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Diario de una Súper Chica - Libro 1: Diario de una Súper Chica, #1
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Diario de una Súper Chica - Libro 1: Diario de una Súper Chica, #1
Libro electrónico152 páginas1 hora

Diario de una Súper Chica - Libro 1: Diario de una Súper Chica, #1

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Libros para niñas entre 9 y 12: Lia Strong siempre se vio a sí misma como una chica normal de 12 años, que se enfrenta cotidianamente a los altibajos de la escuela media. Tú sabes cómo es…juntarse con amigos, ir a práctica de LAX, enormes cantidades de tarea y tener que lidiar con las chicas malas. Pero al cumplir 13, ¡todo cambió! 

En su cumpleaños número 13, se enteró de una noticia muy especial... es la última de una larga línea de súper mujeres. Parece ser una chica normal, a excepción de una cosa… sus súper poderes. Por un lado, tiene la fuerza de 100 personas, pero por el otro, sus gases ¡tienen el potencial de noquear a 100 personas!
 

Oh, ¡las vicisitudes de tener súper poderes! Un libro perfecto para niñas que aman a los personajes femeninos fuertes. ¡Te va a encantar! 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 sept 2020
ISBN9781386828693
Diario de una Súper Chica - Libro 1: Diario de una Súper Chica, #1

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    Diario de una Súper Chica - Libro 1 - Katrina Kahler

    El largo día...

    —Me apuré hacia el estacionamiento en dirección a la camioneta negra. Ahí estaban los sujetos malos. Al darse vuelta, me vieron y apretaron el acelerador. Di un brinco en dirección al coche y lo alcé, ¡como si no pesara nada! Le di la vuelta y lo sacudí hasta que los malos se cayeron... rodaron por la tierra y corrieron en direcciones opuestas... Me quité un zapato y se lo lancé a uno de ellos. Lo golpeó en la nuca... cayó al suelo, completamente atontado. Lo cierto, es que, ¡no estoy segura de sí lo noqueé por la fuerza o con el olor de mi zapato! Me di vuelta para buscar al otro sujeto. ¡De ninguna manera lo dejaría escaparse!

    Noté como mis manos se cerraban en puños al contarle mi historia a Jason.

    —¿Qué sucedió luego? —me preguntó Jason con una sonrisa en el rostro.

    —Luego, me desperté...—dije yo.

    —Aguafiestas, —dijo él; su sonrisa desvaneciéndose—. ¡Sonaba como un gran sueño, Lia! 

    —¡Parecía tan real! —dije yo, encogiéndome de hombros—. ¡Es tu culpa! ¡Tú eres el que siempre habla de superhéroes e historietas! 

    —Bueno, las historietas son geniales, —dijo él.

    Había sido un día LARGO en la escuela. Sin embargo, más allá de cuán terrible hubiese sido mi día, siempre disfrutaba de la vuelta a casa con mi mejor amigo, Jason. Bien, sé lo que están pensando, es un chico y es mi amigo; pero no es mi novio. Somos más como mejores amigos. Mamá y yo nos mudamos a nuestro nuevo hogar en Starlight City cuando yo tenía tres. Al salir de mi casa, vi al pequeño Jason de tres años jugando con sus Lego en el jardín, junto a su madre. Mi mamá y yo nos acercamos. Jason me ofreció una pieza de Lego y dijo:

    —¡Juega!

    Yo sonreí y dije:

    —¡Sí! —Oye, teníamos sólo tres años. No era como si tuviésemos el más amplio vocabulario. Aun así, supimos que seríamos mejores amigos por siempre. 

    Cierto, suena divertido ser mejores amigos con un chico, pero desde ese día lo compartimos todo. Tal vez algún día se convierta en un enamoramiento. Después de todo, él me parece atractivo y eso, y es alguien divertido con quien pasar el tiempo. Pero como dije antes, lo conozco desde siempre; al menos, desde que tengo memoria. Así que salir con él podría sentirse extraño. En cierta forma somos como hermanos, con la excepción de que nos llevamos realmente bien.

    —¿Cómo te fue en la prueba de ciencias? —preguntó Jason, trayéndome de vuelta al presente.

    —No puedo creer que me saqué una B, —suspiré con frustración—. Pensé que, como mucho, me sacaría una A-. Estudié tan bien los planetas de nuestro sistema. Recordaba todas las lunas. Sabía que Plutón es ahora un planeta enano... Con lo que no estoy de acuerdo, por cierto. —Miré a Jason con disgusto. Definitivamente debería haberme sacado, al menos, una A-.

    Él me sonrió con simpatía.

    —Estoy contigo en eso. Es decir, vamos, cómo puede ser que Plutón sea un planeta un día y al siguiente, no. ¿Sólo porque un montón de personas que se dedican a investigar el espacio dicen que no es lo suficientemente grande como para ser un planeta? —Hizo una pausa—. Oh, cuando lo digo de esa manera, veo por qué cambiaron de parecer... creo que no soy tan bueno con los cambios.

    —Yo tampoco, —respondí. Entonces, otra cosa me vino a la mente; algo que también me molestaba—. Y no es justo que la práctica de lacrosse sea tan difícil. Juro que la entrenadora Blue piensa que entrenamos para las Olimpíadas o algo así. Nos hizo dar tantas vueltas alrededor del campo. Creo que mi sudor sudaba. Necesitaba desesperadamente una ducha. Debo apestar ahora...

    —No me di cuenta, —dijo Jason amablemente. Señaló su nariz y sonrió—. Pero tengo un terrible resfriado.

    Le di un empujón. Él se hizo el que tropezaba hacia atrás como si lo hubiese empujado con fuerza.

    —¡Ten cuidado! —dijo, fingiendo frotarse el brazo—. ¡Eres demasiado fuerte!

    Sacudí la cabeza.

    —No según nuestro capitán de equipo, la Señorita Perfecta, Wendi Long. Ella dice que tengo que trabajar en mis abdominales y mi tiro de muñeca... me sorprende que no haya criticado mi aliento o mi peinado...

    Jason se encogió de hombros.

    —Ah, no puedes echarle la culpa a Wendi. Ella no es una mala persona, es sólo que ser perfecta le sale de manera natural.

    Volví a darle otro pequeño empujón.

    —Tú sólo lo dices porque es la chica más atractiva de la escuela...

    —Bueno, sí, pero sólo si te gusta el cabello rubio dorado, los ojos azul mar y la piel de un tono durazno claro perfecto... —él sonrió.

    Suspiré.

    —Sí, parece ser inmune a las espinillas... No como yo. Tengo una en mi nariz que necesita su propio código postal.

    Jason rio.

    —No está tan mal. Nadie te ha llamado Rudolph, aún... —Hizo una pausa—. ¿Estás lista para el gran día mañana?

    —¿Te refieres a la prueba de matemáticas? —dije yo, aunque sabía a qué se refería.

    —No, mañana cumples el gran 1-3. ¡Te conviertes en adolescente!

    —Bueno, tú te convertiste en adolescente la semana pasada. —dije—. ¿Has notado alguna diferencia entre ser un adolescente y un preadolescente?

    Jason se detuvo. Miró hacia el cielo azul y pensó por un momento. Se rascó la cabeza y dijo:

    —Ahora que lo mencionas, me siento más viejo. Creo que mi espalda cruje más y que me ha salido una cana...

    —¡Ja! —le dije.

    Él palmeó mi hombro de manera amigable.

    —No, hasta ahora los 12 y los 13 se sienten iguales. Pero, quién sabe, tal vez para ti sea diferente. Después de todo, las chicas maduran más rápido que los chicos... —dijo él.

    Reí.

    —¡Maduramos mentalmente más rápido!

    Jason comenzó a usar el puño para hacer ruido con su axila.

    —¿Qué te hace decir eso? —dijo él, mientras se alejaba chirriando.

    Nos reímos durante todo el camino a nuestras casas.

    Hogar dulce hogar...

    Llegué a casa y me quité los zapatos al segundo que crucé la puerta. Shep, mi leal pastor alemán, corrió hacia mí moviendo la cola. Es genial llegar a casa y que alguien esté tan ansioso de verte. Shep me lamió un par de veces mientras yo me inclinaba para acariciarlo. Luego, volvió su atención hacia mis zapatos. Por alguna razón, siempre insistía en olerlos al llegar yo a casa.

    —Ay, Shep, ¡esas cosas probablemente huelan muy mal! —le advertí—. Ha sido un largo día.

    Pero eso no detuvo a Shep. Él olfateó mis zapatos, contento.

    —¡Wow! ¡Eres un perro valiente! —reí.

    Caminé hacia la sala de estar y me desplomé sobre el sofá. Necesitaba una siesta. Lo más gracioso era que, de pequeña, ODIABA las siestas. Creo que sentía que si me quedaba dormida me perdería de algo. Hoy, después de un largo día de exámenes y de prácticas, definitivamente necesitaba una siesta rejuvenecedora de 20 minutos. No era sólo por todo el trabajo. A veces, sentía que la parte más difícil de la escuela media era tener que lidiar con otros chicos de mi edad, que no podía evitar pensar que siempre me estaban calificando y comparando con las demás chicas. Había tantas cosas de qué preocuparse. Justo ahora, tenía un enorme barrillo en la nariz, y estaba segura de que todos lo habían notado. Pero lo que más me preocupaba era lo que Wendi Long estaría diciendo de mí en Facebook, y en privado a sus amigas. No podía imaginar lo que estaría diciendo a mis espaldas.

    Eventualmente, me quedé dormida y soñé que era el patito feo y me convertía en un hermoso cisne. ¡Raro!

    Desperté un poco más tarde con el sonido de la puerta al cerrarse.

    —¿Mamá? —llamé,

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