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Poemas y cartas de Madame Guyón: SERIE GUYON, #5
Poemas y cartas de Madame Guyón: SERIE GUYON, #5
Poemas y cartas de Madame Guyón: SERIE GUYON, #5
Libro electrónico206 páginas2 horas

Poemas y cartas de Madame Guyón: SERIE GUYON, #5

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Por primera vez disponible en español, os presentamos una nueva joya de la íntima prosa de la mística francesa conocida como Madame Guyón. Se trata de una colección de poemas (31) y cartas privadas (79) que nos animamos a editar por petición privada.

  • Material totalmente inédito en español que nos muestra lo más íntimo de la autora.
  • Incluye la correspondencia secreta entre Madame Guyón y su querido discípulo el arzobispo Fénelon.
  • Disfruta de un diseño de producción en un formato artístico ideal para regalar y sorprender.
IdiomaEspañol
Editorialmarronyazul
Fecha de lanzamiento30 jun 2022
ISBN9788412423525
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    Poemas y cartas de Madame Guyón - Madame Guyón

    POEMAS Y CARTAS DE MADAME GUYÓN

    Título original: Poemas y cartas de Madame Guyón

    Traducción © 2022 S.D.R.M. Todos los derechos reservados.

    Publicado en Madrid, España.

    Edición y maquetación: Marronyazul®

    Primera edición: junio 2022

    ISBN (ePub): 978-84-124235-2-5

    MARRONYAZUL®

    www.marronyazul.com

    equipomarronyazul@gmail.com

    logo marronyzul

    Derechos de autor:

    —Se permite copiar o citar hasta diez mil (10.000) caracteres de esta obra en otras obras (lucrativas o no) sin autorización previa, siempre y cuando no se utilicen en obras numeradas, seriadas, por entregas o «fascículos», sino en una sola obra totalmente independiente de otras. En cualquier caso, debe citarse bibliográficamente este original. Para mayores extensiones se debe obtener autorización expresa de esta editorial.

    —Queda autorizado el préstamo gratuito.

    —Exceptuando los casos señalados, no está permitido el alquiler (cobrar por su préstamo), ni la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio (ya sea mecánico, electrónico, por fotocopia, por registro u otros métodos), sin el permiso previo y por escrito de los titulares de los derechos de autor.

    DEDICATORIA:

    A todas las mujeres y hombres piadosos que,

    muriendo a sí mismos cada día,

    honran el nombre de Jesús.

    Contenidos

    Introducción al lector

    Poemas (en verso y prosa)

    Sendas variables

    La cruz del Salvador

    Ave prisionera

    Anhelando el reino del amor

    Sacra soledad

    La luz

    La soledad feliz

    Adoración

    Justicia divina

    Homenaje al pequeño niño Dios

    Amor puro y fuerte

    El amor y el abandono

    El alma languidece de amor

    Amor puro y verdad

    Ama sólo a Dios

    Sacrificio en las vicisitudes del amor divino

    Bienaventuranza en la justicia divina

    El alma que ama se abandona a Dios

    Sólo el amor de Dios

    Nueva vida

    Señor, sólo tú eres mi nación

    A la espera

    Apresúrate

    Mi crimen es el amor

    La conformidad del puro amor

    Las prisiones no excluyen a Dios

    A Dios se le conoce amándole

    Pensamientos nocturnos

    La rendición absoluta

    Sólo a Dios sea la gloria

    El testimonio de la adopción divina

    Cartas (a hermanos, amigos y conocidos)

    El reinado de Cristo en el corazón

    Vuélvete del yo al Cristo

    Estado de certidumbre

    Humildad: el efecto del amor

    Gozo en persecución

    Comunicación divina

    Libertad en Cristo

    Evita la melancolía

    El cuidado de Dios del alma que se entrega a él

    El poder del adversario

    Unción de gracia

    Unidad espiritual

    Vicisitudes en la experiencia

    Paciencia con las faltas de otros

    Cómo distinguir los movimientos de Dios

    Estado de sencillez

    Apagando el Espíritu

    Soporta las crucifixiones y reducciones del ego

    Redarguye en amor

    La silenciosa acción de la gracia

    No limites tu esfera

    El secreto de las operaciones divinas en el alma

    No hay unión con almas egocéntricas

    Nunca cedas al desánimo

    Estado de progreso

    La grandeza de la pobreza espiritual

    La ayuda que un alma presta a otra

    Simplicidad y poder de la palabra

    El olvido de uno mismo

    Diversidad en la santificación

    Consuelo en la aflicción

    Llevando fruto en unión con Cristo

    Estado de desolación

    El abandono de uno mismo

    No hay que depender de los instrumentos

    La visión del yo

    Un niño de Dios cercano a la muerte

    Unión de almas en Dios

    Las operaciones secretas de la gracia

    A un joven amigo

    Última carta a su guía espiritual

    La gloria de Dios, el único deseo

    Unión espiritual y auxilio

    Cómo gestionar la reprensión

    Soportando los estados de Cristo

    Nuestras imperfecciones no deberían ser obstáculo

    Muerte y resurrección

    Gracia profunda e interior

    La renuncia a uno mismo

    La visión concisa del camino interior

    Faltas inesperadas

    Experiencia dolorosa

    La diferencia entre el éxtasis mental y el éxtasis de la voluntad

    Estado apostólico

    Vive en el presente

    Estado del alma en unión con Dios

    Estado de reposo en Dios

    Grandes humillaciones

    El reposo del alma en Dios

    El poder de expulsar espíritus malos

    El estado de un alma reunida con Dios

    Cartas (entre Guyón y Fénelon)

    Guyón a Fénelon

    Fénelon a Guyón

    Guyón a Fénelon

    Fénelon a Guyón

    Guyón a Fénelon

    Fénelon a Guyón

    Guyón a Fénelon

    Fénelon a Guyón

    Guyón a Fénelon

    Fénelon a Guyón

    Guyón a Fénelon

    Guyón a Fénelon

    Fénelon a Guyón

    Guyón a Fénelon

    Fénelon a Guyón

    Guyón a Fénelon

    Fénelon a Guyón

    Guyón a Poiret

    Introducción al lector

    El nombre de soltera de Madame Guyón fue Jeanne-Marie Bouvier de la Motte. Nació en Montargis, Francia, el 13 de abril de 1648. La casaron contra su voluntad con M.J.Guyon en 1664 en lo que con nuestras leyes occidentales actuales casi consideraríamos la violación de una menor. De este hombre adquirió su famoso apellido, engendró cinco hijos y quedó viuda 12 años después de contraer matrimonio. En este periodo sufrió mucho a manos de su suegra, perdió a una hermana, madre, padre, un hijo y una hija de corta edad. Una preparación espiritual para formar parte de un minoritario repertorio de reformadores religiosos en una época histórica donde no existían ni derechos ni libertades, y donde si te atrevías a poner de relieve la corrupción del clero o del poder político te exponías a ser la diana de sus insidiosas intrigas y perderlo todo, incluida la vida. Varias veces encarcelada, tras su definitiva liberación de la Bastilla contaba con 54 años de edad y fue desterrada para el resto de sus días a la ciudad de Blois. Los fríos inviernos y los tórridos veranos de sus años de prisión afectaron mucho a su ya de por sí delicada salud; por ello, una vez liberada, su existencia quedó muy mermada hasta su muerte el 9 de junio de 1717, cumplidos los 69 años de edad y dos años después que perdiera a su discípulo el arzobispo Fénelon.

    Poco después, la influencia de esta devota católica se extendió por el mundo anglosajón, siendo especialmente admirada en pequeños grupos protestantes que luchaban por conocer a Dios apartados de un «sistema religioso» que ellos consideraban anquilosado en los ritos y lejos de la vida. Entre ellos, citar a los Cuáqueros, Zinzendorf y los moravos, el movimiento de John Wesley, Jesse Penn-Lewis, Watchman Nee y el movimiento del Pequeño Rebaño en China. Aunque se mantuvo fiel a la Iglesia Católica hasta su muerte, hasta el día de hoy ha sido despreciada, arrinconada y sentada en la silla de los heterodoxos por su propio grupo. Algo realmente asombroso dada su piadosa influencia y el intachable testimonio de su vida.

    La sencilla doctrina de Madame Guyón se puede resumir con facilidad: «muere a ti mismo, ama a Dios y deja a Cristo reinar». En medio de esta sencillez, es característico de los escritos de Guyón encontrar oráculos de una profundidad y amplitud más propios de los apóstoles de la iglesia primitiva que de lo que cabría esperar de una achacosa aristócrata francesa. Lo cierto es que esta inconmovible sencillez siempre parece querer acompañarse de una asombrosa sabiduría para penetrar en los recovecos del alma humana. La prosa de esta mujer sumerge al lector en un mar profundo de revelación al mismo tiempo que te permite saborear la dureza de la cruz. Esto, desde nuestro punto de vista, hace de los escritos de Guyón un tesoro encomiable para el cuerpo de Cristo, como diminutas joyas que brillan en el firmamento. Pocos han profundizado en los secretos de la fe (el proceso interior de descubrir las riquezas de Cristo) con tanta candidez y tan poco adorno fútil.

    Este libro consta de una recopilación de poemas, su correspondencia personal y, como regalo, un corto manuscrito que ella escribió titulado Unión con Dios. Digámoslo así, queríamos con esta publicación penetrar lo máximo posible en la intimidad de la autora; en sus palabras más secretas como maestra espiritual dirigidas a amigos y creyentes; en sus cantos amorosos a Dios Mismo; en la esencia de su misión renovadora. Toda su literatura es muy subjetiva, pero este material quizás resulte lo más íntimo entre lo íntimo. Se sabe que algunos de sus poemas (al menos los cortos y breves) ella misma los convertía en salmodias cantadas a Dios. Las cartas se dirigen a distintas personas y sus distintos estados, pero su sabiduría es útil para cualquier etapa de la vida de cualquiera de nosotros: personales y universales al mismo tiempo.

    Advertimos al no iniciado que Madame Guyón no es hueso fácil de roer. Si acudes a ella como un perrillo será fácil tropezar en su ministerio. Se debe acudir a ella como ovejita, con corazón abierto y amoroso, pero sobre todo sin demasiadas pretensiones doctrinales: la mayoría de sus escritos muestran con ofensiva transparencia la subjetividad propia del camino personal que ella recorrió en su camino hacia Dios.

    La correspondencia de Madame Guyón fue extensa, unos cinco volúmenes impresos de la época, por lo que sólo presentamos una pequeña porción como expresión más o menos representativa de sus experiencias y sentimientos. Su correspondencia con el arzobispo François Fénelon se contiene principalmente en el quinto volumen de sus cartas, y también hemos incluido algunas de ellas al final. Hemos mantenido la formalidad en estas últimas porque en su origen existe esta formalidad, pero en el resto hemos preferido hacer sus consejos más cercanos quitándole el trato de cortesía al texto. Os recomendamos este intercambio entre ambos titanes: Fénelon muestra una desnudez encomiable y Guyón hace gala de un cariño de madre muy tierno procurando que Fénelon consiga «perderse totalmente en Dios». Hasta donde puede deducirse por las fechas, esta correspondencia dio comienzo en el año 1688, año en que Madame Guyón fue liberada de sus primeras prisiones. Fénelon abrazó la idea del puro amor que propugnaba su amiga y sufrió con abnegación esta decisión: ataques desde dentro, sucias habladurías, la ira del rey y su entorno y, como colofón, un destierro obligado dentro de su propio país. A pesar de ser un hombre de alta posición, con talento, fiel, humilde y piadoso, muy respetado y amado por todos, decidió defender a Guyón y sus principios hasta que murió. De aquella época (y junto a la obra del jesuita español Miguel de Molinos, otro reformador importante de aquel siglo) resulta curioso que los pocos escritos que mejor han soportado el paso del tiempo han sido los de estos dos maestros de lo interior.

    Su fe, su defensa de la pureza del Evangelio y de la total santificación han traspasado las fronteras de la corrupción ―la insoslayable prueba del tiempo― para aterrizar en nuestras vidas. De cierta manera no vana ni casual, en pleno siglo XXI vivimos en carne propia la palabra inspirada que tanta persecución provocó generaciones atrás y que el diablo a punto estuvo de hacer desaparecer. De nuevo nos enfrentamos irremediablemente a los oráculos de profetas, apóstoles y maestros del pasado, a sus necesarias amonestaciones y admoniciones para que el corazón sea desafiado y seamos constreñidos a abandonarnos al Reino de Dios y Su justicia.

    Que Dios Padre os hable abundantemente al corazón en estos tiempos de oscuridad, llanto y juicio, quizás los últimos días antes de la segunda venida de nuestro salvador Jesucristo: Dios Sublime, Hombre Perfecto, Dueño Necesario de todas las cosas en cielo y tierra, y a quien amamos sin haber visto.

    ¡Que el Espíritu Santo sea con todos vosotros!

    Poemas (en verso y prosa)

    Sendas variables

    Nuestras vidas transcurren por sendas variables

    y sobre ellas se abaten mil afanes mezquinos;

    mas tu consejo eterno dirige a su destino

    tus decretos preciosos, sagrados e inmutables[1].

    La cruz del Salvador

    Sólo el sufrimiento nos adiestra

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