo que no, que si prendo la luz mis amigos se van y yo me divierto con ellos. Mi abuela me dice que voy a terminar en un manicomio, y pienso que debe ser un lugar con muchos muñecos para jugar y charlar. Entonces le digo que sí, que me lleve y que se quede conmigo, que se va a divertir. Y se levanta riendo y apaga la luz y me da un beso desde lejos.

    6

    Nunca he ido a un hospital. Parece que a este que voy a ir es donde yo nací. Al parecer en los hospitales curan a los enfermos, hacen nacer a los bebés y matan a la gente. Yo no sé muy bien en qué grupo de estos entraría mi abuela.

    Vamos a viajar en ómnibus, como a mí me gusta. Si puedo, me voy a sentar sola, aunque mi mamá no me va a dejar. Pero igual voy a mirar por la ventana y voy a mirar la cara de la gente y guardarla en mi memoria por si algún día, cuando sea grande, me cruzo con alguna.

    7

    Ayer mi madre hizo una torta. No le dije nada, pero la de la abuela es más rica.

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