La postal más linda del mundo
LLEGAMOS al aeropuerto de Punta Arenas. Viajar en avión me produce sentimientos encontrados. Por un lado, por la cantidad de CO2 que se libera, y por otro, por la mística de aparecer en un espacio completamente diferente luego de un pequeño sueño de unas horas. Al llegar a la capital regional me sentí como Macaulay Culkin en Mi pobre angelito, perdido y fascinado por lo que estaba viendo. Aquí comenzó un viaje lleno de conocimientos y percepciones.
En el aeropuerto conocimos a uno de los personajes más llamativos de este viaje. Edmundo Reynolds, mejor conocido como Olafo, por el vikingo de las historietas de Dik Browne. Se trata de un hombre alto, de pelo cano y con miles de historias albergadas en su memoria.
Con un tono de voz grave y sonrisa cercana, comenzó la narración de sus anécdotas, contando que la primera vez que visitó el parque tenía solo meses de vida, y que había acampado en las cercanías de las torres desde antes que Conaf se hiciera cargo de su cuidado.
Comenzamos el camino desde el Aeropuerto Carlos Ibáñez del Campo y nos despedimos del Estrecho de Magallanes, originalmente llamado Estrecho de Todos los Santos, que el 1 de noviembre de 2019 celebró 500 años desde su descubrimiento.
A poco más de una hora de camino, el vehículo pasó por Villa Tehuelche y por la Cooperativa del Cacique Mulato, un poblado escondido entre la pampa que comenzó a habitarse luego de implementarse el Proyecto Patagonia, que vino de la mano con la Reforma Agraria (1960), cuyo objetivo era aumentar la población en los campos Magallánicos.
Entre Punta Arenas y Puerto Natales se encuentra un lugar congelado en el
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