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Arsène Lupin contra Herlock Sholmès 2. La lámpara judía
Arsène Lupin contra Herlock Sholmès 2. La lámpara judía
Arsène Lupin contra Herlock Sholmès 2. La lámpara judía
Libro electrónico71 páginas57 minutos

Arsène Lupin contra Herlock Sholmès 2. La lámpara judía

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Información de este libro electrónico

El duelo definitivo entre el mayor de los detectives y el ladrón más habilidoso del mundo. Las andanzas de Lupin han hecho que sus enemigos se confabulen para traer a Sherlock Holmes desde Londres para dar caza al escurridizo ladrón. Holmes descubrirá tres de los mayores secretos de Lupin, pero quizá nuestro querido bribón tenga aún un as guardado en la manga...-
IdiomaEspañol
EditorialSAGA Egmont
Fecha de lanzamiento30 ago 2021
ISBN9788728024768
Autor

Maurice Leblanc

Maurice Leblanc was born in 1864 in Rouen. From a young age he dreamt of being a writer and in 1905, his early work caught the attention of Pierre Lafitte, editor of the popular magazine, Je Sais Tout. He commissioned Leblanc to write a detective story so Leblanc wrote 'The Arrest of Arsène Lupin' which proved hugely popular. His first collection of stories was published in book form in 1907 and he went on to write numerous stories and novels featuring Arsène Lupin. He died in 1941 in Perpignan.

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    Arsène Lupin contra Herlock Sholmès 2. La lámpara judía - Maurice Leblanc

    Arsène Lupin contra Herlock Sholmès 2. La lámpara judía

    Original title: Arsène Lupin contre Herlock-Sholmès

    Original language: French

    Copyright © 1908, 2021 SAGA Egmont

    All rights reserved

    ISBN: 9788728024768

    1st ebook edition

    Format: EPUB 3.0

    No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

    This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

    www.sagaegmont.com

    Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

    1

    Herlock Sholmes y Wilson estaban sentados junto a la gran chimenea, con los pies extendidos hacia un magnífico fuego de leños.

    La pipa de Sholmes, con cazuela de plata y muy corta, se apagó. Vació las cenizas, la llenó de nuevo, la encendió, se arropó las piernas con los faldones de su bata y extrajo de la pipa largas bocanadas de humo que se entretuvo en lanzar al techo en pequeños redondeles.

    Wilson le miraba. Le miraba como el perro acostado en círculo sobre la alfombra mira a su amo, con ojos redondos, sin parpadear, ojos que no tienen otra esperanza que reflejar el gesto esperado. ¿Iba a romper el amo el silencio? ¿Iba a revelarle el secreto de su ensimismamiento actual y admitirle en el reino de la meditación cuya entrada le parecía a Wilson que estaba prohibida para él?

    Sholmes callaba.

    Wilson se arriesgó:

    —Los tiempos están tranquilos. Ni un caso que llevarnos a la boca.

    Sholmes callaba con mayor obstinación, pero sus anillos de humo salían cada vez mejor, y cualquier otro que no hubiera sido Wilson hubiese observado que obtenía de ellos esa profunda satisfacción que nos proporcionan los pequeños éxitos de amor propio, en las horas en que el cerebro se halla completamente vacío de pensamientos.

    Wilson, desanimado, se levantó y se acercó a la ventana.

    La triste calle se extendía entre las oscuras fachadas de las casas, bajo un cielo negro de donde caía una lluvia pertinaz y rabiosa. Pasó un coche. Luego, otro. Wilson anotó sus matrículas en la agenda. ¿Acaso se sabe...?

    —El cartero —exclamó.

    El hombre entró, conducido por el criado.

    —Dos cartas certificadas, señor... ¿Quiere firmar?

    Sholmes firmó en el registro, acompañó al hombre hasta la puerta y volvió, abriendo una de las cartas.

    —Parece que está usted contento —observó Wilson al cabo de un instante.

    —Esta carta contiene una proposición muy interesante. Usted, que reclamaba un caso, aquí tiene uno. Lea...

    Wilson leyó.

    Señor: Acudo a usted para pedirle la ayuda de su experiencia. He sido víctima de un robo importante y las investigaciones realizadas hasta ahora no parecen haber dado resultado.

    Le remito por esta misma vía un paquete de periódicos que le pondrán al tanto del asunto, y si usted está conforme con proseguirlo, pongo mi chalé a su disposición, rogándole que escriba en el cheque adjunto, firmado por mí, la cantidad que desea cobrar como honorarios y gastos de viaje.

    Sírvase telegrafiarme su respuesta, y ya sabe que me tiene siempre a su disposición,

    BARÓN VÍCTOR D’IMBLEVALLE

    Calle Murillo, 18.

    —¡Vaya! —exclamó Sholmes—. Algo maravilloso... Un viajecito a París... ¿Y por qué no? Desde mi famoso duelo con Arsenio Lupin no he tenido ocasión de volver allá. No me disgustaría ver la capital del mundo en condiciones más tranquilas.

    Rompió el cheque en cuatro pedazos, y mientras Wilson, cuyo brazo no había recobrado su antigua flexibilidad, pronunciaba contra París amargas palabras, abrió la segunda carta.

    Enseguida se le escapó un gesto de irritación, una arruga cruzó su frente durante toda la lectura y, estrujando el papel, hizo con él una bola que arrojó al suelo.

    —¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó Wilson, asustado.

    Recogió la bola, la alisó y leyó con creciente estupor:

    Mi querido maestro: Ya sabe usted la admiración que siento por usted y el interés que tengo por su celebridad. Pues bien, créame; no se ocupe del caso para el que solicitan su concurso. Su intervención causaría mucho daño; todos sus esfuerzos conducirían a un resultado lamentable y usted se vería obligado a confesar públicamente su fracaso.

    Profundamente deseoso de evitarle tal humillación, le insto, en nombre de la amistad que nos une, a que permanezca tranquilamente junto al fuego.

    Mis cariñosos recuerdos a Wilson, y para usted, mi querido maestro, los respetuosos homenajes de su devoto

    ARSENIO LUPIN

    —¡Arsenio Lupin! —repitió Wilson, confundido. Sholmes se puso a golpear la mesa con los puños.

    —¡Ah! ¡Empieza a cansarme ese animal! Se burla de mí como si fuera un mocoso. ¡Confesión pública de mi fracaso! ¿No le obligué a devolverme el brillante azul?

    —Tiene

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