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Vivencias
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Libro electrónico396 páginas5 horas

Vivencias

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Samantha Ross es una joven madre soltera, trabajadora y buena madre. Al comienzo de este relato, describe una vida rutinaria, en la cual el nico motivo de su existencia parece ser su hijo Daniel, hasta que conoce a Angelina, una paciente del hospital donde trabaja que se convierte en la entraable intermediaria para conocer una familia maravillosa, y especialmente, al joven Michael Smith, su pretendiente, con quien en palabras de Samantha La noche no poda ser ms completa, que a su lado.
No obstante, en medio de esta nueva y prometedora unin, nuestra luchadora comprende mejor los errores de su anterior matrimonio, aunque esta revisin crtica de su pasado enturbia los sucesos venideros de su futuro ideal. Al mismo tiempo, esta historia llena de secretos, los va revelando lentamente, aunque no por completo. Misterios que no slo tienen que ver con Samantha, sino tambin con Paul; su adicto y arrepentido ex esposo; su amiga y confidente Isabella; el mismo Michael, su empleo y su pasado amoroso, entre otros.
Sin embargo, su relacin sentimental no es el nico conflicto emotivo. El trato difcil con su mam le causa muchos interrogantes sobre su origen y las circunstancias adversas en que se involucra la llevan a tratar de responderse esas preguntas.
Historia con toques de melodrama en la que el deseo y la razn ponen a su protagonista en una encrucijada. Los personajes principales sufren transformaciones en su personalidad en las que el lector debe anticipar completar el desenlace de estas Vivencias.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento24 mar 2014
ISBN9781463380830
Vivencias
Autor

Adriana Jimenez

Beatriz Adriana Jiménez nació en Colombia el 28 de abril de 1982. Casada y con dos hijos, actualmente reside en los Estados Unidos. La mayor parte de su tiempo lo ha dedicado a trabajar en educación, tanto con niños como con demás población vulnerable. Por esta experiencia, sus intereses se han relacionado con fenómenos como la familia, la migración y la crianza de los niños, entre otros. También disfruta de la lectura, y hace unos años, después de la triste pérdida de su abuela materna, comenzó a componer diversos episodios propios de su historia laboral, y con base en esta recopilación, pudo escribir un romance dramático y conmovedor como estas Vivencias que salen a la luz.

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    Vivencias - Adriana Jimenez

    Copyright © 2014 por Adriana Jimenez.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 19/03/2014

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    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    604046

    Las personas importantes de nuestras vidas que no están cerca de nosotros… Es mejor sacarlas de nuestros pensamientos y guardarlas en nuestro corazón. Porque los pensamientos son la desestabilización del entorno de nuestras vidas.

    Agradecimentos

    La escuela de la vida y de los que tienen más experiencias…

    Años atrás me cuestionaba muchas cosas, una de ellas era el porqué no tenía el privilegio de crecer en medio de una verdadera familia. No es que no la tuviera… me refiero a un padre y una madre que estuvieran disponibles para mi hermano y para mí, y claro, para aquellos hermanos que por juego de la vida no conozco. Pero ahora entiendo todo. La verdad es que soy más que privilegiada. Fui criada aprendiendo de una madre que las cosas no llegan fáciles, que el esfuerzo de nuestro trabajo es el fruto de lo que recogemos. Que no nos callemos si algo nos molesta y que si una puerta se cierra, muchas se abrirán. ¿Y qué decir de mi bella abuela? La que me enseñó con cuidados que demostrar los sentimientos no te hace débil, por el contrario, dejan reflejada tu alma. Que lo que haces con amor tiene más frutos. … Jajaja, y mi abuelo me enseñó que tantas cohibiciones no son lo correcto. Dios sabe el porqué y como hace las cosas. Los Amo Tanto…y son lo más Importante en mi vida. Le doy muchas gracias a mi abuela Isaura, mi abuelo Elias y mi madre Nora Jiménez por hacer de mí la mujer, madre y esposa que soy.

    Agradecimentos

    Pensando en la vida, lo bueno y lo malo, las experiencias, los malos sabores de boca y todo aquello que me ha enseñado mucho. He conocido muchas personas, unas que simplemente han pasado y otras que se han quedado ahí como mi familia, mi apoyo y mis amigos. Aquel hombro en el que rio, lloro o simplemente puedo quedarme en silencio para reflexionar.

    Quiero que sepan que ustedes son cada una de esas personas a las que amo mucho. Con mucho cariño y amor a mi esposo Tony e hijos Adams y Yahaira, y a mi hermano Sebastian: Infinitas gracias a todos por su apoyo y paciencia en los momentos en los que me sentía cansada. Por darme el espacio suficiente para dedicarme a escribir.

    A mi tía Carmen, la persona que me escuchaba por horas y estuvo ahí para levantarme cuando el dolor me hacía caer. Aun sabiendo que ella llevaba ese mismo dolor.

    A mis otros familiares que son muchos y me faltarían hojas para mencionar. Gracias Jonathan, Viviana, Maria Maricel, Diana, por su apoyo desde la distancia, a mis amigas incondicionales Rubi Arianna Bernal, Ebymarie Rodriguez, Priscila Ramos, Alexandra Jara, Diana Galeano, Ashley Crownshaw, Paula Andrea Hiemstra, Francy Foronda, Isabel Ceballos, Adma Lima, Lina Mirley Medkour, Zaida, Katherine C y Karol Guayara.

    Y gracias a Lina Corredor, mi correctora de estilo, por el apoyo y la paciencia en esta experiencia que recién comienzo.

    No, no, no me toques. Me lastimas, me haces daño… Me despierto bruscamente al ver un poco de luz que entra por mi ventana. Me siento exhausta, otra vez esa pesadilla que me devuelve de nuevo a esos recuerdos.

    Ay por Dios, no he escuchado mi alarma y es tardísimo. Me dirijo rápido al cuarto de Daniel. Despierta hijo, se nos ha hecho tarde y tenemos poco tiempo.

    -Pero mami tengo sueño, estoy cansado, quiero dormir.

    -Danny, por favor vamos.

    -Sí, sí, ya voy, ya me visto.

    - Y no se te olvide cepillarte los dientes, no te demores por favor.

    -Sí mami.

    Mientras mi hijo se arregla, yo me dirijo a mi cuarto a cambiarme y aprovecho para mirar el reloj que marca ya las 7:58am. ¡Maldita sea, es tardísimo! Su autobus ya pasó, así que no hay de otra, me tocará llevarlo a su escuela. Me pongo un suéter, busco mis llaves y salimos los dos prácticamente corriendo.

    -Danny, ¿quieres que te compre algo para que comas antes de llevarte a la escuela?

    -No mamá, estoy bien, gracias. Además, no me gustaría llegar más tarde -y me sonríe.

    Yo le devuelvo la sonrisa, pero en realidad lo que siento es un poco de culpabilidad de que estemos tarde y que Daniel no hubiera tenido tiempo suficiente para desayunar en casa como es costumbre.

    Pero como siempre, no deja de sorprenderme con la madurez que toma todas las cosas para su tan corta edad. Tal vez se deba a que desde que me separé de su padre hace 3 años, hemos estado los dos para todo. Y de alguna manera, él se debe sentir como el hombrecito de la casa.

    -Lo siento Danny, trataré de que esto no suceda.

    -No es nada mamá, solo nos hemos quedado dormidos, no te preocupes, sé que haces siempre lo mejor.

    -Gracias; te amo, no lo olvides.

    -Yo también te amo mamá y no entiendo por qué me das las gracias.

    -Hijo, es que eres tan especial por ser quien eres.

    -Oh, es un gusto ser especial con alguien tan importante para mí mamá; y adiós, que tengas un buen día.

    -Igualmente bebé, -y sonrío al ver su cara con un gran gesto de molestia, pues le molesta que le llamen bebé.

    Cuando regreso a casa me baño a toda prisa y me coloco mi uniforme de todos los días: pantalón azul marino y camisa blanca, y claro, no pueden faltar mis tenis favoritos. Miro mi reloj que marca las 8:55 am.

    Así que debo moverme porque hoy llegaré tardísimo al trabajo, y a estas horas el tráfico se pone un poco pesado por la autopista principal.

    Creo que lo mejor será llamar a mi jefe y avisarle que llegaré tarde, así que busco en el teléfono, en mis contactos, su número y presiono llamar.

    -Buenos días señorita Samantha Ross, ¿cómo está?

    -Bien Robert Olsen, gracias ¿y tú?

    -Robert, te llamo porque si lo notaste no he llegado al trabajo, estoy súper atrasada, llegaré dentro de unos 45 minutos, lo siento.

    -Umm… ¿Acaso tuviste una mala noche?

    -Sí, y digamos que esta mañana mi despertador y yo no nos pusimos de acuerdo.

    - No te preocupes, eso suele pasar-él sonríe-. Está bien nena, entonces nos veremos aquí, te esperan muchas novedades.

    -Ok, gracias por entenderlo.

    -Sin problema.

    -Adiós Robert,

    -Adiós Samanta.

    Me recojo de cualquier manera mi cabello, tomo mi suéter, mi bolso y mis llaves y me dirijo al auto.

    ¡Uff! qué bien, siquiera Robert es un jefe comprensivo y bueno, también es cierto que esto no me pasa siempre; sé que las cosas estarán tranquilas en mi trabajo aunque con novedades. No me sorprende, siempre hay novedades en mi trabajo y eso no me molesta. Con tal de que no sean problemas, pues la verdad nunca los he tenido, desde que trabajo para Robert en Un Nuevo Despertar he contado con suerte. Tanto mi jefe como mis compañeros son muy profesionales en lo que hacen y nos ayudamos los unos a los otros. Y por todas las dificultades y tensiones extras que tengo con Paul Williams, el padre de mi hijo, es más que suficiente. Pues las cosas entre los dos siempre fueron muy complicadas, nos casamos cuando yo tenía 19 años y él 22, demasiado jóvenes los dos y contando que a los 21 tuve a Daniel; todo fue más difícil y sumado a sus maltratos, terminaron en un divorcio muy complicado y desgastante. Después de 5 años de matrimonio, que creo que duró mucho para la poca paciencia que ya teníamos el uno con el otro.

    De momento suena mi teléfono, haciendo que rápidamente salga de mis pensamientos.

    -Hola Isa

    -Hola Sami, ¿nena dónde estás? ¿Cómo que se te ha hecho tarde hoy?

    -Sí Isa, imagínate hoy es un día de esos en los que he empezado con el pie izquierdo. Y espero que en el trabajo las cosas no caminen mal.

    -Bueno no sé, ha llegado una paciente nueva y nos la asignaron a nuestra lista diaria. Claro, y lo más nuevo y bueno es que yo ya me di un taco de ojo - y sonríe.

    -Yo sonrío, sabiendo que fue por algún chico. Sé que esto nunca va a cambiar.

    -Oye, hablamos en el trabajo. No vaya a ser que me pare la policía y me dé una multa de aquellas, pues con la suerte que últimamente tengo es lo último que me falta.

    -Ok, ok, hablamos aquí y muévete.

    - Sí, ya estoy llegando. Adiós.

    Isabella Scott es mi mejor amiga y compañera de trabajo, nos conocemos desde pequeñas, estudiamos juntas, en fin. Cuando empecé a trabajar en la agencia y clínica para el cuidado de gente mayor, mi compañera de planta renunció y de esa manera me dio la oportunidad de indicar a Isabella y que ella empezara a trabajar conmigo. Isabella es una mujer muy divertida, inteligente, arriesgada algo que ella combina muy bien con su belleza, su cabello castaño y esos ojos cafés oscuros, piel clara, alta y delgada.

    Es más, me atrevo a decir que mi mejor amiga y yo formamos un buen equipo de trabajo.

    Acabo de llegar al estacionamiento de mi trabajo, mientras miro de un lado al otro para saber si encuentro un espacio disponible dónde estacionar mi auto. Veo salir a mi jefe acompañado de una señora muy elegante y una joven, ellas atraen mi atención. La señora llora muchísimo y mi jefe la abraza, como si se conocieran.

    Qué extraño, mi jefe nunca se le ve dando esas muestras de afecto a ningún cliente…

    Cuando por fin estaciono mi auto, salgo de él a toda prisa y me tropiezo con un pequeño muro que me hace dar un chillido, lo cual llama la atención de ellas que me miran y me sonríen. Me sonrojo y bajo la mirada, mientras la señora me habla.

    - Con cuidado señorita, de nada sirve correr pues como quieras vas a llegar a tu destino.

    Sonriendo le contesto:

    -Sí señora, tiene usted toda la razón, gracias.

    -Que tenga un buen día señorita.

    -Igualmente.

    -Buenos días Robert, Isa.

    -¿Buenos días?, dirás buenas noches. -Me contesta Isabella mientras yo le tuerzo mis labios y ella me sonríe.

    -No te preocupes Samantha. Lo importante es que ya estás aquí.

    Te estábamos esperando, ha llegado un residente nuevo hoy, la señora

    Angelina Sweaney, y ustedes dos estarán encargadas, la mayoría de sus horas de trabajo, de estar pendiente de ella.

    Samantha, tú seguirás también con la misma supervisión del piso 3. Todo está explicado aquí en sus reportes, ¿alguna pregunta?

    Y como siempre Isabella de curiosa:

    - Bueno, debe ser alguien muy especial para que tú nos ocupes todo el tiempo en ella.

    Yo sonrío mientras escucho a mi jefe decir: la verdad sí lo es.

    La señora Angelina Sweaney es alguien muy allegado a nuestra familia. Las dos familias siguen teniendo negocios en común. La señora Angelina es viuda hace algunos meses y tal vez fue eso la que la hizo tomar la decisión de mudarse aquí. Su familia es muy unida y está sufriendo mucho todo esto, porque ella no quiso mudarse con su hija ni quiso que sus nietos se mudaran con ella. Prefirió venir aquí y eso ha causado más tristeza a su hija Susan Smith y sus dos nietos, Michael y Jessica Smith. Por eso es mi interés en que ustedes dos trabajen con ella; sé de la capacidad que tienen y sé que la ayudarán a salir de este proceso tan difícil por el que está pasando.

    -Oh sí, yo vi a su nieto-responde Isa. ¡Por cierto, está bien guapo!

    -No Isabella, el joven que viste no es el nieto de la señora Angelina, se trata de David Gordon, el mejor amigo de Michael Smith.

    Bueno señoritas, no más charla, creo que ya les di demasiada información, así que ya pueden empezar.

    Nos vemos en 15 minutos en el piso 4, habitación 14. -Y sale inmediatamente.

    Ok.

    -Samantha, ¿y a ti qué te ha pasado hoy? Amiga, tienes una carita, parece que no hubieras dormido bien.

    -Estoy bien, un poco cansada; tienes razón, no dormí bien. Isabella, otra vez esas pesadillas que me hacen revivir de nuevo esos momentos tan horribles que pasé al lado de Paul. No escuché mi alarma, me desperté tardísimo, el bus dejó a Danny. Eso fue lo que pasó.

    -Dios mío Samantha, me preocupas mucho. Dime, ¿has seguido hablando de esto con la sicóloga?

    -Sí, algo, ya sabes, no es fácil, aunque ya han pasado 3 años siento que estoy tan dañada por dentro que no sé si logre recuperarme.

    -Ánimo nena, ánimo… vamos, nos están esperando.

    Sami, me encantaría volver a ver a ese chico tan guapo de esta mañana… y sonríe.

    Oh sí qué extraño… no… y sonrió.

    Toco la puerta y las dos saludamos al mismo tiempo, la señora Angelina Sweaney examina nuestros aspectos mientras nos dirigimos hacia ellos.

    -Buenos días señoritas, ¿tengo el gusto de conocer a…?

    -Déjeme que le presente a las señoritas Samantha Ross e Isabella Scott, son mis mejores enfermeras. Y están aquí para ayudarla en todo lo que usted necesite, así que está usted en muy buenas manos.

    -Ay hijo, por favor llámame Angie. Tú eres de la familia y eso de señora me hace sentir muy incómoda. Y gracias por atender mi petición tan rápido, yo sé que tu clínica es una de las mejores y muy solicitada y sin embargo me diste prioridad.

    Y por favor señoritas, estaré más a gusto aquí si ustedes también me llamaran Angie. Y nos muestra una sonrisa encantadora.

    - Siendo así señora Angie, llámeme Sami y será un gusto atenderla.

    Y a mí me puede llamar Isa y de la misma manera estoy aquí para lo que usted necesite.

    - Robert creo que no te has equivocado, porque estas nenas y yo nos la llevaremos muy bien. Y siento que tomé la mejor decisión al venir aquí.

    -Bueno, yo sabía que ellas dos serían un buen complemento para hacer su estadía aquí lo más placentera posible. Y si no es más me despido señora Angie, cualquier cosa que se le ofrezca usted ya tiene mis teléfonos.

    - Ok hijo muchas gracias y lo tendré en cuenta. Nos veremos después.

    Y los cuatros nos despedimos.

    -Señora Angie, le traeré unos folletos de las actividades que tenemos aquí para que pueda leerlos y pueda ayudarla con las dudas que tenga. Y dígame, ¿cómo se siente?

    -Bien hija, tengo un poco de sed.

    -Ok, eso lo soluciono ahora mismo, traeré la información y mandaré a alguien que le traiga un jugo. ¿De naranja está bien?

    - Sí hija, gracias.

    -Ok, regreso enseguida.

    -Isa hija, por favor pásame mi teléfono, creo que la niña que arregló mis cosas lo dejó allá en esa mesa.

    -Sí, aquí está.

    -Hola hijo, sí, estoy bien, muy bien ya hablamos sobre eso. Ajá, ok hijo te esperaré aquí, un beso yo también te amo, adiós.

    - Espero no haberme tardado, aquí están los folletos de las actividades y decidí yo misma traerle su jugo.

    -Gracias Sami, está bien rico, de verdad que necesitaba tomar algo.

    - ¿Y por qué no me hablan un poco de ustedes y así nos vamos conociendo un poco más? Isa responde: bueno, qué le puedo contar, Samantha y yo nos conocemos desde pequeñas, yo vivo con mis padres, tengo dos hermanos mayores que ya están casados y yo soy la única que aún no me he casado. Trabajo aquí hace ya 5 años.

    - ¿Y tú Sami? ¿Qué me dices de ti?

    -Mi padre murió cuando tenía 12 años, así que viví con mi mamá solamente, no tengo hermanos. Pero tengo un hermoso hijo de 6 años que se llama Daniel.

    -Ah, ¿eso quiere decir que eres casada?

    - Sí fui casada pero no funcionó, así que me divorcié.

    Bueno, ahora déjeme revisarla para saber cómo está.

    - Está bien hija, pero créame, me siento bien físicamente, lo que tengo son dolores del alma.

    Isabella nos interrumpe diciendo: Bueno, veremos qué podremos hacer para disminuir poco a poco ese dolor.

    - Hija, Dios te escuche. Saben, tengo dos nietos hermosos, los hijos de mi única hija Susan, me hubiera encantado tener más hijos pero Dios así no me lo permitió. Aunque para compensarme me premió con mis nietos Michael y Jessica, así se llaman. Espero que pronto los conozcan… ah, y sin olvidar a David Gordon, es el mejor amigo de mi nieto, pero saben, lo considero un nieto más, siempre ha estado con la familia. ¡Ay mis niñas!, hace poco perdí el gran y único amor con el que estuve casada por 40 años de mi vida, se llamaba Michael Swaney. Y aunque el amor sea incondicional hacia mi hija y mis nietos, eso no llena el vacío que siento. Por eso creo que es mejor estar aquí. Bueno, ya esta vieja las aburrió con su historia.

    Mi voz es tan solo un hilo…

    - No, para nada, usted puede decirnos y hablarnos de lo que desee y lo que la haga sentir bien. Gracias señora Angie por tener esa confianza de hablar con nosotros, y aquí estaremos para escucharla siempre. Ahora si me disculpa, ya son las 12:30 pm, debo irme. Pero Isa la llevará al restaurante, a menos que usted quiera ordenar el servicio a la habitación.

    -No Sami, me gustaría conocer el lugar un poco. Pero dime, ¿a dónde vas?

    -Oh, debo supervisar algunos pacientes en el piso 3, pero no se preocupe, estaré con usted después.

    - Ok hija y gracias, hablaremos después.

    -Sí señora Angie. Adiós Isa, te llamo después para saber dónde estás.

    -Ok Sami y suerte, eh…

    - Ok hija, vamos a ver este lugar que se ve muy interesante.

    -Oh sí que lo es, tiene muchas actividades en las que puede entretenerse y conocerá mucha gente.

    -Qué bien, eso es lo que necesito. Y dime, ¿tú y Sami ya tienen planes para el verano?

    - Me imagino que haremos lo mismo de cada año. Visitaremos la mamá de Sami en San Antonio y llevaremos a Danny a algunos parques de diversiones.

    -Yo disfruto mucho el verano. Son los meses en que más disfruto de mis nietos, nos vamos a la casa de playa y no sabes cómo disfruto verlos jugar en esas motos de agua.

    - Abuela, abuela.

    - Hola hijo mío, estás aquí, ¿hace rato llegaste?

    -No abuela, acabé de llegar.

    -Mira hijo, te presento a la señorita Isabella, es una de mis enfermeras.

    -Hola nena, mucho gusto, David Gordon.

    -Hola, mucho gusto.

    Me pregunto cómo les está yendo a Isa y a la señora Angie… Espero que bien, ya ha pasado un buen rato y después de unas cuantas revisiones, me permito parar y revisar mi reloj. Ya es la 1:20 pm, así que ya me faltan solo 10 minutos para poder bajar y comer algo. La verdad estoy hambrienta. Claro hoy con tanto trajín ni desayuné. Me dejo llevar por mis pensamientos y recuerdo la forma en que hablaba la señora Angie de su esposo, de su familia, y la verdad, es lo más sensible que he escuchado en mi vida. Tal vez es porque nunca escuché a mi madre expresar ningún sentimiento hacia mi padre. Y bueno, conmigo pues…UCHHHH… ¡Discúlpeme señorita! No se preocupe, Shissss… No fue culpa suya.

    -Si me permite, le ayudaré a recoger sus cosas.

    -Gracias.

    Ay Dios mío, me siento súper nerviosa. ¿Será de él de quien hablaba Isabella? Ahora entiendo, y no se quedó corta, es súper atractivo. Y esos ojos verdes que me observan fijamente mientras recoge mis papeles.

    -Ok, ya está, ¿espero no haberle arruinado su trabajo con mi torpeza? Y otra vez disculpe…

    Yo me tomo un momento para contestar…

    -No se preocupe, está todo bien, Samantha Ross.

    -Mucho gusto, Michael Smith.

    ¡Dios mío, no! El nieto de la señora Angie. Mientras él sujeta mi mano, mi corazón está disparado y ya no siento mis piernas, parece que no me pertenecieran. No sé cuánto tiempo ha pasado hasta que nos interrumpe el sonido de su celular. Inmediatamente, él suelta mi mano.

    -Si…A David, la verdad no sé hermano. ¿Déjame preguntar dónde estoy? ¿Y dónde queda el restaurante? Ok, me daré prisa. No te preocupes, llegare ahí. Y sonríe, ok, adiós.

    -Señorita Samantha Ross, ¿cree que podría ayudarme por favor?

    - Sí claro, sé a quién busca y para dónde va.

    -¿Conoce a mi abuela?

    - Sí la señora Angelina Sweaney. De hecho soy una de sus enfermeras.

    -Ummm… qué bien, la enfermera.

    - Una de sus enfermeras. Y no estoy entendiendo su tono.

    - Mi abuela no está enferma, o bueno, se siente un poco… eso no viene a la discusión ahora. ¿O sea que son varias?

    -En realidad somos dos en la mañana, pero no estamos todo el tiempo con ella. No se preocupe, sabemos que su abuela está súper bien de salud. Aquí sabemos y proporcionamos lo que el paciente necesita y ella está aquí solo porque así lo quiso. Esto no es solo una clínica de enfermos, es más un lugar para personas de la misma edad de ella. Así se sentirá bien, hay muchas actividades, manualidades, en fin, muchas cosas que sé que la van ayudar. ¿Me expliqué bien o tiene más dudas?

    -No, por ahora está bien. ¿Cree que me puede llevar donde esté mi abuela? Este lugar es muy grande y estoy muy perdido.

    - Sí, lo guiaré. Solo que tendrá que esperar a que termine con lo que estaba haciendo, ya que me he atrasado un poco. O si prefiere, le puedo explicar cómo llegar al restaurante.

    -No, no, yo la espero, en realidad no tengo prisa. -Y me sonríe.

    Yo le devuelvo la sonrisa.

    Reviso mi último paciente. Mientras siento como él me observa, eso hace que me ponga más nerviosa de lo que estoy. Y hasta puedo escuchar cada latido de mi corazón y cómo mi respiración desentona. Mis pasos y mis movimientos son torpes, parezco un aprendiz en sus primeras pruebas de enfermería. Cuando nuestras miradas se encuentran, me sonríe. Y se ve tan seguro de sí mismo, hasta juraría que se está dando cuenta de lo estúpida que me veo. Y está disfrutando del momento.

    Tomo un tiempo para poner en orden todos los papeles que se habían caído.

    -De verdad lo siento mucho señorita Samantha. Veo que le he puesto más trabajo.

    -No señor, está bien, ya terminé. Ahora se los entregaré a Clara, la enfermera que está allá.

    -Hola Clara, ¿cómo estás?

    -Muy bien nena, ¿ya terminaste tu ronda?

    -Sí, por fin, nos veremos más tarde. Todo está bien por aquí, no tendrás ningún inconveniente así que podrás estar tranquila. Y así yo también podré almorzar.- Y le sonrío.

    -Está magnífico, tú como siempre eficiente. Sami, ¿no piensas presentarme a tu novio?

    -¿QUÉ?…-No, mi rostro cambia de todos los colores, por Dios, Clara no podía ser más inoportuna con su comentario. Mirándole a él, que sonríe y me mira con esos ojos verdes; le contesto a Clara: ¿Cómo crees?, es el nieto de una de nuestras pacientes.

    -Oh, disculpa Sami, y disculpe joven por mi confusa indiscreción.

    - Sin problema. Mucho gusto, Michael Smith. Y la verdad no tiene que disculparse. Una indiscreción que no me molestó en lo absoluto, por el contrario, es un halago. La señorita Samantha Ross es muy bonita. -Y muestra esa sonrisa que me tiene nerviosa y ha llamado mi atención; y al mirar hacia la plaza de enfermeras que están con Clara, creo que él ejerce el mismo efecto en todas.

    Dios mío, no puedo creer que esto le esté pasando a mi rostro, debe estar de un rojo intenso. Siento el calor en mi rostro, no sé si es rabia, vergüenza. ¿Qué se han creído ellos dos? ¿Que pueden bromear conmigo?

    -Está bien… Es mejor que nos vamos, creo que tú has venido es a ver a tu abuela. Adiós Clara.

    Los dos me miran y sonríen. Me imagino que por mi tono es obvio que estoy molesta.

    -Nos veremos más tarde Sami. Y que disfrutes tu almuerzo.

    Yo le hago una seña con mi boca.

    -Adiós Michael, gusto en conocerte, ¡y ojalá no sea la última vez que te veamos por aquí!

    Yo la miro fijamente. Y creo que mi boca está medio abierta, no podía creer lo que escuchaba. Ni siquiera mi mejor amiga actuaba así y eso que cuando le gustaba alguien. En eso nadie le ganaba.

    -Así será Clara, que tengas un buen día.

    -Sami… me gusta, ¿así te llaman todas las personas?

    Respiro profundamente como si me sintiera ¡frustrada…!

    - ¿Estás bien… Sami?

    -Sami me llaman las personas que me conocen. Y sí estoy bien, ¿por qué no debería estarlo?

    -Entonces creo que yo ya te puedo llamar Sami… Ya nos conocimos.

    Yo le frunzo mi boca y muevo mi cabeza.

    -¿Qué?

    -¿Acaso crees que porque hemos cruzado unas pocas palabras y te estoy llevando donde tu abuela, eso te da ese derecho?

    -Sí, además eres la enfermera de mi abuela. Creo que algo te pasa, ¡estás de mal humor!

    -No me pasa nada. Estoy bien y mira, aquí está tu abuela.

    -Hola abuela hermosa ¿cómo estás? ¿Cómo la han tratado?

    -Bien hijo, de maravilla. ¿Y dónde andabas que tardaste tanto? Vienes acompañado de la bella Sami.

    -Abuela, este lugar es muy grande. Y ya ves, me he perdido, y Sami, perdón, Samantha,

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