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Libro electrónico277 páginas3 horas

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Información de este libro electrónico

Saskia tiene una relación seria con el atractivo y atento Aron. Todo parece perfecto.
Pero una noche, cuando Saskia se encuentra en la discoteca con el mujeriego Hero, este desencadena en ella todo un caos de sentimientos para el que no está preparada.
Por miedo a cometer una tontería, huye literalmente a su casa, donde le espera la última sorpresa de la noche: En su habitación está Aron en pelotas entre las piernas de otra mujer.
Con el corazón roto, Saskia se muda temporalmente a casa de su hermano, que la acoge con mucho cariño. Pero allí no encontrará la calma que necesita ni podrá aclarar sus pensamientos. Porque hay una cosa que ella no sabía:
Su hermano tiene un nuevo compañero de piso desde hace poco. Un compañero con nombre de Héroe.

IdiomaEspañol
EditorialJessica Raven
Fecha de lanzamiento8 oct 2021
ISBN9781667415604
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    Tú no - Jessica Raven

    Aviso legal: Jessica Raven,

    Mühltalstrasse 11,

    5123 Überackern

    Contacto: j.raven07@yahoo.com

    www.facebook.com/authorJessicaRaven

    www.instagram.com/j.raven_07

    El Destino siempre tiene un plan para ti.

    Eso sí, a veces ese plan puede verse alterado.

    Sobre el libro

    Saskia tiene una relación seria con Aron, un chico atractivo y caballeroso. Todo parece perfecto.

    Pero cuando Saskia se topa una noche en el club con el mujeriego Hero, este desata en ella un caos de sentimientos para el que no está preparada. Por miedo a cometer una tontería, huye literalmente a su casa, donde hay otra sorpresa esperándole: En su dormitorio se encuentra con Aron completamente desnudo entre las piernas de otra mujer.

    Con el corazón roto, Saskia se muda temporalmente al piso de su hermano, que la acoge con mucho cariño. Pero en esa casa ella no encontrará la tranquilidad que necesita, y tampoco podrá poner en claro sus pensamientos. Y es que hay algo que ella hasta ahora no sabía: Su hermano tiene un nuevo compañero de piso desde hace poco, y se llama Hero.

    Contenido

    ––––––––

    Sobre el libro

    Contenido

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 16

    Capítulo 17

    Capítulo 18

    Capítulo 19

    Capítulo 20

    Capítulo 21

    Capítulo 22

    Capítulo 23

    Capítulo 24

    Capítulo 25

    Capítulo 26

    Capítulo 27

    Capítulo 28

    Capítulo 29

    Capítulo 30

    Capítulo 31

    Capítulo 32

    Capítulo 33

    Epílogo

    La autora

    Capítulo 1

    ––––––––

    Saskia

    ––––––––

    ―Una cocacola, por favor ―digo alzando un poco la voz por encima de la música machacona.

    El camarero de barra que tengo delante asiente con una mirada amable y unos segundos después me da la espalda para ponerme la bebida.

    Mientras espero para calmar mi sed, deslizo mi mirada por entre la multitud que está bailando. Mi amiga Cayla debe estar en alguna parte en medio de estos cuerpos tan bien formados.

    Hemos venido hoy a este club a celebrar su cumpleaños.

    ―Aquí tienes. ―El camarero me devuelve a la realidad al servirme lo que he pedido―. Son tres euros con cincuenta ―me grita.

    Rebusco en este bolso minúsculo hasta encontrar mi monedero. Justo estoy contando las monedas cuando noto que alguien me empuja bruscamente por el lado.

    ―¡Hey! ¡Ten cuidado! Vaya educación... ―le suelto a voz en grito antes de levantar la cabeza. Me quedo con la boca abierta al ver ese pedazo de ejemplar de hombre que tengo delante así, de repente.

    ―Oh, disculpa, Espárrago, pero es que no te he visto.

    No pensaba que mi boca se pudiera abrir más, pero lo hace.

    ¿Cómo me ha llamado? ¿«Espárrago», en serio? Creo que le tendré que dar una lección ahora mismo.

    Con una sonrisa dulce, pago mi cocacola y me dirijo al chico con el dedo índice en alto:

    ―Dime, ¿eres siempre tan imbécil, o solo es que hoy he tenido suerte? Cabrón... ―Vale, admito que no es la mejor frase que podría soltar, pero ahora mismo no se me ocurre nada mejor.

    Su cara se contrae por los nervios, y por un breve instante se dibuja una sonrisa en esos labios tan irresistibles, pero justo después la hace desaparecer con un movimiento de cabeza.

    ―Perdona, yo... Vamos a olvidarlo. ―Hace un movimiento de desprecio con la mano, y parece que para él el asunto está zanjado―. Dos Jacky Cola, por favor ―le pide al mismo camarero que yo antes.

    Yo me quedo sin habla por esa disculpa que no se ha producido; solo quiero pillar mi refresco y poner distancia de por medio cuanto antes.

    No me apetece para nada tener una compañía tan penosa. Le doy la espalda, y cuando quiero echar a andar una mano fuerte me coge del antebrazo y me agarra de manera abrupta. Menos mal que no he llegado a tropezarme, porque se me habría vertido algo de cocacola en mi vestido nuevo. Resoplo como un toro, me doy la vuelta y espero que por mi mirada le quede claro que ahora mismo me gustaría apuñalarle.

    ―Perdona de nuevo. Pero mira, te he pedido una copa en señal de reconciliación por haberte hablado de esa manera.

    Miro el vaso que tiene en la mano con desdén y niego con la cabeza.

    ―No solo eres un idiota de manual; también eres un desconocido, y yo no acepto bebidas de desconocidos.

    ―Hero. Significa «héroe» en inglés.

    Justo eso es lo que estaba yo pensando...

    ―Eso, un héroe que me salve de ti es lo que necesitaría yo ahora.

    Él sacude la cabeza y mira brevemente hacia abajo antes de que sus ojos oscuros se centren de nuevo en mí. ¿Son verdes? Con esta luz tan tenue no se aprecia muy bien.

    ―No, nena; digo que me llamo Hero.

    ¿Por qué se me vuelve a quedar la mandíbula desencajada por segunda vez en apenas unos minutos?

    Se me escapa un «Oh» que promete más de lo que dice. Desde luego, otras veces he estado más avispada.

    ―Bueno, ahora que no soy un desconocido ya puedo disculparme con una copa, ¿no? ¿Brindamos? ―pregunta, y choca por mí de una manera un poco torpe.

    Yo le miro intensamente a los ojos e intento ver en lo más profundo de su interior para saber si estoy delante de un criminal o solo es un cabrón. Siempre dicen que los ojos son el alma de las personas.

    Hero inclina la cabeza suavemente y yo le imito.

    ―Soy Saskia ―contesto sin más, y le quito la bebida de la mano.

    Una sonrisa de esas que te quitan el aliento aparece por un breve instante en su cara. Ahora sí chocamos los vasos de verdad, y él brinda conmigo. Los dos echamos un pequeño trago, sin dejar de mantener contacto visual. Me limpio una gota con la lengua y puedo observar perfectamente cómo sigue el movimiento de mi lengua.

    Un hormigueo muy singular recorre mi cuerpo. Esta cosa traicionera ―las típicas mariposas en el estómago― no debería tener cabida aquí, ¡que ya estoy en una relación!

    ―Tengo novio ―le chillo, como si me hubiese disparado con una pistola.

    A Hero se le arruga la frente antes de echar la cabeza para atrás y ponerse a reír a carcajadas.

    ―Pues me alegro por ti, pero solo pretendía ser amable. Así que no temas, pequeña. ―Si alguien me tirase agua congelada por la cabeza en este momento, diría que la sentiría caliente en contraste con el frío que ahora mismo se ha apoderado de mi interior.

    Como no soy capaz de decir algo con sentido, simplemente echo un trago largo a mi bebida. Por desgracia, casi me atraganto, y toso tan fuerte que casi se me sube todo.

    Yo, como siempre tan elegante cuando tengo a un hombre atractivo delante.

    Este sería un buen momento para que hubiese un terremoto o algo así, pero la suerte me deja en la estacada. Ese tipo de cosas nunca han sucedido en Greenville.

    ―Si llego a sospechar lo torpe que te pones con un cubata, te hubiera pedido otro refresco.

    ―¡Eh, que yo aguanto muy bien el alcohol! ―¿Por qué me molesto en dar tantas explicaciones?

    ―Vamos, ¿en serio?

    Justo cuando Hero está a punto de irse, yo, en pleno ataque de pánico, digo lo primero que se me pasa por la cabeza:

    ―Pues claro. Salgo mucho con chicos, así que tengo que poder seguirles el ritmo.

    Por su ceja levantada veo que no me cree ni una palabra.

    ―¿Con quién has venido hoy?

    Yo le contesto con la verdad:

    ―Con mi amiga Cayla. ―Él contiene la risa y me doy cuenta de que era una pregunta trampa―. Mi novio se ha quedado en casa. Noche de chicas. ―Hero asiente como si lo hubiese comprendido―. Nos vamos de fiesta de vez en cuando.

    ―Bueno, en ese caso, ¡dos chupitos y dos Jacky Cola más, por favor! ―grita él hacia el otro lado de la barra.

    Siento como un mareo en el estómago, pero en ningún caso pienso acobardarme. Me sudan un poco las manos al tomarme la copa.

    Ahora mismo me apetece volver brindar con él, que me tiene entretenida con esa sonrisa tan sexy que aparece en sus labios.

    ―Bebamos por nuestra amistad ―propone, y en sus ojos hay una chispa diabólica.

    ―Va-le ―digo yo tartamudeando, y me encojo de hombros―. Es algo que no he hecho nunca, pero vale. ¿Cómo se hace?

    Ahora, su sonrisa es más amplia que hace un minuto. ¿Será por el alcohol o por mi compañía?

    ―Pues brindamos y nos enganchamos de los brazos, luego bebemos y nos damos un beso de amigos.

    Horrorizada, doy un paso atrás y le miro con los ojos como platos.

    ―¡Pues va a ser que no! Que yo ya tengo pareja, ¿o es que se te ha olvidado?

    ―¿Cómo se llama?

    ―¿Qué? ―replico yo, que no le he entendido porque mi mirada y mis pensamientos están pegados a sus labios.

    Suena una risa ronca. Hero se me acerca más e inclina la cabeza muy cerca de mi oreja.

    ―Te preguntaba por tu novio. Que cómo se llama.

    ―A... Aron ―contesto con voz áspera.

    ―¿Y cuánto tiempo llevas con ese Aron?

    Puedo oler su loción de afeitado acre, que me nubla los sentidos y paraliza mi función cerebral.

    ―Desde... eh... desde hace tres años.

    ―Vaya, o sea que estáis en el maldito tercer año. Puedes permitirte arriesgarte un poco con un amigo.

    Frunzo el ceño y me quito esa niebla de la cabeza.

    ―¿El maldito tercer año? ¡No existe tal cosa! ―le contradigo―. Tú te estás refiriendo al condenado sexto año.

    ―Sí, eso también existe. Pero créeme, el tercer año a veces también puede ser maldito.

    ―De todas maneras, no pienso besarte. Soy completamente fiel, y a mucha honra.

    ―Pues me alegro por ti. Seguro que él te lo agradece. ―¿Su tono se ha vuelto sarcástico, o son imaginaciones mías?

    ―Pues sí, puedes creerme. ―Hero se encoge de hombros y se aparta un poco de mí. Enseguida me siento como si me hubiese dejado sola, por eso se me ocurre proponerle algo―: Mis labios son tabú, pero, ¿qué te parece un beso en la mejilla?

    He despertado su curiosidad, parece.

    ―Pero en las dos mejillas. ―¿En serio quiere regatear conmigo?

    Termino cediendo con una sonrisa:

    ―De acuerdo. ―Hoy debo estar loca. ¿Qué me pasa?

    Asentimos los dos con la cabeza, brindamos, nos bebemos el chupito y nos besamos el uno al otro en las mejillas. Sus labios hacen que sienta un hormigueo en la piel y me ponen las mejillas coloradas. Y cuando se aparta de mí y me mira radiante, ya no puedo reprimir esa risa de niña.

    ―¿A que no ha sido tan difícil? Venga, ¿vamos a por otro? ―me pregunta en plan descarado y me coloca un mechón de pelo detrás del hombro.

    A mí se me pone la piel de gallina y me hierve la sangre.

    Intento hablar con voz firme y mantenerme inamovible, pero ahora mismo ambas cosas se me hacen muy difíciles.

    ―No, gracias, no quiero beber demasiado. Hoy tengo que llevar yo a mi amiga a casa. ―Señalo con la cabeza la pista de baile, Cayla debería estar ahí en alguna parte. Al menos eso espero, porque no tengo ninguna gana de buscarla por todo el local.

    ―Bueno, ¿entonces lo dejamos para la próxima?

    Yo asiento. Hero se vuelve a inclinar hacia mí, me besa en la mejilla y después me acaricia suavemente los labios con el pulgar. Yo me quedo como de piedra y le miro en silencio con los ojos bien abiertos.

    Mi cuerpo quiere agarrarle y no soltarle para que se quede conmigo, pero la razón gana la batalla.

    ―Lo estoy deseando ―dice él, y desaparece tan rápido como ha venido.

    Capítulo 2

    ––––––––

    Saskia

    ––––––––

    Necesito un par de minutos para recomponerme y ser capaz de buscar a mi amiga. Por más que lo intento, no dejo de ver a Hero delante de mí. Se me ha quedado pegado en la mente, y no lo puedo evitar. Jamás mencionaré ni una palabra de este encuentro. Tengo que hacer como si los últimos diez minutos de mi vida no hubiesen sucedido jamás.

    Aron ya es bastante celoso, así que será mejor que no ponga su paciencia a prueba. De hecho no estaba muy contento de que me fuera por ahí con Cayla, y mucho menos vestida así de sexy. Fuimos muy hábiles al convencerle, pero eso sí, tuve que prometerle que no miraría a ningún otro hombre y por supuesto que no cruzaría una palabra con ninguno.

    Vaya, qué bien he mantenido mi promesa.

    Antes de lanzarme a mí misma una serie de reproches, hago un esfuerzo y me voy hacia la pista de baile. Todo el rato siento el roce con otros cuerpos sudorosos, pero intento ignorarlo. Cada vez hay más gente y casi no puedo avanzar. Menos mal que finalmente descubro ese moño tan característico que indudablemente pertenece Cayla.

    Mi suspiro de alivio deben de haberlo oído hasta en la China. Me peleo para llegar hasta mi amiga, y al alcanzarla le doy un toque en el hombro. Con una sonrisa de oreja a oreja, ella se da la vuelta y rodea mi cuello con sus brazos.

    ―¡Por fin! Por fin te encuentro ―grita Cayla. Se agarra a mí y se balancea al ritmo de la música―. Venga, que todavía nos quedan un par de temas por bailar antes de irnos a casa.

    Puedo oler en su aliento que ya se ha tomado algo, así que acepto el baile; de ese modo volveremos a estar de nuevo sobrias y a mí me será más fácil llevarla a casa.

    Cayla me suelta y me quedo por un momento quieta con los ojos cerrados. Dejo que el ritmo fluya por mi cuerpo y empiezo a moverme siguiendo el compás.

    Lo que me he tomado con Hero me ayuda a olvidarme de todos los que me rodean. Mis caderas empiezan a menearse, mis manos se mueven con fluidez y echo la cabeza un poco hacia atrás. Abro los ojos y miro al techo y sus luces parpadeantes.

    Las luces me ciegan, pero a mí me da igual. Estoy desatada bailando al ritmo de la música y me da igual lo que haya a mi alrededor.

    En esta situación, estoy tan desinhibida que ni siquiera puedo sentir ese par de ojos que siguen cada uno de mis movimientos.

    ―Por favor, espere aquí hasta que vuelva. Solo es un momento, voy a acompañar a mi amiga hasta la puerta.

    El taxista gruñe algo ininteligible. Solo espero que siga estando ahí cuando yo vuelva.

    De alguna manera, bailar me ha ayudado a bajar el alcohol en sangre, pero por desgracia no ha sido el caso de Cayla. A ella le ha entrado todavía más sed. Por ese motivo, ahora tengo que subir a mi amiga por las escaleras como pueda, abrirle la puerta y meterle en la cama cuanto antes.

    Suerte que vive en un primer piso, porque yo no podría cargar con ella mucho más. Cayla está apoyada en mí y ni siquiera intenta no resultarme demasiado pesada.

    ―Venga, que ya casi estamos ―digo, más para mí misma que para ella. Poco a poco me estoy quedando sin aliento.

    Abro la puerta torpemente y entramos en casa tambaleándonos.

    ―Ahora ―digo, y dejo que mi amiga se desplome en su enorme cama.

    Cayla se da la vuelta, masculla algo y dos segundos después ya está roncando.

    Me despido con un gesto de la mano. Desde luego, no pienso quitarle la ropa. Me quedo satisfecha con que esté sana y salva durmiendo en su cama.

    Cansada y destrozada, bajo los últimos escalones y suspiro aliviada al ver que el taxi amarillo sigue en la calle esperándome.

    Me monto en el taxi, me acomodo en el asiento de atrás y le doy mi dirección al taxista. En realidad habíamos quedado en que hoy iba a dormir en casa de Cayla, pero es que ya no me apetece. Esta noche ha sido particular, y además sigo teniendo a ese tal Hero en la cabeza. Supongo que esa es la razón de que quiera estar con Aron cuanto antes, para demostrarme que mi corazón late mucho más fuerte por él que por ese extraño.

    Imagino que esta extraña sensación que tengo en el estómago será por el tiempo que hacía que no salía sola.

    El taxi se detiene justo delante de mi bloque. Pago al taxista y me bajo. Mi mirada sube por la pared hasta nuestra ventana. Qué raro, parece que parpadea la tele en el piso. O por lo menos eso parece desde abajo.

    Será que Aron sigue despierto, pienso. Echo un vistazo al reloj. Ya son las cinco de la madrugada; él nunca se queda hasta tan tarde viendo la tele.

    Con ganas de volver a estar entre los brazos de mi novio, subo a nuestro piso y abro la puerta

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