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500 años de la Reforma: Un asunto para América Latina
500 años de la Reforma: Un asunto para América Latina
500 años de la Reforma: Un asunto para América Latina
Libro electrónico205 páginas2 horas

500 años de la Reforma: Un asunto para América Latina

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La Reforma -junto con el "descubrimiento" de América- significa para muchos historiadores el final de la Edad Media y el comienzo de los tiempos modernos -hasta hoy-o Las innovaciones de la época en los campos de la teología, la filosofía, la educación y la sociedad se explican en las diversas contribuciones de esta antología, tanto para los países que permanecieron fieles a la vieja doctrina como para los que aceptaron la nueva. Especialmente la diferencia entre el norte protestante y el sur católico de nuestro doble continente americano aparece así en una nueva perspectiva.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 abr 2020
ISBN9789587903447
500 años de la Reforma: Un asunto para América Latina
Autor

Varios autores

<p>Aleksandr Pávlovich Ivanov (1876-1940) fue asesor científico del Museo Ruso de San Petersburgo y profesor del Instituto Superior de Bellas Artes de la Universidad de esa misma ciudad. <em>El estereoscopio</em> (1909) es el único texto suyo que se conoce, pero es al mismo tiempo uno de los clásicos del género.</p> <p>Ignati Nikoláievich Potápenko (1856-1929) fue amigo de Chéjov y al parecer éste se inspiró en él y sus amores para el personaje de Trijorin de <em>La gaviota</em>. Fue un escritor muy prolífico, y ya muy famoso desde 1890, fecha de la publicación de su novela <em>El auténtico servicio</em>. <p>Aleksandr Aleksándrovich Bogdánov (1873-1928) fue médico y autor de dos novelas utópicas, <is>La estrella roja</is> (1910) y <is>El ingeniero Menni</is> (1912). Creía que por medio de sucesivas transfusiones de sangre el organismo podía rejuvenecerse gradualmente; tuvo ocasión de poner en práctica esta idea, con el visto bueno de Stalin, al frente del llamado Instituto de Supervivencia, fundado en Moscú en 1926.</p> <p>Vivian Azárievich Itin (1894-1938) fue, además de escritor, un decidido activista político de origen judío. Funcionario del gobierno revolucionario, fue finalmente fusilado por Stalin, acusado de espiar para los japoneses.</p> <p>Alekséi Matviéievich ( o Mijaíl Vasílievich) Vólkov (?-?): de él apenas se sabe que murió en el frente ruso, en la Segunda Guerra Mundial. Sus relatos se publicaron en revistas y recrean peripecias de ovnis y extraterrestres.</p>

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    500 años de la Reforma - Varios autores

    publicado.

    CAPÍTULO 1

    INTRODUCCIÓN. 500 AÑOS DE LA REFORMA, UN ASUNTO PARA AMÉRICA LATINA

    MARKUS D. MEIER¹

    JESSIKA BARRAGÁN²

    La religión –como fenómeno social y asunto de investigación en las ciencias sociales– se ha vuelto un tema sumamente político en la discusión académica actual. El historiador francés François Furet comenta que el colapso de las expectativas socialistas desbarató un código teológico encubierto con el que el siglo XX había buscado la certeza histórica (citado por Breckman, 2005, p. 73, traducción propia). En el siglo pasado había parecido un fenómeno en declive, para muchos académicos incluso muerto, pero surgió como factor político y social de gran peso con el nuevo siglo.

    Son tres las razones para que se dé este fenómeno de la resurrección política de la religión:

    1. Las devastaciones que ha dejado el socialismo en la Unión Soviética desaparecida y sus ex-aliados después de 1989.

    2. El auge del islam político después de la destitución del sah de Persia en 1979 y el fracaso militar de la Unión Soviética en Afganistán en la década de 1980.

    3. La situación demográfica global: la religión correlaciona altamente con la fertilidad. Las menos religiosas, las menos fértiles son las sociedades en su totalidad en el ámbito global, pero también los diferentes estratos sociales dentro de una sociedad. Este desarrollo afecta en Occidente a mucho más que a sociedades religiosos-tradicionales y menos modernas, pero más fértiles.

    Estos temas sin duda parecen bastante lejanos del contexto colombiano y su nueva autoestima con el conflicto armado terminado; y la economía, la política y la sociedad en un equilibrio sorprendente después de firmar el Acuerdo de Paz. En Colombia no hay un choque violento con el islam de nivel preocupante, ni un desarrollo demográfico realmente preocupante, ni un guayabo ideológico por la desaparición de una ideología política social que dejó al país en ruinas materiales y espirituales. La religión se ha vuelto un tema caliente por otra razón en Colombia: la creciente influencia del protestantismo colombiano –los cristianos– en sus diferentes congregaciones pentecostales y una nueva identidad religiosa-colectiva que también solicita representación política.

    Cuando nuestro equipo preparó el afiche para la conferencia sobre la conmemoración de la Reforma, poniendo a Martín Lutero y a Martin Luther King juntos (véase la tapa del libro), muchas reacciones fueron negativas:

    –¡El uno no tiene nada que ver con el otro!

    –¿No saben que los cristianos botaron el plebiscito y están contra la paz?

    –¿No saben que estos –no se acuerdan del sustantivo exacto– están contra gays y contra mujeres y contra el progreso en general?

    Los anteriores eran los argumentos implícitos e incluso explícitos de quienes recibieron nuestro trabajo. Nos dejaron un poco sorprendidos y perplejos.

    Parecían tener una imagen local muy alejada de la imagen internacional del protestantismo.

    No solamente obtuvieron ambos –Martín Lutero y su homólogo Martin Luther King– doctorados en teología, sino también una postura crítica y de protesta social ya presente en la auto denominación del protestantismo. Esos imaginarios del protestantismo eran obviamente muy lejanos empíricamente del imaginario colombiano: la visión emancipada de la libertad de conciencia, también de la asunción de hermenéuticas y lecturas teológicas críticas; una más amplia participación eclesial del laicado como sacerdocio de todos los creyentes, la santidad de la vida común, su himnología de gran riqueza y profundidad musical y teológica –eminentemente foránea y culminando en el genio inigualable de Juan Sebastián Bach–, una religión ilustrada del culto racional y de impronta liberal. Al contrario, una multiplicidad de creencias con poca sustancia teológica y mucha exaltación, enajenación y éxtasis espontáneos, biblicismos literalistas, fundamentalismos no dialógicos, proselitismos de misioneros extranjeros y extranjerizantes, convicciones fideístas y teológicamente poco rigurosas parecen caracterizar los imaginarios colombianos del protestantismo.

    Eso no sorprende, porque el protestantismo histórico de Colombia y en Colombia es un protestantismo ex negativo, algo que nunca sucedió –hasta hace poco–. Rostros clásicos de las Reformas como Martín Lutero, Juan Calvino, las anabaptistas radicales y quienes establecieron los antecedentes de la proto-Reforma, como John Wyclif y Juan Hus, pero incluso una reflexión histórica-crítica de la Reforma (o –dependiendo del autor– Contrarreforma) Católica parecen faltar en amplios espacios del paisaje intelectual colectivo colombiano. Y es así frente a la pluralidad de las corrientes del luteranismo en Alemania y Escandinavia, las iglesias reformadas y presbiterianas en Suiza³, Holanda y Escocia⁴; las tradiciones anglicanas y anabaptistas en Inglaterra y sus excolonias⁵. Es la inmensa pluralidad de iglesias y comunidades cristianas pentecostales, independientes y posdenominacionales nacionales que ocupan –y sobre todo: preocupan– el imaginario público y académico en Colombia.

    Pero los contextos de estas congregaciones del protestantismo a nivel mundial e histórico son bastantes diversos. El desafío de este libro es ayudar a la comprensión del fenómeno protestante a nivel nacional e internacional, a nivel histórico y actual, social, educativo, político y constitucional y, last not least, teológico.

    * * *

    Loida Sardiñas Iglesias explica en su ponencia que, en el ámbito histórico, el protestantismo marca la gran crisis sociocultural, política y religiosa del continente europeo, la crisis de la cristiandad occidental y su cisma duradero. Identifica cuatro áreas donde la Reforma rompió con la Edad Media y abre las puertas a la modernidad: la sociopolítica, la economía, la teología y la filosofía.

    1. La Reforma rompe la simbiosis medieval entre la nobleza, la religión y el poder que había caracterizado la Edad Media con sus acuerdos ventajosos, concordatos, adjudicaciones, prebendas y cargos eclesiásticos, dejando espacio para el surgimiento de los estados territoriales modernos con un poder laico centralizado, muchas veces definido por la nación. Como era colonia de la Corona española, Colombia nunca evolucionó en esta dirección, pero cayó de su estado colonial a una modernidad desprevenida y muchas veces incomprendida.

    2. El sistema económico se caracterizó por la dicotomía entre una clase baja productiva, pero empobrecida y explotada, y su contraparte bipartita, una escandalosa opulencia, acumulación y poderío por parte de la aristocracia. Pero también –y mezclado con ella sistemáticamente–, por una clase clerical perezosa y retórica, que vendía la salvación del alma –la indulgencia– a los creyentes analfabetas, explotando su buena fe para la construcción de proyectos prestigiosos como la Basílica de San Pedro en Roma. Por su carácter improductivo, las clases ociosas dominantes de la sociedad obtenían sus recursos por medio de rentas y tributos que aumentaban de manera exponencial y continuada sus arcas, golpeando a los sectores laboriosos, sobre todo a campesinos, artesanos y pequeños comerciantes. Esa estructura económica impedía la expansión de la economía y el desarrollo del comercio y limitó la industria manufacturera. Las paralelas con la Colombia rural actual son llamativas y la aceptación de la culpa del abandono histórico por parte de la política era un paso importante en los diálogos recientes entre los insurgentes y la autoridad estatal en La Habana.

    En este contexto surgieron voces cada vez más fuertes que demandaron la superación de las desigualdades sociales y de las trabas impositivas y legales para las clases bajas en su época. Ese fue uno de los principales motores de la Reforma, pero también una de sus primeras pruebas de fuego, en la que incluso fracasó: la reacción masivamente exagerada de Lutero frente a las guerras campesinas –su infame maten a estos perros locos campesinos– se basa en esto. Los enemigos del viejo orden (económico) tenían ideas muy diferentes para su respectivo futuro. Históricamente, los soberanos territoriales emergieron como el claro vencedor del conflicto, dejando el estado territorial secular centralizado como modelo por venir. Colombia se quedó en el estado de una colonia dependiente, en vez de este desarrollo, hasta su independencia.

    3. La lejanía de la iglesia de la vida real del resto de la sociedad resultó en una crisis de la legitimidad moral del liderazgo eclesial. Su preocupación casi exclusiva por la obtención de rentas por medio de venta y compra de simonías y alianzas políticas por compra y venta de cargos la alienó de su base. Lutero vio de boca abierta la vida palaciega característica de los depravados papas del Renacimiento (Hans Küng) durante su visita a Roma en 1511, cuando incluso compró una indulgencia para los pecados de su abuelo fallecido. Era obvio: la crisis teológica de la Iglesia no se había apagado con la muerte en la hoguera de Juan Hus en 1415. Pero no eran las únicas causas que pusieron a Lutero en su laberinto. También tenía que distinguirse de las corrientes religiosas: a) de los entusiastas escatológicos religiosos como los anabaptistas en Münster/Westfalia, los Hermanos Bohemios o Menno Simonis (1496-1561), pero también b) de los radicales revolucionarios socio-religiosos como Thomas Müntzer (1489-1525).

    Y aunque la opulencia de la Iglesia –afortunadamente– es y siempre ha sido moderada en Colombia, la falta de una evolución del pensamiento –sea teológico, sea secular– y el monopolio de las diferentes órdenes católicas durante siglos dejó, después de la independencia en Colombia, solamente una dicotomía: religioso o ateo, conservador o liberal, paralización o revolución, edad de piedra o utopía de una casa en las nubes –y muchas veces: paz a cualquier costo o violencia.

    4. Otra fuente de la crítica de la iglesia era obviamente el humanismo europeo de Erasmo de Roterdamm (1466-1536), Nicolás Copérnico (1473-1543) y Tomás Moro (1478-1535), cuya recepción se concretó y profundizó socialmente, en cierta medida, en la Reforma. El amigo y vecino de Lutero en Wittenberg, Philipp Melanchthon (1497-1560) representa mejor que todos los demás esta corriente. La falta de una educación de calidad y accesible para todos, especialmente en el campo y para las clases bajas, se puede ver en parte como un efecto por omisión de esta falta de la Reforma en Colombia.

    Lutero dejó muchas huellas en la historia de los países protestantes, sobre todo en Alemania. Sin duda, él es fundador de un modo de pensamiento y de un estilo de escritura específicamente alemán –de hecho, es considerado uno de los fundadores del alemán moderno, Neuhochdeutsch–. Su independencia intelectual y libertad de expresión caracteriza a otros grandes pensadores –por lo menos nominalmente protestantes– como Leibniz, Kant y Hegel; Feuerbach, Nietzsche y Max Weber, autores que ocupan un gran espacio en el pensamiento colombiano hasta hoy también: Leibniz con su teodicea positiva, Kant con su rigidez ética y racionalidad intransigente, Hegel con la idea de la relevación de la voluntad del espíritu absoluto en el mundo real histórico, Feuerbach con su principio antropológico de la inmanencia absoluta de la religión, el hijo de un cura protestante Nietzsche con el protestantismo como tema central de su filosofía ex negativo, y Max Weber, destacado por su famosa ética protestante y el espíritu del capitalismo. Casi la mitad de los premios nobeles, desde sus inicios, se otorgaron a personas protestantes, el resto –aunque representan proporciones muy diferentes de la población mundial– lo comparten mayoritariamente judíos y católicos.

    * * *

    Markus D. Meier sigue la perspectiva educativa de la Reforma, sus fundamentos, su génesis y sus efectos. El punto de partida educativa de ella es una polémica académica teológica, pero con un contenido (también) socioeconómico, lo cual resulta en su altísimo impact factor: ¿podría la institución iglesia vender la salvación del alma como la mujer del mercado vendía zanahorias? No solo el tema era explosivo, sino su medio de comunicación lo era aún más. La revolución mediática de Gutenberg había posibilitado la emergencia de nuevas identidades colectivas de sectores de la sociedad que hasta entonces no tenían una voz por falta de medios de comunicación. Esta revolución mediática llevó consigo la producción de nuevos públicos en las lenguas vernáculas; el campesino, la gente del pueblo, el pequeño comerciante y los artesanos consiguieron un nuevo peso comunicativo, se articularon como individuos y grupos y clases sociales, no solamente como fieles de una unión mística cristiana metafísica imaginaria. Eso significaba un potencial emancipador y de conflicto al mismo tiempo. El potencial para el desarrollo de la modernidad como madurez e individualidad, pero también de la represión de un gobierno estatal-territorial. De todos modos, empujó un desarrollo que no impactó significativamente en América Latina.

    En términos de contenido, en la nueva teología de Lutero el Principio de la Escritura (Schriftprinzip) se vuelve central. El creyente puede acceder a la verdad teológica leyendo él mismo la Sagrada Escritura: no necesita (ya) una institución intermedia para este fin. Pero para esto –técnicamente hablando– primero tenía que ser capaz de leer. En este sentido, la Reforma tuvo el efecto secundario a largo plazo, duradero y resonante de un movimiento masivo de alfabetización. Con su énfasis teológico en la precisión lingüística, Lutero se relaciona con los esfuerzos de los humanistas, pero se diferencia de ellos por su efecto social profundo (comparado con la amplitud geográfica de los humanistas): los humanistas se hablaron unos a otros, el reformador habló a todo el pueblo. Las huellas de la firmeza intelectual protestante y de la intrepidez hacia el poder político se pueden encontrar en la comparecencia de Lutero ante Carlos V en Worms en 1521, pero también en la aparición de Martin Luther King en los Estados Unidos en la década de 1960. Pero también los comienzos de una peligrosa fe en el Estado todopoderoso, una divinización de lo político (Ortega y Gassett) tienen su posible origen aquí.

    La alfabetización y el ideal educativo más profesional de Lutero condujeron, tras la reforma, a una creciente ventaja educativa para los países protestantes, en su mayoría del norte de Europa y América. En esta ventaja se incluyen las tendencias hacia la secularización y el desarrollo de una religión civil, especialmente en los Estados Unidos; tendencias que había despertado la sospecha del lado opuesto católico desde el comienzo de la Reforma, una religión sin Dios. Meier reconstruye esta idea con el poeta alemán Heinrich Heine, pero también se refiere a la tesis protestante de Max Weber.

    En Colombia la Reforma no encuentra eco debido a la dominación hispano-católica. Esto salva al continente de las guerras de religión de los primeros tiempos modernos, pero también lo separa de los esfuerzos de secularización que siguieron. Meier señala que especialmente las zonas rurales son totalmente analfabetas durante la Independencia,

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