El Principito
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Antoine de Saint-Exupéry
Antoine De Saint Exupéry, born in Lyon 29 June 1900, was a French writer and aviator. He is best remembered for his novella The Little Prince, and for his books about aviation adventures, including Night Flight (1931) and Wind, Sand and Stars (1939). In 1921 he began his military service and trained as a pilot. He became one of the pioneers of international postal flight. At the outbreak of the Second World War he joined the French Air Force flying reconnaissance missions until the armistice with Germany. Following a spell writing in the United States, he joined the Free French Forces. He went on a mission to collect information on German troop movements in the Rhone valley on 31 July 1944 and was never seen again. His plane disappeared. It was assumed that he was shot down over the Mediterranean. An unidentifiable body wearing French colours was found several days later and buried in Carqueiranne that September.
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El Principito - Antoine de Saint-Exupéry
Cuando tenía seis años de edad vi una vez una magnífica imagen de la selva virgen, en un libro cuyo nombre era Historias vividas . Representaba una serpiente boa que engullía una fiera. He aquí la copia del dibujo.
El_Principito-P_017-ENTREGA_copiaDecía en el libro: Las serpientes boas engullen sus presas enteras, sin masticarlas. Después, ya no se pueden mover y duermen durante los seis meses que demora su digestión
.
Reflexioné mucho acerca de las aventuras de la selva y logré, a mi vez, trazar mi primer dibujo con un lápiz de color. Mi dibujo número 1. Era así:
El_Principito-P_018-ENTREGA_copiaLes mostré mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo las asustaba.
Me respondieron: —¿por qué tendríamos que tenerle miedo a un sombrero?
Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Entonces dibujé el interior de la serpiente boa para que las personas mayores pudieran entender. Ellas siempre necesitan explicaciones. Mi dibujo número 2 era así:
El_Principito-P_018-ENTREGA_copia1Las personas mayores me aconsejaron dejar de lado los dibujos de serpientes boas abiertas o cerradas, e interesarme más bien por la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. Así fue como, a los seis años, abandoné una magnífica carrera de pintor. Había quedado desilusionado por el fracaso de mis dibujos número 1 y número 2. Las personas mayores no entienden nada por sí solas y es agotador para los niños tener que estar dándoles explicaciones una y otra vez…
Entonces, tuve que elegir otro oficio y aprendí a pilotear aviones. Volé a muchas partes del mundo, y la geografía, es cierto, me sirvió mucho para diferenciar a primera vista China de Arizona. Es muy útil si se está perdido durante la noche.
Tuve así, a lo largo de mi vida, un montón de encuentros con un montón de personas serias. Viví mucho tiempo con personas mayores. Las conocí muy de cerca, lo que no mejoró mucho mi opinión acerca de ellas.
Cuando encontraba alguna que me parecía un poco más lúcida que las demás, la sometía a la prueba de mi dibujo número 1, que guardé siempre. Quería saber si realmente comprendía. Pero siempre me respondía: Es un sombrero
. Entonces no le hablaba ni de serpientes boas, ni de selvas vírgenes, ni de estrellas. Me ponía a su altura. Le hablaba de bridge, de golf, de política y de corbatas. Y la persona mayor quedaba feliz de haber conocido a alguien tan razonable…
Así fue como viví solo, sin nadie con quien hablar verdaderamente, hasta una avería en el desierto de Sahara, hace seis años. Algo se había roto en el motor. Y como no viajaba conmigo ni mecánico ni pasajeros, me dispuse a realizar yo solo una reparación difícil. Era para mí un asunto de vida o muerte, pues apenas tenía agua potable para ocho días.
La primera noche me dormí sobre la arena, a más de mil kilómetros de cualquier lugar habitado. Estaba más solo que un náufrago sobre una balsa, en medio del océano. Así que pueden Imaginar mi sorpresa, cuando al amanecer una curiosa vocecita me despertó:
— ¡Por favor... dibújame un cordero!
—¿Ah?
—Dibújame un cordero…
Me puse de pie de un salto, como si me hubiera caído un rayo. Me refregué bien los ojos y miré. Entonces vi a un muchachito extraordinario que me observaba fijamente. He aquí el mejor retrato que, tiempo después logré hacer de él. Pero mi dibujo, naturalmente, es mucho menos encantador que el modelo. No es mi culpa. Las personas mayores me habían desalentado en mi carrera de pintor a los seis años y no había aprendido a dibujar nada, exceptuando las boas cerradas y las boas abiertas.
El_Principito-P_021-ENTREGA_copiaMiré, pues, con gran asombro, esa aparición. No hay que olvidar que