Una casa con jardín
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Itzel Guevara del Angel
Narradora, profesora y promotora de la lectura mexicana. Ha tomado talleres de escritura en la Universidad de Texas El Paso utep y en la Universidad Central de Colombia. En 2016, obtuvo el segundo lugar en el Premio Nacional de Novela Corta de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá puj, además de ganar el primer lugar del Séptimo Concurso de Cuento Infantil en la categoría amateur 2017. Su trabajo ha sido publicado en periódicos y revistas literarias de México, Estados Unidos de América, Colombia y Austria, como Tierra Adentro, Revista de Literatura Mexicana Contemporánea, Revista Javeriana y Rio Grande Review, entre otras. Además, ha sido traducida al alemán.
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Una casa con jardín - Itzel Guevara del Angel
Primera edición, 2022 (UANL)
Guevara del Angel, Itzel, 1976-
Una casa con jardín / Itzel Guevara del Angel.
Monterrey, Nuevo León, México : Universidad Autónoma de Nuevo León, 2022.
180 páginas ; 21x14 cm (Colección: Narrativa).
ISBN: 978-607-27-1836-4
1. Novela mexicana – Siglo XXI 2. Literatura mexicana – Siglo XXI
LCC: PQ7298.417.U357 U53 2022 Dewey: 861
Santos Guzmán López
Rector
Juan Paura García Secretario General
José Javier Villarreal
Despacho de la Secretaría de Extensión y Cultura
Antonio Ramos Revillas
Director de Editorial Universitaria
© Universidad Autónoma de Nuevo León
© Itzel Guevara del Angel
Dirección de Editorial Universitaria UANL Padre Mier 909 Pte. esquina con Vallarta
Centro, Monterrey, Nuevo León, México, C.P. 64000 Teléfono: 818329 4111
e-mail: editorial.uanl@uanl.mx
Página web: editorialuniversitaria.uanl.mx
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Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra –incluido el diseño tipográfico y de portada– sin el permiso por escrito del editor.
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Impreso en CDMX, México.
Printed in CDMX, México.
Conversión gestionada por:
Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it ® 2023
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contacto@ink-it.ink
www.ink-it.ink
Home is, finally, not the physical place,
but the role and the self we choose to occupy.
Pico Iyer, Video Night in Kathmandu
portadilla_1.jpgInformación del Renault Alliance que viene en mi folleto
• Renault Alliance es el nombre dado en Norteamérica al Renault 9.
• En México se lanza al mercado el modelo en 2 y 4 puertas, en las versiones básica y DL, ambas con motor Cleón-Fonte de 1.4 L.
• Disponible en los colores verde militar, azul metálico, rojo, blanco y beige.
• Nombrado Car of the Year
, en 1983, por la revista Motor Trend.
• En Renault Alliance está presente toda la tecnología europea en un auto. Renault, tienes que vivirlo.
Los fines de semana salimos a pasear en el Renault Alliance de cuatro puertas de mi papá. A mí me gusta decirlo de corrido: Renolalians. Y a veces recito la frase completa del folleto: toda la tecnología europea en un auto. Renault, tienes que vivirlo. Siempre me río cuando llego a esa parte porque todos saben que un coche no es para vivir sino para manejar. La frase es tonta, pero suena bonito; me la aprendí el día que papá llegó con el coche nuevo, que tiene un color entre rojo y naranja brillante, y sacó de su portafolio los papeles y el folleto del auto. Los sacó para guardarlos en la caja fuerte, que es donde tiene los documentos importantes, como los dólares de Estados Unidos que mi papá está juntando porque un día nos va a llevar a Disneylandia; mi papá siempre quiere llevarnos de vacaciones a lugares bonitos sin importar cuánto cueste el hotel. Mi mamá sólo quiere saber cuánto cuesta y se enoja si es muy caro, porque no debemos despilfarrar el dinero, dice ella, pero tenemos para pagarlo, decimos mi hermano y yo. ¿Tenemos?, ¿pues desde cuándo trabajan?, vuelve a decir ella y como ve nuestras caras de enojo y de seguro también nos lee la mente y ya sabe que vamos a decirle que eso es lo que siempre dice papá, suelta su famosa frase: El que no aprende a disfrutar con poco, jamás lo hará con mucho, y da por terminada la conversación. Ya sabe que esa frase es como un hechizo y cuando la dice así toda seria, mi hermano y yo dejamos de pedirle cosas, aunque tengamos para pagarlas, qué tal que un día ya no podemos disfrutar nada por andar de pediches. Ya sabe que siempre funciona.
En la caja fuerte también está el mapa de mi casa y de otras casas que dice mi papá que un día van a ser nuestras, aunque yo no las conozco; las joyas que mi mamá no quiere usar, como la pulsera de oro con monedas colgando porque dice que es muy os-ten-to-sa, o sea que llama mucho la atención, que es de gente presumida; y claro, en la caja fuerte también está la pistola que le regalaron a mi papá y que mi mamá odia porque las armas son muy peligrosas y pueden provocar accidentes y porque sigue sin entender para qué la necesitamos. Pero cómo va a ser peligroso si la caja fuerte sólo la sabe abrir mi papá.
Mientras ellos se peleaban porque no nos consultaste, ya nunca lo haces y somos una familia, decía mi mamá y yo no tengo que pedir permiso, ¿no entiendes que es un patrimonio para los niños?, decía mi papá, yo inspeccioné el folleto. Olía tan rico, a nuevo, y el nombre del coche y la frase tenían las letras blancas, bien grandes.
A mí me gusta que me regalen los cuadernillos de instrucciones que vienen con los aparatos cuando los compras, los folders que te dan en los bancos y, sobre todo, los folletos. No me importa si son de medicinas, de lugares para ir de vacaciones o de enciclopedias; me encanta su olor y el papel brillante. Los tengo guardados en una cajita de zapatos que yo forré con recortes de revistas, para que se vea más bonita. Me gusta jugar con ellos; los saco y los leo, aunque ya me los sé de memoria, luego los acomodo por tamaño, por color o por tema, y no importa que algunos ya estén arrugados y no huelan a nuevo, de todas formas los guardo y nunca, nunca voy a tirarlos. Si veo un folleto en algún lugar tengo que pedir permiso para tomarlo, porque uno no debe tomar lo que no es suyo, dice mamá todo el tiempo.
Yo pregunté.
Ellos no me escucharon, pero yo pregunté.
No me contestaron.
Él salió del cuarto.
Ella lo siguió.
Yo me quedé con el folleto.
Aunque mi papá dice que tenemos dos coches, mi mamá dice que el Dart gris de dos puertas es realmente el nuestro, y eso es verdad; el Renolalians solo lo maneja mi papá porque él se lo compró y no le pidió permiso a nadie y el Dart es el que maneja mi mamá. En ése vamos a la escuela, y en ése comemos los lunes, los miércoles y los viernes para que nos dé tiempo de llegar a las clases de natación y de música.
A la clase de natación va mi hermano y a la escuelita de música nada más voy yo. Mi mamá quería que fuéramos a las mismas clases, porque siempre quiere que vayamos a los mismos lugares, a las mismas escuelas, a las mismas fiestas, como si fuéramos de esos niños gemelos que nacen pegados. ¡Fuchi! Pero a él nunca le gustó ir a lo de música y lloraba y no quería entrar a las clases ni tocar la guitarra que le compraron. Yo le decía que le pegara calcomanías al estuche de su guitarra, que es todo negro y duro, porque yo hago eso con mis cuadernos pautados y mis partituras y quedan muy bonitas; hasta le regalé unas calcomanías de frutas que cuando las rascas huelen a uvas, a fresa, a plátano y a limón. Él me hizo caso y el estuche se veía bien divertido, pero de todas formas seguía llorando cuando nos dejaban en la escuelita y le tenían que hablar por teléfono a mi mamá para que fuera por él. Entonces la directora de la escuelita le dijo que viera otras opciones para el niño porque no se trataba de que sufriera, que quizás más adelante, cuando creciera, podía regresar. El niño era mi hermano y las otras opciones eran otras clases que sí le gustaran y en las que no llorara. Cuando le contó a mi abue, ella le dijo que se diera una vuelta por el Seguro Social. ¿Mi hermano está enfermo?, pregunté espantada porque creía que el Seguro Social sólo era un hospital, pero después de regañarme porque siempre estás escuchando las conversaciones de los adultos, dijo mi mamá, mi abue me explicó que además del hospital también había albercas y canchas y daban muchas clases para niños y adultos. Mi mamá no estaba segura de que fuera buena idea la natación por lo del asma de mi hermano, pero mi tío, el que ya es doctor, le dijo que al contrario, le va a ayudar a fortalecer el sistema respiratorio.
Cuando fuimos a ver las albercas, mi hermano se emocionó mucho y hasta le preguntó al entrenador si en las clases les enseñaban a aventarse del trampolín altísimo que mide diez metros. Mi mamá me volteó a ver y me preguntó si yo también quería ir a la clase. Mi mamá nunca pregunta si quiero o no quiero hacer algo, solo lo decide porque ella es la mamá y sé lo que es mejor para ustedes, siempre dice. Yo creo que esta vez me preguntó porque no era mi culpa que mi hermano no quisiera ir a la escuelita de música. Le dije que no porque me gusta ir al coro y ya voy a empezar las clases de piano. Le dije que no porque no quiero aventarme del trampolín altísimo. Le dije que no porque no.
Mi hermano tiene la costumbre de morder el cinturón de seguridad; apenas nos subimos al Dart, se pega al cinturón que cuelga del lado de mi mamá, lo retuerce y se lo mete a la boca. No hace ruido, pero siempre lo deja mojado, todo lleno de saliva asquerosa. Algunas veces se va todo el camino pegado al cinturón, pero otras, parece como si se le olvidara y vamos cantando las canciones que pone mi mamá en el estéreo, acomodando los casetes o jugando a coches de colores
o casas que nos gusten
. Esas veces, aunque parece que ya se le olvidó, se voltea mientras estamos parados