El DIABLO está de moda OLEADA DE POSESIONES Y EXORCISMOS
El día que esta reportera comenzó el trabajo se encontró con que, cuando iba a aparcar en su garaje de siempre, la única plaza libre, la única en la que podía dejar al coche, era la 666. Y el día que fue a entregar su texto ya concluido, ocurrió que los tres ascensores de su edificio estaban en el sexto piso, cuyos números de luz, leídos en hilera, marcaban 6-6-6. Para colmo, ninguno de ellos bajba: habían encallado en la misma planta y no había forma humana de hacerlos descender. ¿Casualidad?
Quizá es que los demás usuarios del aparcamiento son lo suficientemente supersticiosos como para esquivar la plaza maldita. Quizá, que algún gracioso del sexto piso llamó los tres ascensores al mismo tiempo y los bloqueó. O quizá es que, como defiende con más o menos ahínco la Iglesia católica, resulta que el Señor de las Tinieblas existe, y que después de un reparador letargo ha vuelto de nuevo su mirada hacia los hombres. Quizá, porque según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 50 por ciento de los españoles cree en la vida después de la muerte y el 46 en el Cielo. Quizá, a pesar de que en el Infierno tan solo crea el 33 por ciento y de la existencia del Diablo esté seguro solo uno de cada cuatro... No es mucho pero, ¿qué más puede pedir un ángel caído?
DE ROMA A MADRID
Pedro Luis, un chico de catorce años, sintió cómo de la noche a la mañana se le hacía imposible estudiar. Su presencia, además, volvía iracundos a quienes le rodean. Pero lo que más sobrecogía era su manera de sentarse. Cuando lo hacía en
