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La ciudad infinita
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Libro electrónico256 páginas3 horas

La ciudad infinita

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Jack Taylor es un hombre ordinario viviendo en una gran ciudad que es tan grande que sus habitantes no saben dónde ésta termina. De hecho, se cree el área metropolitana es infinita. La ciudad es similar a las ciudades reales excepto por su tamaño y su falta comodidades de tecnológicas modernas, como computadoras, y celulares. La sociedad en la que Jack vive es distinta y se encuentra una dimensión diferente donde las personas solo han desarrollado una parte de la tecnología existente.

.
En una metrópolis tan grande que brinda tanta recesiones como estrés, tristeza, soledad y, lo peor de todo canibalismo. Más y más personas se convierten en caníbales, y los movimientos apuntan a legalizar esta práctica a través de matar ancianos para alimentar a las jóvenes generaciones.

Jack tiene una vida difícil y un trabajo infructuoso. Cuando éste lo pierde, se siente miserable y perdido. Sin ningún pariente o amigos, decide descubrir donde la mega ciudad termina para descubrir la verdad. El personaje principal está persiguiendo el placer puro de la aventura, el descubrimiento, y el placer de viajar. Jack siente una persistente curiosidad por el significado de la vida.

Toma la decisión es moverse de distrito a distrito encontrando un nuevo trabajo luego de cada viaje, pero él prontamente descubre que esto es un trabajo demasiado arduo.

Un día, en un común vecindario, Jack es asaltado. Esto lo hace sentirse desesperado, continuado con su camino alcanza un lugar donde presencia un tiroteo entre la policía y unos bandidos, éste encuentra un arma en el suelo tal vez perteneciente a los villanos, y la toma. Jack ha acumulado tanto odio contra su sociedad culpándola de todas sus frustraciones, fracasos, y el hecho de que el asalto lo habían convertido en un vagabundo, decide quedarse con el arma y usarla para robar personas.


En el principio, Jack es reacio, pero luego comienza a familiarizarse con aquello que se ha convertido en su nueva profesión ilegal, atracar personas por la noche.

No solo este comportamiento criminal le permite ganar mucho dinero, sino que también le brinda la posibilidad de trasladarse de ubicación en ubicación para perseguir el escurridizo límite de la jungla metropolitana que aparenta ser infinita.


El viaje de Jack está repleto de misterios. Extrañas personas, quienes parecen saber todo sobre él, que intentan detenerlo. Personas prácticamente iguales a otras, y algunas confundiendo con Jack por alguien más. Al fin, un profesor le informa sobre algunos patrones repetitivos que parecen caracterizar su mundo.

Jack encuentra difícil poder darle sentido a todos aquellos sucesos. Su único deseo llegar a su meta.
A lo largo de su compleja travesía, conoce a una mujer que ha prosperado haciendo el mismo trabajo. Estos se convierten en amigos y continúan su viaje juntos. Más tarde Jack la perdería debido a que unos caníbales la devoran. Incansable Jack continuara con su viaje para luego arrestado y, ayudado por un amigo, logra hacerlo escapar de prisión.
Ahora Jack puede terminar su peligrosa aventura que lo conducirá a encontrar la verdad.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento16 abr 2021
ISBN9781071596708
La ciudad infinita

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    La ciudad infinita - Nicola Vallera

    La Ciudad Infinita.

    (The Endless City)

    ––––––––

    Nicola Vallera

    1

    Hay enormes ciudades allá afuera. Algunas de ellas tan grandes que sus habitantes ya no pueden distinguir que es lo natural de lo que es artificial. Sin embargo, una metrópolis es tan grande que podrías asegurar que esta es infinita, y tal vez, que la ciudad es merecedora de un cuento.

    Mientras la mayoría de las personas acatan con las reglas en el gran universo metropolitano, solo algunos seres humanos se preguntan a sí mismos que esperar más allá de la mega ciudad y solo una pequeña minoría de ellos, se aventura a responder esta pregunta.

    2

    En un día ordinario, en una fea estación de metro, el reloj estaba clavado en las 8 pm mientras el tren se acercaba a la plataforma. ¡Woosh! sus puertas se abrieron, y tres pasajeros dejaron el vehículo desde el vagón central, un hombre, y dos mujeres. Una de las mujeres era delgada y estaba bien vestida, lucia como una snob. Ella caminaba rápido y su pasar parecía decir: ¿Hey, no me ves? ¡Soy importante! ¡Sal de mi camino! La segunda mujer más humilde y mayor. Ella no se movía tan rápido debido a su gran peso, y ella se veía triste. Tan pronto como esas dos personas dejaron la estación superficial, el hombre era el único que quedaba en la empolvada estación. Él caminaba como si nada fuese importante para él, este se dirigió hacia abajo en las escaleras mecánicas sosteniendo el cuello de su abrigo negro porque era un día frio, y tomó la calle sin prestar demasiada atención al mundo a su alrededor. El cielo estaba nublado, y el despreciable viento frio continuaba soplando cínicamente.

    El cielo estaba lleno de aviones yendo a quién sabe dónde. Habían edificios residenciales hasta las nubes alrededor y, algunos de ellos eran sencillos y humildes. Dentro de estos poco atractivos departamentos, niños jugaban a las escondidas, madres cocinaban, y padres arreglaban viejas piezas de muebles, cambiaban bulbos de luz, miraban partidos en televisión, o dormian en el sofá. Los últimos autos se apresuraban a casa luego de un largo día de trabajo. En el camino ya no había tantos vehículos o personas. Era tarde y la hora pico ya había terminado.

    Aquel hombre estaba caminando y observando hacia aquellos nuevos edificios que lo rodeaban. Su cara se asemejaba a la de un bebé castigado por sus severos padres. Sus ojos eran tan tristes se podía decir a la distancia de que ese sujeto tenia algunos problemas. ¿Por cuanto más la gente podía cargar con sus problemas? Desde luego, esto depende de la naturaleza de cada uno. Algunos de ellos son resolutivos mientras otros son un poco más complicados. Si es cierto qué en tiempos desesperados llaman a medidas desesperadas, los asuntos de aquel hombre necesitaban un cambio radical.

    Él se detuvo en la esquina de la calle para comprar castañas calientes cuyo aroma era único e irresistible como siempre. Una tímida mujer joven estaba vendiendo aquellas exquisiteces evitando intercambiar la mirada con pocos clientes. ¡Me gustaría un paquete mediano, Gracias! dijo el hombre. La muchacha envolvió las castañas para el hombre cuya mente estaba en algún otro lugar. El hombre continuó su caminata en la sombría y desgastada calle. Era una calle secundaria, y no había demasiados locales en aquel lugar. De un lado para el otro de la vereda, algunas personas se apuraban mientras otros lo tomaban con calma. Un hombre de baja estatura con un sombrero y un abrigo marrón casi se choca con él, pero esto no cambio la expresión facial del hombre quien continuaba con su camino incansablemente. Se veía como un hombre infeliz y decepcionado. ¿Por qué estaba tan decepcionado? Tal vez, porque acaba de perder su trabajo, luego de una fuerte discusión con su supervisor. Estos acontecimientos ocurren todos los días y en todas partes, pero el problema de aquel hombre había dado nacimiento a algo extraordinario, algo que debe ser contado.

    3

    Jack Taylor había trabajado como consejero de gente mayor por años, y su injusto supervisor siempre había estado provocándolo. Sabes como son los jefes, ellos siempre te detienen en un pasillo y te piden que los sigas a sus feas y desagradables oficinas. Luego, ellos te reprochan sin piedad. Jack, Estas cometiendo demasiados errores últimamente! el feo y gordo supervisor solía repetir una y otra vez al pobre Jack quien, el día anterior, había visitado un hombre mayor en su departamento. Visitar personas mayores era uno de los deberes de Jack. Él debía reportar como las personas se estaban sintiendo y, en aquel momento, el hombre mayor le dijo que se estaba sintiendo bien. ¡Nunca me sentí mejor! Aquel hombre lo había dicho mientras estaba moviendo sus entrenados dedos de lado a lado en un teclado de madera de un viejo clavecín interpretando una agradable pero espeluznante, reconfortante pero inquietante, dulce pero música triste. ¿Qué música es esta? Jack pensó. Probablemente, esta era una música antigua transmitida a través de las generaciones. El hombre mayor estaba sacudiendo sus brazos como un águila tratando de volar. Sus manos eran tan rápidas que se veía como si tuviera cuatro en lugar de dos. Este no prestaba alguna atención a Jack quien se sentía un poco incómodo mirando alrededor a los viejos candelabros, una gran pintura de marco de madera en las paredes, complejas alfombras rojas, y relojes de péndulo en los cuatro rincones de la habitación. El hombre estaba concentrado en la partitura con su boca torcida y el ceño fruncido que resaltaba su gruesa ceja blanca. Jack le agradeció al hombre y dejo el viejo departamento dejando atrás aquel extraño hombre ocupado tocando una especie de melodía de funeral. Esa mañana su supervisor lo había llamado a su oficina y le dijo que el hombre mayor había muerto. ¿Cómo? pregunto Jack. Suicidio. ¡Él bebió veneno! Entonces, el cruel jefe culpo a Jack. ¡Has fallado otra vez, Jack! Esto es inaceptable! Tu estas aquí para hacer tu trabajo siguiendo el protocolo ... A él no le gustaba el hecho de que Jack no había reportado el estado mental del hombre mayor y que se defendiera a si mismo diciendo que él no había notado nada demasiado extraño en el hombre mayor. De hecho, él había hecho varias visitas a esa persona a través de los años, y él siempre ha actuado de esa forma. Sin embargo, su jefe continuaba criticándolo y hostigándolo. ¡Te estamos vigilando, Jack! Más te vale cambiar tu actitud si es que deseas continuar trabajando para nosotros ... ¡Es suficiente! Jack ya no podía soportarlo más y estalló ventilando todas sus frustraciones acumuladas a lo largo de los años, ¡Maldito seas, idiota! ¡Que te jodan a ti y este estúpido trabajo! ¡He tenido suficiente! ¡Renuncio!

    Jack estaba particularmente angustiado con su vida en general. No solo había estado trabajando horas extras para complacer a su jefe, pero también había llenado esos inútiles formularios de vez en vez. Aun habiendo trabajado tanto, él apenas podía pagar su renta. En sus treinta tardíos, tras algunas historias de amor fallidas, Jack había alcanzado el punto de no retorno. Él no podía tolerar la impaciencia de su tonto jefe o a la gente grosera dándole portazos en el rostro cada vez que el intentase evaluarlos. Era demasiado que tolerar para un hombre solitario. Él tenía que hacer algo. Si no encontraba un trabajo pronto, el ya no podría pagar su renta. Lamentablemente, no tenía un lugar a donde ir. Sus queridos padres habían muerto cuando el solo tenía 2 años. No tenía hermanos o hermanas.

    Había estado viviendo con su único pariente, una vieja tía, durante su desafortunada juventud. Hablando de su tía, bueno, ella era una mujer malvada y lo había azotado varias veces. Después de unos años la vieja bruja había muerto, y Jack había pasado los años que le quedaban de su juventud y adolescencia en un trivial orfanato.

    En un día azul, Él tomo una notable decisión que había estado creciendo en su cabeza desde que era un niño. Si el no encontraba un trabajo decente, el debería viajar para encontrar una mejor vida en algún otro lugar. Él simplemente ya no podía soportar esta vida. ¿Pero a dónde iría? Él problema era que Jack vivía en una enorme ciudad, tan gigantesca que era infinita.

    ––––––––

    4

    ¿Cómo una ciudad puede ser infinita? Al menos eso era lo que la gente pensaba. Jack vivía en una interminable metrópolis sin principio ni fin. Acres y acres de cemento continuaban por la eternidad. Nadie sabía que encontraría a la vuelta de la esquina. Una nueva calle tal vez, o un nuevo parque, lo segundo eran piezas de naturaleza dentro de un monstruo gigante. En todas partes se podían ver edificios, autos y más personas.

    Ni siquiera las maestras en escuela de Jack habían sido capaces de resolver el acertijo. Nadie sabía que tan grande era la bestia. Jack vivía en un distrito llamado Silverdrome, pero había cientos de aglomeraciones allá afuera. La gente solía a decir que tan infinitos como la mega ciudad era infinita. Jack sabía que había al menos veinte millones de personas solo en Silverdrome. También sabía que en el Este, estaba Larrington, y en el Sur Pickweak, en el Norte Darrell, y Shrodel en el Oeste. No estaba seguro sobre que encontraría más allá de esos vecindarios. Muy pocas personas habían viajado alejándose de la docena de distritos hasta aquel momento. Algunos nunca habían regresado. Sr. Davis, un compañero de trabajo de Jack una vez dijo que fue hacia el Ayuntamiento del Distrito para poder encontrarlo. Él deseaba saber que tan grande era su área metropolitana. Sin embargo, incluso el alcalde no había sido capaz de proveer mucha información al respecto. Uno de los pacientes de Jack, una frágil señora mayor, una vez dijo que su hija tenía un amigo quien conoció a alguien que trato de medir la ciudad viajando en un aeroplano, pero parece ser que esta persona se había perdido. En la escuela, los maestros solían enseñar a sus alumnos que la ciudad era ilimitada. En ella habían playas, lagos y ríos. También, montañas, parques, y granjas, pero estas eran pequeños puntos verdes rodeados por cemento, autopistas, rascacielos, multitudes y vehículos. Allí había trenes y subterráneos, autobuses y tranvías, aviones y autos. Gente viajando por avión no podía ver nada más que un vasto lazo metropolitano sin importar que tan lejos el avión volara. Hasta donde Jack sabia, incluso la policía no tenía idea, y ellos se comunicaban con la siguiente estación de policía a través de radios, pero las ondas de radio tienen un cierto rango de acción, más allá del mismo es difícil avanzar.

    Jack había sentido curiosidad por saber que había detrás de aquellas luces de la ciudad desde una edad muy temprana. Su vida miserable, en un feo y asqueroso departamento, no había desalentado su deseo. Ni siquiera su malvada tía, quien siempre había estado lista para agarrar el látigo y azotar a Jack para castigarlo, no había sido capaz de abstener a Jack de soñar. Una vez, ella lo había atrapado mirando caricaturas en la TV. ¡pequeño zorrillo! ¿Cuantas veces tengo que decirte que no puedes tocar mi Televisión? Grr! ¡pequeño monstruo! ¡Ahora lo has echado a perder todo! Mi TV perdió esa maravillosa armonía que tenía antes. ¡Sus ondas siempre masajean mi mente, y ahora se afligió porque la has tocado! Le dijo la tía loca. El pequeño Jack había tratado de explicarle que ella estaba hablando de una estúpida televisión, y nada más, pero se había vuelto loca y había comenzado a gritarle con una espeluznante voz. ¡Ve a tu habitación, olvídate de tu cena, y agradéceme por no ponerte en un orfanato! Ella le había gritado al pequeño Jack en esa calurosa noche de verano como muchos años atrás. En aquella noche, Jack se sentía apagado, había estado llorando en su cama mientras oía a los gritos de la vieja bruja proviniendo de la sala de estar. Ella lo había ofendido a él y sus padres muertos gritando que ella lo seguía manteniendo solo para obtener el dinero del ayuntamiento. De hecho, El ayuntamiento del Distrito Silverdrome solía pagarle a la gente entusiasta por brindar cuidado a los huérfanos locales, personas mayores y personas con discapacidad. Después de todo esos insultos, Jack ya no pudo soportarlo. Había abierto la puerta de su habitación y se había dirigido hacia la cocina para enfrentar a la señora mayor quien estaba sentada en la ventana fumando como usualmente hacia durante la estación calurosa. Ella solía hacer eso solo porque estaba fuera de su alcance comprar un aire acondicionado por lo que ella se sentaba en la ventana para refrescar su gordo trasero, así lo diría ella. Tan pronto como vio al pequeño Jack acercándose hacia ella, le dijo más palabras malignas gritándole como una loca, hasta que Jack la empujo con toda su fuerza. La horrible mujer cayó desde un piso 12 hasta alcanzar el suelo, y su desagradable cuerpo había colisionado en la vereda como una bolsa de papas. Las partes de su cuerpo habían quedado dispersas por todas partes mientras los vecinos gritaban aterrorizados.

    Durante los siguientes días, la policía le había preguntado a Jack algunas cosas para aclarar el episodio. El niño de siete años simplemente le dijo que ella había perdido el equilibrio y caído al vació. Un serio y deprimido detective le había preguntado al pequeño Jack si este había visto otros adultos en el departamento esa noche. No lo creo, señor. No puedo decirlo con seguridad porque estaba en mi habitación Jack le respondió. ¿Ella solía recibir personas en la casa? le preguntó el detective. No he visto invitados en la casa, señor. Jack había respondido. Luego de la entrevista, la policía no molesto más al pequeño Jack, y ellos pasaron el problema a asistencia social quienes asignaron a Jack a un orfanato.

    Pero todas estas historias pertenecían al pasado de Jack, en este día, Jack estaba más ocupado pensando que hacer. No veo el porqué de quedarme aquí, en este vecindario, donde crecí entre personas malvadas. No hay necesidad de quedarme aquí. Jack reflexionó. Él consideró que era el momento adecuado para mudarse algún otro lugar, para explorar la extraña megalópolis. Para entender si es que realmente esta era infinita.

    5

    En la mañana siguiente, sentado frente a un café con leche y un pastel en un café local, Jack observaba tristemente aquel lugar familiar. Un grupo de amas de casa estaba alimentando a sus ruidosos hijos, y algunos hombres de negocios estaban bebiendo su café mientras leían el periódico, algunos pocos estaban escuchando las noticias hablando de crímenes y terribles sucesos. Durante aquellos años había un angustiante fenómeno estaba afligiendo a la megalópolis. Era repugnante, inexplicable, e infame movimiento llamado canibalismo. Era una tendencia en ascenso entre los ciudadanos de todos los días.

    En el otro extremo del vestíbulo, una cliente lucia particularmente estresado, preocupado y perdido. Este había revisado la hora en su reloj y mirando hacia afuera por la ventana como si esperara a alguien, ya había perdido la compostura luego de que una joven mujer se hubiese puesto en contacto con él. Entonces, ellos habían estado discutiendo por un momento hasta que la mujer abandono el lugar. Más que una pareja comprometida, ellos podrían haber estado vinculados por propósitos profesionales. Aquel hombre le recordaba a Jack, a alguien, a quien había conocido hace mucho tiempo cuando era un adolescente buscando un trabajo. Un día, había visto un anuncio que buscaba vendedores para vender enciclopedias y, luego de haber acordado su reunión, se encontró a si mismo cara a cara con un hombre gordo y esquivo, nada particularmente profesional o educado. Este había examinado al joven Jack con una mirada despectiva y, luego de una incómoda entrevista en la que este había hecho su mejor esfuerzo por debilitarlo, le ofrecieron el trabajo. Adolescentes inmaduros como Jack se sentían emocionados cuando les ofrecían el trabajo, pero posteriormente a encontrarse con que la oficina estaba cerrada en el día que se supondría seria su primer día de trabajo, Jack comenzado a volverse desconfiado, y luego de esto alguien le había comentado que el aquel hombre había sido arrestado por fraude. Jack había olvidado ese episodio y podría haber apostado que aquel hombre que se encontró con aquella mujer en el café no debía ser tan diferente de aquel otro hombre.

    Mientras tanto, una pareja de ancianos entró al café y le pidió a una ágil camarera si les podían servir un plato en particular. No solo la camarera era incansable, sino que era inteligente e invitó a la pareja a tomar asiento. Después, se dirigío hacia la cocina, regresó con un menú y les explico a aquellos ansiosos clientes que, a pesar de que se habían quedado la comida que ellos querían ordenar, aun estaban ofreciendo deliciosas comidas que valía la pena probar. Ella se comportaba tan atentamente que la pareja acepto la oferta sin pensarlo dos veces.

    En aquel lugar amigable, la mente de Jack deambulaba imaginándose a sí mismo trabajando como camarero como lo había hecho cuando era más joven. Personas ordenando comidas. Algunos de ellos amables, otros despreciables. Él tenía tantas esperanzas y expectativas de la vida a esa edad. Cuando cambias tu piel dejando tu adolescencia detrás, bueno, es el más hermoso momento de la vida de cada persona. En aquel momento, él estaba seguro de que iba a tener una vida aventurada llena de experiencias y viajes.

    Repentinamente, la mente de Jack volvió a la realidad como un planeador perdiendo velocidad y cayendo. El recordó que tenía que pagar la renta. Además, su lavadora no estaba funcionando, y él no podía pagar una nueva. Incluso repararla era impensable porque él no podía gastar dinero en ese momento. Había perdido su trabajo y, encontrar uno nuevo no era sencillo en una mega ciudad tan miserable. En su pequeño departamento, había una pila de ropa olorosa esperando a ser lavada. Por fin, él pensó que podría ser una buena idea pasar por el banco y extraer algo de dinero, y así lo hizo.

    A media mañana, él estaba esperando su turno en una larga fila en su banco. Muchos dependientes estaban trabajando en esa agencia. Cada uno de ellos estaba ayudando clientes desde atrás de sus largo escritorios y, tan pronto como terminaban con ellos gritaban fuerte, ¡Siguiente! Alguno haría eso con una sonrisa, otros no serian tan alegres. Jack pensaba sobre la razón por la cual la gente se concentraba en sus pequeñas vidas y no estaban interesados a ir más allá. "¿Por

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