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El Estúpido Libro de la Maravillosidad
El Estúpido Libro de la Maravillosidad
El Estúpido Libro de la Maravillosidad
Libro electrónico226 páginas2 horas

El Estúpido Libro de la Maravillosidad

Por Fluffy

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Información de este libro electrónico

Nunca pensaste que podía existir tanta tontería junta.

Esta es una historia sobre un grupo de amigos que deben parar el conflicto entre dos reinos. No, no, espera...

Esta es una historia sobre dos hermanas que se enamoran de un salmón. Buf, qué va...

Esta es una historia sobre un rey y su hermano alcohólico. Madre mía, no...

Esta... esta es la estúpida historia de la maravillosidad. Haz lo que quieras con esa información.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento9 sept 2020
ISBN9788418238567
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    El Estúpido Libro de la Maravillosidad - Fluffy

    Prólogo

    *Punto de vista del diario de Axel*

    Jueves, 1 de enero de 2093

    Año Nuevo, vida nueva. O, al menos, eso es lo que dice la gente.

    Para la mayoría, todo va a seguir igual. Yo volveré a trabajar en la fábrica de poemas, Pop volverá a su puesto en la cabaña El Prostituto del Espíritu y Gus… Bueno, Gus seguirá siendo Gus.

    Ni siquiera sé qué poemas voy a escribir. Sinceramente, si la gente se está quedando sin emociones, darles poemas no va a solucionarlo. Pronto, yo tampoco tendré emociones. Ni yo ni nadie las tendrá. ¿De qué servirán entonces los poemas?

    Cambiando de tema, pronto será 5 de enero. Tendré que prepararme. Creo que he recogido suficiente sangre como ofrenda, pero nunca se sabe.

    Me acuerdo de la primera vez que Santa Klaus vino a mi casa. Mis padres solo tenían una bolsa de sangre preparada y se llevó a mi hermano. A cambio, nos dejó varios regalos. Entre ellos, el ordenador con el que estoy escribiendo ahora mismo.

    Hablando de mi ordenador, ayer casi me lo roba la Blep Gang. Eso me pasa por llevarlo a todas partes, pero ¡necesito escribir!

    La Blep Gang está formada por dos chicas: Artemisa y Plátira, pero yo que tú no las subestimaría.

    ***

    Acabo de volver de la compra. ¡Me he encontrado con Rosalía! ¡Increíble! Hacía tanto que no la veía… Siempre me quedaba por las tardes en su casa cuando era pequeño. Me decía:

    —Axel, solo los bivalvos saben la verdad.

    No sé qué significa, pero todavía llevo esas palabras en mi memoria.

    Un segundo, están llamando a la puerta.

    ***

    Es una carta de Silas, el rey. Esto no puede ser bueno. Normalmente solo envía cartas los sábados, pero hoy es jueves. La carta dice:

    Querido Axel:

    Te envío esta carta de mi puño y letra esperando que comprendas lo que estoy a punto de pedirte.

    No fue coincidencia que nos conociéramos, y sabes que siempre he tenido un aprecio especial por ti.

    Sin embargo, mi sexto sentido me dice que algo va mal. Eso y los recientes ataques del reino vecino.

    Por eso he de pedirte que vayas a Jotvan y me traigas el libro que están escondiendo.

    Estoy seguro de que la causa de sus ataques yace en ese libro.

    Chao,

    El rey Silas

    Capítulo 1.

    Follow the leader

    *Punto de vista de Axel*

    «Sinceramente, ¿podría ser mi compañero de trabajo peor?».

    —Eh, Axel. Eh, Axel. Eh, Axel. Eh, Axel. Eh, Axel.

    «Lleva así diez minutos, y todo para que lea el estúpido poema que ha escrito esta vez. Gus se encarga de escribir poemas cortos para la emoción Diversión».

    —Anda, léelo, porfa, que necesito la opinión de alguien.

    —Está bien. Pero es el último poema tuyo que leo hoy.

    «A ver, tan malo no puede ser, si no, no estaría trabajando aquí».

    Woof, woof.

    Compré un gigoló,

    pero él me vendió.

    Woof, woof.

    Agua potable,

    poema aceptable.

    Woof, woof.

    «¿Qué acabo de leer?».

    —¿Y bien?, ¿no es supergracioso? —dice, intentando no llorar de la risa.

    Junto las palmas de las manos y apoyo el puente de mi nariz en ellas.

    —¡No! ¡No lo es!

    —Bah, qué vas a saber tú. Tú tan solo tienes la emoción… ¿Cómo era?

    —Indiferencia.

    Mi mirada se desvía de vuelta a mi escritorio.

    —¡Hola, Axel!

    —Hola, Hermo.

    —¿Está Gus molestándote de nuevo?

    Miro de reojo al susodicho. Me suplica que diga que no.

    —Lo normal.

    —Hmmm.

    Para ser mi jefe, es bastante majo. Conmigo.

    —¿Puedo hablar contigo un segundo en mi despacho, Axel?

    —Claro.

    Veo a Rain Bowie al otro lado del pasillo gesticulándome algo.

    —¡Idiota, está colado por ti!

    Por primera vez en mi vida, me arrepiento de haber aprendido a leer los labios. Aunque tampoco me extraña que diga eso, porque él se dedica a escribir poemas para la sección Enamoramiento.

    Tras una incómoda caminata digna de pasarela Miss Tombuctú, llegamos a su despacho.

    Hermo se dedica a controlarnos a todos porque él aún conserva todas sus emociones.

    —Axel, he estado considerando lo que Silas te pidió. Me encantaría ayudar a la realeza, pero creo que estás mejor escribiendo poemas.

    —Pero está en peligro el reino entero.

    —Entonces debería ocuparse el propio rey, ¿no crees?

    —Supongo que sí.

    Me levanto para irme y seguir con mi trabajo.

    —Ah, por cierto, ¿vas a ir el viernes al Jaque Mate?

    —Sí, voy todos los viernes.

    —Lo sé. Oh, pues creo que a lo mejor nos veremos.

    «Esto es incómodo».

    Asiento y sigo mi camino hacia la puerta, esta vez sin ser interrumpido por nadie, y llego de vuelta a mi mesa.

    —En contra de la opinión popular —salta Gus—, creo que deberíamos irnos. Te ayudo a pirarte del trabajo si a cambio me llevas contigo.

    «Tampoco es que tenga muchas opciones. Al fin y al cabo, Gus es de clase social 45 y yo solo soy de clase social 5. Si quiero hablar con Silas y salir de Alexithymia, necesito su ayuda».

    —De acuerdo.

    —¡Eh! ¡Yo también quiero ir! —un mejillón multicolor se une a la conversación desde el otro lado del pasillo.

    —Rain Bowie, ¿cuánto tiempo llevas escuchando?

    —Puede que no tenga orejas, pero escucho perfectamente. Tampoco es que estuvierais susurrando. Veréis, mi horóscopo me ha dicho que me va a pasar una desgracia y temo que sea por culpa de los ataques del reino vecino.

    —¿Y por eso te quieres unir a una misión que implica ir al reino que nos ataca?

    —Sí.

    Yo, que he estado callado durante la conversación, suspiro.

    —Bueno, pero antes de nada tenemos que pasar por mi casa y por la cabaña de Pop. —Me levanto con decisión y miro a Gus—. ¿No eras tú el que iba a decirnos cómo salir de aquí?

    —Tampoco es que sea muy difícil, tan solo hay que cruzar la puerta de entrada y salida.

    —Ya, como que los de seguridad no nos van a parar. Además, Hermo nos verá a través de las cámaras de vigilancia y mandará que nos persigan.

    —¿Ves, Gus? A eso se le conoce como «tener sentido común». Cosa que a ti te falta.

    —Eh, que era una broma. Claro que sé cómo vamos a salir de aquí. Pero necesitamos la ayuda de más gente.

    —¿A qué te refieres? —Rain Bowie se estaba poniendo de los nervios.

    —La pregunta es… ¿A quién me refiero?

    —Pues, eh, contesta a la pregunta.

    —En primer lugar, necesitamos la ayuda de Tomasa, la escritora de Seguridad y, en segundo lugar, necesitamos a Sebastianna, la escritora de Ternura.

    —Uh. ¿Estás seguro de que las estás escogiendo porque las necesitamos y no porque te gustan?, ¿no sería mejor coger a James de Destrucción y a Lufey de Engaño?

    —No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no. No. Las escojo a ellas porque, si escogemos a otras personas, el plan se va al traste.

    —¿Y cuál es el plan exactamente?

    ***

    *Punto de vista de la fabulosa narradora*

    Pop estaba sentado en su cabaña, descansando, cuando oyó un ruido proveniente del exterior.

    La puerta casi se derrumbó cuando por ella entró un despeinado Axel.

    Tras caerse al suelo empujado por sus compañeros, estos entraron y cerraron la puerta lo más rápido que pudieron.

    Gus se estaba riendo, Rain Bowie saltaba exasperado de un lado a otro, Axel se quedó en el suelo descansando, Tomasa se recolocó las gafas empañadas y Sebastianna saludó alegremente a Pop.

    —¿Quién me va a contar qué está pasando?

    El flamenco rosa con una pluma azul en la cabeza se levantó y los miró uno a uno.

    Para su frustración, nadie le contó lo que estaba pasando.

    —Te lo contaremos de camino a mi casa. Por ahora, tenemos que escondernos.

    —¿De quién?

    —Ya te lo he dicho, te lo contaremos de camino a mi casa. ¿Nos puedes llevar en tu 4x4?

    Pop suspiró y se arregló las plumas revueltas.

    —Sí, claro.

    —Eh, Pop, ¿tienes galletas de caramelo?

    —Claro, Seb, están en el tarro verde, como siempre.

    —¡No hay tiempo para galletas, tenemos que irnos! —protestó el mejillón.

    —Estoy de acuerdo con la almeja.

    Rain Bowie se giró hacia Tomasa y, aunque no tenía cara, se veía perfectamente que no le había gustado ser llamado almeja.

    —Vale, pues cojo el tarro entero para el camino. Te prometo que te haré galletas a cambio, Pop.

    —Oye —dijo Gus, el cual no había hablado en una cantidad increíble de tiempo—, ¿a qué viene lo de prostituto del espíritu?

    —Ah, es solo un título que consigues cuando haces el máster de filosofía —respondió Pop.

    El 4x4 prácticamente voló a través de las calles de Alexithymia, y cuando digo que prácticamente voló es porque tenía los propulsores dañados y apenas se elevaba del suelo.

    Gus, que tenía el carné de conducir a punto de caducar, decidió que sería mejor quedarse en el asiento del copiloto. Axel se centró en la carretera, intentando ignorar a Pop y a Sebastianna cantando Sherry en los asientos de atrás.

    —Sherry, baby.

    —Sheeeeeeeerry.

    —Oye, Seb, ¿no querías comerte las galletas por el camino? —dijo Rain Bowie desde el regazo de Tomasa en un intento desesperado de hacerles callar.

    Obviamente, no se callaron.

    —Bueno, a este paso va a acabar lloviendo, así que… —Gus encendió la radio y se aseguró de que el volumen estaba alto.

    Pop y Sebastianna se quejaron, pero sus quejas se vieron interrumpidas por un tarro de galletas verde.

    Quince minutos más tarde, llegaron a casa de Axel.

    En el 4x4 se quedaron esperando pacientemente todos menos Axel, obviamente, que subió a por su ordenador —el cual llevaba a todas partes menos al trabajo, porque allí ya le proporcionaban uno— y a por su O. E. P. I.

    ¿Que qué es el O. E. P. I.? ¡No seas impaciente!

    Regresó al vehículo y pusieron rumbo a Jotvan, aunque primero tendrían que pasar por el peaje. Era algo arriesgado, ya que su empresa los seguía buscando y seguramente había muchos policías tras ellos.

    Como se aburrían en el trayecto, decidieron ponerse a cantar Waterloo y Mambo No. 5.

    Lamentablemente, antes de que pudieran escuchar una tercera canción, llegaron al peaje.

    —¿Cuántas personas son? —preguntó el peajista, llamado Niklaus.

    —Somos cuatro personas, un mejillón y un flamenco —respondió Axel, asegurándose de no dejar a nadie fuera.

    —¿Nombres?

    —Axel, Gus, Tomasa, Sebastianna, Rain Bowie y Pop.

    —En mi ordenador dice que al menos cuatro de los ocupantes están siendo buscados por la fábrica de

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