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Taxidermia
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Libro electrónico132 páginas54 minutos

Taxidermia

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Un cineasta intenta descifrar la vida invisible de un dibujante del under, y en su relato estallan multiplicadas las imágenes quemadas por el dolor. Esto no es un libro: es un baúl lleno de cómics inéditos. Un tesoro maldito. Un viaje enceguecedor por la cabeza de un historietista.La poesía brilla en el corazón de lo bizarro. Hay una casa imaginaria, un cerebro habitado por pesadillas. Su oscuridad está llena de voces y de luz. Los personajes aparecen, se eclipsan, se pierden en el terror. Bisama enciende la máquina de contar historias. Es lírico, desaforado y genial.
IdiomaEspañol
EditorialAlquimia
Fecha de lanzamiento1 ene 2014
ISBN9789569131813
Taxidermia

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    Taxidermia - Álvaro Bisama

    Para Carla

    "I get kind of superstitious:

    If I draw this, maybe something bad will happen"

    Al Columbia

    A VECES, RECUERDO la enfermedad así: un gusano se fue a vivir a mi cabeza y yo caí inconsciente y también me fui a vivir ahí; luego el gusano se comió algunos de mis recuerdos y mataron al gusano y yo salí de mi cabeza y lo que él devoró se perdió para siempre.

    Lo que quedó fue esto:

    LAS HISTORIAS, TODAS las historias, son un vómito de luz.

    EN EL CÓMIC, la máquina está averiada.

    En el cómic: la máquina produce novelas.

    El proyector está roto. Su cabeza solo puede pensar en momentos sueltos, en los fragmentos rotos de las historias. Los fragmentos son, a veces, vidas o remedos de vida. El hombre abre la boca y vemos lo que cuenta. Las historias son lo que queda del incendio de una biblioteca. Todas las historias son falsas. La caligrafía de las palabras es en realidad la sinuosidad del ectoplasma.

    LAS HISTORIAS SON cuentos chinos de terror. En estos cuentos chinos no hay chinos.

    SE SUICIDÓ EL 2003. Me gustaban sus cómics. No tengo nada que decir sobre mí. Solo este punto: no tengo nada que decir. O estos dos puntos: me gustaban sus cómics y se suicidó el año 2003, ahorcándose en el jardín de la casa de sus padres, en La Reina.

    El árbol era un palto. Las paltas que daba eran negras, de esas que llamamos habitualmente de la Cruz y que tienen poca carne y un cuesco inmenso.

    Más allá, estaba la cordillera; más acá, sobre la ciudad, soplaba un viento helado.

    UNA SOLA VIÑETA en un fanzine que salió el año 1995.

    No recuerdo el nombre del fanzine pero sí esa viñeta donde un hombre con la cara vendada decía: el cómic como un arte de fantasmas. El cómic como una marcha de zombies. El cómic como la superficie de una nave espacial encallada vista de cerca. El cómic como el retrato de un segundo que no es consciente de sí mismo. El cómic como lo único que puede retratar la resaca y la laxitud de los cuerpos que quedan tendidos sobre el suelo en una fiesta. El cómic como una eyaculación precoz. El cómic como un coitus interruptus del paisaje. El cómic como la circuncisión de lo real. El comic como un ritual religioso. El cómic como la única manera de viajar en el tiempo. El cómic como la puerta falsa de una casa de muñecas. El cómic como una montaña de la locura. El cómic como un cuarto cerrado. El cómic como la única manera de captar las carreteras de piel que existen en la cara de todo el mundo. El cómic como un ejercicio de la barbarie. El cómic como una cárcel hecha de luz. El comic como una discoteca de tinieblas. El cómic como el reflejo de la vida en el ojo mecánico de un monstruo. El cómic como un juego de espías. El cómic como la silueta de un hombre a la deriva en una autopista. El cómic como la imagen de un pájaro negro tirado sobre las hojas secas de un parque. El cómic como la puerta de un horno donde no sabemos qué se cocina. El cómic como una nave espacial vista de lejos: el destello y los reflejos de plata de una superficie cromada que esconden el pánico venidero. El cómic como una guitarra rota en pedazos. El cómic como las esquirlas de una bomba pegadas a la piel. El cómic como un campo minado. El comic como un barco encallado en una playa invernal, esperando que se desate la tormenta. El cómic como un agujero negro que nadie puede ver y que nos va a tragar a todos. El comic como el tiempo en reversa. El cómic como óleo envenenado con radiación. El cómic como una piel enferma que se pega sobre un cuadro perfecto de papel blanco. El cómic como un campo de batalla de animales.

    NO PUEDO PENSAR en otro mundo que no sea el pasado. Eso es todo. No me importa la ficción, ni el relato, ni el arte de narrar nada. Me importan los hechos del pasado. Filmé porque se trataba de un arte menor, un arte que evadía al arte. Filmé como quien anota las señales de la vida secreta de los otros, reconstruye los hechos, compone una autopsia de cuerpos que desaparecen o cambian, que ya no serán nunca más que luz envejecida.

    LO ÚNICO QUE aprendí a hacer en la vida: dar vueltas

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