Culpable Por Asociación
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Actualmente, encontramos que esta gente busca pleitos en grupos escolares y en trabajos de segunda clase.
Mi relato es en relacin de una mujer Amanda. Ella es de pocos amigos por su ac?? tud. Un Viernes la despidieron del trabajo por sospechas de estar robandoo lo que se produca en la seccin donde ella trabaja. Durante la hora para almuerzo, todas las mujeres se dirigen al cuarto donde se cambian el uniforme. Amanda pla?? ca con una mujer con el nombre de Ana Maria, que est tambin con la idea de salir a la calle. Amanda invita a Ana Maria a almorzar, para informarle de su despido.
Antes de ir a comer, Amanda decide de comprar algunas ropas para llevar a su familia cuando regrese a Colombia.
En la ?? enda Amanda escoge una canasta, coloca algunas piezas para ves?? r y le pide a Ana Maria que cuide esa canasta. En unos minutos Amanda viene con otra canasta con ropa. Ella ordena a Ana Maria que la espere en cierto lugar algo re?? rado de donde iba a pagar. Amanda paga lo que lleva, pero no paga por lo que Ana Maria tena en su canasta. Antes de salir de la ?? enda una alarma son. Agarran a Ana Maria por llevar ropa sin pagar, o sea robada, y arrestan tambin a Amanda que sala acompaada con Ana Maria.
Gersam Pastor Tuckler Hernández
Gersam Tuckler Hernández nació en Managua, Nicaragua, Marzo 30, 1938. El terminó los estudios de Primaria y Secundaria en la Escuela de Los Hermanos Cris?? anos, conocido como Ins?? tuto Pedagógico de Varones en Nicaragua. El tambien recibió El Diploma de Bachiller en Ciencias y Letras por el Ministerio de Educación Pública de Nicaragua. En 1965, el hizo residencia en New York City. El se graduó de Associado en Ciencia y Letras, en Fiorello H. La Guardia Community College of the City Univercity of New York. En 2012 el publicó sus inspiraciones “Poemas y Canciones”. El tambien publico un producto de su papá Gersam Tuckler Noguera: “Poesías, Elegía y Narración”. El pasa el ?? empo tocando el piano, escribiendo musica, areglando cosas (Tinker TuTu) y creando artesanía. Presentemente el vive en Virginia. El es casado, ?? ene una hija y dos nietas que lo llaman TuTu.
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Culpable Por Asociación - Gersam Pastor Tuckler Hernández
Copyright © 2016 by Gersam Pastor Tuckler Hernández.
Library of Congress Control Number: 2016909110
ISBN: Hardcover 978-1-5245-0772-5
Softcover 978-1-5245-0771-8
eBook 978-1-5245-0770-1
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Rev. date: 09/07/2016
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731706
Contents
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
CAPÍTULO 1
VIERNES—
La alarma del reloj de mesa sonó como de costumbre a la seis de la mañana. Me di vuelta rápidamente, y con un manotazo paré ese resonar alto y agudo, y como siempre, me quede un rato más haraganeando en la cama. Con los ojos cerrados, me puse a revisar mentalmente todo lo que iba yo hacer después de regresar del trabajo, tal como comprar la caja de cerveza y un par de rollos de película para mi cámara.
Hoy estábamos invitados a una de esas pachangas que Reynaldo González y su esposa Marlene, viejos amigos nicaragüenses acostumbraban hacer en algunos fines de semana después del trabajo. Él era muy conocido con el nombre de, Tío Rey. Ese viaje tomaba como una hora de mi apartamento en Woodside, Queens al apartamento de que él tenía en el Bronx, también en el mismo estado de Nueva York (New York).
Nosotros los Nicaraguenses llamamos esa noche del Viernes, Sábado Chiquito, porque si teniendo la noche del Viernes libre, no había razón en esperar hasta el Sábado por la noche para principiar la parranda; y así teníamos como se dice, un doble
.
Me quedé un rato despierto acostado en la cama y me puse a recordar esas fiestas de Reynaldo que eran cosa muy seria, pues duraban hasta dos días.
—Yo me iba los Viernes temprano para poder escoger el mejor lugar antes que otro invitado lo cogiera. A veces tenía suerte cuando llegábamos tarde, porque siempre había alguien que nos guardaban dos asientos, para nosotros. Me alegraba oír: !Gersam, aquí. Te estamos esperamos con tus lugares, aquí con nosotros!
.
—Era una experiencia única caminar despacio y cruzar esa molotera de parejas bailando casi hombros con hombros por no haber espacio en el centro de la sala. La música a todo volumen, todos gritaban al ritmo de maracas y tambores que se oía en ese tocadiscos para 33, y 45 revoluciones. No se platicaba sino que se gritaba para comunicarse. Ese alboroto se disminuía después de la media noche, pero volvía a tener vida después del desayuno al siguiente día Sábado, y eso se repetía al siguiente día, o sea el Domingo, donde todos poco a poco regresaban a sus casas, callados, contentos, y roncos.
—Esos ritmos inolvidable con esas orquestas de la Sonora Matancera, Willie Colon, Tito Rodríguez, Pérez Prado, Ismael Rivera, y muchas otras orquestas o conjuntos más ; y esas voces tan famosas como Leo Marini, Daniel Santos, Javier Solís, Celia Cruz, La Lupe, y muchas otras voces que nos hacían sentir románticos, cantantes, bailarines al oír esas notas musicales en nuestros tímpanos. Con solo oír la primera nota musical del piano, de la guitarra o la trompeta siempre acompañado con los tambores afrocubanos…nos hacían levantar los pelos de los brazos y en todo el resto del cuerpo pararse de punta, y con una locura musical salíamos en una fracción de segundo, a buscar parejas. Las mujeres sentían el mismo hechizo, haciéndose así una amalgama incitada a la fusión de amor y ritmo. Las canciones rancheras también no podíamos olvidar, pues nos sentía salir de la garganta ese grito muy Mejicano como lo hacían Pedro Infante, Mariachi Vargas, Miguel Aceves Mejía, e incluyendo muchas mujeres cantantes de rancheras, que no gritaban, pero nos hacían sentirnos románticos, poetas, cantantes y bailarines cuando escuchábamos esas voces que compartían con nosotros esos talentos musicales.
—El licor nunca ahí se terminaba, y como parte de magia, al terminar una botella aparecía otra llena. Esa emoción mutua era interminable e incontrolable. Nunca nos íbamos a la dormir porque no había alguna razón justificada, pero como todo borracho sin importarnos de nada, al sentir el sueño que nos agobiaba y sin poder pronunciar palabras o entender a otros, sin dar aviso solamente empujábamos con los brazos todas esas vasos vacíos o medio llenos de licor o con algo, para el centro de la mesa; y en ese espacio ya vacío descansábamos la cabeza y hombros y nos quedábamos dormidos.
—Muchas