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Usted puede lograr lo imposible... si acepta las consecuencias.

IdiomaEspañol
EditorialEsteban Rey
Fecha de lanzamiento7 sept 2021
ISBN9780463350188
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    Usted decide - Esteban Rey

    0: Oro y dólares

    (AAILCEMN – 54297588)

    El Mercurio es un metal pesado de color plateado que forma aleaciones con otros metales con gran facilidad, excepto con el Hierro. Su símbolo químico es Hg (del griego hidroargyros, plata líquida) y su número atómico [1] es 80. Los metales pesados son siempre muy tóxicos en cualquiera de sus formas, pero la toxicidad del Mercurio alcanza cotas extravagantes: un par de gotas de Dimetilmercurio sobre la ropa (ni siquiera sobre la piel) empezarán a mostrar efectos adversos al cabo de un par de semanas y producirán la muerte por colapso progresivo del sistema nervioso en menos de un mes. No hay tratamiento. Sin embargo, la característica por la que es más conocido es su baja temperatura de fusión (-39°), que lo convierte en el único metal que permanece en estado líquido a temperatura ambiente.

    Menos conocido, pero también notable, es que un átomo de Mercurio se transforma en un átomo de Oro si le quitamos un protón y la cantidad adecuada de neutrones. ¿Significa esto que podemos conseguir Oro partiendo el mucho más barato Mercurio? Esta idea resulta tan atractiva hoy como lo ha sido a lo largo de los siglos, pero ni existe ni ha existido una Piedra Filosofal que permita manipular los protones y neutrones como si fuesen canicas. Añadirlos a (o quitarlos del) núcleo atómico tiene desagradables efectos secundarios como radiaciones letales o fisiones espontáneas.

    Otra posible manera de conseguir Oro sin tener que trabajar en las minas sería replicar las condiciones naturales de su formación; a fin de cuentas, si el truco funciona para los diamantes, ¿por qué no habría de funcionar con el Oro?

    Es posible fabricar diamantes sometiendo una muestra de grafito a presiones y temperaturas del orden de 5 GPa y 1500°, que siendo como son cantidades grandes, resultan ridículas al compararlas con la presión y temperatura necesarias para formar Oro. Tanto el grafito como el diamante ya son Carbono, la presión y temperatura sólo reordenan sus átomos, pero la formación de Oro implica una clase de reacciones nucleares que sólo es posible durante una explosión supernova. Créalo o no, lo que Usted lleva en el dedo, o colgando del cuello, o en sus orejas, o en su boca, en algún momento estuvo en el interior del núcleo de una estrella en explosión [2].

    (BIEOOYRZ – 11002102)

    A diferencia del Mercurio, el Oro es tan estable que apenas se combina con otros elementos y compuestos –por ejemplo no se oxida–, así que lo habitual es encontrarlo en estado puro formando pequeñas pepitas o finas vetas que atraviesan rocas muchísimo más aburridas, a veces a gran profundidad bajo el suelo. Pero tratándose de Oro la profundidad jamás ha sido un problema, se cava tan hondo como sea necesario. Desde que la Humanidad tiene memoria, y en casi todas las culturas del inventario, el Oro ha sido y es el principal símbolo de estatus, riqueza y ostentación.

    Seguro que Usted ya sabe que el Oro se ha empleado de forma extensiva no sólo como moneda sino como patrón de referencia para monedas acuñadas con metales inferiores como el Cobre [3]. La idea subyacente es sencilla: Tantas monedas de Cobre equivalen a una moneda de Oro, y el Oro lo guardo en lugar seguro. Para que semejante arreglo funcione se tiene que alcanzar un consenso entre las partes implicadas, además de existir una mínima confianza mutua. Supongamos que hemos llegado al acuerdo de que por cada gramo de Oro en mis arcas puedo acuñar cien monedas de Cobre [4]. Así, cada una de mis monedas de Cobre valdrá la centésima parte de lo que valdría una moneda real de Oro de un gramo. Si por un casual se me ocurriese acuñar doscientas monedas en vez de cien, el valor nominal de mi moneda de Cobre seguiría siendo el mismo (un céntimo) pero su valor real habría caído a la mitad. Pero lo importante aquí es que el valor del Oro en mis arcas no cambia, que por algo es Oro.

    Ésta y otras estrategias monetarias ya eran empleadas por los Romanos, que estaban bien familiarizados con los conceptos de inflación, devaluación y deuda externa. Otra cosa que los Romanos también conocían y empleaban con frecuencia era los pagarés, que no son sino una extensión del uso del Oro como patrón de moneda: documentos firmados y autentificados por testigos según los cuales una persona se comprometía a entregar a otra una determinada cantidad de dinero, bienes o servicios. Si la reputación del deudor era buena, el documento podía ser empleado por su poseedor como si fuese dinero contante y sonante, lo que implica que era posible emplear papel, papiro o cualquier otra representación simbólica válida en vez de Oro o metales alternativos. Estos pagarés son los precursores de los cheques y los billetes de banco – que son, de hecho, pagarés respaldados por un Gobierno y firmados por el presidente de un Banco Central como testigo de su valor.

    En la actualidad todas las monedas en circulación son fracciones de la moneda principal (un céntimo es la centésima parte de un euro) y la moneda principal (el euro) se supone respaldada por una cantidad equivalente de Oro que se encuentra bien protegida en alguna parte. En los países en los que no es así, la moneda local apenas tiene valor y en las transacciones importantes se emplea una que sí lo tenga, como el euro o el dólar estadounidense.

    Sea como fuere, si circula más moneda que Oro hay en la cámara blindada, el valor de la moneda cae porque el valor de referencia es el del Oro. En principio esto impide que una nación fabrique tanto dinero como quiera ya que, de hacerlo, se enfrentaría a un gravísimo problema económico.

    (NTROIBAU : 79194898)

    No hay forma de saberlo con precisión, pero se calcula que en todo el planeta Tierra hay unas ciento sesenta y cinco mil toneladas de Oro que, juntas, formarían un cubo de unos veinte metros y medio de arista. Este enorme dado metálico contendría el Oro de los bancos y las reservas gubernamentales, el que pueda llevar Usted encima, el que ha visto en los escaparates, el que se emplea en algunos componentes de los sistemas informáticos, el que aún no ha sido extraído de las minas y el que aún no ha sido encontrado [5]. Suponiendo que se pagase a precio de mercado (unos 47 €g-1 en el momento de escribir estas líneas), valdría unos 7.755.000.000.000 € (siete billones setecientos cincuenta y cinco mil millones de euros). Si el cambio del dólar fuese el de hoy ($1 = 1'1711 €) todo el Oro del planeta Tierra valdría $9.081.880.500.000, algo más de nueve billones de dólares.

    Otra cosa que tampoco se conoce con precisión es la cantidad de dólares físicos (billetes y monedas, el Número M0) que circula por el mundo, aunque algunos la estiman en más de $1.500.000.000.000.000 (mil quinientos billones). Sin embargo, lo que sí se sabe es que la deuda de los Estados Unidos en mayo de 2020 estaba ya en 25'7 billones, por lo que la cantidad de dólares que hay (físicos, virtuales o fantasmagóricos) es simple materia de especulación. No es que no se conozca porque sea un misterio o porque exista una conspiración internacional para ocultarlo, sino porque los Estados Unidos de América imprimen tanta moneda como necesitan gastar y a estas alturas nadie sabe cuánta han emitido. Puede que Usted no lo supiese, pero los Estados Unidos de América es el único país del mundo al que se le permite imprimir diez mil millones de dólares al año sólo para recomprar con ellos parte de su deuda externa.

    Ahora viene la pregunta interesante.

    ¿Qué valor debería tener el Oro para respaldar la deuda (y sólo la deuda) de los USA en USD? Calcularlo es sencillo: divida el monto por la cantidad de Oro que se estima que existe. Si lo hace, obtendrá un valor aproximado de $155'755, que es 3'3 veces mayor que el valor del Oro a día de hoy. Es decir, para respaldar el dólar habría que multiplicar como mínimo por tres la cantidad total de Oro que hay el planeta Tierra. ¿Sorprendido? No lo esté tanto. Cualquier economista sabe que, respecto al Oro, el USD no vale ni el papel en el que está impreso. Y, pese a todo, el USD es una moneda sólida. ¿Cómo es esto posible?

    Lo es gracias al petróleo.

    (ATAMOLAP – 99897709)

    Superada la crisis financiera de 1929, los Estados Unidos de América se dieron cuenta de que carecían de la capacidad económica necesaria para convertirse en el eje principal de la geopolítica, que es lo que el 1 % [6] quería ser. La Segunda Guerra Mundial les dio un buen empujón, nada como una guerra devastadora en casa ajena para mejorar tu economía, pero no resultó suficiente; necesitaban tener más dinero para sus gastos así que igualmente lo imprimieron y al hacerlo devaluaron el USD hasta niveles jamás vistos. Cuando el dólar ya se hundía como una piedra, arrastrando con él las economías de Europa y Japón, el equipo económico de Nixon encontró la manera de salvar el mobiliario inventando el concepto de Petrodólar.

    El petróleo era una sustancia valiosa, todo el mundo lo necesitaba, pero no se podía utilizar como el Oro ya que el petróleo desaparece, se consume. ¿Entonces? En vez de emplear la sustancia como respaldo para el dólar decidieron emplear las transacciones económicas sobre ella. El dólar dejó de basarse en el Oro para basarse en un intangible, en un volumen de negocio, y el mundo se lo creyó porque convenía o porque los EUA llevaron la situación hasta el punto en que no había más remedio [7]. Desde entonces todas las transacciones con petróleo deben realizarse en dólares y sólo en dólares. Ni siquiera las mayores rabietas de la OPEP han modificado este extremo. España compra el petróleo con dólares, no con euros, y Reino Unido también, no con libras esterlinas. Una parte esencial del entramado especulativo alrededor del petróleo consiste en adivinar la cotización del dólar en el momento en que dicho petróleo será extraído. Otra parte de ese entramado consiste en comprar y vender hoy el petróleo que se supone que será extraído el año que viene. No resulta raro que quienes ganan un pastizal de esta manera – comprando y vendiendo lo que no existe y que nadie sabe si llegará a existir, el Mercado de Futuros [8] – estén tan interesados en que los países productores de petróleo sean estables y manejables, con independencia del régimen político que tengan o de cómo viva su población; échele un vistazo a Arabia Saudí o a Guinea Ecuatorial para hacerse una idea. La mejor manera de mantenerse en el poder en uno de esos países es garantizar que se produzca lo que los especuladores han previsto y no ser demasiado incómodo.

    Sin embargo, este enorme y magnífico castillo flotante tiene un punto débil: si por cualquier razón las transacciones sobre el petróleo dejasen de realizarse en dólares, la economía de los Estados Unidos se vendría abajo en cuestión de horas.

    Por eso había armas de destrucción masiva en Irak.

    (AINSTENT – 09198547)

    Retrocedamos un poco en el tiempo hasta el año 2000, en concreto hasta el 11 de septiembre, fecha en que la ciudad de Nueva York vivió un acontecimiento funesto. Ya sabe a qué me refiero. Pocos días después ese paladín de la libertad y la democracia llamado George Bush Jr. declaró la Guerra Total al terrorismo, en particular al terrorismo integrista islámico. Día a día fueron apareciendo nuevas informaciones y al final se nos reveló que un país llamado Irak escondía armas de destrucción masiva [9]. El primer ministro de España –en aquel entonces José María Aznar– declaró que sabía de buena tinta que el Gobierno Iraquí escondía armas de destrucción masiva. Luego negó haberlo dicho. Es más, llegó a afirmar (y cito) En aquella guerra no se tiraron bombas por parte de España, es evidente, porque España no participó. España no mandó soldados a aquella guerra. [10]. En ambas ocasiones lo hizo ante las cámaras de televisión, pero sin duda Usted ya sabe que ningún político español ha tenido problemas en (y por) mentir en público.

    Al final todo resultó ser un lamentable error de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos porque, en realidad, Irak no tenía armas de destrucción masiva, pero el país ya había sido invadido y destruido en una guerra ilegal a la que, me avergüenza decirlo, España [no] se sumó. El asunto aún sigue abierto y no se solucionará mientras siga siendo un negocio tan rentable.

    (VLEOERRS – 54215430)

    El tiempo proporciona perspectiva. Mirando el asunto de la Guerra de Irak con ese ángulo mayor y un pelín de sensatez, descubrimos que el ataque de los EUA a Irak no tenía sentido. Irán era un blanco mucho más lógico.

    En el año 2000 Irak era el único país laico de todo Oriente Medio, no tenía religión oficial; como en cualquier otro país de mayoría islámica los clérigos tenían gran influencia, pero no gobernaban. Si los EUA buscaban terroristas islámicos, ¿no hubiese sido Irán – una dictadura teocrática casi idéntica a la franquista – un objetivo más claro? Por otra parte, Irán ni ocultaba entonces ni oculta ahora que tiene programas de investigación orientados a la creación y desarrollo de armas de destrucción masiva, y además reivindica de forma pública el derecho a hacerlo. En Irán sí podía (y puede) haber armas de destrucción masiva. Por otra parte, Saddam Hussein era un sujeto fácil de manipular, sus vicios y sus problemas mentales estaban bien inventariados, pero el Régimen de los Ayatolas era hostil a los EUA (sigue siéndolo) y mucho más opaco. Y si lo que se deseaba era tener el control del petróleo, cuanto se diga del crudo iraquí puede decirse del iraní porque se trata del mismo yacimiento en la misma inmensa bolsa subterránea.

    En Irak no había armas de destrucción masiva, no tenía sentido buscar terroristas islámicos, no era una cuestión de control político y no era una cuestión de control sobre el petróleo. En cualquiera de estos casos y en cualquier combinación, el blanco lógico de la Guerra de Liberación liderada por los EUA debería haber sido Irán.

    Así que… ¿por qué Irak?

    ¡Pues por el petróleo, claro!

    (LNRGEAUA – 25361453)

    No, no me estoy contradiciendo. Lo que pasa es que probablemente a Usted le falta una pequeña pieza de información, tan pequeña y tan poco ruidosa que quedó diluida en el marasmo informativo del momento. Puede que ni siquiera le suene. Sin embargo ese fragmento informativo permite atar cabos, comprender qué sucedió y por qué, y también permite entender por qué era imposible detener esa guerra con protestas, manifestaciones, simulacros de bombardeo o constantes e inútiles declaraciones histéricas de Naciones Unidas. Aún más interesante: ni siquiera se trata de un secreto, nadie se preocupó por ocultarla o hacerla desaparecer. Y aquí la tiene, copiada y pegada de la edición digital de Time Magazine U.S., de 13 de noviembre de 2000 [11]:

    Europe's dream of promoting the euro as a competitor to the U.S. dollar may get a boost from SADDAM HUSSEIN. Iraq says that from now on, it wants payments for its oil in euros, despite the fact that the battered European currency unit, which used to be worth quite a bit more than $1, has dropped to about 82[cents]. Iraq says it will no longer accept dollars for oil because it does not want to deal in the currency of the enemy.

    Lo traduzco, por si no lee inglés:

    El sueño de Europa de promocionar el euro como competidor del dólar estadounidense puede obtener un impulso por parte de SADDAM HUSSEIN. Irak dice que, desde ahora, quiere los pagos por su petróleo en euros, a pesar del hecho de que la maltrecha unidad monetaria Europea, que valía un poco más de un dólar, ha caído hasta aproximadamente 82 [céntimos]. Irak dice que no volverá a aceptar dólares por petróleo porque no desea hacer tratos en la moneda del enemigo.

    Prescinda del tonillo idiota del párrafo (recuerde que el autor es estadounidense) y fíjese en lo que pretendía ese malísimo malo maloso de Saddam Hussein: dejar de vender su petróleo en dólares, ¡habrase visto semejante atrevimiento! Y no sólo eso, no señor: también tenía la desfachatez, la arrogancia, la insensatez y la mala baba de pretender que el resto de los países árabes exportadores de petróleo adoptase la misma medida (búsquelo en Internet, lo encontrará). En otras palabras, al menos la quinta mayor reserva de petróleo del mundo podía dejar de pagarse en dólares… y, como Usted ya sabe, esto es lo único que respalda el USD como moneda.

    En consecuencia, armas de destrucción masiva.

    Para sus auténticos promotores, la Guerra de Irak terminó en el momento exacto en que el control de las transacciones petrolíferas pasó a manos más aquiescentes. Todo lo sucedido desde entonces es una bonificación económica adicional y, de paso, ha resultado una muy buena advertencia para cualquiera que en un futuro piense en intentar maldades satánicas parecidas. Ni siquiera Irán o Venezuela, naciones que se oponen de forma abierta a los Estados Unidos, se han atrevido a dar un paso en esa dirección. Y por eso la Guerra de Irak no podía impedirse con protestas, declaraciones o gestos públicos más o menos grandilocuentes, la elección era simple entre la salud del dólar y unos cuantos centenares de miles de muertos.

    Lo mismo puede decirse sobre el Cambio Climático. Estados Unidos se niega a admitir que existe porque de existir algo habría que hacer al respecto, y para hacer algo al respecto sería necesario desmantelar una parte de la industria de los derivados del petróleo, lo cual perjudicaría a la producción de éste, lo cual afectaría al valor del dólar, lo cual haría mucha pupa a la barbaridad de intereses creados a su alrededor. Pero no se preocupe, puede Usted respirar tranquilo, sus inversiones están seguras. Se ha hecho evidente para todos que unas cuantas Atochas son un precio más que aceptable si de lo que se trata es mantener el dólar a flote. Cuando las cosas [que ya están pasando] empiecen a ponerse [mucho más] feas, veremos hasta qué punto el dólar es comestible.

    (IELRFNIB – 65794967)

    Sigamos con la Guerra de Irak y permítame resumir un montón.

    Cuando se estaba gestando, sobre el tablero había tres clases de poder: estaba el Poder Económico, que la planeó; estaba el Poder Político, que la justificó y la ejecutó; y estaba el Poder Popular, que intentó impedirla. Vamos uno por uno.

    El Poder Económico tomó una decisión y sus consecuencias son decenas de miles de muertos y un país devastado, pero esto no le quita el sueño porque trabaja con números, balances y márgenes de beneficios. Además, nada le puede suceder porque ¿quién es y dónde está? El objetivo principal había sido alcanzado: un dólar que estará a salvo mientras se pueda obtener petróleo de alguna parte, y, encima, obtuvo una lluvia de contratos gubernamentales (es decir, pagados con dinero de los impuestos) que van desde el soporte mercenario de ejércitos privados hasta el mantenimiento de la fontanería en los campamentos o el suministro de papel higiénico o de bebidas carbonatadas, por no hablar del material bélico, uniformes y ropa interior y limpieza. Al Poder Económico le salió mejor que bien, le salió un redondo de ternera.

    El Poder Político también tomó una decisión y sus consecuencias son, como en el caso anterior, devastación y muerte. Ninguna las dos le molesta porque se trata de decisiones que implican personas abstractas, nunca a familiares o conocidos. En este caso sí podemos poner nombres a los rostros, pero lo peor que podría pasarles es que se viesen obligados a dimitir (malo, porque implica reconocer que han hecho algo mal), pero tampoco es para tanto pues nunca se quedan en el paro; pueden, por ejemplo, presidir fundaciones, [contratar escritores-fantasma para] escribir libros, dar conferencias o formar parte de consejos de dirección. En lo que respecta a sus sicarios políticos, los que salían en las fotos en segundo plano, ésos se presentan a una de esas elecciones remotas que garantizan poltrona y sueldo y no requieren trabajar demasiado (p.e. un puesto de Eurodiputado o de Senador) y se mantienen en la sombra durante un tiempo, sólo por si acaso algún día quisieran regresar a la corriente

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