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Niniél
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Libro electrónico202 páginas2 horas

Niniél

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Información de este libro electrónico

NINIÉL es una historia atrapante, que te llevará a viajar por el tiempo y espacio, en un viaje fantástico.
Serás testigo de lo que le sucedió a un fotógrafo documentalista, en una rutina de trabajo, cuando descubre un extraño objeto, por destino o casualidad.
Debido a ese descubrimiento, empieza a experimentar una serie de sucesos, que lo hacen dudar hasta de sus facultades mentales.
Por esa razón, antes de recurrir a un médico psiquiatra, busca ayuda en un arqueólogo de gran reconocimiento, y con ayuda de una fiel colaboradora, los tres juntos, descubren el acontecimiento histórico más importante en la trascendencia de la humanidad.
Esa información cambiará sus vidas para siempre, por eso deben tomar una decisión muy importante, y el destino de todos quedará en sus manos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 nov 2022
ISBN9789878732251
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    Niniél - Alejandro Barrera

    cover.jpg

    ALEJANDRO BARRERA

    Niniél

    Barrera, Alejandro

    Niniél / Alejandro Barrera. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.

    Libro digital, EPUB

    Archivo Digital: descarga y online

    ISBN 978-987-87-3225-1

    1. Narrativa Argentina. 2. Novelas. I. Título.

    CDD A863

    EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINA

    www.autoresdeargentina.com

    info@autoresdeargentina.com

    Novela de ciencia ficción

    Los personajes y hechos descriptos en esta narración, son completamente ficticios, cualquier parecido con personas o hechos reales, es pura coincidencia.

    Tabla de contenidos

    CAPITULO 1: EL HALLAZGO

    CAPITULO 2: EL PROFESOR

    CAPITULO 3: EL DESCUBRIMIENTO

    CAPITULO 4: LA REVELACIÓN

    CAPITULO 5: EL SUSESO IMPREVISTO

    CAPITULO 6: PISANDO TIERRA DEL PASADO

    CAPITULO 7: DEMONIO BLANCO

    CAPITULO 8: KAWIL

    CAPITULO 9: PERIODO DE ADAPTACIÓN

    CAPITULO 10: LA CONFESIÓN

    CAPITULO 11: EL CASAMIENTO

    CAPITULO 12: LA GRAN BATALLA

    CAPITULO 13: ALGORITMOS

    CAPITULO 14: PROYECTO NINIÉL

    CAPITULO 15: EL ASCENSO

    CAPITULO 1

    EL HALLAZGO

    ¿Crees que el destino ya está escrito?

    O crees que al destino lo construimos nosotros mismos…

    Sea como sea, yo tengo el privilegio y la obligación, de contarte esta inimaginable historia.

    Todo comenzó, en la ladera occidental de la Sierra Madre, en el estado de Chiapas (México), en enero del año 1995, cuando un fotógrafo documentalista llamado Armando González, intentaba atrapar atravez de sus cámaras, imágenes de un animal que según los lugareños, era un misterio en la biósfera silvestre del lugar, ya que muy pocas veces se lo había visto, porque habitaba en una zona prácticamente inaccesible.

    Armando, un hombre de perfil sencillo, con un poco de sobrepeso y de unos cuarenta años de edad, asimilaba con un poco de dificultad el clima húmedo de la nubliselva, pero su espíritu aventurero, lo impulsaba a seguir cueste lo que cueste. Siempre luciendo su sombrero australiano viejo y desgastado, que aún lo protegía de la molesta llovizna estival. Este hombre además de su sombrero, llevaba en sus hombros, un verdadero estudio de producción fotográfica y fílmica, perfectamente reducido, y bien acomodado en su mochila, además del equipo y correajes de alta montaña.

    A paso firme y seguro, avanzaba por los senderos húmedos del bosque mesófilo, y el bullicio de las aves que era ensordecedor, parecía no aturdirlo.

    Ya que en su mente solo estaba el objetivo de capturar esta vez, imágenes exclusivas del Jaguar melánico, que es una especie de cruza entre Jaguar y pantera.

    Todo este sacrificio era un verdadero reto para él, ya que quería demostrarles a los críticos escépticos, que este tipo de animal existía en ese lugar, que solo cazaba de noche, y que habría que hacer algo con respecto a la biósfera, para protegerlo de su posible extinción.

    Este pretencioso fotógrafo, tardó dos días en llegar caminando y escalando con gran paciencia.

    Luego de mucho esfuerzo, llegó hasta una zona ubicada en cercanías del nacimiento de un arroyo, llamado por los lugareños Sangre del Tacaná.

    Pudo llegar hasta ese lugar, gracias a los datos precisos que le habían aportado unos andinistas amigos suyos. Y alejado de toda civilización, incluso de los mismos lugareños, ya en pleno corazón de la Sierra Madre, pudo encontrar una pequeña meseta para montar su mini campamento, ya que en esa parte de la montaña, la ladera es muy escarpada y con mucho declive.

    Con mucha paciencia, montó su equipo de cámaras camufladas en los árboles y riscos, dejando todo preparado para filmar tanto de día como de noche. Y al caer el sol, Armando activaba las cámaras infrarrojas, así estas comenzaran a grabar en la oscuridad. Y así repitió esta rutina, durante varios días y noches.

    Todos los días recogía el material de grabación, y lo editaba en su computadora portátil, pues hasta el momento, solo había capturado imágenes de Jaguares comunes, que también estaban en peligro de su extinción en la zona, debido al rápido crecimiento poblacional en los alrededores.

    Armando, es un hombre de mucha paciencia, ya que esperó e insistió, hasta que por fin llegó el momento tan esperado, cuando observó en un registro fílmico de una de sus cámaras nocturnas, las imágenes tan preciadas.

    Ahí estaba el felino melánico… un poco sigiloso, compartiendo territorio con el Jaguar común.

    Y mientras disfrutaba un café, con gran satisfacción y alegría, seleccionaba las partes donde aparecía el misterioso animal, y aunque estas imágenes no eran muy claras debido a la espesa neblina, igualmente Armando se puso muy feliz de haber dado con el lugar exacto, y cuando estaba seleccionando las mejores escenas para armar uno de sus documentales más valiosos… Ocurrió algo que le borró la leve sonrisa de felicidad que le adornaba. Porque mientras observaba el final de la grabación de una de sus cámaras nocturnas, una extraña situación llamó su atención, cuando observó que a una distancia no muy lejana, ya en plena madrugada, unas luces provenían del mismo arroyo, y se perdían dentro de la tupida vegetación boscosa.

    Esta particular situación le intrigó mucho, porque el lugar donde él estaba, era de muy difícil acceso, y mucho menos para andar desplazándose en la oscuridad.

    Entonces buscó encontrar algo mas en sus cámaras que grababan de día, y pudo observar en una de ellas, que al terminar el atardecer ya casi de noche, las luces salían del bosque selvático y se perdían en el arroyo.

    Entonces empezó a buscar minuciosamente en sus registros de filmaciones anteriores, y notó que ahí estaban estas extrañas luces, entrando y saliendo del bosque, al otro lado del arroyo en los mismos horarios.

    Armando lo primero que imaginó, es que se trataría de cazadores furtivos, y eso a él no le agrada en lo absoluto. Entonces pensó en averiguar de qué se trataba para hacer algo al respecto, ya que esta situación le incomodaba tanto, que ya no podía trabajar tranquilo.

    Apenas anocheció, tomó su cámara filmadora y con mucho cuidado fue acercándose para investigar, al lugar donde los equipos habían captado el suceso.

    Así, permaneció escondido detrás del follaje de unos arbustos, hasta que personalmente pudo observar atravez del visor infrarrojo de su filmadora portátil, que se trataba de tres hombres vestidos con ropa de camuflaje, fuertemente armados con fusiles, que iluminaban el sendero con unas linternas portátiles que tenían colocadas en sus frentes. Estos provenían del tupido bosque, y luego se perdían por un sendero al orilla del arroyo.

    Armando, en su vida de fotógrafo de talla internacional, estaba acostumbrado a ver sujetos armados, por eso no se intimidó, así que esperó unos minutos y luego se acercó al arroyo para cruzar del otro lado de su angosto cauce, y empezó a seguir las huellas de las pisadas que dejaron los extraños sujetos.

    Esta acción era prácticamente una locura, una porque no sabía con lo que se iba a encontrar, y otra es que el piso aparte de ser pronunciadamente inclinado, también permanecía siempre húmedo haciéndolo muy resbaladizo, y además de la oscuridad, la neblina por momentos, no dejaba ver nada.

    Un paso en falso y la caída sería mortal, pero la curiosidad de Armando era más poderosa que su mismísima sensatez.

    Luego de recorrer unos cincuenta metros, bordeando el faldeo de la montaña, llegó hasta una superficie un poco más ancha, donde pudo observar con la luz tenue de la lamparilla de su cámara filmadora, la imponente presencia de un paredón compuesto por rocas y limo, que de sus cornisas colgaban unos helechos enormes de un color verde muy intenso, que también compartían su paisaje con unas orquídeas exageradamente hermosas, que nacían de las grietas de las piedras cubiertas por humus, así estos adornos naturales le daban al lugar un encanto muy especial.

    Armando, se lamentaba no poder fotografiar ese hermoso paisaje, ya que el flash de iluminación de la cámara podría delatar su presencia.

    Pero se conformó con solo poder verlas, y siguió alumbrando a su entorno y fue ahí donde vio un montículo de tierra y piedrillas amontonadas, que parecían recién sacadas de alguna excavación. Entonces empezó a observar con mucha atención la pared de la montaña, hasta que pudo divisar unas ramas sueltas que intentaban ocultar la reciente excavación.

    Esta, tenía como seis metros de profundidad hacia el seno de la montaña, y pareciera como si alguien hubiese tapado la entrada de un túnel, o algo similar, con muchas piedras y tierra, ¡pero hace muy mucho tiempo!... Porque el material que estos extraños sujetos extraían estaba muy endurecido.

    También observó, que en un costado de la excavación había varias palas, picos, baldes, e incluso unos aparatos que al parecer, podrían ser detectores de metal, también había palitas, pinceles, una mochila, y una caja con cartuchos, que parecían ser de dinamita.

    Al ver esto, Armando, tomó conciencia del peligro que corría por permanecer en ese lugar, así que para no ser detectado, apagó la lamparilla y empezó a usar de nuevo el visor nocturno de su cámara.

    Con los sentidos del oído bien agudizados para escuchar si alguien se acercara, tomó coraje y abrió con mucho cuidado el cierre de la mochila, para ver que había en su interior.

    Su curiosidad lo llevó a descubrir un mapa bastante viejo y maltratado, que tenía una leyenda escrita en un idioma ancestral, al que Armando siendo un hombre muy práctico en hablar lenguas de todo el mundo, identificó como idioma mam.

    Éstas palabras estaban casi ilegibles, pero alcanzó a interpretar, que indicaban cómo llegar a ese lugar, tomando algunos puntos de referencias marcados con dibujos. Y también tenía otro texto escrito en castellano, pero éste tenía otro tipo de tinta, que decía, posible beta de metal compatible con oro, a 15 metros de profundidad. Y también estaban marcadas casi las mismas coordenadas que le habían dado a él, sus amigos andinistas.

    Entonces dedujo, que se trataba de simples mineros, pero esa actividad estaba totalmente prohibida en esa montaña, y tampoco podía entender el porqué estaban armados de esa manera, ya que los Jaguares no suelen atacar a las personas, pero quizás ellos tenían otro criterio al respecto, o tal vez, sea para protegerse de algún posible ladrón.

    Así que su curiosidad lo hizo entrar en plan de justiciero, y en medio de la noche, Armando fue a buscar su equipo de cámaras camufladas, y las instaló en lugares estratégicos cerca de la excavación, para tener un documental exclusivo del accionar de los supuestos mineros mercenarios.

    Y ya, antes del amanecer, Armando pudo montar su estudio fílmico camuflado, y regresó a su campamento sin dejar rastro alguno de su curiosa visita.

    Al llegar la mañana, el sueño y el desvelo se apoderaron de su lucidez, y poco a poco cayó en un profundo descanso.

    Ya en la tarde, Armando estaba despierto esperando ansioso la llegada de la noche, para ir a recoger las imágenes captadas por las cámaras, y como lo consumía la impaciencia, decidió esperar en su escondite, y está vez vio a los sujetos salir del bosque, cada uno cargado con grandes mochilas.

    Pues aguardó unos minutos mas, y después que se fueron, cruzó el arroyo, y agazapado fue acercándose a la excavación.

    Y cuando llegó, vio que el bordo de tierra y piedrillas sueltas había crecido notablemente, y detrás de las ramas, pudo observar que la excavación era tan profunda, que en su interior solo se observaba más oscuridad. A todo esto Armando se guiaba atravez de su visor nocturno, y así ingresó al túnel, y después de recorrer unos 12 metros, pudo observar que se trataba de una caverna, y vio que sus paredes estaban llenas de relieves tallados.

    Al parecer, estos sujetos habían descubierto una verdadera caverna arqueológica.

    Armando estaba lleno de asombro, porque no tenia conocimiento de que en esa zona de montaña, hubiese registros de descubrimientos de arqueología.

    Entonces en vez de retirarse, su curiosidad lo tentó de nuevo, y tomando coraje avanzó aun mas hacia el interior.

    Y mientras más profundo ingresaba, pudo notar que la intensa humedad era asfixiante, pero eso no le impidió continuar.

    Armando, totalmente entregado a su vocación, ni dudó en filmar todo lo que veía, esta vez no optó por el modo infrarrojo, pues optó por filmar con la lamparilla en su máxima potencia de iluminación, para no dejar detalle alguno sin registrar.

    Ya en el corazón de esta cueva, se dio por convencido de que estaba en una verdadera caverna natural, y observó más dibujos jeroglíficos tallados en las paredes, y también vio muchos objetos tirados en el suelo, como vasijas, morteros, y utensilios.

    Al parecer los sujetos desparramaron todo, buscando cosas de más valor.

    Y al observar en los rincones notó que había recipientes con contenido ya endurecido, que puede haber sido maíz, y otros vacíos, y también observó grandes arcos perfectamente conservados y gran cantidad de flechas.

    Al girar la visual hacia el otro rincón, vio unas mochilas grandes de color marrón, que al abrirlas pudo ver que estaban ya guardados objetos de metal labrados con forma de animales, que parecían ser de oro. Entonces Armando dedujo que las habían dejado los saqueadores para después llevárselas.

    Siguió filmando, y pudo observar que en el medio de la caverna, había un pedestal elevado sobre pilares de piedra, a unos cincuenta centímetros del piso, en el que posaba boca arriba el cuerpo momificado de una persona, con los brazos cruzados en su pecho.

    Según el conocimiento de Armando en arqueología, pudo afirmar que esta persona, tiene que haber sido de una importante posición imperial, por los adornos de piedra Jade y obsidiana que lo adornaban, además de todas las cosas que tenia en su entorno.

    Pero algo muy extraño despertó aun mas su curiosidad, cuando enfocó de frente a la momia, y pudo observar que atravez del visor de la cámara, que al alumbrarla con la luz, esta momia tenia colocado en su brazo izquierdo, una especie de brazalete o pulsera que brillaba de una manera distinta a los demás objetos que habían en el lugar, como si capturara la luz un tiempo más de lo normal, como fluorescente talvez.

    Pues al observarla directamente sin el visor de la cámara, pero alumbrándola también, pudo notar que solo era una pulsera metálica de color gris opaco y sucio.

    Entonces, en ese momento se puso a investigar el extraño suceso, porque notó que este fenómeno únicamente se podía observar atravez del visor de su cámara, porque a simple vista no se podía percibir.

    Pues a Armando este misterio le

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