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El diario alienígena de Super Jewels
El diario alienígena de Super Jewels
El diario alienígena de Super Jewels
Libro electrónico408 páginas1 hora

El diario alienígena de Super Jewels

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Información de este libro electrónico

La hija de Brenda, Jacqueline, le pidió que escribiera este libro para ayudar a otros a entender cómo se sienten las personas que padecen autismo, también para demostrar que estas personas tienen las mismas necesidades y sueños que tiene todo el mundo y para darles una oportunidad.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento23 ago 2016
ISBN9781507150504
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    El diario alienígena de Super Jewels - BK Bradshaw

    Título original en inglés: The Alien Logs of Super Jewels, por B.K. Bradshaw

    Copyright © B.K. Bradshaw, Julio 2015

    ISBN 13: 978-1-942905-09-7

    Número de control de la Biblioteca del Congreso: 2011928604

    NOTA DEL EDITOR:

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes y sucesos son producto de la imaginación de la autora o se usan de forma ficticia, y cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, sucesos o lugares, es totalmente accidental. Sin perjuicio de los límites de los derechos sobre el copyright expresados más arriba, ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o introducida en un sistema de recuperación de datos, o transmitida en cualquier formato o desde cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopiado, grabado o de cualquier otra manera), sin el permiso escrito previo tanto de la propietaria del copyright como del editor de este libro antes mencionado.

    Goldminds Publishing, LLC. 1050 Glenbrook Way, Suite 480

    Hendersonville, TN 37075 www.goldmindspub.com

    Impreso en los Estados Unidos de América

    Diseño de cubierta e ilustraciones interiores de Travis Hanson

    El diario alienígena de

    BK Bradshaw

    N A S H V I L L E,  T E N N E S S E E

    Para Jaq Attaq

    Te echo de menos. Con amor, tu mamá alienígena.

    Registro alienígena Nº 1: Alienígena o superhéroe

    «Tu nombre es raro, igual que TÚ, Jewels» –dijo Hannah Banana Akers.

    «Me gusta mi nombre porque las joyas son brillantes y, si les acercas una luz, desprenden un arcoíris, y todo el mundo sabe que los arcoíris son geniales» –le contesté.

    Hannah Banana Akers puso sus ojos en blanco y se fue.

    Eso fue en cuarto curso. Yo soy casi una adolescente y la gente todavía me dice lo rara que soy. Mi padre dice que todos los niños son diferentes, pero yo siempre he pensado que quizá yo sea más diferente que la mayoría de los niños.

    Vi la película de E.T. sobre una criatura  extraterrestre que vino a estudiar la Tierra, fue abandonada accidentalmente y perdió el contacto con su nave nodriza. Me dio mucha pena ese pequeñajo. No encajaba. No se parecía a los terrícolas. No comía lo mismo que los terrícolas. No caminaba igual ni hablaba igual. Tenía problemas para vivir en la Tierra y si no volvía a su planeta, moriría.

    E.T. era como yo. Mi médica, la Doctora Silver, decía que mi cerebro estaba cableado de forma diferente al de la mayoría de la gente y que por eso era una quisquillosa, odiaba los botones en mis pantalones y tenía problemas para entender las expresiones faciales de las personas. A mí me parecía muy alienígena.

    La Doctora Silver lo llamaba Síndrome de Asperger, una especie de autismo. Decía que hacía que mi cerebro fuera diferente. Ella podía llamarlo como quisiera, pero yo pensaba que podía haber perdido contacto con mi nave nodriza.

    Mi hermano mayor, Raphi, decía que un montón de gente con autismo tienen superhabilidades como tocar piezas de Mozart en el piano a los tres años, o recordar cada detalle sobre cada tipo de dinosaurio. Él decía que yo también podía tener una superhabilidad, y que si pensaba en ello, quizás podría descubrir cuál era.

    Así que empecé a pensar en cosas que me habían pasado para ver si podía encontrar pruebas de si era alienígena o superheroína. Cada Registro Alienígena era como las anotaciones del Capitán de Star Trek, solo que en vez de registrar los viajes de la nave espacial Enterprise, yo anotaba las pruebas de mi vida aquí en la Tierra. ¿Era una alienígena? Quizá tenía un superpoder. De una forma o de otra, tenía que descubrir por qué era tan diferente, y esto es lo que pasó...

    Registro alienígena Nº 2:

    Dotes artísticas, dardos y patas de gato

    «Mamá, no recuerdo nada de cuando era bebé» –dije.

    «Nadie recuerda haber sido bebé, Jewels» –dijo mamá.

    «¿Estás segura? Quizá mi memoria fue borrada al pasar por un agujero de gusano en mi camino a la Tierra desde mi planeta».

    «Muy divertido, Jewels» –dijo ella. «Los cerebros de los bebés no están lo suficientemente desarrollados como para recordar cosas que sí recuerdan cuando son mayores».

    «¿Cómo era de bebé?» –pregunté.

    «Eras adorable y muy lista» –dijo mamá.

    «Tú eres mi mamá, así que por supuesto que ibas a decir eso» –le dije. «¿Era diferente de otros bebés?»

    «Bueno, empezaste a hablar más tarde que la mayoría de los bebés, pero cuando lo hiciste te convertiste en una parlanchina».

    No estaba segura por qué, pero aquello me sonó a insulto.

    «Tú siempre me sorprendías con tus dotes artísticas» –me dijo.

    «¡Cuéntame la historia del dibujo de la silueta de la ciudad!»

    Yo había escuchado esa historia antes, pero quizá me había perdido algo: algún detalle que me diera alguna pista. Caminamos hacia el pasillo de nuestra casa y, colgado sobre la pared, enmarcado como una pintura de un museo, había un dibujo de la silueta de una ciudad.

    «Cuando tenías casi cinco años, hiciste este dibujo tan detallado y colorido de la silueta de una ciudad. No podía creer que lo hubieras dibujado tú. Era como si lo hubiera dibujado un niño mayor, con dimensiones y detalles. Colgué el dibujo aquí para recordar cómo siempre estás llena de sorpresas».

    Yo no veía cómo ser una buena artista me hacía una superheroína o una alienígena. No dibujé un monstruo que cobrara vida y atacara a mi villano, y la ciudad que dibujé parecía como si estuviera en la Tierra. No veía naves espaciales o pequeños alienígenas alrededor. Simplemente había dibujado edificios normales de la Tierra.

    «¿Hay alguna otra cosa en la que sea realmente SUPERbuena?»

    «¿Te acuerdas cómo conseguiste tu unicornio de peluche?» –me preguntó mamá.

    Fuimos a mi habitación y nos sentamos en mi cama. Yo abracé a mi unicornio.

    «Lo conseguí en la feria cuando tenía tres años» –dije.

    «Sí, pero lo especial es CÓMO lo conseguiste» –dijo ella.

    Así que me contó la historia...

    ––––––––

    ––––––––

    «¡Unicornio!» Yo corrí tan rápido como me permitieron mis piernitas, chocándome

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