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Misterio en Navidad
Misterio en Navidad
Misterio en Navidad
Libro electrónico142 páginas2 horas

Misterio en Navidad

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Las navidades son las fiestas más bonitas del año, pero para Randy y sus amigos, aquellas se convirtieron en una impresionante aventura. Aislados en una vivienda en medio de la nieve. Solo hay otra casa frente a ellos. Dicen que esta vacía, pero ellos han podido ver como la luz se filtra a través de las persianas. Allí hay alguien, y decidieron desvelarlo. No se puede imaginar cómo termina esta historia. Es otra emocionante aventura de Randy y sus amigos, esta vez una historia navideña que te hara temblar y reír.

Christmas is a beautiful season of the year, but for Randy and his friends, those holidays became an incredible adventure. Isolated in a house in the middle of the snow, there is only one other house near of them. They say that it is empty, but they have been able to see how the light filters through the blinds. There is someone there, and they decide to find out who. You cannot imagine how this story ends. It is another exciting adventure of Randy and his friends, this time a Christmas story that will make you tremble and laugh.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 jul 2015
ISBN9781496407115
Misterio en Navidad
Autor

José Luis Navajo

Jose Luis Navajo, tras muchos años de pastorado, en la actualidad es conferencista en ámbitos internacionales y ejerce como profesor en el Seminario Bíblico de Fe. Es comentarista en diversos programas radiofónicos y es columnista en publicaciones digitales. Su otra gran vocación es la literatura, con más de veinte libros publicados. Lleva más de treinta años casado con su esposa, Gene, con quien tiene dos hijas: Querit y Miriam. Vive en España.

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    Misterio en Navidad - José Luis Navajo

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    LA TORTURA DE LOS EXÁMENES

    ¡¡Estoy hasta la coronilla de tanto estudiar!!

    ¡¡Los exámenes tenían que estar prohibidos porque pueden traumatizar a los niños!!

    Vaya, ¡menuda frasecita me ha salido!

    Pero es la pura verdad. Con tanto libro y tanto estudio seguro que pillo uno de esos cookies que te dejan tocada para toda la vida.

    ¡Ah, hola! Perdóname, estoy tan estresada que hasta se me olvidaba presentarme.

    Soy Miriam y tengo doce años. A lo mejor ya me conoces de aquella aventura tan flipante que viví en el Campamento Misterioso.

    Desde entonces he crecido un poquito; aunque sería más correcto decir que soy un poco más mayor, porque lo que se dice creceeer… sigo siendo la más bajita de mi clase, que es 6º B.

    Antes estaba deseando ser mayor, pero ahora me doy cuenta de que es un verdadero rollo, solo se tienen responsabilidades y quebraderos de cabeza. Por ejemplo, este año me está tocando estudiar mucho más que el pasado.

    Pero lo de estos últimos días es demasiado. Imagínate, me levanto a repasar cuando todos están durmiendo y por la noche, cuando ya no queda despierto ni el gato, yo todavía sigo estudiando.

    ¡Así durante toda una semana!

    Algunas veces mi madre se compadece de mí, y antes de acostarse viene con un vaso de Nesquik.

    La otra noche, al traérmelo, pasó su mano por mi cabeza con mucho cariño, mientras me decía:

    - Pobre hija mía… ¡cuánto tiene que estudiar!

    Yo la miré y puse el gesto de Bambi ultratriste.

    - Estoy molida –dije con mi carita de dar pena-. Tengo un sueñooo…

    Pero de repente ella cambió. Fue alucinante; algo así como el doctor Jeckill and Mister Hyde. Sacó otra personalidad y empezó a decirme:

    - Mira guapa, si tienes que pegarte este atracón de libros es porque quieres. Porque si estudiases un poquito cada día, no sería necesario que ahora vivieras de noche, como los vampiros.

    Me ralló cantidad, así que me bebí el Nesquik de un trago y volví a hincar mis codos para ver si se daba cuenta de que estaba muy ocupada y no era momento de soltar sermones; pero ella seguía:

    - Además, que sepas que por tu culpa tampoco podemos descansar los demás… porque, dime, ¿crees que yo me puedo dormir tranquila, sabiendo que tú estás aquí estudiando? ¿Tanto trabajo te cuesta dedicar todos los días un rato a estudiar para no tener que pegarte ahora este atracón?

    - Mira, mamá –le contesté para poner fin al sermón-, no puedo estudiar todos los días, porque estudiar es una tortura, y yo prefiero pasarla ahora, toda de una vez, antes que ser torturada todos los días del curso.

    Pero mi madre no lo entiende. Además yo creo que mi respuesta le picó la moral, porque enseguida me contestó:

    - Bueno hija, pues que te aproveche el atracón de libros. Sarna con gusto no pica.

    Y se fue a la cama sin una pizquita de remordimiento.

    No tengo ni idea de que significa eso de la sarna y el picor, pero tampoco se lo pregunté porque se habría vuelto a enrollar.

    Este sábado, por la tarde, estuve un rato con Noa, Dani y Josué, pero volví muy pronto a casa porque el lunes tengo dos exámenes. Imagínate como me sentí al ver que ellos se quedaban en el parque, con una bolsa de chuches de ocho euros, y yo tenía que irme a estudiar.

    El que más lo sintió fue Randy, el perrito de Dani. Echó a correr detrás de mí, porque el pobrecito pensaba que estaba jugando, pero viendo que me marchaba y no era un juego, se sentó en el suelo y se quedó mirándome con la cabeza ladeada y ojitos de pena.

    - Lo siento mucho, Randy –le dije, acercándome y acariciándole la cabecita-, tengo que irme a estudiar, pero te prometo que la semana que viene jugaremos un montón.

    Después de una hora pegándole a las mates, me notaba mazo de agobiada, así que cerré el libro de golpe y salí a la terraza.

    El frío casi me cortó la respiración. Me apreté muy fuerte bajo mi bata rosa y de mi boca comenzaron a salir nubecitas de vaho, y es que llevamos un invierno con un frío que pela, en el colegio no nos quitamos el abrigo en todo el día. Para que te hagas una idea, el otro día Nacho intentó escribir con los guantes puestos, y le salieron unas letras más grandes que camiones.

    Hablando de Nacho, ¿te acuerdas de él y de sus preguntas?

    Pues sigue siendo el mismo. El pobre no tiene remedio. Este curso es delegado de clase, pero lo pasa fatal cada vez que tiene que hablar con los profes o con los padres. Hace poco, al mirarle, noté que me guiñaba el ojo. Le di un codazo a Irene y le dije:

    - Mira, Nacho está intentando ligar conmigo.

    - Miriam -me dijo riéndose-, no es que Nacho esté por ti. Lo del ojo le pasa siempre que se pone nervioso. Dentro de una hora tiene una reunión con el AMPA[1] para organizar la excursión a la granja escuela, y el pobre ya está nervioso.

    Entonces observé que guiñaba el ojo a todas las chicas, y cuando vi que también se lo guiñaba a los chicos, comprendí que Irene tenía razón: Nacho no estaba por mí, lo que estaba era atacado de los nervios.

    Volviendo a lo del frío, cuando peor lo llevo es por las mañanas, al ir al cole. ¿Sabes lo que me pasó un día? Pisé un charco congelado, resbalé y me di un porrazo alucinante. Lo que más dolió no fue el trasero, sino que me viera Ramón, el que me da un poco de su Phoskitos en el recreo.

    - ¿Qué pasa Miriam? -me dijo riéndose- ¿Ahora te ha dado por el baile?

    Durante todo el día no paró de meterse conmigo.

    - Chicos –les dijo a los demás-, ¿sabéis que Miriam está ensayando para ir al «Mira quien baila»?

    Me enfadé mucho, porque si yo quisiera reírme de él, no pararía en todo el día. Por ejemplo, ¿tú crees que puede haber otro caso perdido como Ramón? El otro día le preguntó el Chumi -para los que no lo sepan, el Chumi es el profe de Natu- que cuáles son las estaciones meteorológicas y ¿sabes lo que contestó?

    - Hombre profe, las estaciones «metrológicas» son muchísimas, porque el metro tiene mazo de estaciones. Pero yo sólo conozco tres: La de Portazgo, porque es donde vivo, la de Sol, porque en Navidad voy a ver el Cortylandia y la de Carabanchel, donde vive mi tía Petra y mi amigo «el boñiga».

    Y luego va y se ríe de mí porque me resbalo en el hielo.

    Pero bueno, ya me estoy enrollando otra vez. Lo que yo quería contarte es que esto de los exámenes me trae por la calle de la amargura.

    Vaya, ¿de qué me suena esa frase? ¡Ah, ya! Me la dijo mi madre el otro día, cuando me dejé otra vez la cama sin hacer y los calcetines colgados de la lámpara. «Miriam, me traes por la calle de la amargura». No entiende que de lo cansada que me acuesto sólo me quedan ganas de tirar los calcetines al aire y echarme a dormir, y cuando me levanto no tengo fuerzas para estirar las sábanas, ni para ponerme a buscar calcetines.

    Menos mal que en medio de la tortura, en el cole a veces nos reímos un poco, porque hay cada episodio que es para partirse de la risa.

    [1]. Asociación de madres y padres de alumnos

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    PROFES DESESPERADOS

    Por ejemplo, lo de Sergio fue flipante de verdad. El pobre es más inocente que un pitufo.

    Como pasa mucho de estudiar, le están cateando en todas, así que el Chumi le dio una nota, diciéndole:

    - Quiero que se la des a tus padres, para que sepan cómo te comportas en el colegio. Mañana me la devuelves firmada por ellos.

    Pero en vez de dársela a sus padres, imitó la firma y devolvió la nota al profe.

    Al ratito el Chumi le llamó:

    - Sergio –le dijo-, está muy mal que falsifiques la firma de tus padres; pero ya que lo haces, por lo menos podías firmar con el nombre de ellos, y no con el tuyo.

    ¿Verdad que este chico no tiene remedio?

    La pobre Delia sí que metió la pata en el examen de música. ¿Sabes qué le pasó?

    La pregunta era: Enumera algunas bandas de música populares. Y ella contestó: Los Ñetas y los Latin King.

    Luego quería justificarse delante de nosotros diciendo:

    - Es que la Sargento York se ha pasado. Me ha preguntado lo más difícil.

    ¿Qué quien es la Sargento York?

    Es la profe de música.

    Mi madre me echó una buena bronca por llamarla así:

    - Me

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