Erick: Memorias de un asesino
Por A. G. Garcia
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Ya llegó el día, hoy alcancé la edad requerida. A partir de este momento podrían pasar muchas cosas que podrían destruir todo mi mundo.
Llevo mucho tiempo tratando de prepararme mentalmente para este día. No sé cómo terminará, ni siquiera sé si podré salir con vida; de hecho, ya es bastante sorprendente haber podido sobrevivir hasta ahora, cumplir veinticinco años en este lugar, no es tan fácil de lograr.
El lugar del que hablo es una empresa, no tiene nombre como tal, eso para evitar que la gente pueda obtener información de ella, incluso si por error uno de sus miembros llegara a hablar en público.
Los nervios que siento son comparables a mi primer día, mi primer día, ya habían pasado tantos años desde que me uní a la empresa, que ya me había acostumbrado a vivir aquí, me incómoda un poco pensar en el tipo de persona que me he convertido; alguien que considera normal el asesinar personas para ganarse la vida, y todo por un talento con el que nací, un talento que no pedí y si pudiera elegir, no tendría.
Me llamo Erick y esta es la historia de mi vida.
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Erick - A. G. Garcia
Prologo
Ya llegó el día, hoy alcancé la edad requerida. A partir de este momento podrían pasar muchas cosas que podrían destruir todo mi mundo.
Llevo mucho tiempo tratando de prepararme mentalmente para este día. No sé cómo terminará, ni siquiera sé si podré salir con vida; de hecho, ya es bastante sorprendente haber podido sobrevivir hasta ahora, cumplir veinticinco años en este lugar, no es tan fácil de lograr.
El lugar del que hablo es una empresa, no tiene nombre como tal, eso para evitar que la gente pueda obtener información de ella, incluso si por error uno de sus miembros llegara a hablar en público.
Los nervios que siento son comparables a mi primer día, mi primer día, ya habían pasado tantos años desde que me uní a la empresa, que ya me había acostumbrado a vivir aquí, me incómoda un poco pensar en el tipo de persona que me he convertido; alguien que considera normal el asesinar personas para ganarse la vida, y todo por un talento con el que nací, un talento que no pedí y si pudiera elegir, no tendría.
Me llamo Erick y esta es la historia de mi vida.
Capítulo I
Cinco años, apenas tenía cinco años cuando todo empezó, era el día de mi cumpleaños, recuerdo que mi madre había comprado un pastel. Como tenía escuela y mis papás trabajo, debíamos esperar hasta la tarde para poder comerlo.
La rutina de ese día fue tan común que no pensé que algo raro pudiera ocurrir: Mi madre me vistió y me hizo el desayuno, me felicitaron por mi cumpleaños, mi padre me llevó a mi preescolar, y yo jugué con mis compañeros. Completamente, un día común.
Cuando llegó, me llamó mucho la atención, ese hombre iba demasiado formal para el lugar, entró al salón como si perteneciera al personal del lugar, se dirigió directamente hacia mi maestra y ambos salieron del salón para que no pudiéramos escucharlos.
Se me hizo un poco extraño, pero no tenía la edad para entender y solo seguí jugando. Cuando regresaron, él se mantuvo alejado del grupo, mientras la maestra se dirigió directamente hacia mí y me tomó de los hombros.
—Felicidades pequeño, tú eres un niño muy especial y a partir de ahora, estarás en un grupo donde los niños especiales aprenden de una manera más efectiva.
Ni siquiera sabía lo que significaba efectiva. Solo sabía que, aunque sus palabras parecían ser una buena noticia, ella estaba con miedo, y no, no es que yo fuera muy bueno entendiendo los gestos de la gente, ella era demasiado obvia, estaba aterrorizada.
Me llevó con ese hombre. Me sacó del preescolar y me llevó hasta una camioneta negra. Usualmente no habría subido a un automóvil con un extraño, pero mi maestra me dijo que estaba bien.
Condujo hasta salir de la ciudad, y continuó por una carretera hasta un sendero por el que hizo un desvío bastante brusco, el cuál seguimos por más de una hora, hasta llegar a un túnel oculto.
Dentro del túnel parecía otro mundo, el lugar estaba completamente iluminado, y nos detuvimos en más de una ocasión para pasar por puertas metálicas de seguridad, el lugar parecía grande, pero no fue hasta que me bajé de la camioneta que pude ver lo enorme que era, los pisos se extendían tanto hacia arriba como hacia abajo, todos los pisos estaban separados en muchos salones, aunque no se podía ver dentro de ninguno.
—Sígueme —me dijo, después de ponerse un pasamontaña, obedecí sin decir nada, la verdad estaba demasiado asustado incluso para llorar.
Me llevó a un ascensor, presionó el botón más bajo que había. Cuando salimos del ascensor, continuó llevándome por unos pasillos, entre más caminábamos, más miedo sentía, el lugar parecía un laberinto. Todas las paredes se veían exactamente iguales.
Estaba tan distraído mirando a los alrededores, que no noté cuando el hombre puso su mano para detenerme, cuando me di cuenta de lo que sucedía, pude verla por primera vez. Era Erika, una niña de mi edad, que también venía acompañada por una adulta, que también tenía puesto un pasamontaña. Ver a alguien de mi edad, me hizo tener la esperanza de que realmente podía tratarse de un lugar de enseñanza especial. Me sorprendió ver que ella no llevaba una mochila, su ropa estaba desgastada y le quedaba un poco pequeña, como si la hubiera usado más de lo debido.
Lo extraño fue que ambos adultos parecían sorprendidos de haberse encontrado.
— ¿Qué haces aquí? —Preguntó la mujer, molesta.
— ¿Qué crees que hago? Me ordenaron traer al niño.
—A mí también me ordenaron traer a la niña, seguramente cometiste un error —Entonces la mujer me miró —Dime pequeño ¿Hoy es tu cumpleaños?
Me Hablaba de manera cariñosa, pero había algo en su mirada que me hizo tenerle miedo, ni siquiera tuve el valor de contestarle, así que simplemente asentí evitando mirarla.
—La niña también cumple años hoy, se lo pregunté cuando fui a recogerla. Una pareja, eso sí que es una sorpresa.
—Es muy raro conseguir dos niños en un día. Estoy casi seguro que nunca se dio en este país.
—Bueno, ese no es nuestro problema, nosotros solo debemos entregarlos.
—Sí, acabemos con esto, ya me cansé de hacer de niñero.
—Entonces muévete. Vengan pequeños.
Continuaron guiándonos por un rato, durante el trayecto no se dirigieron la palabra, mientras nosotros caminábamos con la cabeza agachada.
Llegamos a lo que parecía ser el límite del lugar, pero el muro se abrió mientras salía un hombre con un pasamontaña puesto, sus manos ya presentaban algunas arrugas, ahora sé que en ese entonces tenía cincuenta años.
—Aquí tienes a tus nuevos niños, espero que te guste cambiar pañales —Le dijo el hombre que me había llevado.
—Tranquilo, tú también llegarás a mi edad y cuando pase, rogarás ser lo suficientemente bueno como para ser instructor —Le respondió el señor con una pequeña sonrisa en su rostro.
—Como digas anciano —Le dijo mientras él y la mujer se alejaban burlándose del señor.
Los dos continuamos con la cabeza baja, no sabíamos que nos esperaba con alguien nuevo.
— ¿Cómo están pequeños? —Nos dijo con una sonrisa serena, mientras se quitaba el pasamontaña —Bueno no necesitan responder, yo les enseñaré todo de este lug…
— ¿Qué significa instructor? —Interrumpió Erika, todavía se veía asustada, pero no la detuvo de interrumpirlo con una voz firme. Yo estaba atónito, viendo cómo se atrevía a hablar.
— ¿A qué te refieres pequeña? —Le respondió el hombre confundido.
—Ese señor dijo que usted nos cuidaría, pero usted dijo que rogaría ser un instructor, no conozco esa palabra —se podía sentir como se esforzaba por evitar que le temblara la voz.
—Significa que yo les enseñaré todo lo que necesitan saber, también los cuidaré mientras sen encuentren aquí.
Ver a Erika superando su miedo, ayudó a que yo también me atreviera a hablar—Señor ¿Por qué nos trajeron?
—Lo que harán aquí, es bastante simple de explicar, pero muy difícil de entender. Prefiero decirles todo en el momento adecuado, Mi obligación de hoy, es explicarles cómo funciona el lugar. Así que, para empezar, pueden llamarme Bill, ese es un nombre clave, aquí nadie debe saber su nombre, a partir de ahora tú te llamarás Erick y tú Erika, apenas me dijeron esta mañana que serían dos, no iba a esforzarme en pensar un nombre extra.
Bill nos guiaba por las instalaciones. Yo seguía mirando hacia todos lados por los nervios, hasta que mi mirada chocó con la de Erika, aunque no nos conocíamos, sentí que era una compañera con la que podía contar. Recordé que habían dicho que era muy raro que dos niños llegaran juntos, y me hizo sentir realmente muy afortunado.
—Aunque no lo parezca, en este lugar hay muchas personas trabajando —Empezó a hablar Bill —Seguramente ya se los dijeron, a este lugar llegan solo personas especiales, por esa razón procuramos que el contacto visual entre nosotros sea mínimo.
—¿Nos vamos a separar? —Realmente no quería estar lejos de esa niña.
—No, su caso fue suerte, los niños llegan a este lugar exactamente cuándo cumplen cinco años, no es normal que lleguen dos personas a la vez, que yo sepa, ustedes son el primer caso de este país, y el protocolo indica que es un instructor designado por día, si hubieran llegado más niños con ustedes, yo tendría que cuidar de todos.
— ¿Podemos saber qué están haciendo las demás personas? —Erika parecía más tranquila al hablar, como si se estuviera acostumbrando al lugar.
—Bueno, no está de más que les explique un poco sobre lo que hace nuestra… eh… empresa. Recibimos pedidos de clientes particulares, y ellos revisan y registran dichos pedidos. Aunque su principal trabajo es que todos los miembros de esta empresa, incluyéndolos a ustedes a partir de ahora, cumplan con sus funciones, eso en su mayoría, por supuesto hay otros trabajos. Por ejemplo, ahora iremos directamente a uno de los salones más importantes.
Nos llevó a lo que parecía ser una sala clínica, dentro se encontraba una mujer que llevaba puesta una bata, un tapabocas y protector para el cabello, no lo llevaba por higiene, ahora sé que lo hacía para ocultar su rostro de nosotros
La Doctora
o eso supuse, nos sentó juntos en la camilla. Al principio pensé que se trataba de alguna revisión médica, pero ella simplemente nos puso unas inyecciones a ambos.
—Están listos, pueden.
—De acuerdo, gracias por el servicio —Respondió Bill —Continuemos con el recorrido, pequeños.
Nos llevó al ascensor. Mientras continuaba explicándonos cómo funcionaba el lugar —Sé que esa es una parada un poco desagradable, pero no se preocupen, a partir de ahora solo se tratará de conversar y ver.
El siguiente piso se veía exactamente igual al anterior.
—A simple vista se ve como los demás pisos, pero en todos se realizan diferentes tareas, y este es el piso en el que más tiempo pasarán, por lo menos por el momento.
—Disculpe —Le dije —Me duele el brazo, ¿es por la inyección?
—Necesitamos controlar bien a todos nuestros miembros, la inyección tiene algo con lo que podremos saber dónde se encuentran en todo momento, ya son miembros de nuestra empresa. También es por seguridad, si alguna vez se encuentran en peligro, estaremos allí para ayudarlos.
—¿Estaremos en peligro? —Preguntó Erika.
—Bueno, si hacen bien los trabajos, no es probable que corran mucho peligro, pero si alguna vez llegará a pasar, ustedes simplemente deberán pedir ayuda y haremos todo lo posible por acudir a ustedes.
Incluso Bill se mostró un poco nervioso cuando dijo eso, provocó que mi miedo volviera.
—Bueno, no perdamos el tiempo, les mostraré por qué este lugar es especial.
Nos llevó a un enorme salón, todo el piso tenía tatami y las paredes estaban completamente cubiertas con esponja.
—En este lugar se les enseñará a defenderse, en nuestra empresa nos tomamos muy en serio la seguridad de nuestros miembros, por esa razón todos están obligados a aprender defensa personal.
— ¿Usted nos enseñará? —Pregunté un poco asustado.
—No, tenemos instructores que les enseñarán dependiendo como quieran defenderse. Empezarán mañana, de momento vamos a ver otros lugares.
No caminamos mucho, para llegar al otro salón. También era un salón grande, aunque tenía cabinas separadas y en el fondo había maniquís en los que habían pintado blancos de tiro.
—En este lugar les enseñaran a disparar y manipular todo tipo de armas de fuego ¿Saben lo que son las armas de fuego?
— ¿Pistolas? —Respondió Erika.
—Sí, pistolas, pero no deberán pensar en eso hasta que sean grandes, jamás le daríamos pistolas a unos niños —Nos explicó mientras nos sacaba del lugar —Eso es todo lo que hay en este piso, no hay necesidad de que conozcan el resto del lugar.
Nos llevó de vuelta al ascensor y presionó el botón que estaba hasta arriba del tablero, cuando el ascensor se abrió, Ni Erika ni yo pudimos ocultar nuestra sorpresa. El lugar parecía una escuela primaria, tenían puertas comunes y las paredes estaban decoradas con imágenes didácticas.
—En realidad, si ofrecemos algo de enseñanza especial, en este lugar están todos los grados de preescolar y primaria, en el piso de abajo están todos los niveles de secundaria y en el que sigue todos los niveles de preparatoria. No tenemos nada parecido a una universidad, porque desde ahora empezarán a aprender su oficio.
El salón era parecido al del preescolar al que asistía.
—Bueno chicos, antes de empezar, supongo que ustedes ya aprendieron algo en el preescolar.
Quería responder, pero Erika se adelantó a negarlo. Bill la miró extrañado y recogió unos archivos que estaban en un escritorio, los cuales empezó a leer, no volvió a hablarnos hasta terminar.
—Ya veo, así que tu madre no puede pagarlo. Lo siento, debí haberlo sabido antes de hablar. Bueno, no importa, te tengo buenas noticias, aquí toda tu educación será gratuita.
Erika le dio las gracias, pero se veía más avergonzada que alegre.
—Bueno, la escuela no es el único lugar donde se aprende algo ¿Aprendieron algo de lo básico en algún lugar? Como el abecedario o los números.
Ambos asentimos esta vez.
—Ya veo, ambos recuerdan las cosas que han aprendido.
Ambos asentimos.
—Me alegra que hayan asentido, qué tanto recuerdan.
Ambos respondimos al mismo tiempo y empezamos a hablar, estuvimos así hasta que Bill nos detuvo.
—Uno a la vez niños, empieza tú, me dijo señalándome.
—Estuve varios minutos hablando hasta que me detuvo.
Bien, te toca—le dijo a Erika, quien también se quedó hablando por un buen momento.
—Genial, esa es la razón por la que los trajimos a este lugar, lo que los hace especiales, es su gran capacidad de almacenar información, no lo notan porque probablemente nadie les preguntó antes, pero ambos fueron muy detallistas al contar sus historias. Cuando nos encargan un trabajo, la información solo puede ser leída una vez, así