Ocurrencias De Un Viejo: Pensamientos Sin Escrúpulos

Por Hiram Dorado

Este libro ofrece meditar sobre asuntos cotidianos de nuestra vida, a los que normalmente no les dedicamos el tiempo para reflexionar porque sus consecuencias forman parte de nuestros hbitos. Un libro que no juzga, solamente invita a tomar conciencia de las actitudes y conductas que tenemos hacia los dems y hacia nosotros mismos, y busca cmo ser mejores seres humanos. Las insinuaciones de este libro llegan a ser muy deliberadas y directas, pero su contenido no es solo para ciertas edades o gneros, sino para cualquier persona que desee transformar las costumbres que nos impiden ser mejores.

• Idioma: Español
• Editorial: Palibrio
• Fecha de lanzamiento: 8 jun 2018
• ISBN: 9781506525259

Hiram Dorado

Hiram Dorado es un escritor algo excepcional a quien le encanta pasar tiempo meditando y reflexionando sobre los problemas y dificultades que ocurren durante nuestras relaciones. Es apasionado y disfruta sacudir las mentes de las personas para promover una mejor comunicación y entendimiento entre ellas. Hiram aprecia un buen diálogo en cualquier ámbito o campo de estudio ya que ha estado involucrado en diferentes tareas en el entorno de la política, el ejército, la religión y el gobierno, y tiene además un conocimiento muy diversificado producto de otras experiencias de la vida. Le encanta conocer gente nueva. Puedes encontrar y conocer más sobre Hiram Dorado en Twitter, Google, Facebook, Instagram, YouTube y en su sitio web personal https://www.hiramdorado.com.

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Prefacio

OCURRENCIAS DE UN VIEJO

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¿Alguna vez te has hecho preguntas que no tienen respuestas? ¿Has deseado en alguna ocasión comenzar de nuevo tu vida? Compartimos este deseo con otros: muchos llegamos a meditar esa posibilidad, pero desgraciadamente, es solo un suspiro a la vida, ya que el tiempo no perdona nuestros errores, no tiene borrón y cuenta nueva; es el ladrón más sutil, ingenioso y astuto que he conocido y, a su vez, el más inesperado. Es él quien nos traerá la cuentas de lo que hicimos, de lo que pudimos haber hecho y lo que debimos hacer. Pero también el tiempo es el farsante más elegante: nos recuerda que no es un regalo, que no existe y que depende de nuestra propia percepción.

Y si alguno piensa que el tiempo es el único factor que puede perjudicarnos, no debemos olvidarnos de nuestras propias emociones, complejas y desafiantes, que nos han llevado a tomar decisiones estúpidas e injustas para los demás o que han logrado dañarnos a nosotros mismos. Entonces, ¿por qué permitimos que nuestras emociones tan inestables lleguen a dirigir nuestra vida? ¿No sería mejor tomarlas sin consultarlas? ¿No es preferible, acaso, confiar en una mente fría que más que en un corazón ardiente? Pero tampoco es necesario culpar a nuestro propio corazón de todos nuestros errores, porque tener una mente fría también ha causado errores.

Olvidemos, entonces, nuestra mente y nuestro corazón. ¿Qué ocurre con nuestra educación, esa cultura con la que crecimos, nuestras propias raíces familiares, las costumbres y hábitos que nos formaron? Estas conductas solo han creado barreras tontas y han encajonado nuestro corazón y nuestro pensamiento en estuches de lujo y comodidad. Aún es anticipado, en estas primeras páginas, comenzar a complicar la mente de nuestro lector, pero es tiempo de que todos tomemos conciencia de lo que hemos sembrado para nosotros mismos o para la próxima generación. Entonces, si pensáramos así, tal vez nuestra vida sería más noble y más transparente, con menos juegos y fantasías, menos vanidades, pretensiones, prejuicios, presunciones y cuentos; tendríamos más tiempo para disfrutar el momento que nos queda para vivir, y tomaríamos todas nuestras acciones con más conciencia y reflexión.

Reflexión:

¿Qué nos ha enseñado la vida para ser mejores seres humanos? ¿Por qué nos es más fácil tolerar al desconocido que juzgar fácilmente a nuestros seres queridos?

¿Por qué nuestro propio ego se impone siempre en el camino para mejorar la comunicación, los vínculos, el aprecio o el interés hacia los demás? Y si no es nuestro propio ego el causante de tanta división, ¿por qué permitimos que nuestros prejuicios, temores, educación y experiencias nos roben una vida más tranquila?

En el corazón nacen nuestras penas y, en la mente, nuestras estrategias; pero nunca podremos evitar que sea uno quien decide cómo valorar cada experiencia.

Hiram Dorado

I

EL AMOR

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¿Quién conoce verdaderamente el amor?

No es casual que comience este libro con las cuestiones acerca del amor y lo termine con las reflexiones sobre la pasión. Amor y pasión no son lo mismo. Para tener pasión en la vida, hay que saber amar, y para saber hacerlo, primero es preciso amarse a uno mismo, aceptarse sin compararse y aceptar del mismo modo a los demás.

¡Qué perfecto sería el amor sin daños a la gente o a nosotros mismos! Y sería aún más auténtico si no tuviéramos prejuicios o si no nos preocupáramos por lo que la gente pueda pensar de nosotros. Por eso he llegado a comprender que amar verdaderamente a los demás es tomar ciertos riesgos, pero aquellos que uno está dispuesto a asumir y que dependen de nuestra necesidad de ser amados. Cuanto más grande sea esta necesidad, más dispuestos estaremos a arriesgar todo lo que tenemos o conocemos por lo que no tenemos o no conocemos.

Pero el problema empieza cuando hablamos de amor: la gente casi instintivamente relaciona esta idea con sus propias emociones y sentimientos de dolor, abandono, traición, felicidad, engaño, satisfacción. Todos creemos entender qué es el amor por los sentimientos que esta expresión nos trae cuando experimentamos estar en-amor-ados, pero la verdad es que pocos sabemos amar. La gente ya no desea tomar más riesgos con el amor en estos días, simplemente porque desconocen lo que es amar y ser amado de verdad. Si el amor fuese un conjunto de emociones, entonces sería fácil pensar que aquellas son el origen del enamoramiento; de este modo, cuando esas emociones se van de uno, el amor también deja de existir. Lo siento, pero no es así. Sería la forma más fácil de explicarnos a nosotros mismos qué es el amor sin tener que pensar demasiado, pero no meditar en lo que verdaderamente es amar solo nos llevará a niveles bien bajos de su verdadero valor.

Trataré de explicarlo lo más sencillamente posible. En primer lugar, nuestros sentidos (el oído, el tacto, la vista) despiertan una identificación muy especial con alguien (con Dios, con un ser querido, con un ser desconocido) que, en un segundo momento, nos mueve el deseo de comenzar una relación; es en ella donde uno aprende todo lo bueno y lo malo que se obtuvo de esa identificación (si no hay relación, no hay entendimiento). En tercer lugar, solo a través de la relación llegamos al conocimiento y a la experiencia, pero el grado de ambas depende del nivel de relación que cada una establezca con ese ser con quien se ha identificado. En cuarto lugar, el conocimiento adquirido nos llevará a una apreciación y, si somos genuinos, esta será también auténtica; de lo contrario, será solamente superficial. Esa apreciación genuina nos conduce, en quinto lugar, a una determinación (a un decir: en las buenas y en las malas, estaré contigo), pero una vez más enfatizamos que no puede existir una decisión fuerte si no hay un aprecio auténtico y genuino. En un sexto momento, esa misma determinación nos guía a una inversión (o transferencia de valores), donde uno ya está mentalmente dispuesto a arriesgar mucho, si fuera necesario, por lo que ya comenzó a conocer. En una séptima etapa, esa inversión mejora la comunicación, que es aprender y desear cómo proteger, entender y comprender todo lo que se está cultivando e invirtiendo; nos lleva, como consecuencia y en octavo lugar, a una mejor existencia (sustancia, intimidad o privacidad) que celosamente estamos invirtiendo, cultivando, cuidando y protegiendo; es como desear atender y abrigar nuestra mejor y única inversión. Por último, es solo en la privacidad de nuestros más íntimos y sinceros pensamientos o acciones donde podemos conocer lo que verdaderamente es el amor.

Resumiendo:

1. Nuestros sentidos nos hacen despertar una identificación.

2. La identificación nos lleva a una relación (vínculo).

3. La relación nos conduce a un mejor conocimiento.

4. El conocimiento nos guía hacia una apreciación.

5. La apreciación permite una determinación.

6. La determinación nos capacita a una mejor inversión.

7. La inversión mejora nuestra comunicación.

8. La comunicación enriquece nuestra intimidad.

9. La intimidad nos permite conocer verdaderamente lo que es amar.

Desgraciadamente, ya estamos acostumbrados a tener y a demandar resultados inmediatos o instantáneos. Por consiguiente, hay gente que desea experimentar la intimidad antes de aprender a relacionarse (conocerse completamente), o tal vez otros nunca tuvieron deseos de invertir en una relación genuina porque tal actitud siempre requiere de cierta determinación. Algunas personas