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Qué bellos los ojos de este idiota
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Qué bellos los ojos de este idiota
Libro electrónico62 páginas20 minutos

Qué bellos los ojos de este idiota

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No hay mirada más torpe sobre la escritura de poesía que aquella que pretende marcar distancia; la que finge desde una esquina, a escondidas, que no va a involucrarse; la que sueña con que no se perciba la autobiografía entre sus versos. No hay libro, si lo es, que nazca huérfano.
Desde el lirismo de la poesía de la experiencia y sin miedo al Yo, Luis Aguilar reflexiona ahora –en un giro peculiar de sus temáticas y obsesiones escriturales– sobre la moda de la poesía reclamada por la competencia de los proyectos, las subvenciones y la corrección política, reclamando abrir los linderos que ahogan una poética congestionada en los libros monotemáticos y, arriesgado como suele, lo hace desde un libro monotemático: crítico, autocrítico y por momentos delirante. En plena madurez creadora, el poeta cuestiona si no ha de descubrirse que el fuego quema porque la llaga arde; si una lectura es suficiente para escribir sobre la enfermedad, el amor o el miedo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 may 2022
ISBN9788412519648
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    Qué bellos los ojos de este idiota - Luis Aguilar

    CUIDADO CON EL PERRO

    En el principio no fue el verbo

    : fue el miedo.¹

    Un yo que todo nombraría

    pensando en la creación

    satanizó al lirismo

    [colocó estigmas a todo lo siniestro

    por temor a la atmósfera de tulipanes

    que un hombre disemina

    si pisa un paraíso no inaugurado

    o pide una

    cerveza –

    Y aunque el bar

    y aquellas acciones carecían de nombre,

    y aunque pensó nombrar

    el verbo como inicio,

    antes del inicio,

    instaurado,

    estaba el yo del miedo

    : claridad de día

    en que se va a acabar el mundo

    1Qué haces ahora sentado en ese banco inexistente

    si no eres un fantasma,

    ni un inválido,

    o es que acaso inventaste el asiento, como tantas cosas,

    como la propia ciudad y a la familia y ese

    dirigirte a ti mismo en la segunda persona del singular

    cuando en realidad no es siquiera un recurso

    literario o retórico, sino el miedo,

    el paralítico pánico que te impide

    llamarte por tu nombre y decir yo, yo, yo.

    con Mario Montalbetti

    ¿O vas a decirme tú

    que no has pensado en el pánico

    que produce una araña violinista

    afinando instrumento a ras de pecho?

    ¿Que no has dormido más

    de una vez despierto porque no terminas

    de asumir el poses/tructuralismo?

    ¿Dirás que nunca te confunde

    la multiplicidad de los discursos

    cuando Barthes llama

    por teléfono a Vattimo, agobiado

    por sus pensamientos débiles?

    De verdad, de verdad ¿dirás

    que no intoxica la desesperación

    de no creer en nada, inserta como vas

    en un mundo politeísta en el

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