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Mi Infancia
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Libro electrónico49 páginas41 minutos

Mi Infancia

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Relata la vida de una niña y su familia, en la Italia de la Segunda Guerra Mundial, desde sus primeros recuerdos hasta el viaje a América del Sur, donde continuará su vida en la Patagonia.
Vida llena de emociones de todo tipo que la van forjando, sucesos de la vida diaria, con miles de detalles casi en forma didacta: la figura del padre que ha vivido 20 años en África y la añora entrañablemente más que a su tierra natal, la figura de la madre-maestra intransigente que se aferra a la enseñanza de sus hijas como misión de vida, superando las vicisitudes de la guerra, y de la vida diaria, con esperanzas y desilusiones, penas y alegrías, siempre valiente.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 feb 2023
ISBN9798215142332
Mi Infancia
Autor

Simona Simonati Buscaroli

Simona Simonati nació en Bologna (Italia) en 1940, segunda de cuatro hermanas, pasó los años de la guerra lejos de las grandes ciudades salvándose de los bombardeos.De niña, era rubia y de ojos verdes, traviesa e híper quinética, siempre optimista y sonriente, de gran imaginación que transformaba en cuentos increíbles.En agosto de 1948 la familia viajó a Chile y se estableció al sur de Puerto Montt.Como no existían escuelas en la localidad, la madre que era profesora, se dedicó a enseñar a sus hijas según el programa italiano, incluyendo latín, con los textos oficiales que recibía de Italia, mientras su padre administraba y explotaba un fundo maderero.Simona rindió los exámenes de humanidades y entró a la universidad Católica de Valparaíso para estudiar Ingeniería Química, al año siguiente se trasladó a la U de Concepción.Estaba en Concepción para el terremoto de 1960. Empezó a trabajar con su padre en la reconstrucción de casas y edificios, y aprendió lo que sería su futura profesión.Heredando el carácter de su padre, estuvo siempre dispuesta para la aventura, a los 21 años hizo el curso de piloto civil en Puerto Montt, luego en Santiago equitación (salto) y esquí diurno y nocturno.En su trabajo conoció al que sería su esposo con quien tuvo una hija; ahora, ya viuda hace diez años, ha tenido la inmensa alegría de ser abuela.Actualmente vive en Providencia, Santiago, sola (su gato murió hace poco a los 14 años), sigue trabajando en los proyectos que la apasionan. Hace unos años empezó a escribir sus memorias, ya que tiene innumerables aventuras para contar; ésta es su primera publicación

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    Mi Infancia - Simona Simonati Buscaroli

    DEDICATORIA

    Dedico estas memorias a mis hermanas, con quienes compartí la gran aventura de la vida....

    ..Hoy finalmente te hago caso Sofía y emprendo a relatar recuerdos muy queridos, que algún día serán una entretención para mi nieto Matías Nicolás

    y mis sobrinos nietos: Swan, Selva, Camila y Emilio

    CAPÍTULO UNO

    Mi Padre

    Mi padre nació en Verona Italia el 28 de marzo de 1896, bajo el signo de Aries. Su padre tenía la Farmacia de Zevio (Comuna de Verona) y su abuelo era el director del Hospital.

    Por antigua tradición familiar debía entrar a la Universidad de Padua a estudiar medicina, pero huyó y se alistó de voluntario en la Primera Guerra Mundial, su hermano mayor que era general lo encontró semi congelado en las trincheras del Carso, una meseta árida cercana a la frontera con Eslovenia, y lo envió a casa con su madre. No aguantó mucho tiempo y volvió a huir, esta vez a Marsella, donde se embarcó de polizón rumbo al África.

    Eran los tiempos del Imperio Colonial Italiano, por lo que era lógico soñar con África. Mi padre vivió 20 años en África, pionero, aventurero, cazador para capturar los animales vivos para los zoos de Europa; ha cultivado plantaciones de té y de algodón, ha construido pistas que son los caminos en la sabana.

    Crió dos leones cachorros, cuya madre había sido muerta por cazadores furtivos; se quedaban dormidos en la noche bajo la tienda, al pie de su cama, chupando su dedo gordo del pie. Los leones crecieron y cuando mi padre regresaba a casa, se tendía en el suelo antes de llamarlos, para que no lo tumbaran de golpe, y cuando se hicieron adultos, mataron a un hombre que entró a la plantación, y mi padre tuvo que sacrificarlos por orden del Gobernador, a pesar de que había avisado que en su propiedad había leones sueltos. Fue un dolor inmenso que lo marcó por años.

    Amamantó una guagua elefante con leche de vaca, la cual duraba muy poco por las picaduras de la mosca tsé-tsé; la vaca se quedaba dormida y moría de inanición; tampoco duraban las mamaderas de vidrio que el elefantito tiraba al suelo cuando estaban vacías.

    Toda nuestra primera infancia se llenó de los relatos de mi padre, de los animales, de las aventuras, de las caravanas que partían de Congo Belga y demoraban seis meses hasta llegar al Cairo, con 40 o más camellos cargados y toda la tropa de camelleros, cargadores, guías, etc., atravesando el desierto del Sahara, las selvas habitadas por nativos hostiles y animales feroces, con peligros en acecho a cada instante. Llegada la caravana al Cairo, por meses era la gran vida, hasta la caravana siguiente, no sé cuántas veces.

    Recuerdo el relato del viaje a Ceilán en una embarcación a vela, en la que se embarcó inconsciente por el opio que había fumado, y después de varios días despertó en alta mar; y el viaje a La Meca donde entró a la Medina y vio la Kaaba, de lo cual no podía contar ni describir nada, porque es la piedra sagrada donde el profeta Mahoma descansó su cabeza; que por favor no le hiciéramos preguntas al respecto; este relato cargado de misterio que respetábamos incondicionalmente, hacía más interesante y gran la aventura.

    En otro viaje cayó prisionero de una tribu de pigmeos, que lo amarraron a un árbol junto a los demás hombres blancos de la caravana, con la intención

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