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La Heredera
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Libro electrónico613 páginas8 horas

La Heredera

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Despus de un ao de sufrimiento y dolor fsico; un Sbado 24 de noviembre, M. Vrykova sali de su lugar de nacimiento hacia la Ciudad de las Luces con rumbo a Londres, un sitio donde la fiesta, las drogas, el sexo y el alcohol, dejaran de existir para ella, pensando en que su vida sera diferente, nunca imagino qu tanto

Pues cuando por fin crea haber encontrado el amor verdadero, apareci el ser ms antiguo para buscarla y convencerla de aceptar ser la Heredera de todos los clanes vampricos, dejando correr en su cuerpo la sangre UNAFEMTTOMAVVI.

Ahora ella se pregunta:

Qu hacer cuando el ser ms antiguo y poderoso vierte su sangre sobre ti?
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento23 ene 2015
ISBN9781463397302
La Heredera
Autor

M. Vrykov

M. Vrykov nació en algún lugar del mundo, un 24 de noviembre cuando corría el año de 1978. Psicóloga de profesión, de carácter férreo, temperamento explosivo y un corazón noble y melancólico. De gustos extraños, su fascinación por la música, la lectura, el arte, el cine y el teatro no tiene igual. Amante de los perros, los caballos, los delfines y las libélulas. De sonrisa encantadora y ojos seductores. Comenzó a escribir su primer libro, “La heredera”, en 2009, impulsada por el sufrimiento y la melancolía arraigados en su corazón. Sus amigos la llaman “Cosa”, “Fla-k”, “Wesi”, o “Luna”, nadie se atreve a llamarla por su verdadero nombre a menos que quiera alterarla, pues no le gusta, ya que en él se esconde un secreto mucho más grande que el universo.

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    La Heredera - M. Vrykov

    Copyright © 2015 por M. VRYKOV.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 09/01/2015

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    699342

    ÍNDICE

    La Heredera

    Capítulo I. El Inicio

    Capítulo II. Subasta

    Capítulo III. Atenas, Grecia

    Capítulo IV. Cartas

    Capítulo V. Malkvian

    Capítulo VI. La Instrucción

    Capítulo VII. Casi el final

    Capítulo VIII. Final

    Agradecimientos

    Para ti, que nunca estuviste físicamente,

    pero siempre estuviste apoyando esta

    locura en mi cabeza…

    LA HEREDERA

    Mientras recogía mis pertenencias, e iba depurando el closet de mi habitación en casa de mi Madre, sentí que era la decisión más difícil de mi vida, pero sabía que era lo mejor para mí, no podía seguir viviendo del recuerdo, después de todo estaba cierta que aún no sabía que quería en la vida, pero por fin tenía claro que era lo que NO quería en ella, así que, decidí tirar el pasado y dejarlo atrás, aunque a últimas fechas regresaba constantemente al presente, lo único malo de todo eso, era que había vuelto con más fuerza la idea del suicidio…

    No, eso no me lo podía permitir, ni siquiera nombrarlo, era parte de un pasado no muy lejano, pero después de unos meses de terapia creo que todo había vuelto casi a la normalidad, un año, un mes y cuatro días pasan más rápido de lo que uno piensa…

    Escogí muy bien la ropa que debía llevarme al viaje, no quería llevar más de lo necesario y seguro en el lugar al que iba podría comprarme cosas nuevas, así que mejor metí todo en cajas y las llevé al patio trasero, ya fuera que les resultara de utilidad a alguna de mis primas, o si no, mi Madre podría donarlas a alguna de sus causas benéficas.

    Mientras bajaba por la escalera de mi hogar miré con todo detalle las paredes, los cuadros, la madera del piso que crujía con mis pisadas, era como si internamente supiera que no volvería a estar en esa casa, cada viaje, con cada caja, era como si me liberara del pasado, cuando por fin terminé de limpiar todo incluyendo mi alma, mi móvil timbró un par de veces…

    ◊ Hola!—dije al contestar—

    ◊ Hola! Habla la señorita Vrykova

    ◊ Sí, quién es?

    ◊ Habla Gia, solamente para decirte que ya te envíe el correo con los datos para tu viaje

    ◊ Ok Gracias! Lo reviso

    ◊ Bien, ha sido un gusto conocerte, espero que tengas buen viaje y cualquier cosa que necesites puedes avisarme

    ◊ Perfecto, lindo día

    Dejé el teléfono nuevamente en su lugar y vi mi habitación, tan amplia como nunca, el juguetero que siempre había estado ahí al lado de mi cama y que para mí era gigante, ahora parecía pequeño, y se perdía en la pared de la recámara; tomé un gorila de peluche llamado Pomponio, que me regalaron cuando tenía 11 años y lo metí en mi maleta, después de todo era parte de mi pasado feliz, y a nadie le afectaba que llevará un acompañante extra al viaje…—tocaron a la puerta—

    ◊ Adelante—pronuncié—

    ◊ Cómo vas nena?—preguntó mi hermano—

    ◊ Bien

    ◊ A qué hora te vas?

    ◊ Aún no lo sé, la head hunter me acaba de llamar, en un rato reviso el correo, pero yo creo que en la madrugada, enano, por?

    ◊ Nada más, sé que no debería preguntar esto pero—calló un segundo—estás segura?, es realmente lo mejor para ti? o sólo estás tomando la decisión a la ligera, por tu aflicción o enojo—la voz de mi hermano denotaba tristeza—

    ◊ Estoy segura de que es lo mejor, pero no te aflijas, vamos a estar en contacto, y además vendré en vacaciones y para las fiestas importantes

    ◊ De verdad?

    ◊ Sí, enano de verdad, aunque bueno quizá en este primer año no

    ◊ Bueno, promete que me avisarás cuando llegues y que diario te conectarás por lo menos un par de horas para platicar

    ◊ Claro, aunque no sé si pueda un par de horas, por lo menos media hora sí, te lo prometo

    ◊ De acuerdo—dijo mientras se dirigía a la puerta para salir de mi habitación—

    ◊ Mercurio—le llamé—

    ◊ Mande?

    ◊ Eres el mejor hermano en el mundo y te quiero mucho

    ◊ Yo también a ti, te voy a extrañar!

    ◊ Sí, seguro…

    Lo dije en tono algo burlón para romper ese ambiente pesado y triste de las despedidas, de repente mi hermano se lanzó hacia a mí, me tomó en sus brazos y me tiró en la cama haciéndome cosquillas, los dos reímos como si tuviéramos de nuevo 8 y 3 años respectivamente, se me hizo increíble que ese pequeño 5 años menor que yo, ahora fuera un hombre tan grande y tan fuerte, mi hermano medía 1.85 cm, tez morena, ojos café oscuro grandes, pestañas largas y chinas, nariz recta y labios gruesos; en eso se abrió la puerta y con un rociador en la mano entró mi madre y comenzó a mojarnos—niños compórtense—dijo mientras nos dejaba caer el agua, seguimos riendo y ella se unió a nosotros, nos abrazamos fuerte y les dije…

    ◊ Prometan que van a estar bien

    ◊ Sí—dijeron a coro—

    ◊ Bueno, tengo todavía que realizar algunas cosas para no dejar nada incompleto, Mamá, todas las cuentas están pagadas y no dejo pendiente alguno respecto a la casa, cualquier cosa que se ofrezca me llamas al celular, en cuanto llegue a Londres, tendrás los datos del lugar en el que me encontraré

    ◊ De acuerdo, cualquier imprevisto yo te aviso

    ◊ Gracias! Ma

    Salieron de mi cuarto, contuve el llanto, ya empezaba a experimentar ese estremecimiento de ausencia, por la lejanía de mis seres queridos… pero como era habitual en mí, le di la espalda a mis sentimientos… revisé por última vez que todo estuviera en orden y que nada se me olvidara, encendí mi lap top, abrí el correo y vi que tenía 386 correos sin revisar, me dirigí directo a buscar el de Gia, lo abrí y ahí estaba toda la información de mi vuelo, salía a la 1:00 AM. por la aerolínea British, se calculaban diez horas y media para llegar a mi destino, con eso entendí por qué lo habían puesto a esa hora, de esa manera dormiría durante todo el trayecto.

    Imprimí la información y la puse en mi bolso de mano, aproveché y eché un vistazo rápido a todo el correo para cerciorarme de que no hubiera nada más importante, la mayoría de correos eran de mi familia y amigos, para desearme suerte, otros tantos de publicidad, lo que se me hizo increíble fue que más de 100 eran del estúpido de mi ex esposo, todos pidiendo una cita, un café, un contesta el teléfono, etc… Obviamente borré todos, muchos sin siquiera leerlos y cerré la máquina, la guardé en mi portafolios y tomé mi maleta, mi neceser y todo lo que llevaría al viaje, bajé a la sala de la casa, tomé el teléfono y pedí un servicio para que me llevara a las 22:30 horas. al aeropuerto, esperé a que llegara el taxi, mientras tanto, me senté en el sillón reposet viendo todo con detalle, percibía el olor característico del hogar, después de todo estaba a punto de dejar la casa en la que había vivido casi 29 años de mi vida, bueno menos 2, por esas locuras juveniles, el reloj de la sala marcaba las 21:10 horas. así que encendí el televisor pero no había nada interesante que ver, el tiempo pasó volando y sonó el intercomunicador, mi hermano fue a la sala…

    ◊ Listo nena tu taxi ha llegado

    ◊ Mmm ok me ayudas a llevar las cosas?

    ◊ Claro, pero de verdad no quieres que mejor nosotros te llevemos?

    ◊ No, ya sabes eso de las despedidas es intolerable, así que irme en servicio será lo mejor

    ◊ Bajamos las maletas al taxi, y mientras cruzábamos el jardín escuché a mi mamá gritar mi nombre, volví mi cabeza para verla, tiré mi maleta y corrí hacia ella para abrazarla

    ◊ Mamá!, todo va a estar bien, te llamo en cuanto esté instalada, recuerda que te amo

    ◊ Yo también hija, por favor no dejes de avisarme—comenzó a llorar, yo tuve que reprimirme, si no, seguramente no me iría—

    ◊ Tranquila, de verdad te avisaré cualquier acontecimiento

    ◊ Bueno que Dios te guarde siempre

    ◊ A ustedes también, los quiero…

    Me despedí con la mano y abordé el taxi rumbo al aeropuerto, en el trayecto llevaba la cabeza recargada en la ventanilla del auto, con la mirada perdida, sólo viendo las grandes luces de esa ciudad que me otorgó inmensos momentos de felicidad y desengaños…

    No me percaté cuando arribé al aeropuerto, llegué, realicé el chek in y me senté en la sala de espera, por fin anunciaron mi vuelo, faltaba una hora para que comenzara mi cumpleaños número 30 y yo sentí que finalmente todo cambiaría de ahora en adelante…

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    CAPÍTULO I

    El Inicio

    Sábado 24 de noviembre, mi cumpleaños, salí de mi lugar de nacimiento rumbo a París para de ahí trasladarme a Londres, pensando en que mi vida sería diferente, nunca imaginé qué tanto…

    Después de un largo recorrido, 11 horas de vuelo exactamente, bajé del avión, recogí mi equipaje y fui a la salida del aeropuerto, tomé un taxi y me dirigí a tomar el tren Eurostar de Paris a Londres, como me indicaba el correo de Gia, al llegar a la terminal me indicaron que había algunos problemas con las vías, por lo cual tendría que esperar un par de horas, fui a comer algo para hacer tiempo, por fin casi al anochecer pude hacer mi viaje rumbo a Londres, el trayecto duró solamente 3 horas.

    Al abordar el tren no pude dejar de pensar en la chica que estaba junto a mí en la estación, tenía los ojos más grandes y hermosos que había visto en la vida, eran color entre azul—gris, sus pestañas rizadas eran larguísimas, no estoy segura pero creo que ella también se fijó en mí, su aspecto a diferencia del mío era desaliñado, aunque dato curioso, tenía un olor fresco, dulce, agradable, no sé cómo describirlo, era un perfume que nunca había olido, de tez muy blanca, cabellera roja, con rizos largos casi a la cintura, de mi estatura a lo mejor un poco más alta 1.70 cm ó 1.75 cm, extremadamente delgada, jeans deslavados acampanados, camisa roja con escarola al frente, saco de pana y botas cafés, por un momento creí firmemente en que todos tenemos un alma gemela, pues físicamente nos parecíamos mucho, aunque yo soy apiñonada y ella de verdad era casi transparente.

    Al subir al tren noté su presencia al otro lado del vagón, su mirada tan penetrante hizo que se me erizara la piel, sacudí la cabeza por un escalofrío y me tiré en el asiento, tomé el libro que llevaba en el bolso y me dispuse a leerlo, olvidándome de ver el paisaje y prestar atención, como constantemente decía mi Mamá, el tiempo se me fue volando.

    Por fin llegué a Londres, lo primero que hice fue buscar el hotel Henry, el papel tenía la dirección ubicada en la 19 Leinster, vaya que me llevé una gran sorpresa cuando vi la céntrica localización del lugar, cerca del Museo Victoria and Albert a sólo 15 minutos a pie, Oxford Street, 10 minutos en metro, Hyde Park, 3 minutos caminando, Jardines y Palacio de Kensington, otros 3 minutos a pie y lo más importante, la zona de los teatros, 15 minutos en metro.

    Al llegar al hotel, hice los trámites necesarios de registro en el lobby, con una chica rubia bastante agradable de nombre Cleire, o cuando menos ese era el nombre que tenía el gafete que colgaba de la solapa del uniforme rosa que llevaba puesto, tomé el elevador y subí a mi habitación, abrí la puerta, dejé mis cosas en el piso y decidí tomar un baño antes de llamar a la oficina en la cual estaba segura me quedaría a trabajar de ahora en adelante; el baño tenía una tina bastante grande la cual me invito a pasar gran parte de la tarde en ella, al salir de darme una merecida ducha después del largo viaje, coloqué sobre la cama la ropa que utilizaría esa noche para ir a entrevistarme con mi nuevo jefe David Sanz, me preguntaba cómo sería, seguramente rechoncho, tez blanca, ojos claros, anciano, reí para mí, lo que era seguro es que sería un hombre muy difícil de agradar, con tanto dinero… en fin, busqué entre mi ropa lo que debía ponerme, el vestido totalmente bordado en blanco con negro, corto, de Channel creo que había sido mi mejor elección, los zapatos bicolor de tacón y como accesorios el juego de collar, aretes y pulsera blancos, obviamente mi bolso de mano color negro a rayas blancas. Me pregunté si en realidad había sido lo correcto aceptar un trabajo en este lugar tan lejos de mi país natal.

    Ahí estaba yo poniendo todo en orden cuando el teléfono de la habitación sonó, era él, David Sanz…

    ◊ Hola—dije al contestar—

    ◊ Hola, tengo el gusto de hablar con la señorita Vrykova?

    ◊ Sí, ella habla

    ◊ Que tal, soy David Sanz—al otro lado se dejó escuchar una voz que hipnotizaría a cualquiera, en todo el tiempo que me tomó decidir el venir o no, jamás había hablado con él—

    ◊ Ah! Hola, estaba pensando en comunicarme con usted para saber en dónde y a qué hora nos podemos ver hoy

    ◊ Bien, le parece que nos veamos a las 19:00 horas en el restaurante del hotel?

    ◊ De acuerdo ahí estaré

    ◊ Hasta luego

    Colgó, cuando miré el reloj me di cuenta que pasaban de las 17:00 horas encendí el televisor y me dispuse a guardar algunas cosas en el closet, revisé por última vez mi celular y me encontré varias llamadas pérdidas de mi Madre, me tomó unos minutos el decidirme a llamarla, pero pensé en que si no lo hacía era capaz de llamar a la embajada para saber de mí, tomé el teléfono de la habitación y pedí una línea, tardó tres timbrazos en contestar

    ◊ Bueno

    ◊ Hola Mamá soy yo

    ◊ Hija!!!, pero por Dios, dijiste que llamarías en cuanto estuvieras en Londres y eso debió suceder hace un día…

    ◊ Hola! Mamá, llegué bien, gracias, tenía que hacer varias cosas por eso no te había telefoneado—no quise siquiera intentar explicarle el cambio de horario—

    ◊ Bien, Pero cuéntame cómo te sientes?, estás realmente segura que fue lo mejor?, Leonard no ha dejado de llamar para preguntar en dónde estás y además…—tuve que interrumpirla antes de que me comenzara a taladrar los oídos con la perorata eterna de que Leonard era alguien que valía mucho la pena y lo tonta que había sido por no disculparle un desliz—

    ◊ Me imagino que no le has dicho en dónde me encuentro verdad?

    ◊ Claro que no hija, pero no sé qué más inventarle, insiste en que todo fue un error y que quiere hablar contigo

    ◊ Mamá por favor de ningún modo le digas en donde estoy, si fue un error, es su problema no mío, mi hermano cómo está?—cambié el tema, algo en lo que me había convertido experta a últimas fechas—

    ◊ Bien, salió con Astrid

    ◊ Ok salúdamelo, coméntale que le enviaré un correo con los datos del hotel y después les llamo, de acuerdo?, en cuanto esté totalmente instalada en algún lugar les aviso y les mando los nuevos datos

    ◊ Sí hija, pero por favor cuídate mucho y recuerda que aquí siempre estará tu casa

    ◊ Bien Mamá…

    ◊ Hija

    ◊ Dime

    ◊ Te quiero!

    ◊ Yo también Mamá, estamos en contacto, ah! se me olvidaba cualquier cosa dile a mi hermano que como quedamos me conectaré diario a Internet, bye

    La conversación con mi Madre que duró sólo unos pocos minutos se me hizo eterna, más cuando intentó hablar de…

    Bueno no importa, en que estábamos?, Ah! Si, volví a mirar el reloj, faltaban 40 minutos para las 19:00 horas por lo cual me quité la toalla de la cabeza puse algo de crema para peinar y mouse en mi cabello lo peiné y me vestí, en ese instante me di cuenta que no traía medias, expresé entonces en voz alta—por Dios hay cosas que en absoluto cambian, sigo siendo como un hombre—en fin me repetí—no importa sin medias está bien—ricé mis pestañas, puse rímel, usé el lápiz para delinear mis cejas, pinté mis labios y me vestí, me miré en el espejo que estaba a lado de la cama y me dije—Qué bien te ves!—

    Sentí de nuevo ese dolor terrible en el pecho, síntoma de que las lágrimas estaban por brotar de nuevo de mis ojos, pero no me lo permití, juré que en la vida volvería a llorar y desde hace un año lo había cumplido, tomé el celular entre mis manos y en ese momento sonó, en la pantalla aparecía el nombre de Leonard, dudé un momento en contestar, pero decidí que era mejor tomarle la llamada.

    ◊ Bueno

    ◊ Hola, soy Leonard

    ◊ Ajá

    ◊ Es que yo quería decirte que…—titubeó un momento, seguía siendo el mismo idiota que no sabía jamás qué decir—

    ◊ No, por favor no digas nada, que bueno que llamaste—le interrumpí antes de que su voz hiciera mella en mi cabeza—

    ◊ De verdad?

    ◊ Sí, claro, así aprovecho para pedirte que dejes de llamarme, buscarme, escribirme o lo que sea y por favor tampoco llames a mi casa, entiende que no quiero volver a verte, mejor piensa que me morí!.

    ◊ No hables así, me partes el alma

    ◊ Yo a ti? Vaya! En absoluto creí que dirías eso alguna vez, no me interesa ok?, tengo que colgar, estoy ocupada—no sé por qué razón y en el tono más sarcástico que pude dije—por favor salúdame a tu mujer

    ◊ No juegues con eso

    ◊ No juego, de verdad salúdala y dile que espero que sean muy felices, para que tú no tengas que volver a buscarme en lo que te reste de vida, que Dios los bendiga a los dos eternamente, Adiós!

    Colgué el teléfono, sin dejarlo pronunciar una sola palabra más, lo apagué, retiré la tarjeta SIM y la rompí, en ese momento decidí que todo tendría que cambiar…

    Salí de mi habitación, era la número 77, lo tuve que verificar bien, el hotel aunque no era precisamente muy grande, podría jugarle una mala pasada a mi cerebro que a últimas fechas estaba muy dañado, más aún después de la última llamada.

    Entré al restaurante del hotel, a mi gusto tenía aspecto de antiguo, las sillas con asientos y respaldos en color rojo, brazos y patas de madera, finamente tallados, en el centro, colgaban unos candiles enormes del techo, las mesas cubiertas con manteles blancos, me dio la impresión de estar en un salón de fiestas más que en un restaurante, había cuadros de paisajes en las paredes centrales y todo alrededor tenía ventanales, giré totalmente en el eje de mi cuerpo para no perderme ningún detalle del lugar.

    Se acercó un chico preguntando ¿Mesa para usted? le miré respondiendo—No Gracias!, de hecho deben estar esperándome, la reservación, imagino, se encuentra a nombre del señor David Sanz—el capitán dijo:—sígame por favor—en una mesa del fondo, con poca luz se encontraba él.

    ◊ Hola!

    ◊ Hola!—fue lo único que pude expresar al verlo levantarse de su silla—

    ◊ Soy David Sanz

    ◊ Mucho gusto—dije mientras extendía mi mano hacia la de él, la tomó y la besó—

    ◊ Toma asiento

    ◊ Gracias!

    Vaya es guapísimo dije para mis adentros, aproximadamente 1.90 cm de estatura, musculoso, tez apiñonada, nariz recta, sonrisa perfecta, cabello castaño, vestía un traje color negro, con una camisa blanca y una corbata en tonos verdes que hacia juego perfecto con sus ojos, los cuales eran del mismo tono; comenzó a hablar…

    ◊ Qué tal tu viaje?—de verdad su voz era tan agradable—

    ◊ Bien gracias, algo cansado, fueron muchas horas de vuelo

    ◊ Sí, es un viaje largo pero te doy las gracias por haber aceptado venir hasta aquí para platicar de trabajo

    ◊ Bueno yo, en realidad espero que me acepte en su galería para quedarme a trabajar aquí

    ◊ Leí ya tu currículum y creo que podrías ser la persona perfecta para el puesto, pero como sabes no nada más trabajarías aquí, necesito alguien que tenga todos sus papeles en regla y que pueda viajar sin problema

    ◊ Sí, claro!—exclamé con tono entusiasta—de hecho eso es lo que me hizo venir hasta aquí…—de pronto llegó la camarera y me interrumpió haciendo la siguiente pregunta—

    ◊ ¿Sr. Sanz lo de siempre?

    ◊ Sí, por favor *Rare

    ◊ Bien con permiso—Ella iba a retirarse sin decir nada más, cuando algo dentro de mí me impulso a decir:—

    ◊ Disculpe, señorita, le molesto con la carta por favor, yo aún no he decidido qué comer—dio media vuelta y con gesto molesto extendió el menú hacia mí—

    ◊ Aquí tiene señorita, le recomiendo la ensalada de la casa

    ◊ Gracias, después de revisarla le llamo, mientras le puedo encargar un vaso con agua sin hielo—mientras la camarera se alejaba, él no aguanto más y externo una carcajada, de verdad tenía una sonrisa espectacular—

    ◊ Vaya, veo que la señorita Vrykova tiene carácter—noté un tono molesto en su voz—

    ◊ Lo lamento, es sólo que…

    ◊ No digas nada, eso me gusta, creo que no me voy a arrepentir de mi elección

    ◊ Eso espero yo

    ◊ En lo que decides qué comer voy a lavarme las manos—en cuanto se levantó de la mesa, fue imposible para mí el dejar de verlo, le seguí con la mirada hasta que desapareció del salón, en ese momento regresó la camarera—

    ◊ Su vaso con agua señorita

    ◊ Gracias!

    ◊ Disculpe usted el que no haya tomado en cuenta su presencia, es que el señor Sanz no le permite a nadie que ordene

    ◊ ¿Viene él con frecuencia a este sitio?

    ◊ Sí algunas veces

    ◊ Vaya! entonces traiga lo de siempre—con el rabillo del ojo me percaté que venía regresando—

    ◊ Está bien señorita, tráigame lo mismo que ordenó el señor

    ◊ Con permiso—mientras la camarera se retiraba, él se sentó nuevamente y preguntó:—

    ◊ Sucede algo?

    ◊ No, nada más que no hay nada en el menú que me apetezca tomar, así que mejor decidí que su elección acerca de la cena sería la correcta

    ◊ Mmm primer error—dijo en voz suave—

    ◊ Perdón!

    ◊ Si, háblame de tu

    ◊ Ah! Pues es que en realidad pienso que el experto en comida en estos casos es… eres tú—volvió a reír—

    ◊ Te parece entonces, en lo que traen lo que ordené, me platiques qué fue lo que te hizo aceptar la entrevista conmigo? me refiero a dejar tu País para venir—podía haberle contestado que venía huyendo de mis fantasmas, pero la pregunta me desconcertó tanto que, de la manera más serena dije:—

    ◊ En realidad creo que es una gran oportunidad y me encantó la idea de viajar, claro sin dejar de lado el sueldo—ambos reímos—

    ◊ Me parece que intentas mentirme pero esta vez lo pasaré por alto, si no quieres hablar de ti no puedo obligarte

    ◊ Mejor, por qué no me dices que es lo que quieres saber?

    ◊ Estoy intentando leer tus pensamientos

    ◊ Vaya y te resulta difícil?

    ◊ Un poco si—volvimos a reír—

    En ese momento llegó la cena, roast beef, para mi sorpresa la carne parecía cruda, la guarnición eran verduras hervidas, brócoli, zanahoria y papas, al centro de cada plato había un tarro con una sustancia que me pareció ser mostaza y una botella de vino tinto

    ◊ Te parece bien? Lo elegí, pues Gia—head hunter—me comentó que el día que te contactó salieron a comer y se dio cuenta de tu gusto por la carne—mientras él hablaba me sirvieron una copa de vino, su aroma era entre merlot y cabernet sauvignon, simplemente delicioso—

    ◊ Sí, en efecto, soy carnívora, sólo que—callé un momento y mordí mi labio inferior de lado derecho—

    ◊ Ah! ya! la prefieres más cocida?

    ◊ Para ser honesta sí

    ◊ Permite un momento—hizo una seña, sus ademanes eran tan distinguidos, en seguida apareció la camarera—

    ◊ Diga usted señor

    ◊ Sería tan amable de retirarle el plato a la señorita y traerle la carne más cocida?

    ◊ Por supuesto, qué término?—preguntó dirigiéndose a mí—

    ◊ Tres cuartos por favor—me sentí muy incómoda pero la carne cruda y con tanta sangre no era aún en ese momento para mí—

    ◊ Gracias, David yo…

    ◊ Shh Posó su dedo índice sobre sus labios, no pasa nada, yo soy algo excéntrico por llamarlo de alguna manera y no sé por qué esperaba que tú fueras igual

    ◊ Lo lamento

    ◊ No tienes por qué, eres una niña…—niña? pensé internamente—

    ◊ Bueno pero come tú porque si no se va a enfriar

    ◊ En eso tienes razón y la carne fría no la disfruto—el tono de su voz y su mirada hicieron que me sonrojara, regresó la camarera con mi plato—

    ◊ Tenga cuidado está muy caliente

    ◊ Sí claro, gracias

    Al retirarse la chica, me percaté que la mirada de David se iba tras ella, fue hasta entonces que me di cuenta que la camarera tenía una bella silueta, a pesar de su estatura que seguramente no alcanzaba el 1.50 cm. su aspecto era latino, morena, cabello largo, negro, recogido en una trenza; miré de nuevo su plato, notando que no había probado ni un solo bocado, volteó hacia mí y comenzamos a hablar de nuevo.

    ◊ Adelante come

    ◊ Sí—dije mientras colocaba un trozo de carne en mi boca—

    ◊ Qué tal está?

    ◊ Deliciosa, tú no piensas comer?

    ◊ Creo que tenías razón, si esto se enfría no sabe bien, pero bueno, ya leíste el contrato que te envié

    ◊ Sí, solamente tengo un par de dudas, principalmente en uno de los acuerdos, cómo es eso de que no puedo realizar subastas en lugares al aire libre ni durante el día?, en dónde voy a vivir? y puedo contratar una asistente después de un mes?

    ◊ Bueno sucede que yo viajo mucho, pero me gusta estar en las subastas, todos mis viajes los realizo en las mañanas, siempre programando poder estar a tiempo, por eso esa cláusula; en cuanto a dónde alojarte, puedes disfrutar del hotel los próximos 30 días, en lo que encuentras un estudio, Lucile mi asistente te puede ayudar a conseguir algo modesto, y si tu desempeño es bueno tendrás que buscar alguna persona que te ayude, te recomiendo que busques a alguien de tu entera confianza

    ◊ Ah!, pues siendo así trato hecho, mañana comienzo

    ◊ Gracias! Verás que no te vas a arrepentir

    ◊ No, gracias a ti, espero no defraudarte

    ◊ En cuanto a la paga tienes dudas?

    ◊ No

    ◊ Vaya, vaya, así que no eres interesada

    ◊ No

    ◊ Entonces bienvenida

    Terminamos de cenar cuando el reloj de la entrada marcaba las 22:43 horas miré a mi alrededor y noté que sólo quedábamos unas doce o quince personas en el lugar, pagó la cuenta y caminamos hacia la salida del restaurante, llegamos al lobby del hotel y nos despedimos.

    ◊ David, gracias por la cena y por todo, te veo mañana a las 9:00 horas en la galería

    ◊ Sí, si aún no he llegado a esa hora te recibirá Lucile—extendió la mano dándome una tarjeta de presentación en la que venía la dirección de la galería—

    ◊ Ok buenas noches y mañana nos vemos

    Subí a mi habitación, esta vez decidí que sería mejor ir por las escaleras, después de todo lo que había cenado, seguro no podría dormir bien si no hacía algo de ejercicio; las escaleras eran cómodas, amplias, y cubiertas con alfombra. Al llegar, abrí la puerta y vi las luces encendidas, por un momento me pregunté si las habría dejado así al salir, no presté atención, entré, me quité los zapatos y me tiré en la cama, me levanté por un impulso para tomar mi celular el cual había dejado encima del escritorio y me miré de nuevo en la luna que se encontraba sobre la pared, de pronto las luces parpadearon y me sobresalté cuando vi reflejados en el espejo unos ojos enormes que me miraban, de inmediato giré mi cabeza pero no había nadie más en mi habitación, las luces regresaron y volví a mirar el espejo, esta vez ya no había nada, pensé en que seguramente el ver tantas películas de horror en el viaje me habían sugestionado.

    Busqué en mi celular la tarjeta de memoria, recordé que la había roto en un momento de enojo después de hablar con el tonto de mi ex, encendí el teléfono y busque en la memoria del mismo el número telefónico de mi mejor amiga, pedí una línea, y tratando de borrar la imagen de los ojos en el espejo esperé a que me contestará, la voz al otro lado me reconfortó mucho.

    ◊ Bueno—se escuchó su voz suave al otro lado—

    ◊ Hola Lilian

    ◊ Hola, creí que tardarías más en llamar—comentó en tono de reclamo—

    ◊ Lo siento entre el cambio de horario, el viaje tan largo y la entrevista se me olvidó nuestro pacto de avisarte cuando estuviera instalada en el hotel

    ◊ No importa, cuéntamelo todo

    ◊ Por dónde empiezo?

    ◊ Pues por el principio—reímos—

    ◊ Te cuento ya me entrevisté con David Sanz

    ◊ Y?, que tal gordo, chaparro, pálido, sin chiste y feo?

    ◊ No amiga todo lo contrario, simplemente hermoso

    ◊ No empieces de loca eh!!

    ◊ No como crees, ya escarmenté, además es algo mayor, pero todo bien con él, dijo que le gustó mi currículo y bueno te tengo una pregunta

    ◊ Dime

    ◊ En el contrato que me envió habla de que al mes puedo contratar una asistente, si me quedo con el puesto, entonces aceptarías venir a trabajar conmigo?

    ◊ Ay! Amiga sinceramente no sé, que te parece si más adelante, cuando el puesto sea totalmente tuyo hablamos al respecto

    ◊ Ok pero no lo descartes eh!, ese puesto ya es mío

    ◊ Bueno y ahora cuéntame cómo te sientes?

    ◊ Tranquila, el viaje me sirvió mucho para reflexionar y decidir muchas cosas y aunque para muchos, incluida mi mamá, creen que hui, no lo hice, simplemente quiero hacer mi vida como mejor me plazca

    ◊ Muy bien, te escucho serena y eso me hace feliz

    ◊ Bueno te dejo tengo que dormir y mañana me espera un día muy largo

    ◊ Sí, claro, por cierto, gracias por llamar

    ◊ De que zonza, además ya me hacía falta oírte, cuídate…—iba a colgar cuando dijo—

    ◊ Amiga

    ◊ Dime

    ◊ Te quiero y te deseo toda la suerte del mundo

    ◊ Yo también a ti, besos

    Al terminar la llamada me sentí muy triste, pero me tranquilicé al pensar en que de verdad había tomado la mejor decisión, me costó trabajo poder conciliar el sueño, pero cuando lo logré, ella, la chica de la estación apareció en él, estaba desnuda, se encontraba en un oscuro bosque, iba corriendo desesperada y su respiración era agitada, de pronto podía ver de quién huía, era un hombre muy alto de más de 3 m. de altura, un fenómeno, con las extremidades muy largas y huesudas, encorvado, con los ojos desorbitados; yo me encontraba llorando al ver al hombre correr hacia ella, de repente ella llegaba hasta mí y yo la cubría con una capa, cuando el hombre llegaba hasta donde estábamos nosotras, yo me levantaba y me daba cuenta que era más grande que él, lo tomaba de las muñecas fuertemente y en ese momento lo mordía, arrancándole la mitad del cuello, le despedazaba y él ardía en llamas mientras yo me reía, viéndome totalmente cubierta de sangre. Desperté sobresaltada y bañada en sudor, encendí la luz de la lámpara sobre el buró y tomé el vaso con agua que había dejado ahí, me bebí de un solo trago todo el líquido y sentí que me ahogaba mientras lo tomaba, miré el reloj despertador y vi que eran las 3:43 horas me levanté y encendí el televisor mientras hablaban los actores de una película de los años 40´s yo no le prestaba atención a la TV, en realidad no podía dejar de pensar en mi sueño, no sé a qué hora volví a quedarme dormida, pero el despertador sonó a las 7:30 horas lo apagué pensando en que 5 minutos más de descanso me vendrían bien, me desperté faltando 10 minutos para las 8:00 horas me duche rápidamente, salí y tomé del closet mis vaqueros negros, la camisa blanca y el blazer negro, la bufanda y mi boina negras, las botas de tacón del mismo color, mi chamarra de piel y mi bolso, salí del hotel a las 8:45 horas caminé hasta la galería, que no estaba lejos ni mucho menos era difícil de localizar, se encontraba a unas siete u ocho cuadras del hotel, mientras caminaba me percaté de que había un parque cerca, el clima era muy frío para mí, por fortuna en mi bolsa siempre traía un par de guantes de piel con forro de borrego, al doblar en la esquina de Hyde Park, había llegado a la galería, la puerta era grande de madera con ventanales a los costados, el edificio viejo, la piedra tallada con imágenes, en la parte superior se encontraban tres gárgolas, vi el letrero que decía abierto y entré; más tardé en cruzar la puerta que lo que tardó en aparecer quien para mí debía haber sido Lucile, una mujer de tez morena, quizás 1.75 m. de estatura, cabello largo negro rizado, sujetado en una cola de caballo, ojos almendrados, nariz ancha y labios gruesos, vestía un traje sastre en tonos dorados que hacían resaltar el tono de su piel.

    ◊ Buenos días usted debe ser la Señorita Vrykova

    ◊ Sí, buenos días

    ◊ Pase por favor, el señor Sanz comentó que vendría el día de hoy, pensé que por el cambio de horario llegaría retrasada, además de que viene de otro continente

    ◊ Ah! claro! tenemos esa mala fama, pero ya ve usted que no es así

    ◊ Bien, pase le mostraré la galería y la que será de ahora en adelante su oficina

    ◊ Gracias!—murmuré—

    Con una seña me indicó que dejara mis cosas en un armario que se encontraba a unos pasos de la entrada, lo hice y nos dirigimos hacia la primera habitación, en la parte superior de la puerta se encontraba un letrero con la leyenda ESCULTURAS MAESTRAS, era un espacio chico y en ella se encontraban varias esculturas talladas en todo tipo de material, desde madera hasta mármol, había una escultura de Artemisa cazadora, llamada Diana de Versalles, de mármol de unos 2 m de altura, al verla comenté:

    ◊ Vaya qué copia tan bien hecha, cualquiera pensaría que es la escultura original, la cual fue creada en el 330 A de C. por Leochares

    ◊ De hecho es la original, fue un regalo que Enrique II le hizo al tatarabuelo del señor Sanz

    ◊ Increíble—fue lo único que se me ocurrió expresar—

    ◊ Seguimos recorriendo la sala, me encontré con más esculturas de las que había visto en mi vida, todas tenían al pie una placa en la que se encontraba el nombre y descripción de cada pieza.

    Venus de Milo

    100 A.C.

    Mármol.

    Alto 2,02 me.

    Retrato de Homero

    150 A de C.

    Mármol pentélico.

    Alto 55 cm

    La Pietá

    Apolo de Belbedere.

    Siglo IV A de C.

    Mármol de Paros.

    Virgen con el Niño

    1430-1435

    Madera policromada.

    Altura 1,78 me.

    Centauro abrazando a una ninfa

    1740-1814.

    Terracota.

    Altura 0,365 me; ancho 0,395 me

    La Gran Esfinge

    Hacia 700-600 A de C.

    Granito.

    Gato sentadore

    Bronce.

    Alto 33 cm, largo 25 cm

    Salí de la sala fascinada, no encontraba palabras para expresar lo que me habían hecho sentir todas y cada una de las piezas. En la sala siguiente de nombre LA CAZA, se encontraban esculturas de animales, todas hechas a base de un compuesto de polvo de mármol, trabajado de una manera tan extraordinaria, que parecían reales, como si un cazador los hubiese capturado en el momento justo y disecado con el mayor cuidado posible para que no se escapara ningún detalle ni la esencia del animal. Había: aves grandes pasando desde águilas hasta halcones y búhos, guacamayas, hasta los más chiquitos gorriones; también habían bisontes, búfalos, caballos, camellos, canguros, carneros, ciervos, delfines, elefantes, gacelas, gorilas, etc… todos hermosos, colocados en vitrinas que parecían su hábitat, era como estar en un zoológico pequeño.

    Salimos de ahí a la siguiente sala, en ella habían pinturas antiquísimas, su nombre era FAVORITOS, se encontraban cuadros de todos tamaños, con marcos tallados en madera; el primer cuadro que llamó mi atención fue el de La lectora de Claude Monet, perteneciente a la corriente del Impresionismo, era un cuadro de 65x48 cm. Como en la sala de Esculturas, cada cuadro contaba con una placa descriptiva.

    Mujer sentada con la pierna levantada

    Egon Schiele

    Pintura S. XX

    Tamaño original 46 x 30 cm.

    El abrazo (La satisfacción)

    Gustav Klimt

    Pintura S. XX

    La Virgen y El Niño

    Jan Gossaert

    Pintura Clásica

    63x 50 cm.

    Esta obra fue creada en 1527, en el renacimiento italiano, la perfección y detalles en cuanto al dibujo y sombreado de la anatomía eran perfectos, obviamente el tema era religioso, tuve que contenerme para no hacer ningún comentario fuera de lugar, pues la chica que me mostraba cada salón, no hablaba, continué revisando la sala, las pinturas en el techo eran extraordinarias, el siguiente cuadro era el de; La Anunciación de Alessandro Botticelli, la técnica utilizada era la de óleo, esta pintura era clásica.

    Seguí inspeccionando los otros cuadros, pidiéndole a Dios que el tiempo transcurriera rápidamente, pues me sentía algo incómoda con el hecho de tener a alguien vigilándome sin decir nada, luego apareció ante mí el cuadro del Nacimiento de Venus, del mismo autor que el anterior, pero que esta obra fue realizada en el año de 1484; cada cuadro tenía una peculiaridad muy especial, parecían ser las originales, luego me topé con un cuadro de Cristo crucificado, del autor Diego Velásquez, hecha en 1632, de ahí pasé al cuadro de La Creación, hecho por Miguel Ángel, me perdí un momento admirando los rostros tan expresivos, por último, en la pared del fondo me encontré un cuadro que no tenía placa, era muy grande, abarcaba casi toda la pared, en él aparecía una mujer parada de espaldas, desnuda y su cuerpo era envuelto por una serpiente, se mostraba solamente la mitad de su rostro, el cabello era muy largo y rojo, me impresionó su mirada, por un momento creí que esa mujer me llamaba por mi nombre y sentí una respiración fría en el cuello, pero en ese momento escuché que se aproximaban unos pasos di la vuelta y encontré frente a mí a una mujer de aproximadamente 65 años, blanca, el cabello entrecano, era como una muñeca de porcelana, sus ojos azules, como de 1.75 cm. de estatura, robusta, levanté la mirada y dije:

    ◊ Buenos días

    ◊ Debería decir buenas tardes, veo que Sandra no le ha dicho nada acerca del almuerzo

    ◊ Sandra?—pregunte sorprendida—

    ◊ Sí, ella es Sandra, mi asistente—la chica asintió y me dedico una breve sonrisa—

    ◊ Y usted es?

    ◊ Lucile, pensé que el señor Sanz le habría comentado que yo vendría hoy por la tarde, pues tenía unos pendientes

    ◊ Ya, bueno David no me comentó nada al respecto

    ◊ Pues vamos a que comas algo niña…

    ◊ Disculpe—interrumpí—me podría decir el nombre de este cuadro

    ◊ Lo único que sabemos es que una mujer se lo envío al Sr. Sanz en su cumpleaños, no ha querido deshacerse de él, pero tampoco ha querido ponerle placa—su tono de voz denotaba molestia—

    ◊ Mmm, bien

    Salimos de la sala y miré el reloj que se encontraba a lo lejos en el centro de la galería y marcaba las 18:20 horas. La puerta principal se abrió y entró David saludando

    ◊ Hola!, Lucile, Sandra, chiquita—fruncí el ceño de manera que notara mi desagrado por el adjetivo utilizado hacia mi persona—

    ◊ Hola—fue la respuesta al mismo tiempo de las tres—

    ◊ Ya viste todas las salas?

    ◊ Creo que sí, claro—tuve que corregir pues la mirada de Lucile se clavó en mi—

    ◊ Y comiste algo?

    ◊ No, aún no…—Lucile me interrumpió diciendo—

    ◊ Precisamente en este momento nos disponíamos a llevarla al barrio de Soho

    ◊ Está bien Lucile, yo la llevaré, por favor ustedes encárguense de cerrar la galería

    ◊ Sí señor

    ◊ Me acompañas a cenar—dijo tomándome del brazo—

    ◊ Seguro

    Tomé el blazer, la chamarra y mi bolso del armario, salimos de la galería, noté que ya había oscurecido, mucha gente transitaba por la calle, los faroles iluminaban todo, pasaban automóviles de diferentes tipos, caminamos hacia el lado derecho de la galería, doblamos en la esquina y entramos al estacionamiento, el sitio era grande, con poca luz, bajamos un par de pisos por las escaleras y llegamos a su auto.

    Me quedé pasmada al ver el Lamborghini diablo modelo 92, color negro, abrió las puertas y subimos a él, de verdad me encontraba sorprendida, el auto contaba con aire acondicionado, tapicería de cuero, radio, CD, elevalunas eléctrico, faros antiniebla, climatizador, etc… En fin simplemente una maravilla de automóvil.

    Salimos del estacionamiento y nos dirigimos a Soho, al llegar ahí, vi que el lugar estaba muy concurrido, en su mayoría turistas, entre ellos integrantes de la comunidad gay y muchos jóvenes que por lo visto iban de pub en pub, disfrutando de la vida nocturna, y por qué no decirlo; había varios que parecían desorientarse por tener varias copas de más, el lugar me resultó un poco trasgresor.

    Llegamos al barrio chino, dejamos el auto aparcado y nos dirigimos a un establecimiento, muy diferente a lo que yo imaginaba, era un edificio de tres niveles, en el primer piso se encontraba el restaurante, en el segundo un bar y en el tercero un club del cual provenía música, tocaban de todo tipo, desde funky house hasta liquid drum and bass, nos asignaron una mesa al fondo del lugar, como desde la primera vez yo no podía dejar de admirar la belleza física de David, moría por besarle, no entendía esa idea tonta en mi cabeza pero así era, comenzó a hablar pero yo estaba perdida en su mirada y en realidad no le presté atención…

    ◊ Que te pareció la galería?

    ◊ Bien—en verdad estaba distraída pensando en cómo sería besarlo—

    ◊ Nada más bien?, creo que no me estas escuchando

    ◊ Oh! yo, sí claro, lo lamento me distraje un poco

    ◊ Un poco? Te fuiste a no sé dónde, qué te estaba diciendo?

    ◊ Al principio comentabas sobre la historia del barrio y ahora preguntas por la galería

    ◊ Vaya! sí que eres increíble, de verdad pensé que no me prestabas atención, me puedes decir dónde me quedé?—dijo en tono sarcástico, pero al mismo tiempo admirado, en realidad más desconcertada estaba yo, pues no estaba atenta a su plática—

    ◊ Bueno, me dijiste que ésta fue anteriormente una zona de cultivos, hasta que en el siglo XVI, Enrique VII lo convirtió en un parque real para el Palacio de Whitehall,

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