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En Los Albores De Una Casta
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Libro electrónico267 páginas3 horas

En Los Albores De Una Casta

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Información de este libro electrónico

Entre historia, paisajes y trayectorias, se reseña cada rama del árbol sembrado en las propias tierras de Santa Ana, por el inmigrante italiano Francesco Cestari y la criolla María Trinidad Villegas, un hermoso ejemplo de mestizaje venezolano.
Vivieron juntos veintisiete años, lo suficiente para concretar en el crisol de la vida, la amalgama de una casta nueva, cincuenta por ciento italiana y el otro cincuenta con la mezcla del criollo y aborigen, floreciendo en doce frondosas ramas esparramadas en territorio venezolano, dando sus frutos en su tiempo y espacio, cumplieron con los propios designios del Creador, para dejar bien parado el sacrificio de sus grandes iniciadores, raíces de un recio señorío que forjó la nueva casta CESTARI VILLEGAS
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento17 mar 2022
ISBN9781506547053
En Los Albores De Una Casta
Autor

Dr. Miguel Ángel Viloria Viloria

Miguel Ángel Viloria Viloria Con formación de medicina en la Universidad de los Andes, Venezuela y como Médico Especialista en Cirugía General en la Universidad de Pensylvania, Philadelphia, en los Estados Unidos de América; ejerció su profesión en el Hospital Central de Valera "Dr. Pedro Emilio Carrillo", donde ascendió por trayectoria y méritos propios a Jefe del Departamento Quirúrgico. Fue fundador y coordinador del Curso de Especialización de Cirugía General, que aún se dicta en el mencionado hospital. Profesor por treinta años consecutivos en la Cátedra de Cirugía y Medicina Legal en la Escuela de Medicina de la Universidad de los Andes, extensión Valera. Actualmente disfruta de su jubilación en los Estados Unidos de América, mismo tiempo en el que se aventura como autor, en el fascinante mundo de la literatura escrita.

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    En Los Albores De Una Casta - Dr. Miguel Ángel Viloria Viloria

    Copyright © 2022 por Dr. Miguel Ángel Viloria Viloria.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:2905004

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 27/04/2022

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    836729

    Índice

    Nota del Autor

    Dedicatoria

    Reconocimiento

    Prólogo

    Prólogo a la Primera Impresión

    Vivencias en Italia

    La travesía transoceánica

    La estadía en la Capital

    De Caracas a Santa Ana

    Los amores de un inmigrante

    Una nueva casta

    Descendencia

    Rafaela Del Carmen Cestari Villegas

    María Natividad Cestari Villegas

    Francisco Antonio Cestari Villegas

    Miguel María Cestari Villegas

    Domingo Antonio Cestari Villegas

    Pedro León Cestari Villegas

    José Del Carmen Cestari Villegas

    Ramona Cestari Villegas

    José Tomas Cestari Villegas

    Flor De María Cestari Villegas

    Juan José Cestari Villegas

    José María Cestari Villegas

    Esquematización De La Descendencia

    Epílogo

    Comentario de una bisnieta de Francesco

    Descendencia de Gladys Josefina Cestari Ávila

    Nota del Autor

    En un primer intento por plasmar esta obra en el papel, se hizo una versión impresa con limitados ejemplares para deleite familiar, gracias al apoyo de la prestigiosa Universidad de los Andes, Venezuela, institución que fue mi casa de estudio, en la que además fungí como profesor catedrático. En esta ocasión, se presenta esta Primera Edición en formato digital e impreso, con intención de permitir su accesibilidad para propios y ajenos, la cual no hubiese sido posible sin la intervención de mis queridos hijos y nietas: Leonardo, Isabel, María Isabel, María Daniela y Natasha; quienes confabularon talento y esfuerzo para hacerla posible.

    Dedicatoria

    A mi amada esposa, Gladys Cestari Ávila (Nena), madre de mis hijos, nieta de Francesco Cestari, sostén espiritual de mi existencia y la mejor fuente de inspiración para realizar esta obra.

    A mis cinco hijos Viloria Cestari: Leonardo José, Beatriz Virginia, Alfredo Enrique, Javoier Orlando y María Isabel, como estímulo a dejar pasos marcados en la vida, siempre de enseñanzas y por el bien común.

    A mis cuñados: William, Gilberto, Ada Libia, Beatriz y Oscar Alfredo Cestari Ávila, por el valioso aporte recibido, especialmente de este último quien lo hizo con diligencia y celo.

    A mis hermanos: Dimas, Hermelinda, Néstor, Francisco José, Aquiles y Segunda…

    Miguel Ángel Viloria Viloria

    Reconocimiento

    Esta atrevida crónica es el fruto del contacto con una buena parte del grupo familiar que integran su valor protagónico, desde algunos hijos, nietos y bisnietos de Francesco Cestari, hasta buenos amigos de su entorno, que con verdadero entusiasmo y benevolencia, ayudaron a buscar y recabar, la mayoría con ávidos y claros recuerdos las circunstancias que ameritaron describirse.

    Inicialmente, fue una hermosa y vaga quimera y una constante impaciencia, luego, una imagen que pronto se hizo clara y realizable, y finalmente, un hecho. Pero aparte de muchas horas de trabajo, este libro nunca hubiese sido una realidad, si no hubiese mediado el duro e inflexible esfuerzo que a la idea, le diera mi querida esposa, nieta de Francesco, Gladys Josefina Cestari Ávila (LA NENA) y el irrestricto respaldo e interés que siempre le ha prodigado a lo que yo he realizado y realizo. Este libro es, por lo tanto, producto de su identificación, colaboración y compañerismo.

    Emotivamente, quiero asentar mi agradecimiento al colega médico Dr. Raúl Díaz Castañeda, quien me brindó todo su estímulo para publicar la obra y tuvo la generosa iniciativa de prologarla, reiterando su probada creencia, devoción y servicio a todo aquello que signifique el desarrollo cultural. Un gesto que me honra, me alegra y compromete profundamente, en especial por la distinción y el valor que representa para el autor.

    Finalmente, agradecer a mi sobrina Isabel Coromoto Viloria, su dedicación y paciencia en las largas jornadas que significaron las transcripciones repetidas, siempre mejoradas y revisadas, así como a mi cuñado Óscar Alfredo Cestari Ávila, quien muchas veces me acompañó en las pesquisas con entusiasmo. Lo mismo reitero para Osmilda Cestari D’Alvano, Rafaela Cestari Daboín y José Cestari Ruza, otros distinguidos baluartes en este empeño.

    Prólogo

    Por tradición, las familias conocen su ascendencia gracias a las historias contadas por sus padres y abuelos, historias que inevitablemente se van permutando con el tiempo. Pocas familias tienen el honor de condensar esas historias en un libro, que además tiene cincelado entre sus líneas, lo intangible y la esencia que forja su linaje, permitiendo transportarse a la época y deleitarse con los detalles propios del momento. La manera como el autor viste su obra, con especial dominio en los adjetivos, transmitiendo sensaciones y emociones, imprime un aire de traslado en el tiempo al adentrarse en sus particulares paisajes y ambientes.

    Además, debido a su actitud de búsqueda constante, para estar a la altura del ser humano y mantener la conciencia social y cultural en el temple justo, el autor se interesa en conocer más sobre la singular migración italiana, así como los motivos por los que huían de su país, para entender el contexto que ocasionó que en sus filas migratorias, se encontrara el italiano de cuya descendencia procede la familia Cestari, asentada en suelo trujillano. Es así como nos adentra en la dinámica de intereses que movía las voluntades, tanto en la Europa que luchaba por el dominio territorial, como en la Venezuela que se abría paso para avanzar desde una posición rezagada para la época, pero prodigiosa en su proyección, como la promesa de prosperidad para lugareños e inmigrantes. Estos últimos, aventajados por la especial impresión que despertaban los extranjeros en suelo venezolano, se dejaron seducir por la simpatía de su gente, las jubilosas tradiciones, la vida lugareña, trabajadora sí, pero a la vez sosegada y tranquila; les envolvía con tal fascinación, que no se sentían ajenos, por el contrario, la receptividad de sus habitantes les dejaba prendados de esos aires suramericanos y pueblerinos, que se avistaban como el lugar idóneo para sentar raíces y forjar los pilares sobre los que levantar su descendencia.

    Es así como al principio de la obra, el autor nos deleita con una particular historia migratoria de autodeterminación en la intención de forjar el futuro propio y arraigarse en tierra fértil, para luego describir las diferentes ramas de la descendencia familiar, con sus quereres y saberes, que bien pudiera funcionar en lo sucesivo, como una lectura de consulta orientada a entender la consecución y los destinos de esta particular familia.

    Cuando el autor escribió esta obra, no imaginó que la historia de La Casta se movería en una dinámica cíclica, para volver a los inicios migratorios que obligaron al fundador de esta estirpe, el italiano Francesco Cestari, a renunciar a todo en busca de bienaventuranza. Para entonces, Venezuela no era otra cosa que la tierra prometida, deseosa de crecer y adaptarse al potencial desarrollo que le conferían sus prodigiosos recursos naturales. Lastimosamente en los últimos años, el rumbo del país se encausó en dirección opuesta al progreso. La mayoría de los descendientes de esta familia permanecen en su terruño, surfeando la realidad que les ha tocado vivir en su nación. Pero una buena parte de ellos, decidió emigrar a destinos promisorios, donde poder progresar y ofrecer a sus descendientes un futuro de oportunidades, llevando sus saberes donde encuentren la mejor promesa de bienestar, formando las filas de lo que hoy se conoce como la mayor fuga de cerebros de una diáspora inédita en la historia de Venezuela.

    Empujados por una migración forzada, las nuevas generaciones de este grupo de descendientes crecerán en otras latitudes; algunas volverán a la península Itálica y países europeos, otras, a otras regiones de América, por las mismas razones que sus ascendentes migraron desde Italia: la búsqueda de una vida de oportunidades. En el fondo, es la misma búsqueda que también perseguían sus abuelos. Ellos forman parte de la nueva generación que regresa a sus orígenes para recordar que la vida también es un viaje de ida y vuelta.

    Esta, podría ser solo una historia contada por el autor, para engalanar la familia de su esposa, como una manifestación de amor y admiración inmensurable, pero su valor fundamental se eleva a más y ha resultado ser un gesto noble para todo su linaje, dejando testimonio desde los inicios de la ascendencia familiar, sobre los que se podrán escribir diversas historias de una casta signada por una migración obligada, que se ha forjado para dejar huellas firmes en el suelo que escoja como hogar, demostrando que son capaces de adaptarse a la nueva vida con la determinación y la convicción que exige el momento histórico que abre camino a su paso.

    Sin duda hay en esta obra, un excelente trabajo etnográfico, que le confiere a esta familia su marca de fábrica y despierta ese deseo por ser parte de un plan bien orquestado para el buen vivir, desde sus antecesores.

    Sin importar que se tenga o no una historia familiar similar, igual entre sus páginas emerge la convicción de que, entre tantas cosas importantes que hacemos a lo largo de la vida, la familia y la dinámica en que nos movemos en ella, es la gema preciosa que debemos esculpir para la posteridad.

    Isabel Cristina Martínez de Viloria

    Prólogo a la Primera Impresión

    Miguel Ángel Viloria, autor de esta amena crónica, es cirujano en tiempo de retiro. Tuvo la inteligencia de equilibrar muy tempranamente las difíciles tensiones de su profesión con una sosegada vida familiar, en la que la conversación, ejercida casi con una ritualidad religiosa, fue siempre la sabia manera de educar a los hijos y a los nietos para el respeto y el afecto sin tachas ni estancos. Las páginas que siguen, por eso, deben ser más escuchadas que leídas, o leídas escuchándolas, como si tratara de un coloquio. El propósito de Miguel Ángel al escribirlas, fue una convocatoria virtual de la numerosa parentela, dispersa en el tiempo y en el espacio, para el conocimiento y reconocimiento mutuos, destacando las virtudes y logros de cada miembro, con el denominador común de la dignidad, para perfilar un compromiso existencial: mostrarse siempre con transparencia, actuar con carácter pero sin altivez, sincronizar el duro andar de la realidad a la sonoridad del espíritu y darse a los demás, al prójimo bíblico, sin guardar solapadas acreencias.

    Pero al leer cuidadosamente esta minuciosa saga, nos vamos adentrando en una atmósfera que trasciende la galería del linaje: nos encontramos con la panorámica visión del dificultoso devenir de los emigrantes, la evolución social obligada por los imperativos del desarrollo y la fuerza seminal de las costumbres en la identidad y el compromiso de los seres humanos. Por eso asistimos, párrafo a párrafo, a las audacias y dudas del italiano Francesco, el fundador de la estirpe, que en la busca heroica de sí mismo, renuncia a todo para dejar su tierra natal e irse a renacer en un lejanísimo pueblo andino, en los brazos de una adolescente deslumbrada, que se constituye en su Nuevo Mundo. Pero sus descendientes, al comienzo con proles exuberantes, en un inverso movimiento de espejo fueron, con excepciones, mermando la multiplicación de la sangre, pero dieron a sus vuelos más altura y más horizonte, aunque tras la consumación de esas experiencias de larga envergadura, muchos volvieron a la raíz: el entrañamiento con la tierra y sus pequeñas cosas.

    Y algo más puede entresacarse de las abigarradas referencias de este anecdotario: las poderosas determinaciones de la herencia, la genética y la epigenética. En mayoría los integrantes de este extenso y enrevesado clan se inclinaron a la enseñanza como modo de ser, hacer y poco tener, y transmitieron a sus arterias y corazones una fragilidad fatal. Es posible verla en la penúltima parte de este libro. En ella, Miguel Ángel acopia, como en microhistorias médicas, las características de cada una de su descendencia: una pertinaz repetición de rasgos, y atrás, como una sombra, el punto débil de la herencia.

    Todo ser humano, para tratar de saber quien es, tarde o temprano se pregunta de dónde viene. A los suyos, Miguel Ángel Viloria intenta en esta narración darles una respuesta.

    Raúl Díaz Castañeda

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    Dos de las ramas del árbol plantado en el terrón de la Península Itálica, crecieron hacia el nuevo mundo americano, animadas por mejorar su desarrollo en otras tierras más promisorias, donde el medio brindaría mejores oportunidades para el sostenimiento vital, y permitiría la expansión renovadora que exige la propia vida, lejos de abatirse ante la realidad que les ofrecía aquel ambiente donde tenían asentadas sus propias raíces.

    Para esos tiempos, las distintas dominaciones que prevalecían en el vasto territorio, esgrimían sus poderes sobre la mayoría que representaba la clase obrera o artesana, a favor de sus propios intereses representados por el jefe del condado, o el monarca del pequeño reino o el clérigo jerarca del Estado Pontificio. Por todas partes reinaba la injusticia, la tiranía y la crueldad. El pueblo de Italia siempre había estado bajo la férula de los déspotas, que llegaron a olvidar incluso que existiera la libertad política. Era una bagatela para aquellos príncipes, duques y reyes, hundir de por vida en las tinieblas de un lóbrego calabozo, a cualquiera que osara expresar públicamente ideas desfavorables a la monarquía constitucional o al gobierno republicano.

    Para julio de 1815, el Congreso de Viena creó el nuevo mapa político de la península italiana. Al norte aparecieron los reinos del Piamonte y Cerdeña bajo el dominio de Víctor Manuel I y Lombardía y Venecia pasaron a depender de Austria. En el centro, se establecieron el gran ducado de Toscana, bajo el reinado de Fernando III de Lorena, los ducados de Parma y Plasencia, adjudicados a la archiduquesa María Luisa, el de Módena, bajo Francisco IV de Este Lorena, y los Estados Pontificios, que comprendían Roma, Umbría y las Marcas. En el sur, el reino de Nápoles fue devuelto a Fernando IV de Borbón, quien tomó el nombre de Fernando I como monarca del reino unido de las dos Sicilias o reino de Nápoles. Estaba restablecida la influencia austriaca del absolutismo monárquico, contrario a la idea liberadora de la revolución francesa. Aunque la máxima autoridad provenía de las naciones que dominaban el vasto territorio itálico, desde el Piamonte al norte, pasando por la Emilia Romagna, hasta las Dos Sicilias, con Nápoles como capital y las islas en el mar Mediterráneo, unas veces los austriacos, otras veces los españoles y también los franceses, siempre estaban marcando la pauta en su dominación.

    Fue bastante tarde, cuando la verdadera Italia tomó la concepción de estado independiente, gracias a revueltas intestinas a lo largo y ancho de la península. Tuvo importancia relevante la activa participación del italiano Giuseppe Garibaldi, (1807-1882), con ideas republicanas al principio y monárquicas al final de su actuación. Influenciado al inicio por los ideales de la revolución francesa, de Saint Simón, y de su amigo italiano José Mazzini, participó activamente en algunos sucesos importantes, primero como miembro de la sociedad secreta llamada Geovane Italia, y posteriormente, en casi todas las hazañas, que a brazo partido luchaban por una Italia unida. Se merece nombrar al conde Camilo Cavour, artífice estadista que supo conquistar un alto sitial en la nueva nación.

    A lo largo de la década 1820-1830, se suscitaron frecuentes revueltas en los Estados Pontificios y los ducados de Parma y Módena, pero estas siempre fueron reprimidas violentamente. Estos acontecimientos políticos sirvieron de abono al movimiento por la unidad nacional. Fue muchísimo más tarde, en febrero de 1861, cuando el Parlamento italiano se reunió en la ciudad de Turín, proclamó la creación del Reino de Italia, y fue coronado como su primer rey, Víctor Manuel II, quien además, ya era monarca de Cerdeña.

    Hay en la región de la Emilia Romagna, un pueblo antiguo y alegre, sumamente religioso, llamado San Lorenzo de Casumaro, en la Provincia de Ferrara, del que vale la pena una somera descripción, señalar en el propio terreno itálico, algunos parajes geográficos que bien pudieron influir en el ánimo del principal protagonista en este ensayo, pues el árbol crecido en su tierra, primero respiró el pleno aliento de la Emilia Romagna, pasando por las provincias desde Piacenza y Parma, hasta Módena, Ravena y Forli-Cesana, dedicándole la mayoría de su tiempo a su preferida Ferrara y en especial, a Casumaro, la ciudad Lumaca, su terruño inolvidable.

    Ferrara es la ciudad capital de la provincia homónima de Italia, con una población aproximadamente de 130.500 habitantes, situada a orillas del río Po. Su estructura urbanística se remonta al siglo XIV, cuando fue gobernada por la familia de los Este. El diseño realizado por Biagio Rossetti la convirtió en la primera ciudad moderna de Europa, hecho del cual deriva en gran parte su reconocimiento como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

    Como toda urbe importante, está dotada de toda clase de monumentos históricos, edificaciones públicas y privadas, parques

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