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El clamor de Jonathan
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Libro electrónico119 páginas1 hora

El clamor de Jonathan

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Información de este libro electrónico

ESTHER JULIA CAMACHO MÁRQUEZ

Nació en Bogotá, el 20 de enero de 1952.

Hija de Adolfo Camacho Jiménez y Ana Josefa Márquez Triana.

Hizo sus primeros estudios en el Colegio de La Presentación de Luna Park, y los terminó en el Marco Fidel Suárez.

Desde muy niña se inclinó a la literatura: a los cinco años compone sus primero

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento25 nov 2020
ISBN9781640867482
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    El clamor de Jonathan - Esther Julia Camacho Márquez

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    EL CLAMOR DE JONATHAN

    ESTHER JULIA CAMACHO MÁRQUEZ

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todos los textos fueron proporcionados por el autor, quien es el único responsable sobre los derechos de reproducción de los mismos.

    Publicado por Ibukku

    www.ibukku.com

    Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico

    Copyright © 2020 Esther Julia Camacho Márquez

    ISBN Paperback: 978-1-64086-747-5

    ISBN eBook: 978-1-64086-748-2

    Tabla de Contenido

    PRÓLOGO

    CAPÍTULO I

    VIAJE HACIA LA TIERRA

    CAPÍTULO II

    LLEGUÉ A MI NUEVA MORADA

    CAPÍTULO III

    EL TRABAJO DE LAS CÉLULAS

    CAPÍTULO IV

    MI MADRE IGNORA MI EXISTENCIA

    CAPÍTULO V

    MI EXISTENCIA SALE A LA LUZ

    CAPÍTULO VI

    EL AVANCE DE MI VIDA

    CAPÍTULO VII

    LA FELICIDAD DE MI PADRE

    CAPÍTULO VIII

    CRECÍA LA ILUSIÓN EN MI PADRE

    CAPÍTULO IX

    INICIA MI TRISTEZA

    CAPÍTULO X

    AFRONTANDO EXTREMA TRISTEZA

    CAPÍTULO XI

    LUCHANDO POR MI VIDA

    CAPÍTULO XII

    FUI EXPULSADO DEL VIENTRE

    CAPÍTULO XIII

    ESCRIBÍ EN EL CORAZÓN DE MI MADRE

    CAPÍTULO XIV

    OBSERVABA MARAVILLAS EN SAMUEL

    CAPÍTULO XV

    MI MADRE SE ASUSTA ANTE MI PRESENCIA

    CAPÍTULO XVI

    ÉPOCA DE MOVIMIENTOS

    CAPÍTULO XVII

    LA VOZ DE NUESTRAS MADRES

    CAPÍTULO XVIII

    AÚN MUERTO INQUIETABA A MI MADRE

    CAPÍTULO XIX

    DESARROLLO DE SAMUEL

    CAPÍTULO XX

    CONTINUABA MI SUFRIMIENTO

    CAPÍTULO XXI

    MI MADRE ANTE LA TUMBA DE MI PADRE

    CAPÍTULO XXII

    PERDIDO EN LA MONTAÑA

    CAPÍTULO XXIII

    SAMUEL EXPRESANDO SUS EMOCIONES

    CAPÍTULO XXIV

    MI PRIMO PRACTICANDO RESPIRACIÓN

    CAPÍTULO XXV

    SAMUEL CONTINUANDO SUS MOVIMIENTOS

    CAPÍTULO XXVI

    MI MADRE EN SU VIDA MATRIMONIAL

    CAPÍTULO XXVII

    MI PRIMO QUERÍA HACERSE SENTIR

    CAPÍTULO XXVIII

    CONTINÚO SUFRIENDO POR MI MADRE

    CAPÍTULO XXIX

    SAMUEL DISMINUÍA SUS MOVIMIENTOS

    CAPÍTULO XXX

    SAMUEL CONTINÚA CRECIENDO

    CAPÍTULO XXXI

    SAMUEL CAMBIANDO SUS EJERCICIOS

    CAPÍTULO XXXII

    MI PRIMO SE PREPARA PARA NACER

    CAPÍTULO XXXIII

    ESPERANDO QUE NACIERA MI PRIMO

    CAPÍTULO XXXIV

    EN LA HACIENDA CERCA A MI MADRE

    CAPÍTULO XXXV

    MI MADRE NO SE ARREPIENTE

    CAPÍTULO XXXVI

    LA FELICIDAD DE MI TÍA Y DE SAMUEL

    CAPÍTULO XXXVII

    SAMUEL LOGRA SU POSICIÓN DEFINITIVA

    CAPÍTULO XXXIIX

    PRESENTÍ EL OLVIDO DE MI ABUELITA

    CAPÍTULO XXXIX

    PREPARADOS PARA RECIBIR A SAMUEL

    CAPÍTULO XL

    EL NACIMIENTO DE SAMUEL

    CAPÍTULO XLI

    DE TODOS YO SENTÍA CELOS

    CAPÍTULO XLII

    CONSECUENCIAS DE MI ASESINATO

    CAPÍTULO XLIII

    MI PRIMO CONVERTIDO EN ADULTO

    CAPÍTULO XLIV

    MI PRIMO CONVERTIDO EN ABUELO

    CAPÍTULO XLV

    JUICIO PARA TODOS

    PRÓLOGO

    Estando yo acompañada por mi madre en la sala de la casa, oí voces de angustia. Algunas personas junto a mi portón, comentaban que la novia de mi vecino acababa de ser hospitalizada.

    La curiosidad hizo que yo permaneciera de pie junto a ellos, escuchando dicha conversación. Alguien dijo que estaba hospitalizada por haber cometido el más vil de los asesinatos.

    Al instante creí que se trataba del crimen de una persona adulta y se lo comenté así a mi madre. Ella sorprendida me respondió que yo había oído mal, porque esa muchacha jamás haría algo así. Inquieta, mi madre llamó enseguida al que había hablado del tema en mi presencia. El hombre se acercó y, sin mayor aspaviento, comento: «la muchacha acaba de tener un aborto».

    Apenas iniciaba el año 1966. En medio de la celebración de los Reyes Magos, una palabra se comentaba dentro de mi residencia: aborto. Al instante me sorprendí con la palabra aborto, ya que jamás la había escuchado en mi vida, por ser yo de la época en que a los niños les ocultaban todo lo relacionado con la gestación.

    Mi madre no quiso explicarme el significado de dicha palabra, por considerarme muy niña para esta clase de conversación, ya que me faltaban solo dos semanas para cumplir catorce años.

    Yo insistente en querer conocer dicho significado, acudí a mi prima, quien me lo explicó todo, y yo en ese instante me puse a llorar.

    Mi prima me decía: «¿Usted es boba? ¿A usted que le importa la vida de los demás? Por qué llora por ella, si no es nada suyo».

    Yo respondí: «No lloro por ella, lloro por él. Dios me trajo al mundo para amar a los niños y defenderlos, por eso estoy triste, porque por este nada pude hacer».

    Luego dije a ella: «Si yo hubiera conocido dichos planes, antes que se realizaran, me hubiese propuesto a remover cielo y tierra para impedirlos. Para mí, la obra más maravillosa de Dios es el hombre y nadie debe dañar la obra de nuestro creador».

    Continué triste por esta acción, y siempre se apoderaba de mí este pensamiento: tengo que impedir que cosas como estas se repitan.

    Recién cumplidos mis quince años, volví escuchar la palabra aborto, y volviendo a poner atención, oí cuando mi hermano habló con uno de sus amigos, un médico, a quien le dijo: «En su consultorio va a ir a visitarlo la hija de mi madrina, porque pretende que usted le haga un aborto». Él, enseguida respondió: «Yo no me presto para eso». Mi hermano responde: «Yo tampoco, pero le propongo un plan: quiero que usted se haga el que acepta; pero las inyecciones que ella espera para matar a su hijo, usted las remplace por vitaminas, para que tenga un niño fuerte». El médico enseguida sonrió, dándole su golpecito en el hombro, mientras a la vez le decía: «Ya lo hice una vez y lo seguiré haciendo. Así la persona al comienzo se moleste conmigo, más tarde resulta agradeciendo».

    Pasaron los meses. Para finalizar año, nació una niña hermosa, quien se hallaba rodeada de mucha gente. El médico

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