Tomás López llevaba tiempo ejerciendo la medicina en el barrio de Los Llanos, en la localidad de Telde. El 28 de abril de 1930 recibió un aviso urgente: debía acudir sin demora a la vivienda situada en la calle Diego Fuentes número 16, donde vivía el matrimonio formado por Francisco Valido y Aurelia Calixto y las hijas de ambos: Juana, de 28 años, Aurelia de 20, Candelaria de 16 y las dos menores, Pino y Carmen. El aviso recibido tenía que ver con Candelaria, quien sufría episodios de histerismo y, aunque los avisos por esta causa eran frecuentes, al llegar, el médico encontró al resto de la familia realmente nerviosa.
Después de aplicarle el remedio a la chica y ya a punto de abandonar la habitación donde estaba Candelaria, el doctor observó algo que le llamó la atención. En la otra cama del cuarto yacía otra persona tapada completamente por una sábana. Creyendo que se trataba de otro miembro de la familia también enfermo, Tomas López estiró de aquella tela y lo que se mostró ante sus ojos le heló la sangre. Debajo de aquella sábana estaba Aurelia. Pero ésta hacía ya tiempo que había dejado el mundo de los vivos. El galeno, horrorizado, observó no solo el cuerpo sin vida de Aurelia sino que, además, advirtió los terribles signos de violencia que había padecido la desdichada. El del día 30 de abril de 1930, relató la escena de la siguiente forma: «…el cuerpo de la infeliz Aurelia aparece desde la cintura hacia la cabeza, lleno de cardenales, seguramente de los golpes recibidos con el palo. Uno de