Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Simón Dice
Simón Dice
Simón Dice
Libro electrónico412 páginas6 horas

Simón Dice

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Es la aventura de Simón Troyano. Un joven mecánico que se ve involucrado en la guerra más antigua y vigente que ha existido. La guerra entre Dios y Luzbel, y la que nunca termina.

Simón a punto de fallecer de muerte natural, en un hospital de la ciudad de Montreal Canadá, aceptará el trato de su vida y alquilará su cuerpo para que, un ser tan poderoso como Dios mismo, lleve a cabo sus bien planificadas vacaciones en este mundo.

Simón será salvaguardado en la ciudad del Hades, colosal, cosmopolita, moderna y ordenada.

Ahí Simón permanecerá encerrado en la suntuosa y magnífica mansión de su anfitrión Luzbel. Rey de esos dominios.

Simón vivirá una semana llena de miedo, nervios, sorpresas y hasta amor. Mientras descubre un complot para robarle su reino a Luzbel en su ausencia.

Simón conocerá ángeles y demonios y seres aún más antiguos que Dios mismo, en su aventura dentro de esa otra dimensión astral.

Interactuando en Montreal, dentro del cuerpo humano de Simón Troyano, este ser antes celestial descubrirá rápidamente que, si algo nos sobra, son los problemas.

Sus lujosas vacaciones serán cambiadas por persecución y viviendo en la casa parroquial con dos viejos sacerdotes, sabedores de quien es él.

Con ellos disfrutará de muchas copas de buen vino y mucha plática filosófica y bíblica llena de curiosidades, lo que es su especialidad pues todo lo involucra a él.

Atrapado en ese cuerpo tan normal y sin el habitual poder que posee en su dimensión. Este ex-ángel celestial será llevado a enamorarse, a sentir deseos carnales, sentir piedad, reirá, contará chistes y bailará salsa y merengue.

El ángel caído, aprenderá a ser humano.

Pues recibirá amor y dará amor, hoy con corazón hasta Dios lo puede perdonar.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento4 jun 2021
ISBN9781643340791
Simón Dice

Relacionado con Simón Dice

Libros electrónicos relacionados

Ficción cristiana para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Simón Dice

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Simón Dice - Carlos Mota

    cover.jpg

    Simón Dice

    Carlos Mota

    Derechos de autor © 2019 Carlos Mota

    Todos los derechos reservados

    Primera Edición

    PAGE PUBLISHING, INC.

    Nueva York, NY

    Primera publicación original de Page Publishing, Inc. 2019

    ISBN 978-1-64334-078-4 (Versión Impresa)

    ISBN 978-1-64334-079-1 (Versión electrónica)

    Libro impreso en Los Estados Unidos de América

    Tabla de contenido

    Capítulo 1

    La noche se quedó atrás, como todas las demás fue corta y sudorosa. Hades es una ciudad enorme y que, como un hormiguero empieza temprano su rutinaria actividad vibrando bajo los millones de pies que la deambulan desde la primera hora.

    Sus edificios son colosales torres blancas, cambiando lo atractivo por lo funcional, son enormes, pero de alguna forma la claridad del sol llega a todos los rincones, pues esta por doquier.

    Es temprano y el calor ya empieza a pegar con fuerza, volviendo más y más seco el ambiente, pero la gente parece estar muy bien ambientada y no parecen estar estresados por las condiciones ambientales.

    La hora pico matutina comienza a reflejarse conforme pasan los minutos, la gente tranquilamente se encamina hacia sus labores u obligaciones, llenando las aceras de todas las calles a más no poder, más sin embargo el orden prevalece y todos cruzan donde se debe y cuando se debe, él tráfico realmente respeta al peatón y viceversa, aun así el tráfico no pierde el buen ritmo que mantiene sobre las vías en que se conducen.

    En fin, Hades esta tan llena de gente que se puede asegurar que toda la humanidad sé está mudando para esta, haciéndola crecer a cada día que pasa y volviéndola más cosmopolita que ninguna otra conocida, con la notable curiosidad de que sólo se escucha hablar un idioma, algo perfecto para la sociedad y orden ya establecido.

    En un edificio, tan alto como los otros, pero arquitectónicamente sin par en magnificencia, en donde el diseñador tuvo que haberse exprimido el cerebro para crear una pieza del paraíso en este lugar tan seco.

    Una limusina se encamina a su parqueo habitual después de dejar en la entrada principal a su importante pasajero y como todas las mañanas siete días sobre siete, la rutina comienza temprano y muy puntual. Siempre de elegante vestidura, fino portafolio en mano y pies muy bien calzados con lo mejor, un caballero camina por el lobby del edificio, a su paso va desprendiendo mucha de su fuerte personalidad, doblegando a la de cualquier otro que se cruce en su camino y que termina por reverenciarlo.

    Adentro es fresco y confortable, así atraviesa un pequeño jardín interior, que siempre mantiene fresco y perfumado el ambiente, el que desemboca en la entrada de un ascensor privado, en donde un amable anciano puntualmente lo espera, para conducirlo en el ascensor como todas las mañanas sin falta.

    Ascensorista; —Buenos días señor, ¿a su despacho verdad?

    El señor: —No, hoy te equivocas, a las oficinas del jefe.

    Ascensorista: —Como usted mande señor.

    Al momento el ascensor se pone en marcha y sin sentir el más mínimo movimiento, el ascensorista lo detiene en el piso 33 del edificio, en donde al abrirse la puerta y luego de despedirse del viejito del ascensor con un gesto, este personaje reanuda su caminar solemne por el medio del corredor, en donde a los lados se apresuran a ponerse en pie todas las secretarias y demás personal en muestra del mucho respeto que se le tiene.

    Al final del salón esta un grupo de oficinas lujosas y sobre todo más privadas que las del salón anterior. El señor visitante se dirige a la más grande y la del fondo, en donde se detiene. Al igual que los demás la secretaria, una bella y elegante mujer de sonrisa expresiva lo ve llegar y sale a su encuentro con el acostumbrado buen día entre los labios.

    El señor: —Anuncia a tu jefe que me encuentro aquí.

    Secretaria: —Enseguida señor.

    La secretaria se acomoda en su asiento para luego anunciar por el intercomunicador la llegada del visitante. Al momento se le contesta y se le pide que haga esperar unos minutos a su visita.

    Secretaria: —Por favor tome asiento un momento, el jefe estará con usted en unos minutos y lo atenderá. Tal vez, ¿desea que le sirvamos algo de tomar?

    El señor: —No gracias. O pensándolo mejor, haz que me traigan un café negro, eso estaría bien.

    Secretaria: —Será un placer, de inmediato se lo ordeno.

    Al momento, la secretaria se dirige al intercomunicador y pide el café del señor visitante de inmediato, o antes si se puede.

    Mientras el café del señor visitante es servido, aún más al fondo dejando el área de las oficinas, se ve una escalera de madera en medio arco con escalinata de ébano negro perfecto, combinados con pasamanos en caoba roja, lo importante a destacar no es el tamaño que es regular, ni la fina madera, sino los postes del comienzo, unas figuras humanas tamaño natural representando a Adán y Eva, con la mirada dirigida hacia la parte superior de la escalera.

    También hay un ascensor de servicio tras las escaleras, los dos llevan a un confortable salón más, y éste a un muro de madera adornados con muchos tallados contando quien sabe qué historia en su significado, todo esto da un agradable ambiente de casa, perdiendo todo vestigio de lo que unos metros antes dejan sentir todas las oficinas y paredes repletas de pantallas donde al estilo Wall Street se aglomeran empleados, analizando los interminables noticieros del mundo y estadísticas de las bolsas de valores de todos lados, información va y viene, todo es visto y fichado, en especial lo concerniente a petróleo y política.

    Pues bien, detrás de esa pared tan diferente y más antigua que todo lo demás se encuentra el jefe, el gerente general o el presidente de esto, que parece hasta el momento un gran consorcio de empresas.

    Sentado, manipulando hábilmente entre sus manos los modernos controles de una consola de video juegos, con su vista clavada en la pantalla de su pared a punto de terminar un partido de fútbol, razón por la que no atiende de inmediato a su importante visitante.

    Minutos después, contento de haber ganado en el juego que practicaba, gira su asiento para ponerse al frente de su escritorio, al momento todo su equipo de entretenimiento desaparece entre los gabinetes disimulados en las paredes de madera, casi todas talladas desde el piso hasta el cielo del recinto, aun la enorme pantalla queda cubierta por una cortina de madera, haciéndola invisible mientras no se usa.

    Al fin suena el intercomunicador de la secretaria, ordenándole que haga pasar a la persona que espera.

    La secretaria se pone de pie de inmediato y le pide el favor al visitante que la acompañe hacia la escalera para conducirlo hacia el despacho de su jefe.

    Este coloca su tasa de café sobre una mesa y recoge su portafolio antes de incorporarse y por fin subir al encuentro de su jefe.

    Al pasar al interior del magnífico despacho, la secretaria pregunta a su jefe si desea algo más y ante la negativa procede a retirarse y cerrar las puertas tras de ella. La privacidad queda lista para la discusión del tema que esta por tratarse.

    El visitante con respeto se acerca hasta cierto punto en donde espera a que el jefe reaccione y lo invite a proseguir. El jefe con un semblante frágil, de dulces facciones, con la apariencia de un joven muy bien parecido y angelical, le pide al otro que por favor tome asiento.

    El visitante después de un breve saludo, se acomoda frente al escritorio de su jefe y su portafolio lo deposita a un lado de él, de donde substrae un pequeño disco.

    Jefe —Bien, me imagino que con el tiempo que te di, todo debe estar listo para mí.

    El otro: —Así es señor, este disco contiene la información necesaria para que únicamente usted, decida quién es la persona adecuada para usted y sus propósitos.

    Jefe: —Bueno, muy bueno, coloca el disco en aquel aparato y veremos si me agrada lo que traes.

    El Otro: —Como ordene señor.

    El otro introduce el disco en el aparato y con el control remoto empieza a jugar con la información mientras la pantalla vuelve a aparecer tras la cortina de madera de la pared. El jefe gira su asiento quedando a la espera de que empiece algo en la pantalla.

    Lo primero es una mujer, el otro toma una ficha con los datos para explicar de lo que se trata la imagen.

    El Otro: —Esta es la primera de cinco personas, son el resultado de una investigación con una muestra de más de mil personas, que fueron debidamente investigadas, según las normas que usted ordenó. El nombre de esta mujer es Karen York, tiene 20 años, vive en Inglaterra, es hija única pero sus padres desconocen el estado actual de ella, el cual es de insuficiencia renal, no tiene visitas nunca, valga la redundancia y los doctores le calculan poco tiempo de vida, 2 días tal vez, pero su semblante es casi normal, un poco pálida cuando mucho.

    Así sucesivamente, la persona encargada de recabar la información, continuó con la de otras cuatro personas más, tres estadounidenses y el de un español radicado en Canadá, todos teniendo en común una edad de entre los 20 a los 27 años, como lo solicito el jefe, con muy poca familia y lo más en común es que todas cuentan por una u otra circunstancia con solo unos días de vida.

    El jefe: —Muy interesante, esta difícil de hacer la elección indicada, pero no quiero pensar mucho en esta ocasión, aunque me puedo arrepentir después, pero sé que el tiempo apremia en la vida de estas personas. Porque no me amplias un poco los datos que tienes sobre el hombre de Montreal, Canadá.

    La otra persona es en realidad el secretario personal del jefe y después de él, es la persona con más poder y autoridad en el lugar y además es alguien ambicioso con aspiraciones muy propias. Pues bien, el secretario saca de su portafolios un nuevo disco y una nueva ficha de información con el nombre de la persona que le interesa a su jefe.

    Secretario: —Si, tengo mucho a propósito de esta persona, su nombre es Simón Troyano. José Simón Troyano para ser más explícito, tiene 27 años.

    Sus padres emigraron de España a los Estados Unidos cuando él tenía escasos 3 años, nació en Barcelona, en donde tiene familiares pero que jamás en su vida ha visto desde que salió de allí. Se radicó con su familia en Nueva York, en los dos primeros años su mamá muere de complicaciones con la hepatitis C, su padre corre con mala suerte cuando, estando en una tienda esta fue asaltada y él recibió una bala de uno de los asaltantes, murió días después en el hospital. Simón Troyano queda huérfano y con solo 7 años de edad, el gobierno no pudo contactar a sus familiares. Él pasó de casa en casa hasta que el estado lo internó en una escuela militar, a eso de los 14 años, a solicitud de él mismo. En esta se logra desarrollar como un buen estudiante y se gradúa de mecánico en aeronáutica a muy poca edad, participa en misiones marítimas como mecánico de apoyo y por su edad siempre estuvo lejos de las zonas de acción y en muchos países. A su regreso a Estados Unidos termina su estudio de mecánica y después toma la decisión de mudarse a Montreal en Canadá, donde hasta la fecha vive, siempre ha sido una persona solitaria, instaló un taller de mecánica y pintura de autos.

    No le va bien, sólo cuenta con un trabajador de nombre Germán, no tiene ninguna relación seria con alguna mujer, una que otra amiga casual nada más. Ingresó hace quince días al hospital Jean Talón en Montreal, repentinamente le sobrevinieron migrañas muy fuertes, los exámenes posteriores localizaron un tumor maligno ubicado casi dentro del cerebro, por lo que él mismo no accedió a ser operado. En los últimos días ha tenido lapsos de hasta 15 horas en estado de coma, sólo se mantiene sedado para minimizar el dolor de las migrañas que siente, los doctores estiman que muera en 3 o 4 días por el crecimiento que el tumor ha tenido en los 3 últimos días, podría también quedar en estado vegetativo los últimos días que tenga con vida. Pues es lo más importante de él para nosotros, usted dirá señor?

    El jefe: —Como digo, no quiero pensar mucho las cosas, el tipo tiene muy buen aspecto físico, hasta es bastante bien parecido y en el mundo que esta, tan lleno de prejuicios el buen físico siempre es mejor aceptado, me gusta también su edad, se ve que le empieza a proporcionar un semblante de hombre maduro. Sí, me quedo con él. Ahora bien, ¿para cuándo lo tendrías preparado?

    Secretario: —En menos de un día, aunque usted sabe que la última palabra la tendrá el mismo humano, Simón Troyano.

    El jefe: —Te quiero decir algo, yo he trabajado una eternidad en el puesto que el destino y la historia misma me ha otorgado, pues desde hace muchos años que tenía en mente llevar a cabo este viaje, en realidad quiero tomar unas vacaciones verdaderas, nunca he tenido tiempo para relajarme en el mundo, pues siempre lo he dado todo en mi trabajo. Oh, pero por favor siéntate. Tú estás en conocimiento que no eres el primero con el cargo que ocupas, jerárquicamente estas detrás de mí, todos antes de ti me han fallado en lo que yo esperaba de ellos, pero tengo mucha fe en ti, aun esos que hoy tienen otros puestos más bajos, se retiraron de nosotros y tuvieron una que otra vez, sus momentos de relajamiento en el mundo, claro siempre relacionado al trabajo pero hasta tú has gozado de esos descansos. No importa y lo comprendo, yo lo he querido hacer también y por eso pongo mi anhelo de realizar este sueño en tus manos. Tengo la determinación de vacacionar, no sea que de verdad este mundo se acabe y entonces a donde he de ir, y quiero que sepas que tienes mi confianza para que te ocupes de mi puesto mientras yo no esté.

    Secretario: —Tenga la plena seguridad de que no le quedaré mal, ni con la preparación de sus vacaciones, ni con el trabajo en su ausencia, señor.

    El jefe: —Siempre me he caracterizado por castigar cuando no cumplen conmigo, pero para recompensar soy en extremo muy bueno, también soy razonable y sé que en todo existe algún margen de error, pero en este asunto quiero que te luzcas con un cien por ciento.

    Secretario: —Cuente con ese cien por ciento y más señor. Todo lo tengo muy bien planificado, incluso estimamos en más de un 90 por ciento que la respuesta del señor Simón Troyano será positiva, le hemos planificado un trato tan conveniente para él, que es imposible que no lo tome. Mi única duda es, como piensa tardar cinco días completos, no hay cuerpo humano que lo pueda sostener ni por un día, ni minutos son posibles. Todo eso está fuera de mis conocimientos.

    El jefe: —Eso desde el principio lo he sabido, la serpiente no fue mi primera opción en el paraíso, lógicamente quise poseer al primer humano, luego lo intenté con su pareja y no lo logré, pero la serpiente no me ocasionó ninguna dificultad, la serpiente sostuvo adecuadamente mi espíritu el tiempo necesario para lo que quería hacer. ¿Sabes por qué?

    Secretario: —No, jamás me he puesto a pensar como lo hizo señor, como para nosotros sus servidores es tan fácil estar dentro de un cuerpo, sea humano o de animal un tiempo considerable, que nunca pensé en una situación como la suya.

    El jefe: —Pasé mucho tiempo descubriendo las debilidades del escudo de protección que nuestro rival colocó dentro de estos nuevos seres que creó, y la verdad no me sirvió de mucho. Estos seres son excelentes obras de creación y ni tienen idea de lo magnífico que su creador depositó dentro de ellos.

    Secretario: —No entiendo, si la serpiente lo contuvo de buena forma ¿por qué los otros no lo hacen también?, si esta era obviamente pequeña en comparación.

    El jefe: —Porque la serpiente era sólo vida en movimiento, no posee nada que la haga trascender como a cualquier animal de la creación. No las personas, ya que en ellas instaló un seguro contra mí, el alma. Espíritu y alma juntos forman un campo de fuerza que yo no puedo penetrar y sobre todo cuando el alma ha sido bien conservada, libre de prejuicios y vicios que la corrompan, porque estas son cositas que la van debilitando hasta que cede y deja entrar a demonios menores como ustedes. Adán y Eva fueron excepcionales, fueron creados puros, por eso ni alma, ni espíritu estaban manchados con un solo pecado, lo que les daba mucha fuerza en mi contra. Nada que ver hoy en día con cualquier otra persona.

    Secretario: —Pero el humano mientras siga vivo tendrá su alma con él, no entiendo cómo le hará para resistir los cinco días que quiere estar dentro.

    El jefe: —Si la persona que se llama Simón accede con voluntad propia a prestar su cuerpo, yo sabré desprender su espíritu y el mío podrá remplazarlo un breve tiempo, porque el secreto es convivir con el alma.

    Aun sacando a su espíritu yo no tengo mucho espacio para el mío, será difícil para mí tener tan poco espacio, pero lo sabré manejar aun en compañía de un alma cohabitando el mismo espacio, será un reto más.

    Secretario: —Y ¿dónde quedará el espíritu de José Simón Troyano mientras tanto?

    El jefe: —Se alojará en el pent-house de este mismo edificio.

    Secretario: —En su casa, ¿cómo es posible?, por lo que se nunca ha permitido que nadie atraviese siquiera la puerta del ascensor que lo lleva allí.

    El jefe: —No puede haber otro lugar, nadie, aunque quiera podría entrar a mis recamaras privadas, así me aseguro que el espíritu y mi regreso estarán a salvo. De allí mismo saltaré al mundo, pero eso es adentrarse mucho por el momento en el tema, anda, sigue con tu trabajo.

    Secretario: —De inmediato señor, en cuanto tengamos la respuesta será notificado, le prometo que esta persona dirá que sí.

    El secretario se retira de la oficina de su jefe para cumplir sus deseos, pero la envidia de que el espíritu de Simón Troyano habite durante una semana la propia casa de su jefe, hace que sus celos por llegar a ser él número uno, ardan como el mismísimo infierno.

    Mientras tanto en una habitación semi-privada del hospital Jean Talón en la ciudad de Montreal, esperando la llegada de la muerte, pero consciente de ésta, a consecuencia de exigir siempre la verdad de cualquier resultado obtenido en los exámenes a que lo han sometido los doctores que lo atienden.

    Casi inconsciente se halla José Simón Troyano. Escasamente tiene horas de lucidez y estas se ven afectadas por los sedantes que le aplican para ayudarle a sobre llevar los dolores de cabeza continuos que padece.

    Aquí en este dormitorio de hospital morirá, su seguro médico cubrirá los gastos demandados por la administración del hospital.

    Simón Troyano jamás es visitado por ninguna persona que conozca, a excepción de su amigo y empleado Germán, quien lo pone al día de los trabajos que tenía pendientes en su taller, hablar un poco e intentar consolarlo, y su última novia lo visitó solo una vez al principio de su convalecencia.

    Pero diariamente recibe la visita de personas religiosas, sobre todo monjas de las hermanas de la caridad que le han tomado mucho cariño, por la lástima que les da saber que esta por morir.

    Pero aun así procuran hacer más amenas las horas en que pueden estar con él y hablarle de historias de la Biblia, también oran con mucho fervor por una recuperación para el pobre Simón.

    Cuando la noche entra, las enfermeras hacen su ronda después de que todas las personas de visita en el hospital se han marchado, cuando la hora de visita termina solo las monjas y algunos sacerdotes deambulan por los pasillos en donde hay enfermos que solicitan sus palabras de consuelo y esperanza.

    Simón Troyano no está solo, las enfermeras al salir después de su última ronda para aplicar medicamentos, cerraron las cortinas enfrente de su cama, la puerta se mantiene abierta pero los pasillos están solitarios todo el tiempo, a su lado hay otra cama ocupada por un anciano que se recupera de una caída sufrida en las escaleras de su casa, accidente común por la edad, es un anciano molesto, siempre está de mal humor y quejándose de todo, aun cuando duerme es molesto pues de vez en cuando ronca y la comida del hospital no le viene nada bien a su estómago, continuamente llena el dormitorio de indeseables gases.

    Alrededor de las once de la noche, él sueño de Simón Troyano es interrumpido cuando una persona le sacude con mucho cuidado tomándolo de un brazo.

    Él empieza a despertar, cuando logra estarlo mira a tres personas muy bien vestidas, él cree que se trata de médicos, pero no reconoce a ninguno de ellos de los que habitualmente lo atienden.

    Los ronquidos del anciano compañero de cuarto lo hacen voltear a ver la cama de este, cuando gira su cabeza de regreso en busca de los que piensa son médicos se da cuenta que uno de ellos se apresta a cerrar la puerta de la habitación.

    Cuando la privacidad en la habitación esta lista, una de las tres personas camina y se posa de pie al lado derecho de la cama, Simón lo vio acercarse y su vista quedo presa de la mirada de este individuo, esta hipnosis la rompe el mismo individuo cuando pone su mano sobre la frente de Simón.

    Simón todavía sigue pensando que se trata de médicos, no sabe lo que estos se proponen a decirle.

    La persona es ni más ni menos que el secretario del diablo en persona, esto a consecuencia de la importancia que tiene el hacer un trabajo directamente para su líder y dejarlo totalmente complacido, por eso la entrevista a Simón la hará él mismo.

    Secretario: —José Simón Troyano ¿no es así…?

    Simón solo asiente a la pregunta con una temblorosa sonrisa y un pobre movimiento de cabeza.

    Secretario: —Buenas noches mi amigo Simón, nosotros hemos venido a visitarte con una solución a tus problemas presentes, por favor solo préstame toda tu atención por un momento, ya verás que vale la pena escucharme, de antemano te digo que te conviene lo que estoy por decirte.

    Simón Troyano lo oye sin pronunciar una sola palabra, creyendo que se trata de un especialista en su caso médico, pero las palabras que la persona pronuncia, una a una, van cambiando la idea de que se trata de médicos, aunque no sabe en sí que pensar de ellos, de todas formas, lo escucha con igual atención.

    Secretario: —Yo sé que los médicos de este hospital son muy buenos, y perdona por ser directo, pero yo sé que te han desahuciado y te han dado solo unos días de vida, yo sé que serán dos días y unas horas a partir de ahorita, libre las molestias que los dolores de cabeza te van a causar, de todo eso tu estas informado, yo lo sé.

    Debería endulzar mis palabras tomando en cuenta para lo que estoy aquí, pero estoy acostumbrado a ser directo cuando hablo. Ahora yo me pregunto, si crees en los milagros, porque es un milagro el que te vengo a proponer.

    Las cejas de Simón se elevan un poco y lo que quiere decir al respecto lo dice con una mirada, pero sostiene la seriedad en su rostro y su boca callada.

    Secretario: —Nosotros aquí presentes solo somos enviados de un ser supremo con el único fin de beneficiarte, mejorando tu salud y ayudar a que lo logres.

    Literalmente te estoy por ofrecer un milagro, la decisión si aceptas va a ser al final tuya nada más, jamás voy a intentar presionarte ni nada parecido, que quede claro esto en tu mente, porque es importante.

    Lo primero es que el tumor que comparte tu cavidad craneal será totalmente removido como si nunca hubiera existido, solo te molestará como un mal recuerdo.

    El tiempo de vida que esto té dará no te lo puedo decir porque no lo sé en realidad, puede que mueras de viejo, eso ya no depende de mí o de nadie, pero te aseguro que no mueres en este hospital.

    Uno de los tres visitantes toma la palabra, primero se presenta con el nombre de Vilo.

    Vilo: —Sé que al salir de aquí tu vida estaría muy contrariada pues los atrasos en tu trabajo, pagos de deudas y el hecho de que tu negocio sé lo cediste con anticipación a tu amigo Germán aparte del auto y demás cosas que tenías, harían más fácil como solución el desear morirte ya y de una vez. Lo sé porque fui yo quien estuvo a cargo de investigarte.

    También para eso tenemos una solución que ofrecerte, pues saliendo de este hospital te verás en capacidad de saldar cualquier deuda que puedas tener, dejaremos unas cuentas en diferentes bancos respaldadas por empresas reconocidas para hacerlas limpias ante cualquier evento legal posterior, vivirás con mucho más de lo suficiente por el resto de la nueva vida que te toque vivir.

    Simón: —Pero no es un milagro lo que me están proponiendo, verdad, no sé nada de religión, como puedo merecerme algo así, pero lo del dinero es que hay milagros de esos también.

    Secretario: —Ya captaste lo principal de la idea, así será más fácil llegar a lo esencial de mi propuesta, pero aun así después como podrías negar que esto es un milagro, claro que suena a un negocio, no temas de nosotros, al final terminaras muy sano y muy rico, tu vida cambiara, y si me lo permites desearía ir al fondo del asunto de una vez.

    Simón: —Mejor voy yo. ¿A cambio de qué?

    Secretario: —De ti.

    En tu forma física nada más, si cedes voluntariamente tu cuerpo por el lapso de una semana, todas las promesas que te he dicho simplemente se realizaran.

    Simón: —Pero es mi cuerpo, no querrán hacer que parezca un loco o que haga algo malo o peor, tener duda de mi heterosexualidad después.

    Los tres se vieron y sonrieron al escuchar las dudas un poco lógicas pero chistosas de Simón.

    Secretario: —No, nada que ver.

    Tal vez será el mejor tiempo que tu cuerpo vaya a pasar y sólo tienes que estar de acuerdo, y que tus propios labios expresen las palabras indicadas y sinceras para crear el milagro.

    Simón:—Mi duda más grande es de con quien estoy tratando, con Dios, extraterrestres tal vez u otro quizá.

    Secretario: —No puedes saberlo, si tu respuesta es buena para nosotros después de cinco días sacaras tus conclusiones propias, solo tendrás la seguridad de estar sano y rico, tener la esencia de este trato en tu mente pero de tu boca no saldrá ni una palabra más que la razón de que todo es un milagro, a quien se lo atribuyas es lo de menos y para nada importante. Como te dije, sólo ocuparemos tu cuerpo, el cual va a albergar por una semana a uno de los espíritus más elevados en el universo mismo y eso es un honor, tanto que yo quisiera ser tú.

    Simón: —Hablando de espíritu, ¿que pasara con el mío, o mi conciencia?

    Secretario: —Lo que se acostumbra es un desdoblamiento espiritual, tu cuerpo estará en tu cama como si hubieras caído en coma, para más tarde llegar a un lugar especial donde nadie a parte de mi Señor puede entrar, conocerás algo que yo mismo he querido conocer por una eternidad y nada malo te pasará allí dentro, después de la misma sencilla forma regresarás y volverás a ser tú. ¿Qué dices, quieres hacerlo ya?

    Simón: —No sé, es tentador, pero me da miedo, quizá estoy soñando por mi deseo de vivir o delirando, no estoy convencido si es realidad como para contestarte inmediatamente, tal vez en la mañana ya no recuerde nada, casi nunca recuerdo lo que sueño.

    Nuevamente el que se llama Vilo toma la palabra como ya cansado de tantos giros que estaba tomando el asunto.

    Vilo: —Todos dan problemas Tus dudas son razonables y normales, mi Señor me ha autorizado a darte este medallón con su cadena, son en extremo personales para él, jamás lo he visto sin ella, serán una prueba de que lo que te ofrecemos es real y en la mañana volveremos por tu respuesta, incluso te prometemos que amanecerás totalmente curado. Será prueba de que lo de esta noche entre nosotros no fue delirio ni sueño, pero si tu decisión va a ser negativa, tu volverás tranquilamente a tu cama y a sufrir mientras llega el espíritu de la muerte a recogerte.

    Tu sabrás lo que haces, solo recuerda, una semana por una vida.

    Secretario: —OK. Todo está dicho, duerme tranquilo y mañana a las 9:30 AM, estaremos de nuevo contigo, mi amigo Simón, fue un gusto.

    El secretario colocó la cadena con el medallón en el cajón de la mesa de noche, a un lado de la cama de Simón, luego le puso la mano en la frente y suavemente lo hecho para atrás sobre su almohada.

    Los tres se despidieron de Simón, uno con una sonrisa amable y el otro con el del pulgar echado para atrás, el secretario solo con una mirada seria.

    Simón vuelve a conciliar el sueño, casi antes de que los tres personajes salieran del dormitorio.

    El estado de sueño profundo de Simón se apodera de su conciencia y no será hasta que la enfermera lo despierte en la mañana para hacerle exámenes de rutina, como ver la presión y el estado de su pulso, aunque en este caso ella iba más por ver si estaba en coma o vivo.

    El secretario del diablo también regresa a su despacho, desde donde llama a su jefe.

    La llamada pasa antes por la recepcionista quien comunica a su jefe de la llamada de su secretario.

    Comúnmente el jefe siempre lo hace esperar, pero el interés de ponerse al día con lo de sus vacaciones hace romper este hábito intencional para con su segundo y autoriza a que pasen la llamada de inmediato a su teléfono.

    Jefe: —Si, ¿qué pasó? ¿Ya tenemos respuesta positiva?

    Secretario: —No señor, pero cuando Simón Troyano pase su chequeo matinal a eso de las ocho de la mañana o antes y de pronto sé de cuenta de que su estado de salud es el mejor que ha tenido toda su vida, sé dará por bien complacido y entenderá que cada palabra de la propuesta que se le hizo puede llegar a ser un hecho y de inmediato aceptara.

    A las diez de la mañana iré por la decisión de Simón Troyano, tenga por seguro que mi trabajo le complacerá, que es mi deseo todo el tiempo. seguro, seguro, un si con toda certeza será la respuesta de Simón, le doy mi palabra.

    El jefe: —Yo sé que me sirves bien, serás premiado a mi retorno, no te prometo traerte un recuerdo porque no se puede, toma en cuenta la intención. Tengo planes de modernizar todo el sistema administrativo que ha regido mis dominios desde tiempos inmemorables. Yo estoy predestinado a librar la última batalla por el dominio total del mundo, porque no todo está escrito como se cree, pero para eso necesito que estés a la cabeza de la nueva administración como él número uno, porque mi tiempo se va a centralizar en finiquitar ya esta guerra. Ese será tu premio si sale todo bien, yo sé que lo has deseado.

    Otra cosa, y ¿el medallón que te di fue dado al humano como prueba de la buena fe para él?

    Secretario: —Todo fue hecho como lo ordenan los protocolos establecidos, más especificaciones especiales que nos sugirió seguir en este caso especial, la medalla la dejé en el cajón de la mesa de noche del humano Simón.

    Jefe: —Bien, si todo está listo, no hay nada más que hablar, a las 10 en punto espero la respuesta de ese enfermo.

    Secretario: —Desde luego señor, y gracias por la confianza que deposita en mí.

    Así la larga conversación termina, dejando a las dos partes con la ilusión de alcanzar sus propósitos en un corto plazo.

    En el hospital los pasillos se empiezan a llenar de gente, los servicios de emergencia siempre lo están, pero el área donde se encuentra José Simón Troyano cobra vida a las 6 en punto de la mañana, hora en que el turno de los enfermeros de la mañana reciben el turno de los de la noche y hacen de esto toda una ceremonia, luego trabajan.

    Un poco antes de las 6 horas entran un par de enfermeras al dormitorio de Simón, quien duerme aun, sin embargo, el primero en ser revisado es el anciano que se queja consecutivamente de ser meneado en su cama para efectuarle su baño y que tome sus pastillas anti inflamatorias.

    Simón sigue

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1