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El mundo del Siempre
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Libro electrónico150 páginas1 hora

El mundo del Siempre

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Continúa la aventura con el spin-off de Los espejos de Whitney Rose.

Esta novela es un viaje apasionante para el lector que se haya leído Los espejos de Whitney Rose. Aquí podrá descubrir con detalle lo que le ocurre a Kiv en El mundo del Siempre y también conocerá momentos acontecidos en el pasado de Argos, Lena, Briego y Okaritz. Pero también podrá descubrir en dos capítulos de futuro qué ha sido de nuestros adorados protagonistas tras la última batalla en Los espejos de Whitney Rose.

«Grace, ¿dónde estás?, Grace, déjame encontrarte. Cerró los ojos y apretó los puños con fuerza. No deseaba morir ahora, no cuando acababa de llegar a ese sitio. Estaba atravesando el cielo y el infierno a la vez. Daría con ella, aunque fuese lo último que hiciese».

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento17 ene 2019
ISBN9788417669430
El mundo del Siempre
Autor

Marisa M.R.

Marisa M.R. nació el 18 de Enero de 1991 en Palma de Mallorca (España). Gracias a sus estudios superiores en educación infantil vive soñando y contemplándolo todo a través de muchos ojos pequeños e inocentes. Ángel de Sangre es la primera parte de una trilogía que escribió entre los dieciséis y veintiún años. Ha publicado una novela autoconclusiva de fantasía llamada Los espejos de Whitney Rose. Actualmente está escribiendo un complemento de esta novela, cuyo título será El mundo del Siempre.

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    El mundo del Siempre - Marisa M.R.

    El mundo del Siempre

    Primera edición: diciembre 2018

    ISBN: 9788417637835

    ISBN eBook: 9788417669430

    © del texto:

    Marisa M. R.

    © de las ilustraciones del interior:

    Lena Art

    © de esta edición:

    , 2018

    www.caligramaeditorial.com

    info@caligramaeditorial.com

    Impreso en España – Printed in Spain

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a info@caligramaeditorial.com si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    Nota para el lector

    Querido lector, si tienes este libro entre tus manos, debes saber que trata sobre varios acontecimientos importantes ocurridos en la novela Los espejos de Whitney Rose. Por ello, te recomiendo que leas —si no lo has hecho ya— esa novela. De lo contrario, habrá cosas que no comprenderás y, si tienes intención de leer el libro de los espejos, posiblemente sufras unos cuantos spoilers.

    También debes saber que he agregado un personaje en esta novela que se entrelaza con Ángel de sangre, una trilogía vampírica. Eso significa que, si no te has leído esa trilogía, este personaje no tiene mayor importancia. Pero si lo has hecho, descubrirás un acontecimiento sorprendente relacionado con el segundo libro.

    Si también tienes intención de leerte Ángel de sangre, en ese caso te recomiendo que leas primero la trilogía, luego Los espejos de Whitney Rose y, finalmente, El mundo del Siempre, dado que en este mundo se entrelazan, de alguna forma, ambas novelas. En realidad, es el orden en el que empecé a escribir.

    Y si quieres empezar la casa por el tejado, también eres libre de hacerlo. Tú eres el lector, tú decides qué leer y cómo.

    Gracias por tu tiempo y por formar parte de mi mundo de fantasía.

    «Con lazos eternos nos hemos unido;

    en vano el destino nos hiere a los dos...

    ¡Las almas que se aman no tienen olvido,

    no tienen ausencia, no tienen adiós!».

    Manuel María Flores. Adiós, poesía

    Libro primero

    i

    El otro lado,

    el mundo del Siempre

    El espejo cuarteado empezó a desintegrarse con lentitud.

    Kiv se sintió extraño. Atravesó aquel espejo sintiendo el frío de cada capa de aquellas láminas plateadas. Grace había dado su vida por todos ellos; se merecía que al menos él le devolviese el favor.

    Cayó de rodillas, agotado. Luego dejó de sentir cansancio, dejó de sentir la necesidad de respirar, de tragar, de realizar cualquier necesidad física que lo caracterizaba como ser humano o como criatura viva. Se encontraba en otro plano donde aquello no era necesario. Se puso en pie con la ayuda de Whitney Rose, la cual no le había soltado la mano en ningún momento. Su cuerpo ahora era más real en aquel lugar.

    —¿Dónde estoy? ¿Dónde está ella?

    Kiv contempló su alrededor. Se encontraba en una playa. Había flores púrpuras que crecían bajo la arena. Algunas nubes solitarias dejaban caer gotas de pintura que teñían por parcelas el mar de colores. Llovieron retazos de hojas escritas en un idioma que para él no tenía ningún sentido.

    Un dragón apareció volando en el cielo. Una chica volaba junto a él, y no sobre él, cubriéndose de pintura cuando lo hacía bajo las nubes.

    —Estás en el Siempre. Aquí todo es posible, pero ahora mismo no te encuentras en la realidad de Grace. Cada criatura crea su propio universo y puede viajar a otros aceptando las normas de su creador. Este es el Siempre de ella. —Señaló a la mujer jinete de dragón.

    —¿Dónde está Grace?

    —Creando su lugar en el Siempre. Siente la conexión que os une.

    —¿No podéis llevarme hasta allí?

    —Soy la reina de las doce lunas, pero no del reino del Siempre. Hasta este sitio tiene sus propias leyes. Te he acercado todo lo posible a ella.

    —¿Cómo la traeré de vuelta?

    —Dije que podías ir a buscarla, no hacerla regresar. Si hay alguna forma de conseguirlo, serías el primero en hacerlo; o, al menos, que se sepa. Deberás averiguarlo por ti mismo.

    —¿Me acompañaréis?

    —Te haré regresar a tu mundo cuando me lo pidas. A ti sí puedo hacerte regresar desde aquí. Pero no a ella; Grace pertenece a este mundo ahora.

    —No me iré sin Grace.

    —Entonces deberás darte prisa en encontrarla o permanecerás también tú en este sitio.

    Kiv pensó en lo que suponía aquello. No se había despedido de su familia ni de sus amigos; Bob, su dragón, sufriría más que ninguno. Tenía que encontrar a Grace.

    —La encontraré.

    Kiv cerró los ojos intentando pensar en ella, centrarse en su sonrisa, sus ojos, su alocada personalidad, su coraje; pero también sus miedos, sus labios, su cuerpo. Mientras pensaba en todo ello, el paisaje de su alrededor iba cambiando a la vez que él permanecía en el lugar sin darse cuenta.

    Por un momento, el cuerpo de Kiv se encontró en un bosque donde todo lo que dibujaba un fauno aparecía en aquella realidad.

    —¿Te has perdido?

    El fauno dibujó una ardilla mientras formulaba aquella pregunta. Inmediatamente después, aquel animalillo cobró vida en el papel hasta salir de aquella lámina y corretear por todo el cuerpo del fauno, haciendo que este se carcajeara, intentando en vano atraparla entre sus manos.

    —Estoy buscando a alguien, ¿puedes ayudarme?

    El fauno miró a Kiv directamente, a la vez que la ardilla se rascaba los bigotes encima de su hombro.

    —¿Está en el Siempre? —dijo con una voz calmada, cogiendo a la ardilla entre sus manos.

    Kiv observó detenidamente a aquel fauno. Pese a tener todo el cuerpo cubierto de vello, su cabellera era más larga de lo habitual, recogida en una coleta detrás de su cabeza. Su piel era morena y sus ojos, oscuros.

    —Sí, desde hace poco.

    El fauno se rascó el chivo de su barbilla antes de hablar.

    —Lo que para ti significa poco tiempo, en este lugar puede parecer años. Aun así, si es reciente, debe de estar en el plano de las creaciones transitorias. Cuando su mundo se solidifique, habrá terminado de crear su lugar en el Siempre y se trasladará a otra parcela.

    —¿Cómo puedo ir a ese lugar?

    Kiv no sabía si había entendido bien lo que le acababa de decir aquella criatura, pero sí le había quedado claro que el tiempo en ese mundo era muy diferente al que estaba acostumbrado. Era posible que estuviese pasando un segundo en su mundo y en el Siempre varias horas.

    —Solo queriendo ir.

    —Pues no parece algo tan sencillo.

    Entonces, el fauno se acercó a él hasta respirar casi su mismo aliento.

    —Tú no deberías estar aquí. No perteneces al mundo del Siempre.

    La ardilla que tenía entre sus manos desapareció, convirtiéndose en un charco de tinta negra. Kiv dio un paso hacia atrás, colocando instintivamente su mano en la empuñadura de su espada, un arma que no se había materializado en aquel mundo.

    —Solo quiero encontrar a Grace y me iré.

    —Aquellos que desean más de lo que se les ha permitido perecen entre lamentos. Regresa al mundo de los vivos o quedarás atrapado en un lugar repleto de almas perdidas. Los que se quedan no permanecen en el Siempre, vagan hacia el mundo de los espectros, un viaje que no desearás cursar.

    Kiv casi podía sentir cómo se le erizaban los pelos de la nuca, pero no se movió un milímetro más de donde estaba.

    —Ayúdame a encontrar el Siempre de Grace y me iré. No tengo intención de quedarme en este sitio.

    —Hay unas normas. No dejaré que me arrastres a tus infortunios.

    Diciendo eso, extrajo un pincel que llevaba oculto entre sus cabellos. Este se alargó hasta ser tan alto como él. El fauno empezó a moverse y girar aquel objeto casi como si danzasen. Kiv cerró los ojos, intentando centrarse en Grace y desaparecer de aquel plano.

    Una criatura envuelta en un velo blanco apareció en aquel bosque tras las últimas pinceladas del fauno. Su cuerpo empezó a contorsionarse, emitiendo chasquidos escalofriantes. Un gruñido sobrenatural hizo mecer aquel velo. Parecía un fantasma de sábana pulcra, semirrasgada y sedosa, como si portase la tela de un vestido de novia antiguo.

    Kiv abrió los ojos, observando a aquella nueva criatura. ¿Podía uno morir en el Siempre? Él no estaba muerto, y parecía que aquella criatura lo sabía.

    —¿Qué has hecho? —se atrevió a preguntar mientras intentaba idear un plan de huida.

    —Es Balanza. Pone orden en el Siempre. Ella dictaminará cuál es tu sitio.

    Aquella criatura reaccionó a su nombre. Seguía encorvada en una postura antinatural y miró a Kiv a través de su velo. Empezó a mover la mandíbula de una manera que se oía cómo castañeaba la dentadura. Su cabeza empezó a curvarse sin dejar de mirar a Kiv. Parecía querer llevárselo al mundo de los espectros.

    «Grace, ¿dónde estás? Grace, déjame encontrarte». Cerró los ojos y apretó los puños con fuerza. No deseaba morir ahora, no cuando acababa de llegar a ese sitio. Estaba atravesando el cielo y el infierno a

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